ALucynación
Ángela Cáceres

Y ahora la línea de mercurio baja. Ah...pesado,viejo termómetro desgastándose en la misma envejecida pared, esclavo de los vaivenes térmicos. Rompiendo los secretos del clima a veces antes que la piel...

A qué se juega hoy? " El signo es siempre menor que el concepto que representa" ha escrito ...Jung? Si, Jung. "Y...bueno", piensa Lucy, "esta noche será terriblemente fría. Imagino el frío como una inmensa, inabarcable extensión...de qué? De hielo?  No. El hielo es frío pero no es " el Frío ". Por qué pienso siempre cosas tan vanas,   tan inútiles en el gabinete de física del bisabuelo? Por qué?  Será posible que se esconda todavía aquí?  Siendo invisible...no necesita refugiarse entre estos estantes apolillados. Las sombras necesitan dormir? Todavía seguirán sujetas al equilibrio acción- reposo? O, de lo contrario, libres de toda polaridad, pueden quedarse en cualquier parte, cerca o lejos de la familia?     Es cierto que, muchas veces, al entrar, percibo todo velado por una neblina opiácea....Estimado bisabuelo, usted ha sido pura mente...y las mentes, en especial como la suya, necesitan reposo...O no ha quedado otra cosa que nostalgia por un hábito, por una adicción asociada a tantos aciertos? En fin...cualquier cosa que imagine estará siempre lejos de la verdad. Sólo volviéndose sombra se puede saber qué hacen las sombras.   Querido, involuntario abuelo de mi padre...se habrá merecido un cuerpo sutil y glorioso  como sugieren algunos teólogos  aficionados a la parpsicología...?  O ya hubo demasiada gloria en su vida...?"

Se acerca a la puerta apagando luces. Querría burlarse del termómetro, del mercurio, del frío, de la oscuridad que va convocando. También de la pobladísima y afilada mente del bisabuelo ilustre. De la mente que, sin duda, no ha muerto del todo y que, tal vez, no lo deja descansar....ni subir, ni expandirse, ni alcanzar la ansiada libertad.....Cuál sería la idea de trascendencia que podría elaborar alguien tan encerrado en la mente? Y ese encierro, de alguna extraña manera, parece tomar prisionera a Lucy, aunque no sepa bien cómo y por qué.

-Malditos intelectuales. No viven completamente ni dejan vivir! – rezonga, muy fastidiada de pronto, cerrando de un portazo el vetusto y fantasmal gabinete.

El resto de la casa es agradable, con un mínimo de muebles de buen gusto, la mayoría restaurados y con algún vestigio de historias familiares conocidas a medias. La mentira amable y los secretos son costumbres ancestrales que pesan sobre Lucy. En ciertas noches, especialmente cuando el viento del Sur pasa gimiendo, estremeciendo las pesadas cortinas, le ha parecido escuchar los lamentos del alma familiar. Sin embargo, el bisabuelo tenía una poderosa adhesión a la verdad. Inclusive se había hecho un nombre levantando velos ajenos y descubriendo solapadas conciencias. Pero, de su propia verdad, poco se sabía. No se encontraron cartas de ninguna clase luego de su muerte. Nada íntimo, nada con atisbos de ternura, nada comprometedor. En caso de que hubiere autorizado una biografía, algo muy poco probable, su vida más privada se había desenvuelto en la más absoluta reserva. Al punto que a Lucy le causaba asombro ser un vestigio tan palpable, tan de carne y hueso de las intimidades de tan discreto caballero.

-Pero conoció el amor – murmura Lucy – y no le negó el nombre a mi abuelo.

El nombre de la bisabuela era un absoluto misterio y de su rostro seguramente hubo vestigios en algún rasgo del hijo, y tal vez los hubo en la siguiente generación, y hasta llegar a la propia Lucy. Pero, de lo único que estaba segura Lucy, ya que no había retratos, es que , puesto que en nada se parecía ni a su madre ni tampoco mucho a su padre, en su singular cara habría algo de la mujer que pudo quebrar la reserva del inconmovible señor de la ciudad brumosa. Por eso solía quedarse frente al espejo, contemplando sus ojos de color ámbar, como si los iris pudieran confesar algo.

Pero ahora debe elegir un vestido para recibir al amigo de la infancia que, con británica puntualidad, llegará a las ocho. El es el  polo intelectual de su vida y, tan unido a ella, como sus respectivos bisabuelos, siendo tan diferentes, habían estado unidos. Lucy se siente, toda ella, más como un legado, que como una mujer.

Por qué las cosas han devenido de tal manera que deba cargar con un apellido ilustre y, por si fuera poco, cargar con la devoción del descendiente de aquel aburrido urdidor de obviedades, el Dr. Watson? Sólo que ambos comparten una extrañísima pasión para los tiempos que corren. Pasión por la verdad y por el honor. " Yo he ido más lejos que el bisabuelo, al parecer. La verdad que busco no es la de los otros.Y el secreto que quiero develar es el de mi esencia. Así como el del sentido de mi vida en medio del caos " – se explica a sí misma una y otra vez.  Y...por cierto, no está dispuesta, ni a pincharse , ni a absorver nada, salvo, a lo sumo, a envolver sus pensamientos en humaredas de distintas procedencias por si acaso.  Fue un placer tirar las últimas jeringas que apareciern en el fondo de un cajón del exqusito escritorio de palo de rosa. Aunque a veces...le agrada pensar que, si el bisabuelo Holmes viviera en estos tiempos de la nueva era, buscaría como ella salir de los límites de la mente y, con el intento de meditar, descansar en el vacío. Por qué no? Quizá...

-Mi abuelo no fue abandonado en un hospicio de Londres, después de todo. Y...dado el refinamiento de Sherlock, hasta es posible que la bisabuela tuviera sangre azul.... Watson IV  no tiene ningún problema. Conoce perfectamente bien toda la línea de sus ancestros y los nombres de una serie de tíos y tías abuelas diseminados por todos los continentes.

Elegido el vestido, revisa la calefacción de todo el piso. Los vidrios de todas las ventanas ya están empañados y, a las ocho, ya estará más que cerrada la noche.  Luego, sentada en el sofá tapizado de lejana seda, una vez más se pregunta por qué traer todos los objetos del culto familar a la América  nó más pobre sino más dependiente, invadida y vendida.   Por qué el minucioso trabajo, casi imposible, de reconstruír el gabinete de trabajo, las habitaciones secretas de Sherlock Holmes en el distante Sur? " Si hubo mucho que ocultar...tal vez éste sea el mejor lugar.  Aquí Watson y yo, Lucy Holmes, podemos presentar nuestros apellidos, sin despertar más que algunos comentarios acerca de las coincidencias. Salvo las películas sobre nuestros bisabuelos, que irán escaseando con el paso del tiempo... cada vez son menos los lectores de Sir Conan Doyle, el biógrafo de la familia. Y los secretos de alcoba de la calle Baker no estarán mejor guardados que aquí...donde tampoco los conocemos ", y Lucy deja escapar una suave risa que coincide con el timbre de las ocho en punto. 

Watson IV llega arrastrado por sus lentes y él mismo parece la carreta de su cerebro.

-El farol de la entrada está roto, Lucy. Y hay un bulto en tu escalera, querida. Casi me rompo el alma.

-En qué categoría entra eso, Watson?

-Eso qué?

-Farol roto,bulto en la escalera, hombre tropezando. Signos o símbolos?

-"Un símbolo" ,diría Jung, " siempre representa algo más que su significado evidente o inmediato. Un símbolo insinúa algo no conocido aún " – recita Watson, completamente docto – Querida mía, yo sólo percibo evidencias.

-Y qué es el bulto? Sólo un bulto? Qué es lo que abulta en mi escalera?

-Qué se yo. Una bolsa de basura o, a lo mejor, un hombre durmiendo..un borracho.

-Watson...eso sería terrible...La noche está terriblemente fría...Si hubieras visto lo que ha pasado con la columna de mercurio de...

-Es obvio que no he tenido todavía el honor de entrar al santuario de tu bisabuelo, Lucy. Pero el frío esta noche no necesita predicciones de ninguna clase. Además..qué podría ver con mis lentes empañados por el exceso de tu calefacción?

-Un hombre durmiendo a la intemperie, querido Watson, es un signo de miseria y de injusticia social. Un farol roto....puede simbolizar la repentina ceguera del alma. Quizá estamos perdidos...

-Querida Lucy, un farol roto no es más que un signo de descuido o de vandalismo. Un bulto humano...es un hombre dominado por la ley de gravedad, un hombre sin gobierno de sí. O sea uno que ya está listo para ser arrojado en el basural más próximo. Porque un bulto no es, en definitiva, más que un volumen que se puede cargar y cambiar de lugar. No crees?

-Qué voy a creer?  Que un hombre que entra en casa de una mujer con semejante historia...no tiene ninguna gracia. Todo ese asunto del farol roto y el bulto en la escalera...no es más que una invención. Una intriga  tuya encubriendo alguna metáfora que debo descifrar.

-No, Lucy. Te estás equivocando.

-Ya sé. Es una manera de decirme que algo te impide hacerme el amor esta noche, queridoWatson.

-Pero no...

-Elemental, elemental...No has dado ningún paso insinuante hacia mí. Y, en cambio, me presentas una figura para sumergirme en las más vanas reflexiones.

-A qué le llamas "figura", Lucy?

-En realidad....no se.

-Estás hablando por hablar.

-Te sirvo un whisky?

-Prefiero cerveza.

-Seguro. Según vienen tus ímpetus es más adecuada la cerveza. Después podrás dormir en el gabinete de mi bisabuelo.   Si es que piensas quedarte....

-Lucy...Qué te parece si saco el bulto de tu escalera?

-Qué? Lo arrastrarás hasta el basural más próximo?  Tendrás que recorrer mucho. No hay esa cosa por acá.

-Pensaba en la escalera del vecino.

-Watson...si tu historia es cierta, cosa que dudo, pero, si lo fuera, antes de hacer nada hay que averiguar de qué se trata ese bulto.

-Voy a investigar entonces, Lucy.

-Dónde vas? Si se trata de un enigma, hemos de resolverlo de acuerdo a la tradición familiar. Inevitablemente tu te equivocarás, y yo sabré la verdad encerrándome en el famoso gabinete y encendiendo una de las pipas de mi bisabuelo.

Y así es que Lucy entra de nuevo en el gabinete del ilustre, elige y enciende una de las pipas y se hunde con el ceño fruncido y los ojos entornados  en el histórico sillón. Watson se queda cerca de la puerta, vaciando de a poco una botella de cerveza.

Pasa el tiempo.  Cada tanto Watson pregunta: " Y bien, querida Lucy? Ya tienes la solución?"  Lucy responde con un chistido y Watson vuelve a la cerveza. Ya no es una botella sino dos, tres...

Finalmente llega la medianoche. Lucy se levanta y arrastra a Watson fuera del gabinete.

-Ya lo tengo – dice.

-Qué averiguaste?

-Que si fuera una bolsa de basura...no hay problema. A las tres de la mañana pasan los basureros y se la llevarán. Pero si fuera un hombre durmiendo en una noche tan inconveniente y además borracho...lo mejor sería llamar a la policía.

-Entonces....

-Hay otra posibilidad.  También puede ser un hombre ni dormido ni borracho. Podría ser uno de los tantos sin techo buscando refugio en la entrada.

-Qué hacemos, entonces?

-Nada. Cada tanto pasa una patrulla. Seguro que ya lo vieron y se lo llevaron.

-Me fijo? Nos fijamos?

-No es necesario. La cuestión es que no es nuestro bulto. Vamos a cenar.

-No estoy demasiado tranquilo, Lucy.

-Porque pasaste por encima del bulto y luego te pusiste a tomar cerveza?

-Tal vez mis comentarios fueron...un tanto frívolos...

-Mas bien un tanto despiadados...querido Watson. Pero no te preocupes. De una manera u otra las cosas se arreglan solas.  Además, mientras haya políticos y tecnócratas  no faltarán teorías que justifiquen la pobreza. Por supuesto, los más demagogos harán promesas. Pero...qué podemos hacer tú y yo?    Descendemos de una clase que cuida sus privilegios, y nuestros bisabuelos especulaban... defendiendo los bienes ajenos...y los fueros de la aristocracia con exquisito celo.  Tal vez, si nuestros gobiernos tuvieran asesores sabios, con experiencia en erradicar la pobreza limpiamente....quiero decir sin matar ni encerrar a nadie, ni marginar....la vergüenza terminaría...Pero ésto es lo que siempre decimos mientras cenamos o tomamos café por ahí....Hasta podríamos fantasear con que nuestro presidente llama a Mohamad Yunus para aprender a darle techo a la gente más sumergida..no? Si en Pakistán se pudo....por qué no en nuestro Río de la Plata?

-La cuestión, Lucy....es que el tal bulto está en tu escalera. Tal vez sea tu reponsabilidad....

-Bueno...si, también. Todos estamos involucrados en los crímenes sociales. Pero yo no arreglo el mundo en las mesas de café.

-En qué quedamos? Terminas de decir...

-No, Watson. Yo solamente escucho. Alimento mi cerebro con toda esa información...pero creo que ni Sherlock Holmes podría resolver este tremendo enigma de la destrucción del hombre por el hombre. Aunque, entre nosotros, no creo que le importara mucho.

Suena el timbre.Con insistencia.

-Qué indiscreción! Quién puede ser a esta hora?

-El bulto...  – susurra, mas bien gime Watson.

-Querrías abrir, querido, amable  Watson?

Como no puede ser menos, efectivamente, Watson abre la puerta, dándose de cara con un policía de gran tamaño.

-Hay un hombre muerto  en su puerta, señor -  dice, con mala cara.

-No es mi puerta, señor – balbucea Watson.

-Ni ese hombre es mi hombre – agrega Lucy, mirando por sobre el hombro de Watson.

-Es el hombre de esta puerta  - insiste el policía – De quién es la puerta?

-Mía. Y qué? – responde Lucy.

-Entonces, éste tiene que ser su hombre. Lo reconoce?

-Nooo.  Jamás lo he visto.

-Está en su puerta y está muerto. Bien muerto.

-Oh...era obvio que si no era una bolsa de basura...moriría de frío. Con esta noche. Y está cayendo nieve! Mira, Watson! Nieve, quien lo diría...

-Tal vez necesite un buen abogado, señorita...

-Holmes. Un buen detective sería más apropiado, agente.

-El esclarecimiento  del caso es lo verdaderamente obvio, señorita Holmes. Qué hizo entre las diecinueve y las veinte horas?

-Lo se muy bien. Esperar a Watson. Y de este lado de la puerta. En realidad fue el Dr. Watson quien vió a ese hombre antes de tocar el timbre...

-Un momento! Yo sólo vi un bulto en la escalera.

-Usted es abogado o médico, Dr. Watson?

-Médico, agente.

-Querría revisar el cadáver?

-Umh....No hay duda. Es un hombre muerto de frío.  Deje tranquila a la señorita y hágale un juicio al invierno.    Aunque me pregunto cómo se convoca y cómo se inculpa al invierno...

-Dios mío...muerto de frío...y toda esta calefacción prendida en casa -   murmura Lucy, repentinamente espantada.

-No es el invierno quien mata de frío a los hombres, Dr. Watson.

-Ah, no?

-Nadie podría definir la esencia del frío. Por tanto...no creo que el invierno sea culpable. No puede haber intención criminal en el mero hecho de ser lo que se es. Por ejemplo, " invierno". Si nos vemos forzados a reconocer la existencia del frío como sustancia inherente al invierno, o como su esencia misma, tendremos que reconocer que falto de conciencia de sí, el invierno es inocente. El invierno es frío pero no mata deliberadamente de frío. Pero...los seres humanos sí pueden dejar morir de frío a otros seres humanos. Me sigue?

-Hasta dónde debo seguirlo?

-Hasta el pie de esta escalera donde sigue estando el hombre muerto que termina de revisar. En cierta forma...ésto es un crimen por omisión de asistencia. Con el agravante, como bien ha dicho la señorita, de que en la casa está encendida la calefacción.  Y también es obvio que se ha tomado cerveza....

-El Dr. Watson tan sólo mencionó un bulto. Querría pasar y tomar usted también un poco de cerveza,o whisky? Lo que guste.  Pero es urgente que entremos y cerremos la puerta. De lo contrario pronto habrá más decesos por frío...y de éste lado de la puerta.

-No estaría mal – suspira el policía, entrando y sacándose la gorra.

-Tome asiento, agente. Quiero preguntarle algo. Se puede identificar al muerto?

-Ya se verá. Tiene un tatuaje en la muñeca derecha, señorita Holmes.

-Números? Viene de algún campo de refugiados..?

-No. Un nombre, solamente.

-Qué  nombre?

Entonces...pasa algo difícil de creer.  Desaparece el uniforme y se manifiesta una presencia flamígera, como si todo él fuera una espada de fuego. Y él ángel, no sin cierto dolor, dice el nombre.

-Lázaro, señorita Holmes. Lázaro. A buen entendedor...

Ángela Cáceres

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