Andanzas y esplendores de un ropaje ligur.
Celia Calcagno

de "Por mar y por tierras"

Los mésere lígures... Conviene decir dos palabras sobre esta especie de manto que usaban las mujeres genovesas corno su mejor adorno y orgullo. Su origen se remonta a varios siglos atrás. La elegancia de su dibujo, la cromática exasperada, la riqueza de sus temas, denotan su antigua procedencia seguramente oriental. El término mésere, veces mésero, y quizás también mésaro, parecería derivar del árabe, mi'zar (velo).

Se sabe que desde 1280 las mujeres ligures se adornaban con esos mantos; y existe un documento de 1407 en el que San Vincenzo Ferreri (San Vicente Ferrer) sugería a las damas genovesas que usaran los méseros como velo para ir a la iglesia.

Hacia 1500, el llamado entonces meisarum comenzó a llevarse fabricado en damasco amarillo o turquesa, recamado en seda. Y hasta se dice que en la coronación de un Dogo en 1631, las damas llevaban mézzari d'oro y d'argento (de oro y de plata).

Después de la constitución de la Compañía de Indias, allá por el siglo XVII, apareció el mésero floreado, que se inspiraba en las telas estampadas de oriente. Los dibujos, persas e hindúes pero transformados al gusto settecentesco, sirvieron de inspiración y de tema para el mésere que, sostenido, sobre la cabeza y plegado en forma de trálice (sesgada) cubría toda la persona.

Desde la mitad del siglo XVII, los méseri se fabricaron también en Francia, y se hacían de una sola pieza, estampados con colores vivos. Sus motivos dominantes fueron flores, árboles, animales, pequeñas arquitecturas, laguitos, pagadas y figuras chinescas.

Hacia 1780 Y pico llegaron a Liguria los hermanos Speick, Giovanni y Michele, quienes implantaron la industria de telas estampadas y fundaron en Campi una fábrica de méseri, debidamente autorizados por decreto especial de 1787.

Sus creaciones más antiguas fueron méseri de imitación hindú, llamados "del árbol viejo"; vinieron después los de "los monos colorados", que son rarísimos de encontrar hoy; y también los de "la nave", los "del minarete" y los de "la cacería". Los últimos que fabricaron fueron los de "las rosas", los del "pavo real" o los de "la palma", que se remontan al período que va entre 1780 a 1846.

Por mar y por tierras

Celia Calcagno

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