Fábrica de celulosa en Fray Bentos

El escándalo de Botnia II

En la nota anterior nos referimos a varios aspectos: la enorme contaminación de las aguas del Río Uruguay, del suelo y de la atmósfera de esa región  litoral; el tratado humillante firmado por Uruguay con el Estado de Finlandia; la afirmación del monocultivo de eucalyptus como modelo de producción  agraria; la pérdida de la condición de país ecológico y todo esto para hacer posible un negocio de novela para el grupo Botnia, dueño de la gigantesca fábrica de celulosa a instalarse a pocos kilómetros de la ciudad de Fray Bentos. En esta nota queremos ahondar en algunos de esos aspectos.

 

 

El infame Acuerdo de Inversiones con el Gobierno de Finlandia

 

Parte importante de esta infamia consiste en que el Acuerdo es presentado para promover y proteger las inversiones uruguayas en Finlandia y las  finlandesas en nuestro país. Por esta reciprocidad puede orgullecerse el gobierno uruguayo  de un Acuerdo “con reglas que otorgan una total y constante protección y seguridad jurídica a las inversiones realizadas por inversores de una Parte en el territorio de la otra;  facilitando la libre transferencia, sin demora injustificada y en moneda libremente convertible, de todos los pagos vinculados con las inversiones; brindándoles dentro de su territorio un tratamiento justo, equitativo y no discriminatorio, para el ingreso y permanencia del personal, para la administración, para el mantenimiento, uso, goce, adquisición o disposición de las inversiones realizadas por inversores de la otra Parte Contratante, sobre una base no menos favorable que la acordada a sus propios inversores o a los inversores de la nación más favorecida, cualquiera fuera el más favorable para el inversor”. (1) Los uruguayos vamos a gozar de todos estos privilegios cuando invirtamos en Finlandia, mientras tanto serán todos para el grupo Botnia. ¡Cuánta hipocresía y cinismo en esta formulación de reciprocidad!

 

No para allí el cúmulo de prebendas. El Poder Ejecutivo admite que “las inversiones realizadas”…” no serán expropiadas, nacionalizadas ni sujetas a medidas que tengan efecto equivalente a la expropiación o nacionalización, excepto por razones de interés público, sobre una base no discriminatoria, en virtud del debido proceso legal. La compensación resultante, que incluirá intereses a la tasa comercial, equivaldrá al justo valor de mercado de la inversión expropiada, expresado en moneda de libre conversión y se garantizará a los inversores la libre transferencia de los pagos. Asimismo, contempla la indemnización, compensación u otros acuerdos, respecto de las pérdidas que sufran los inversores  (…) por causa de guerra u otros conflictos armados, estado de emergencia nacional, revuelta, insurrección o manifestaciones.” (1)  Ud. Lector de Sol  y Luna ha leído bien, hasta las manifestaciones (p.ej. contra la segura contaminación del Río Uruguay) están previstas, como posible causa de indemnizaciones cuantiosas a dar a los inversores!

 

El diputado Bergstein, que votó afirmativamente el Acuerdo, admite que estas son las reglas de juego impuestas por las grandes multinacionales. Oigamos sus palabras: “En el mundo entero hoy las grandes empresas privadas no hacen inversiones importantes fuera de fronteras si no median previamente estos acuerdos de protección recíproca con los mismos mecanismos previstos (…)” (3)  Fijémonos una vez más en la expresión caza bobos de “acuerdos de protección recíproca”. 

 

Frente al dicho de que todos los acuerdos son iguales explicó el diputado Pita que no todos son iguales: “Es muy diferente el tipo de acuerdos que se han suscrito con la República Popular China, con la República de Rumania y, en este caso, con la de Finlandia, y no solo en el mecanismo de solución de controversias, sino en varios aspectos vinculados al aspecto impositivo y al de las expropiaciones”. A lo cual añadió el Diputado Chifflet: “que no son todos iguales, pero si lo fueran, estoy aburrido de escuchar a los señores que propugnaban en favor de determinados acuerdos con el Fondo Monetario Internacional aquí y en otros países, diciendo: "Ah, pero en todos los países se firma lo mismo". Sí, ¡y así nos fue!, ¿verdad” (3)

 

El mensaje del Poder Ejecutivo no lo menciona pero este Acuerdo tiene su joyita propia, la figura de “expropiación indirecta”,  que no aparece en otros tratados, algo totalmente nuevo, según dicen los entendidos. Esta manera de innovar, dice el Diputado Fonticierlla, “se hace con una laxitud tal que el inversor podría tomar una reforma tributaria, una reforma fiscal o cualquier modificación como una expropiación indirecta”  y  como tal sujetas al reclamo de indemnizaciones. (3)

 

El mito de las inversiones extranjeras

 

Se llama mito a grandes relatos que explican como son y deben ser las cosas. Relatos que por provenir de esferas superiores son admitidos incondicionalmente, verdades absolutas que impiden reconocer la propia realidad. Así nos pasa a nosotros con el mito de las inversiones extranjeras. En el artículo anterior (Sol y Luna Nº 84) veíamos que el Diputado Castromán en una entrevista radial se sentía obligado a repetir muchas veces, ¡no a cualquier precio! Este mito rondó en el sí de los diputados que aprobaron el Acuerdo.

 

En el artículo anterior veíamos también que esta inversión de Botnia nos traerá más daños y prejuicios que beneficios, más desocupación que nuevos puestos de trabajo, empobrecimiento de la zona en lugar de desarrollo. Pero es negocio y negocio suculento solo para los inversores. Sin embargo el solo hecho de que el Grupo Botnia invierta algo en el Uruguay (unos 200 millones de dólares) para que el mito diga: ¡es provechoso para el país!

 

Diputado Carminatti: “por un momento temí que esta inversión tan importante para el país, para nuestra región y para nuestro departamento quedara frustrada”. Diputado Acosta y Lara: “Evidentemente, aquí estamos los que queremos que las inversiones queden y los que quieren, con la máquina de impedir, que las inversiones no estén”. Diputado Machado: “Hemos votado afirmativamente este Acuerdo que, sin lugar a dudas, va a ambientar la inversión en sectores estratégicos de nuestra economía”. Diputado Abdala: “De un lado hay gente que empuja para sacar algunas cosas y del otro hay gente las tranca. ¡Qué pena que siempre están de un lado los que obstruyen y siempre están del otro los que empujan!” Diputado Trobo: “Vamos a ser claros: ¡Estamos hablando de un marco para inversiones! ¡No estamos hablando de una inversión! ¡Es un disparate que se pretenda que la opinión que estamos expresando aquí sea sobre un proyecto determinado!” (3)

 

Esta mitología habla maravillas de los inversores extranjeros y la realidad nos muestra a los inversores de carne y hueso. Los inversores de Dirox, los españoles de Uragua, los franceses de Gaseba, y si por desgracia nuestra llegan a instalarse las fábricas de celulosa, conoceremos entonces a los españoles de Ence y a los finlandeses de Botnia

 

Los necesarios estudios del impacto ambiental

 

Todo el mundo sabe que las plantas de celulosa son contaminantes. Lo que no se sabe es el grado de contaminación que alcanzará una futura planta. Nuestros vecinos Argentina, Brasil, Chile lo saben muy bien porque ya tienen plantas de celulosa. La reacción tan fuerte de los entrerrianos contra las fábricas de celulosa de Fray Bentos se debe en gran parte por su propia experiencia argentina y no la quieren sufrir en su propia región.. Estas fábricas contaminantes no se hacen más en Europa, las ofrecen gentilmente a nosotros, La Ing. Agr. uruguaya Anahit Aharonian, una especialista en estos temas, se preguntaba en diciembre del 2004: “Forestación y Plantas de Celulosa ¿alguien creerá en los espejitos de colores?”  (5)

 

Como se sabe que son contaminantes los gobiernos piden a estas fábricas que hagan estudios sobre el impacto ambiental que tendrán sus fábricas para estar en mejores condiciones de monitorear y controlar esa contaminación. El Gobierno uruguayo lo hace por medio de su Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA), instalada en el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente. El primer estudio de Botnia lo recibió DINAMA el 31/03/04. Debido a las incoherencias, carencias y contradicciones DINAMA pidió información complementaria que la empresa fue dando en el correr de todo el año 2004. La DIMANA después de todo este proceso “destaca que en reiteradas oportunidades la información se presentó en forma muy dispersa y no dio respuesta o dio respuesta no satisfactoria a las preguntas planteadas” (6)

 

DIMANA analiza todos los riesgos de contaminación de las aguas del Río Uruguay, del suelo, de la atmósfera, que de alguna manera aparecen mencionados en el estudio del grupo Botnia. A esto tuvo que añadir “una lista no taxativa de potenciales impactos que no han sido contemplados por el estudio del Impacto Ambiental presentado o que han sido considerados sin el enfoque ambiental adecuado” (6) Finalmente DINAMA da luz verde al emprendimiento de Botnia pero señalando una lista larga de requisitos que la empresa tiene que cumplir antes de poner en funcionamiento la planta. En las propia palabras de DINAMA: “EN EL ENTENDIDO DE QUE LOS IMPACTOS QUE SE GENEREN PUEDEN SER PREVENIDOS, MITIGADOS O COMPENSADOS SI LAS ACTIVIDADES SE REALIZAN SEGÚN LO PLANTEADO Y SE TOMAN LOS RECAUDOS PERTINENTES.”   (6)

 

Tanto los estudios -de la empresa Botnia como el informe final de DINAMA fueron duramente cuestionados por la Comisión Multisectorial que agrupa organizaciones ambientalistas y técnicos especialistas universitarios. En relación al informe final presentado por el Grupo Botnia en diciembre pasado con el título Informe Ambiental Resumen el juicio es lapidario: “El informe no cumple con las reglas que impone el método científico: es vago en sus afirmaciones, contiene contradicciones internas y no presenta fuentes bibliográficas que permitan constatar la veracidad de las antes nombradas afirmaciones. Esto último invalida ‘per se’ la función que dicho Informe pueda cumplir” (4)

 

La conclusión  a que llega esta Comisión Multisectorial es obvia y no por esto menos angustiosa: “EL Informe Ambiental Resumen  es la carta de presentación tanto del proyecto como de la firma que lo va llevar a cabo. Es el elemento de juicio que tenemos en nuestras manos para juzgar ambas cosas (…) EN ESE CONTEXTO Y EN FUNCIÓN DE LA FALTA DE CALIDAD CIENTÍFICA Y TÉCNICA DEL INFORME, SE INDUCE QUE ES DEMASIADO RIESGOSO PARA LA SALUD DE NUESTRO MEDIO AMBIENTE PERMITIR QUE AQUELLOS CONSTRUYAN Y PONGAN EN FUNCIONAMIEN TO LA FÁBRICA DE CELULOSA“ (4)

 

¿Quién controlará al monstruo?

 

Como podemos apreciar en el dictamen de la DINAMA, los actuales gobernantes ponen toda su salvaguardia en el control que van a ejercer sobre Botnia. El razonamiento es: no podemos dejar pasar esta inversión de 200 millones de dólares; sabemos que la planta va a contaminar el medio ambiente pero la controlaremos para que no se superen unos límites razonables de contaminación. Es famosa la declaración de Francisco Centurión,  intendente de Río Negro, de que “cualquier acción humana en este mundo moderno, sea ir de nuestra casa a nuestro trabajo en vehículo, supone un cambio en el ambiente, una alteración y una contaminación con ruido, con combustible quemado, con lo que fuere”, y la solución es, “pensar en cómo hacer otra (acción) para contrarrestar y poder volver a encontrar el equilibrio y el óptimo de calidad de vida para la gente”. (3)

 

Así de simple y con tal liviandad nuestras autoridades están tomando los inmensos riesgos que traerán consigo las plantas de celulosa de Botnia y Ence.  Hay que tener en cuenta que además de las contaminaciones que hacen a su normal funcionamiento estas plantas están siempre expuestas a un accidente, como siempre suele pasar. En ese momento los daños serán irremediables y poco ganaremos cerrando (¿aún así será posible?) la fábrica. A modo de ejemplo cabe mencionar el caso de la empresa Celulosa Arauco, instalada hace sólo un año, en una zona cercana a la ciudad de Valdivia, Chile, equipada con la última tecnología finlandesa, estando sujeta a un estricto control, y después de ser clausurada en reiteradas ocasiones, acaba de ser definitivamente cerrada por orden judicial, debido a los inmensos daños irreparables que ha producido en el medio ambiente.

 

El Dr. Ing. Químico Ignacio Stolkin  por la Comisión Multisectorial le pregunta al  subsecretario del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente lo siguiente: ¿No cree el Sr. Igorra que antes de hablar de control debería expresar qué entiende por ello? ¿O es que piensa que controlar, en el sentido correcto de la palabra, que significa medir y luego actuar, es decir regular flujos y hasta cerrar la producción, se hace con pocos pesos?  Solamente un equipo de estudio de dioxinas en aire y agua, conformado por un cromatógrafo de gases y un espectrómetro de masas de alta resolución cuesta varios cientos de miles de dólares. ¿Se comprará? ¿Quién lo pagará? ¿Y si dieran la orden de cierre, quién resistirá la presión de un posible juicio que, en función del acuerdo de inversiones Uruguay-Finlandia, le puede costar millones de dólares al País.? (¿Esta razón no estará ya jugando algún rol  en toda esta historia?)”.  (8)

 

A su vez la Ing. Agr. Anahit Aharonian se pregunta: “Por otra parte, ¿cómo vamos a controlar? ¿qué significa “controlar”? Si le damos el significado de “verificar” entonces, luego de ocurrida la contaminación estaremos en condiciones de dar a conocer –por ejemplo- la causa de un cáncer o la causa de alguna de las enfermedades respiratorias que ocurren en las zonas cercanas a este tipo de industria. También podremos verificar la exclusión social y empobrecimiento al que serán llevadas las poblaciones cercanas a las plantas y a los monocultivos forestales que alimentan a dichas plantas. Si le damos el significado de “regular” entonces tendremos que esperar a que el desastre ocurra para decir “mire, ocurrió tal error, ahora sabrá que debe corregir”, pero mientras tanto la población ya fue afectada y además siempre nos quedará la duda del nivel de corrección hasta el momento de la siguiente verificación.” (9)

Referencias    

 

1.       Mensaje del Poder Ejecutivo del 20-05-03 a la Asamblea General para la consideración del proyecto de ley que aprueba el Acuerdo entre el Gobierno de la República Oriental del Uruguay el Gobierno de la República de Finlandia, suscrito en Montevideo el 21-03-02.

2.       Entrevista de Emiliano Cotelo a Francisco Centurión, Intendente de Río Negro, Radio El Espectador, 25-02-04

3.       Actas de la Sesión de la Cámara de Representantes del día 04-05-04 cuando fue aprobado el Acuerdo con el Gobierno de la República de Finlandia relativo a la Promoción y Protección de Inversiones.

4.        Observaciones  y cuestionamientos” al  “Informe Ambiental Resumen” presentado por el grupo Botnia, con la firma de 9 ingenieros, técnicos y profesionales en nombre de las organizaciones Movitdes, Asodern, Grupo Ecológico de Young, Grupo Ñandubay y Foro Ecologista de Paraná. Este largo escrito fue presentado el 29-12-04 al Director Nacional de Medio Ambiente del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente.

5.       Anahit Aharonian, Forestación y Plantas de Celulosa ¿alguien creerá en los espejitos de colores?, artículo publicado en el Boletín de FENAPES (Federación Nacional de Profesores de Secundaria del Uruguay), diciembre 2004

6.       Informe de la División Evaluación de Impacto Ambiental del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, acerca de la Instalación de Planta de Celulosa y Obras accesorias, del 11-02-05

7.        Recurso Revocatorio” del acto administrativo Nº 63/2005, que autoriza al Grupo Botnia la instalación de una planta de celulosa, presentado por la Comisión Multisectorial al Sr. Ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente.

8. Preguntas al Arq. Jaime Igorra. Carta abierta publicada en la República el 2-05-059. 

9. Sigamos defendiendo nuestras convicciones, artículo de Anahit Aharonian de pronta publicación en el Boletín de FENAPES. 

Ver: El escándalo de Botnia y El escándalo de BotniaIII

Miguel A. Cabrera
Artículo publicado en Sol y Luna Nº 85, mayo/junio 2005, p. 15-16

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