Identidades
Daniel Campodónico 

Con minifalda tableada y botas altas, de tacón, amplio escote y sonrisa aún mayor, su largo pelo negro, trenzado, combina con esa ropa interior, que adrede, decide no usar hoy y sale, apura el paso, no quiere llegar tarde a esa audición, es el papel de su vida y además, Carlos, será el otro protagonista, se sabe, de una obra de amor. Llegó al teatro, se cambió maquilló y salió a escena con una hojita en la mano. Sentado estaba el, justo al lado del director; era la primera vez que lo veía en persona; temblaba, pero no se congeló, no vaciló, hizo un buen papel y vio, a Carlos, diciendo a oídos del director, algo que este narrador, no pudo oír. Su amiga la espera en casa, con el teléfono en la mano y el cigarro en la boca, labios sin pintar uñas cortas, pero el teléfono no suena, suenan las llaves en una puerta que se abre, y es Andrea, feliz:

-¡Me tomaron… me tomaron! –Salta, la abraza, su amiga la estruja y giran, torbellino que cae en la cama, ríen y  tuercen sus cabezas, para mirar esa foto, pegada junto al gran espejo, frente al que ensaya toda la noche, y al otro día también. Duerme. Sueña en blanco y negro. Despierta. Ya estas actuando con el. En escena el te seduce, te busca te desea, tu coqueteas; el se acerca y huele tu pelo, tu cuello, tu hombro; cae el telón. Luego de los aplausos el se ofrece, galante, a llevarte a casa:

-Vivo muy lejos, no querrás acompañarme hasta allá

-Para mí es un placer acompañarte a donde vayas -Responde abriendo la puerta del coche. Durante el viaje hay varios, largos silencios incómodos que ella intenta romper, el más profundo, se produjo al llegar. (¿Querés pasar a casa, a tomar un café?), casi se lo dice… pero no, se quedó callada, esperando una palabra, un gesto una mirada, algo que le indique que hacer. El pronto se despide, y espera paciente, que ella entre a su casa para partir.

-¿Era el?, ¡y te trajo hasta acá!, contame contame

-Si, estuvo buenísimo, y el es muy caballero…

-¿Demasiado tal vez?

-¡Ay Claudia…! No seas así

-Contámelo todo

-Ahora estoy cansada, mañana tengo función. -Y duerme. Sueña en blanco y negro. Despierta. Estas en escena otra vez. Aquí el te regala una flor, a cambio te pide un beso señalando su mejilla con el dedo, un beso inocente; tu te aproximas, el gira veloz su cabeza y roza tus labios; cae el telón. Al finalizar la función, te invita a cenar:

-Ven conmigo, conozco un buen lugar

La cena fue excelente, el lugar… espectacular; ella no intentó pagar la cena, sabía que el, no la iba a dejar; suben al coche, a ella le late el pecho, aprieta sus piernas, muerde su labio inferior; el la mira fijo a los ojos, ve cuando sus pupilas se dilatan y, nada pasó.

-Es tímido, por eso no se anima a besarte

-¿Y no estará casado?

-No… si yo ya estuve averiguando, no tiene novia ni nada, es tímido, yo se lo que te digo

-¿Será que tendré que hacerlo yo?

-Depende ¿qué tanto lo quieres?

Y sí, ya está decidido, pero ahora estás en escena, actuando otra vez, y el te besa, apasionadamente te está besando y sabes que no es un sueño, porque esto es en colores, y acaricia tú cintura, tus muslos, sientes la presión de sus manos, sus labios, cae el telón.

El público se ha retirado, ambos siguen allí y el se ofrece, aunque no en la forma en que ella quiere y entonces lo apura, lo acerca, y allí junto al escenario, lento lo intenta besar, pero el le da vuelta la cara, no alcanza siquiera su mejilla:

-Hay muchas cosas que no sabes de mi

-Acaso tienes un pasado, algo que quieras decirme… no me voy a asustar

-No es eso, es solo que…, no me atraen las mujeres, no sexualmente

Ella quedó petrificada, sintiéndose tonta, ridícula, defraudada… (¿Cómo no me di cuenta antes?)

-¿Carlos?, ¿marica?, no puede ser, ¿estás segura?

-¡M´hija!, si me lo dijo el

-Con razón yo lo vi un día, en un boliche gay, en el centro

-¿Y vos que hacías en un boliche gay?

-Nada, pasaba por allí y lo vi, casualidad

-¿Casualidad?

-Montevideo es chico, ¿y vos… qué pensás hacer?, ¿no me digas que ya no te gusta?, si se te ve en la cara

Ambas miran, instintivo, la foto junto al gran espejo.

-yo se lo que tenés que hacer; a el le gustan los hombres y vos, sos actriz, disfrasate, interpretá a un hombre y enamoralo

-¿Estás loca?, ¿qué te fumaste?, ¡convidame!

-¡Nena!, estoy hablando en serio, para cuando se de cuenta, ya será tarde, hacelo replantearse sus sentimientos, en el fondo es hombre… caerá, siempre caen, dale venì, sentate en el espejo, yo te voy a ayudar.

Cuando termina la larga sesión, intenta dormir, no muy convencida, pero con el pelo corto, los pechos fajados,  labios sin pintar, desde la cama, ve el pantalón holgado, colgando en el respaldo de la silla; no duerme, no sueña, así que no despierta; pero va a la función. Es el tercer acto y hay un fuego encendido, justo entre ustedes y el público, arde mientras el te desnuda de cintura para arriba, y con su mano en tu espalda, te acuesta tras el fuego que aumenta sus llamas, cubriéndolos de la gente, que adivina, y cae el telón. En el camerino ella se quita la peluca, faja sus pechos, limpia la pintura de sus labios y piensa: (¿qué le digo?, ¿cómo lo encaro?), en eso se abre la puerta y entra el, sin golpear:

-¡Opa!, ¿cambio de look?

-Sí, ¿te gusta?

-No se es… raro

-Como tu –y ambos ríen, el como mujer, ella como hombre

-¿Te llevo?

-sí

El viaje es más distendido, el ya no actúa como hombre, ella se mete en su personaje y se olvida que está actuando; pero nada pasa tampoco; ¿nada?

-¿y…, cómo te fue?

-No se, hubo un acercamiento pero, no pudimos concretar

-Por que no lo estás haciendo bien, te falta el golpe final; vení, sentáte acá al lado mío y hace de cuenta que estamos en el coche, yo soy Carlos y vos Andrea

-Andrés querrás decir

-Buen punto, Yo soy Carla entonces y tu Andrés, llegan a casa y tu intentas abrir la puerta del coche, no puedes, anda inténtalo, así mismo, el, caballero como siempre, estira su brazo para abrirla por ti y queda así, muy cerca de ti y ahí… -Ella la besa, fue instintivo, casi sin querer-. Muy bien, ¿ves?, si pudiste hacerlo conmigo, podrás hacerlo con el. Su amiga se va, ella duerme y se ve a si misma, en blanco y negro, besando a Carlos con gran pasión; feliz, avanza y al girar descubre, que está besando a Claudia y despierta sobresaltada, toca su pelo corto, se levanta, arranca la foto junto al gran espejo y la arroja por la ventana. Vuelve a dormir. Despierta, es el último acto, el gran final se acerca, tu estas desnuda frente a el, desnudo también; un lienzo blanco colgado a tu derecha de lado a lado los cubre de la vista de la gente, pero un foco a tu izquierda, delata ambas siluetas que se aproximan, se encuentran, se aman; cae el telón, el público aplaude de pie. 

Daniel Campodónico

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