Felices para siempre
Josefina Camacho

Es media tarde, Rolando camina lentamente por la calle que lo lleva derechito a las puertas de la casa de estudios.

Allí, está quien le quita el sueño el apetito y hasta el aire. Lucía, pequeña con su carita pecosa y ojitos claros y pícaros.

Largos cabellos recogidos con una trenza que le da aire de más niña aún.

Ella sabe lo que siente Rolando y coqueta como toda mujer parece ignorarlo dejando al pobre muchacho con la duda.

Con sus manos en los bolsillos, mirando hacia el suelo, él patea distraídamente una piedra que encuentra no sabiendo que hacer. 

Su cara encendida, por el momento que está pasando y con deseos de salir corriendo. Se siente un estúpido pues no sabe que decir.

De pronto oye su voz, que le dice musicalmente –hola Rol que haces por aquí a estas horas? tu aún no tienes clase.

Rolando, con temblor en sus piernas, en su garganta y casi sin aire, la mira y contesta.-Hola Luz, que gusto de verte, no sabía que tienes clase hoy. 

-Sabes que vine a buscar un libro que me falta y llegué por si encontraba a alguien de la barra.

Ella, coqueta casi burlona le dice –bueno me encuentras a mi no? Espero que te de gusto de verme.

-Claro, que es un gusto no pensaba verte ya te lo dije, pero me encanta que estés, de verdad.

-Sabes que te quedan lindas esas pecas, te dan un aire de niña te quedan bien, muy bien... 

-Si? Y que mas más queda bien? dime… 

-Bueno…. Eres linda, toda linda no se…. no me sale… que se yo.

-Porqué te pones colorado? Te da vergüenza hablar conmigo? Yo no te voy a hacer nada no tengas miedo.

-No, no tengo miedo es que… estoy apurado y … Me tengo que ir.

-Y, que tienes que hacer, es temprano todavía no entramos tenemos un ratito para hablar.

-Si; pero tengo que hacer de verdad, no me puedo quedar voy a buscar el libro nos vemos luego está?

-Bueno, como quieras nos vemos luego pero nos vemos he?

-Si, si nos vemos, inclinándose hasta su mejilla le da un beso y sale casi corriendo.

Lucía que se siente dichosa por aquél beso a la ligera, lleva sus manos hacia la mejilla premiada y cubriéndola como para que aquél beso no se vaya, queda suspirando de amor.

De repente el sonido del timbre de entrada a clase la trae a la realidad, sale lentamente casi sin ganas llega al umbral del salón y se dirige a su banco como atontada sin ver ni escuchar nada.

Oye lejana la voz del profesor que pasa lista, luego ve que todos conversan, levantan sus manos para participar pero…. No sabe ni de que están hablando, ella está en otro lugar, junto a Rolando.

Siente una mano fuerte y pesada que le toca el hombro diciendo- señorita está en clase de matemáticas, lo sabía?

El profesor con sus grandes bigotes como foca y ese seño siempre fruncido y para completarla hablando de matemáticas

Lucía dio un salto en el banco y un grito que resonó en el salón, luego bajando la mirada con vergüenza pidió disculpas.

-Perdón, perdón profesor es que hoy estoy mal creo, creo que tengo fiebre si definitivamente eso ¡tengo fiebre!

-Me puedo retirar? No estoy bien.

Puede retirarse ¡señorita! Pero creo que usted está distraída eso es …

Sale Lucía cabizbaja abochornada por el momento pasado, dice – todo por el idiota de Rolando cuando lo vea no le voy a hacer caso.

Cuando va llegando a su casa en la esquina está él , su corazón da un vuelco y siente en el estómago como una cosquilla que le mueve todo. 

Respira profundo, saca fuerzas no sabe de donde y cuando va a pasar por su lado apenas le saluda y sale casi corriendo.

Rolando al verla se siente confundido grita; -Lucía, espera que pasa no dijiste que hablaríamos , ven, ven pero porqué te vas.

Pegando un puñetazo en la pared maldice el mal genio de las mujeres, ahora que estaba decidido…

Se va silbando bajito pensando en que no sabe lo que pasa y que va a hacer luego, va para su casa y allí toma la guitarra y está tan triste que compone una canción para Lucía.

A los pocos días se encuentran en una reunión de amigos, allí toma la guitarra y canta la canción que compuso, escuchaba atenta sin mirarlo se dio cuenta de que era para ella.

Él mira como al descuido y ve que le gusta por la forma de mirar, se siente feliz y ve que no la perdió que sólo es un momento de caprichito de niña.

Cuando se formaliza el baile se arrima con más confianza a pedirle una pieza, lo mira seria pero, no se resiste y sale a bailar.

Ahí está la oportunidad que espera Rolando, le declara su amor en pocas palabras, le canta la canción que le compuso gracias a su enojo.

El vals resuena suave y lento, los dos son uno en la pista que es toda de ellos, sienten que nada los separará y que en un futuro llegarán a estar juntos por la eternidad. 

Esa noche se hace eterna, eterna y romántica desean que no termine pues encontraron lo que tanto anhelaban el amor puro y verdadero.

Pasaron los años ya estaban los dos recibidos en sus carreras podían disponer de sus vidas decidieron alquilar un apartamento y allí formarían su nido de amor .Claro que sin el consentimiento de ambos padres pues ¿Cómo se iban a ir sin casarse? Que era eso? Lucia dijo a su madre – ya no soy la pequeña pecosa que le hacían aquella horrible trenza hoy puedo decidir por mi. 

Es lo que tenemos pensado, no se molesten en dar opiniones que haremos eso mismo, nos iremos a vivir juntos porque nos queremos eso no basta?

Por su lado Rolando tenía la misma lucha con sus padres pero ellos hicieron lo que pensaban.

Un apartamento pequeño con el olor a recién pintado , un balcón grande que da a la calle ., y pocos muebles , solo lo necesario para vivir. 

Muchos libros, muchos discos de música de la que les gusta escuchar, la guitarra por supuesto y …. Mucho amor se precisa algo más?

Llegó el día esperado, todos los amigos les ayudaron con el arreglo del apartamento y hasta sus padres colaboraron con plantitas y cosas que les podían servir.

Ese primer día fue todo bullicio, algarabía festejo, Lucía y Rolando se unirían para toda la vida y festejarían con un asado y guitarreada ¡que más se puede pedir!

Hubo ruido hasta altas horas de la madrugada, hasta que se fueron retirando todos, quedaron solos felices y así sellaron esa eterna unión.

Al otro día al despuntar el alba, dos almas iguales soñadoras y bohemias sienten que serán felices para siempre….

Josefina Camacho

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