Otoño todo el año
Josefina Camacho

En el rincón del barrio, allá donde termina el callejón, vive Antonio.

Ojos pardos y buenos, melena enmarañada y rebelde y una barba que le da un aspecto místico.

En su boca sostiene un pucho amarillento y húmedo a cada instante lo enciende y da unas pitadas largas y suaves.

Sentado en un viejo cajón se dispone a tomar unos amargos para saciar el hambre y el frío de la mañana.

Es otoño; un otoño crudo y gris, las piernas extendidas a lo largo dejan ver unos pequeños pies calzados con bigotudas zapatillas.

Un saco largo y deshilachado cuyas mangas cubren casi las manos, el raído pantalón que fue de un color azul remangado hasta los tobillos. 

Pensativo, solitario tomando de sorbos espaciados parece tener un tema con su mate compañero.

De vez en cuando toma el cigarro entre los dedos y lo arrolla lamiendo con delicadeza su hojilla.

Mira el cielo, suspira y… toma otro mate, así está rato.¿que piensa Antonio, que pena esconde?

En su barrio le quieren y respetan pues aunque poco saben de él es un buen vecino, solidario afectuoso.

Habla poco, pero dice mucho, la escuela de la vida le enseñó las cosas buenas del mundo y eso le ayuda a sobrevivir.

Su trabajo es para él algo sagrado sale por las noches en su carrito a juntar papeles y todo lo que sirve.

No se siente mal por lo que hace dice siempre que es tan digno como todos los trabajos y con eso va tirando.

Antonio es un ser especial pues en los ratos que tiene libre escribe, sobre las cosas del mundo, es un soñador dice siempre

-Se que un día las cosas van a cambiar, no me siento mal porque para mi siempre es otoño.

Silbando bajito se para y saca algo de yerba al mate le da una vuelta y cambia de lugar la bombilla.

Dice,- al mate hay que saberlo cebar es todo un tema el mate bien cebado, no se moja toda la yerba para que quede sabroso.

El frío se hace mas intenso, aviva el fuego que tiene allí nomás. Anaranjadas llamas se levantan en serpenteante vuelo mientras que saltan traviesas amarillas chispas que parecen jugar,

Antonio mira el cielo, con una mano en el mentón pensativo, seño fruncido ojos entornados.

Se levanta, y canturreando va en busca del caballo que pasta por un sitio de allí, con un silbido lo llama y éste llega al galope .Lo toma cariñosamente de la piola que cuelga del cuello y acariciando la cabeza le dice –bueno a trabajar.

Lo prende al carro y salen hombre y caballo trotando suave rumbo a la ciudad, para perderse en la mole indiferente.

Ya entran; el infierno de bullicio bocinas ruidos de motores gritos de la gente , todo eso pone mal a Antonio que goza de la paz de su rincón humilde y honesto.

Otros carros, otra gente se cruzan, saludando o gritando en tono de enojo pues un carrito de reciclaje molesta

Antonio no oye, no ve no quiere darse cuenta del rechazo que causa un (junta papeles)

Sigue con sus pensamientos escondidos, que le tienen obsesionado. Esas ideas para él, aferrado al futuro que vendrá. 

Porque como decía su padre, (siempre que llovió paró) y él no se siente castigado por la vida, para él, es otoño todo el año. Comienza su tarea, manso, tranquilo buscando en uno y otro lugar.

Sabe que hay lugares que no tiene que ir pues ya son de otros (compañeros de trabajo)

Eso tiene esto todo está totalmente ordenado, cada quien tiene su espacio.

Hoy no es su día, mejor dicho su noche, la cosa está chaucha, pero no desespera, otro día será mejor. Recuerda otro refrán de su padre (no hay mal que dure sien años…)

Ya amanece, viene clareando el horizonte y con esa claridad llega la esperanza de un mejor día. Antonio va lento, como lento va el caballo, sabe que llegará a su barrio a su casa, a su mundo…

Cuando entra a su calle divisa allá, en el fondo del callejón, su casa, lo espera el perro, de todos, moviendo la cola contento, sabe que traen algo para él no es un hueso, es una caricia.

Antonio apura el paso, se acerca a su amigo y acariciándole le dice –hay amigo, para nosotros todo el año es otoño…. 

El animal parece entender y moviendo la cola agradecido lame las manos de Antonio que le acaricia con ternura las orejas.

Con movimiento de cabeza se dirige hacia el fondo de la casa, desprende el carro y deja libre al caballo con una palmadita cariñosa en las ancas, éste dando un relincho sale al trote en busca de algo que comer.

Manso, con la mirada perdida Antonio se apronta para matear y meditar otro rato, pensará como será el próximo día o quizás en que puede emplear el tiempo que le queda que es bastante.

El cielo está oscuro como están sus pensamientos, pero tiene la idea de que esto no seguirá así , pronto todo cambiará dice bajito-lo último que perderé será la esperanza.

Sentado frente al fuego que le da el calor y lo acompaña en sus ideas dándole brillo y luz a su rincón tan querido y honesto.

Su mate compañero de soledades y que ayuda a aclarar ideas, y el perro fiel y sincero, único amigo de caminos.

Así lo encuentra otra mañana entre mates, pensamientos, escritos y muchas planes de futuro.

El horizonte muestra un rosado claro y prometedor, entonces si tendrá porqué seguir adelante, aunque sus otoños sean todos iguales.

Josefina Camacho

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