Métodos para apoyar a Letras-Uruguay

 

Si desea apoyar a Letras- Uruguay, puede hacerlo por PayPal, gracias!!

 

Mi tío Lito

Hilda Cabrera

Mi tío Lito era un personaje singular, cuarentón, soltero vivía con mi abuela María del Carmen, la abuela llevaba muy bien sus sesenta y pico de años, el pico no sé sabia a ciencia cierta de cuanto era, me daba la impresión que cada año se acortaba en vez de aumentar, pero eso era parte de su idiosincrasia, muy coqueta siempre peinada y pintada, de punta en blanco.

Mi tío era todo lo contrario, funcionario de ferrocarriles siempre estaba desesperado el dinero no le alcanzaba, porque claro era un desastre como administrador.

No aportaba nada a la casa la cual sustentaba solo mi abuela, no tenían apremios económicos, el se enredaba solo, loco por las liquidaciones no era raro verlo con pantalones cortos y sacos que le tapaban las manos.

Vivían frente a la vía, cuando el tren salía de la estación anterior se sentía unas campanadas, era su despertador, se levantaba corriendo, se vestía, se lavaba y tomaba el café con leche de pie, muchas veces volcaba en el gran tazón humeante gofio y las albóndigas de la noche anterior.

Al sentir el pito del tren mi abuela lo apremiaba, él con voz apurada le contestaba- ya va Mamá me falta un par- los zapatos de la última liquidación eran dos números más grandes y necesitaba ponerse tres pares de medias.

Compraba de todo, esta las cosas más insólitas, compro un piano porque era baratísimo cuando le abrió no tenía ni una tecla, el mantón de Manila que lo cubría le costo un mes de sueldo.

La estación en la que vivían era en las afueras, por eso la abuela le había confeccionado un bolsillo interior donde llevar los recibos para pagar y los tramites que necesitaba del centro.

Los primeros días del mes el tío se ocupaba de esos menesteres, a regañadientes pero lo hacia, era la manera de parar la perorata de la abuela de que no hacia nada.

En la puerta, para prevenir cualquier olvido le dio el dinero para pagar la cuenta y le recalco por décima vez que no se olvidare, que era él ultimo día, llego al trabajo caminando con dificultad, los zapatos se le salían. Como toda oficina publica a primeras horas de la mañana se juntaban los vendedores de los que el tío Lito era el principal cliente, a todos les compraba algo que después pagaba a fin de mes.

Esta vez había un vendedor nuevo, vendía una colección de enciclopedias que le dejo fascinado, pero tenían un problema, eran al contado.

Ya sé encontraba resignado a perderse la ganga cuando se acordó del dinero que guardaba en el bolsillo para pagar la cuenta, era el día de cobro así que de tarde podía pagar la deuda sin ningún problema.

El día transcurrió deprisa, dos o tres veces ojeo los libros entusiasmado, con la caja bajo el brazo hizo la cola en la ventanilla, firmo y espero, miraba insistentemente al cajero, no le daba nada, al fin le dijo-Y - Y que, si quedaste debiendo- le contesto.

Con la caja que a esa altura le pesaba toneladas encamino sus pasos hacia la cooperativa de consumo de la que era socio, cuando se quedaba corto sacaba órdenes de compra que vendía a menor precio, pero las circunstancias lo ameritaban.

El empleado que lo conoce lo recibió con un - no te puedo dar ni un peso, te lo dije el mes pasado -, el tío transpiraba a la vez que rogaba- tengo una urgencia intransferible, si pudieras hacer la gauchada, por favor- pensaba en la abuela, que ahora si lo mataba, puede ser que por eso cuando el empleado le pregunto la urgencia le dijo - es para luto -.

La voz del joven se volvió solicita, a la vez expresaba sus pésames emprendió camino a la oficina a ver que podía hacer, en la puerta se paro y le pregunto -¿ quien falleció?-.

Lo agarro descolocado al tío, su boca sé abrió y casi sin querer dijo-Mamá - inmediatamente se arrepintió pero ya estaba dicho.

El empleado poniendo cara de circunstancias le entrega la orden para firmar a la vez que le comenta- que golpe inesperado nunca se espera una cosa así- el tío le devuelve la lapicera dándole las gracias, sin ningunas ganas de entrar en explicaciones.

Cuando sale de la ventanilla besa los recibos pagos y los guarda en el bolsillo.

Llega a la casa con la caja a cuestas, abuela le habré la puerta, - ya compraste alguna porquería- es su saludo, sin contestarle nada le da los recibos pagos, y entra a bañarse, las vicisitudes del día lo han hecho transpirar. 

El timbre de la puerta suena con estridencia, -Lito atiende que me estoy arreglando -, -no puedo estoy en la bañera- contesta. Rezongando porque no le gusta que la vean con ruleros y además tiene un solo ojo pintado la abuela habré la puerta, frente a ella un compungido joven con cara de circunstancias sostiene una inmensa corona de flores naturales, una cinta violeta que la cruza tiene la leyenda Compañeros y Amigos de su hijo, con voz muy suave le dice -para la señora María del Carmen Correa con nuestro más sentido pésame.

Hilda Cabrera
Taller de Escritura y Estilo "Atrapasueños" de la Biblioteca "Carlos Roxlo", barrio La Teja (Montevideo) Año 2006
Juan Ramón Cabrera - Coordinador

Ir a índice de narrativa

Ir a índice de Cabrera, Hilda

Ir a página inicio

Ir a índice de autores