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“Procesos de construcción y clasificación del tatuaje en el Montevideo actual”

Valentina Brena Torres

Universidad de la República

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

Departamento de Antropología Social

Taller de Antropología Social II

PROYECTO DE INVESTIGACIÓN  

“Procesos de construcción y clasificación del tatuaje en el Montevideo actual”

Paola Valentina Brena Torres

Año del curso 2006

Prof. Renzo Pi Hugarte y Prof. Nicolás Guigou

 

Montevideo, 03 de agosto del 2007

CARACTERIZACIÓN GENERAL DEL PROYECTO

1. TÍTULO-

“Procesos de construcción y clasificación del tatuaje en el Montevideo actual” 

2. RESPONSABLE DEL PROYECTO-

P. Valentina Brena Torres

Estudiante avanzada en Ciencias Antropológicas. Opción Antropología Social.

3. INSTITUCIÓN-

Universidad de la República

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

Departamento de Antropología Social

Taller en Antropología Social II

Prof. Renzo Pi Hugarte y Prof. Nicolás Guigou.

RESUMEN

Se intenta abordar como tema el tatuaje en el Montevideo actual, a modo de ver y entender cómo las personas hacen uso de su cuerpo diferencialmente, en función de determinadas pautas, que impone (y de algún modo normaliza) el grupo cultural al que pertenecen.

Se estudia el tatuaje a través de diferentes ejes temáticos, que sirven al mismo tiempo de guía de investigación. Se busca conocer los significados que envuelven a una práctica que acompaña a los individuos hasta el resto de sus vidas: dado que implica la introducción de tinta dentro del cuerpo de los sujetos, de forma permanente.

El tema permite introducirnos en la manera de pensar y sentir del grupo nativo, teniendo en cuenta sus propios sistemas de clasificación de lo que es el tatuaje para ellos, a diferencia de lo que puede llegar a ser para los demás: los “otros”.

PALABRAS CLAVES: cuerpo- cultura-tatuajes-arte-expresión.

ABSTRACT

It’s traed to approach like subject the tattoo in Uruguay to understand how people make use of his body in function of certain guidelines that impones and in someway standarizes the individual cultural group.

Trough different topics that will be usefull at the same time as a investigation guide, looking for to know the meaning that takes that kind of practice, that stay with people for the rest of his life, because it implies the insertion of ink inside the body permanently.

That topic is taken from an emic point of view to introduce us in this process, in function of the native group thinkings and feelings, considering his own sistems of clasification about the meaning of the tattoo in difference for the others.

KEY WORDS:  body- culture- tattoo- art-expression

ÍNDICE

1. Introducción

1.1 Presentación del tema de investigación

1.2 Marco en que se encuadra el proyecto de investigación

2. Estrategias: procedimientos de ejecución

2.1 Procedimientos metodológicos

2.2 Procedimientos técnicos e instrumentales

3. Génesis de la tinta en la carne

4. Historia del tatuaje en Montevideo

5. Tatuaje: desintegración/integración ¿Por qué los jóvenes se tatúan?

6. El tatuaje y sus distintas dimensiones

7. Existe más tatuaje “comercial” que “artístico”, ¿por qué?

8. Tatuadores tatuados

9. Tatuadores como artistas; la piel ¿un lienzo complicado?

10. Tatuaje ¿una nueva forma de pragmática?

11. Momentos de reunión

12. Conclusiones

13. Bibliografía

 14. Anexo  

1. INTRODUCCIÓN 

1.1 PRESENTACIÓN DEL TEMA DE INVESTIGACIÓN:

Esta investigación se desarrolla en el marco de la Antropología Social, a modo de dar cuenta de la corporeidad humana como fenómeno social y cultural.

El estudio se realizó en la ciudad de Montevideo, Uruguay, durante el transcurrido año 2006 y el presente 2007. Se trata de un estudio que intenta abordar el tema “tatuaje” desde el punto de vista nativo, a modo de acceder a las percepciones de los sujetos investigados a la hora de relacionarse con su cuerpo.

Este estudio incluye información de tipo “mixta”, dado que constituye un abordaje empírico, con trabajo de campo controlado, como de gabinete (análisis de la información recabada, conclusiones, etc.), en función de una metodología de tipo cualitativa. La naturaleza de la investigación es exploratoria-descriptiva para luego ser interpretativa.

La elección del tema se fundamenta dado que nos permite conocer una práctica que llevan a cabo determinados sujetos de nuestra sociedad, práctica que en cada lugar y momento que se realiza, toma diferentes significados más allá del parecido básico (siempre consiste en marcar el cuerpo de forma permanente por medio de la introducción de tinta en al piel).

A efectos de poder aplicar un estudio de este tipo, lo trasladamos a un ejemplo  contemporáneo en relación al uso del cuerpo como un modo de “hacer arte”. El estudio se centra en los procesos de construcción y clasificación del tatuaje en el Montevideo actual.

Desde un punto de vista emic, corresponde a hacer una distinción entre el tatuaje “artístico” y el “comercial”, diferencia dada por los sujetos investigados; por ejemplo, uno de los más connotados dirigentes de la Asociación Uruguaya de Artistas Corporales (A.U.D.A.C.) se alarmaba  porque había gente que venía con revistas de chismes a pedir que le tatúen lo mismo que tiene alguna modelo argentina.

El estereotipo del tatuaje “comercial”, está dado (por ejemplo) por las letras chinas y las estrellas, diseños que suelen ser pequeños (de 5cm. de diámetro) y que forman parte de la moda en la actualidad (algo en lo que coinciden la gran mayoría de los sujetos investigados).

Por otra parte, el tatuaje “artístico” parece no tener estereotipo alguno, pues justamente se caracteriza por la exclusividad, la originalidad y un mayor tamaño (aunque no necesariamente). Sin duda, esta segunda categoría resulta más difícil de caracterizar y por tanto constituye el eje central en el desarrollo de la investigación.

Son estos los conceptos que iremos explicando, esclareciendo, profundizando, sintetizando y cuestionando en el transcurso de la investigación.

El universo de estudio referido a “estudios de casos” (dado que no forman una muestra ni serán representativos del conjunto) está integrado por tatuados y tatuadores con determinadas características:

- los tatuadores que trabajan en tiendas o locales comerciales permanentes (no zafrales), habilitados (que pagan los aportes laborales, D.G.I. y B.P.S.), con lugares destinados exclusivamente a tatuar (y perforar) y que cumplen un horario fijo para ello1. Se trabajó con 12 de los mismos.

- los tatuados que fueron localizados por medio de contactos que derivan de esos locales, privilegiándose el testimonio de aquellos que dentro de la clasificación interna del grupo, fueron considerados como poseedores de tatuajes “artísticos”, entre los que se realizaron 14 entrevistas individuales y en ocasiones también grupales.

Es importante aclarar que por momentos se cambiaron los nombres de los entrevistados en el transcurso del trabajo, para asegurar el anonimato de los mismos, cuando alguna opinión vertida pudiera llegar a ser comprometedora para ellos.

De este modo, para acceder al universo de estudio, frecuentamos sistemáticamente aquellos lugares en los que el grupo está presente. Nos referimos específicamente, a las tiendas de tatuajes (principalmente), así como también a los eventos a los que concurren.

Por lo tanto, el trabajo no estudia en su totalidad “el tatuaje en el Uruguay actual”, sino que sólo estudia al tatuaje, por llamarle de algún modo, “formal”. Por ejemplo, no se toman en cuenta los tatuajes caseros, realizados por aquellas personas que puedan desempeñar esta actividad en su casa, así como tampoco se toma en cuenta al tatuaje efectuado en la cárcel. Consideramos que cada uno de estos puntos demandaría toda una gran investigación aparte, sin duda de gran interés, pero que quedará para otra oportunidad. Por ende, esta investigación apunta a conocer una parte específica de este fenómeno.

Un estudio de este tipo, nos permite conocer la percepción de las personas que toman la decisión de tatuarse y la de los tatuadores a la hora de hacerlos. Nos permite adentrarnos al tema del tatuaje y su significación actual (y por lo tanto particular) en un momento dado. Nos permite acercarnos entonces, a una de las tantas prácticas sociales que estudia la Antropología, justamente como ciencia social.

Es un intento por conocer uno de los “hechos sociales” (Durkheim, s.d.) que se dan al interior de nuestra sociedad, práctica que realizan cada vez más seres humanos día a día, y que, tal como dice Marques (1997), cada diseño representa la personalidad del individuo. A través de los estilos es posible percibir cómo esa persona se comporta en relación a la sociedad.

En un primer momento, se quería estudiar la relación entre cuerpo y cultura, a modo de entender la corporalidad en función del contexto sociocultural, aplicado a los múltiples aspectos posibles. Evidentemente, esto es un tema sumamente amplio e inabarcable (al menos en esta instancia), de ahí que se tomó la decisión de “bajar” el gran tema, a un ejemplo determinado, a través del cual podamos ver reflejada y representada aquella relación.

Es así que pasamos a una segunda instancia en cuanto a la definición del proyecto y es donde se decide estudiar al tatuaje contemporáneo en Uruguay, como un fenómeno que a través de la modificación corporal genera sentimientos de identidad.

 Éste seguía siendo todavía un tema demasiado y es así que se decidió acotar el tema aún más, en función de los requisitos de la materia y de sus exigencias, así como también de las posibilidades reales para llevar a cabo la investigación en tiempo y forma.

Se pasa así a la tercera y en este caso última definición del proyecto como: “Procesos de construcción y clasificación del tatuaje en el Montevideo actual”; aunque teniendo como base la línea de trabajo inicial, que  dio origen al mismo.

Dado que estudiar el tatuaje en su generalidad era demasiado, se optó por indagar sobre un fenómeno, que, según la hipótesis de trabajo manejada en esta investigación, se da a la interna del grupo, como una distinción entre el tatuaje “artístico” distinto al tatuaje “comercial”, clasificación dada por los propios sujetos pesquisados, que forman parte del universo de estudio.

Según esta clasificación ya no identificamos a un “otro” distinto a un “nosotros”, referido el primero a la sociedad en general (no tatuada) y el segundo a los sujetos que llevan tatuajes (como hubiese ocurrido en la segunda instancia que acabamos de desarrollar); sino un “otro” diferente a un “nosotros” referido el primero al tatuaje “comercial” y el segundo al tatuaje “artístico”. Atañe por lo tanto a una diferencia más sutil.

A decir verdad, es de esperar que el fenómeno se desarrolle en un doble sentido: impactando la cultura de las sociedades mayores en las que se inscribe y en contrapunto, diferenciándose internamente.

1.2 MARCO EN QUE SE ENCUADRA EL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN:

“Sólo un puritano no estaría de acuerdo, al no ver en el cuerpo más que materia bruta y un despreciable magma de vísceras, en vez de un misterioso teatro, el escenario para todo tipo de intercambios –de materia, de pensamientos o de sensaciones- entre el mundo interior y el mundo exterior” (Leiris, Michel)

El tema general y de alguna manera contextual del trabajo, es la relación cuerpo-cultura, interés surgido como consecuencia de reflexiones al comenzar a ver que muchas de las cosas que uno tiene tan naturalizadas, como la forma de andar y caminar varían según las sociedades.

Tal como lo señala Mauss (1996) existe una causalidad sociológica hasta en los hechos más biológicos. Debemos rechazar el positivismo que sostiene que el comportamiento humano puede ser explicado causalmente en términos biológicos (Turner, 1989).

Esto nos condujo al extrañamiento, que continuamente debemos hacer como antropólogos, propuesto entre otros por Da  Matta (1978) en cuanto a desfamiliarizar lo cotidiano, lo cual nos llevó a cuestionar nuestra propia manera de andar, de vestirnos, de decorarnos, nos ayudó entonces a relativizar una visión que parecía única, acerca del modo en que las personas usamos nuestros cuerpos.

Marcel Mauss (1996) escribió sobre “Las técnicas del cuerpo”, porque vio que en cada sociedad los hombres utilizan diferencialmente sus cuerpos, hábitos que más que variar entre individuos, varían entre culturas, sociedades, subculturas, etc. Aparece el cuerpo entonces como el primer y más natural instrumento del hombre, objeto técnico del hombre.

Se presenta así la corporeidad humana como un fenómeno social y cultural, materia simbólica, objeto de representaciones y de imaginarios. El cuerpo es el efecto de una elaboración social y cultural, por lo tanto no es sólo una colección de órganos y funciones determinadas por las leyes anatómicas y fisiológicas, sino que es una estructura simbólica y cultural (Le Breton, 2002). Cada cultura inserta en el cuerpo de los sujetos sus propios valores, creencias y cánones estéticos (Picard, 1986).

La investigación, a modo de poder desarrollarse bajo una relación de este tipo (cuerpo-grupo cultural), se refiere específicamente al tatuaje en el Montevideo actual, entendido como una forma de expresión corporal que tiene por lo tanto significados, manifestaciones y también repercusiones de diverso tipo a nivel popular, porque se están llevando a cabo en el seno de una sociedad que no ha legitimizado estas prácticas.

Tal como lo señala Le Breton (2002), esto es propio de las sociedades de tipo individualista, que cuestionan los puntos de referencia tradicionales sobre el modo de relacionarse con su cuerpo. Se da así la crisis de las legitimidades: ahora los sujetos deben buscar sus propias marcas y definir ellos mismos su propio sentimiento de identidad. Riesfeld (2004) considera que las sociedades posmodernas fallan en la construcción de un tejido social que haga sentir a los sujetos incluidos.

Nunca antes  habíamos estado en un contexto en el que pudiéramos elegir tanto y sobre todo que tuviéramos tanto de donde elegir, hay una oferta de opciones en constante crecimiento; pero ¡cuidado! no debemos confundir libertad de opciones con la libertad real.

Prácticas como el tatuaje no son legítimas y por tanto no forman parte de la visión hegemónica de la sociedad. Entendiendo por hegemonía el ver el estado actual de las cosas como “naturales”, como “normales”, a partir de una visión impuesta por una parte de la sociedad (Gramsci En: Anderson, 1987). Así, la configuración del sujeto debe ser entendida como una estrategia más para lograr el control de los individuos “…anatomía política del detalle” (Foucault, 1976:143).

Los cuerpos son socialmente construidos y transformados en cuerpos útiles para la perpetuación del orden social (Decia, 2004), o como lo señala Turner (1989): el cuerpo es un objeto de poder, producido para ser controlado, identificado y reproducido.

Para Nievas (1998) esto se logra a partir de los cuerpos “normales”, que se ajustan a las normas que rigen la conducta de las acciones de los cuerpos dado que “el comportamiento corporal resulta de la incorporación de las normas” (Picard, 1986:s.d.).

En el marco de lo antes señalado, Bourdieu (1986) define el cuerpo como un producto social que debe sus propiedades distintivas a sus condiciones sociales de producción, donde los sujetos están desigualmente equiparados para adecuarse a la representación naturalizada y por ende legítima, de esa sociedad (como consecuencia de una distribución desigual del capital). Es así es que la distancia que existe entre el cuerpo ideal y el cuerpo real, varía de acuerdo a la posición que ocupan los individuos.

El propio cuerpo es “una forma particular de experimentar la posición en el espacio social” (Bourdieu, 1986:184). 

Frederic Nietzche (En: Desiato, 1995) reconoce explícitamente la importancia del estudio de la corporalidad, para no sólo entender la cultura, sino al hombre y sus expresiones; de esta manera para dicho autor, el cuerpo se encuentra impregnado de historia, en los cuerpos quedan sedimentados los hábitos, las costumbres, los usos que una comunidad ha transmitido.

Dentro de este contexto el tatuaje, es un fenómeno que constituye una de las maneras, en que las culturas reflejan cierto estado de los sujetos, en los cuerpos de los mismos, por medio del trazado doloroso de signos con determinadas significados.

Se busca a través de este trabajo, indagar sobre el significado del tatuaje, ver qué es lo que lleva a determinados sujetos a llevar a cabo una práctica que los acompañará para toda la vida. Comprender qué significa tener un tatuaje hoy en relación a la sociedad, por qué se lo hacen y qué sienten ellos al hacerlo.

Al mismo tiempo, se tomaron en cuenta los procesos de construcción de identidad, dado que las marcas corporales suelen causar dos procesos simultáneos a la vez, uno de inclusión y otro de exclusión, de ser como unos y no ser como otros (Clastres, s.d.).

El tatuaje actúa, entonces, como un elemento de diferenciación, los sujetos elaboran así los anclajes a partir de los cuales se reconocen a sí mismos, siendo el cuerpo, uno de los vehículos privilegiados para ello (Urresti, 1999).

Los tatuajes son marcas indelebles en el cuerpo que se han convertido en productores eficientes de identidad (Rocha, s.d.).

Resulta interesante este tema en particular, dado que al comprender que existen variadas formas de usar el cuerpo, podemos llegar a pensar que la forma en que uno lo hace, es una más, no es la mejor ni la peor, simplemente “es”; es importante aprender a relativizar.

En su camino por la historia, el cuerpo asume las distintas disposiciones que se imprimen sobre él. Es en el cuerpo donde se expresan las voluntades según ordenamientos culturales. Según Urresti (1999) los cuerpos se constituyen como historias vivas, individuales y sociales al mismo tiempo.

La cultura, por medio de los valores que impone y desde los que interpreta el mundo, no se adhiere simplemente al cuerpo, sino que lo constituye. El habitus se inscribe en los cuerpos y en las cosas (Bourdieu En: Guitirrez, 1997).

Antes de seguir avanzando en el tema, resulta pertinente responder la siguiente pregunta, ¿Qué es el tatuaje?

Un tatuaje es una herida punzante en las capas profundas de la piel, que se llena con tinta. Se realiza penetrando la piel con una aguja e inyectando tinta en la zona, generalmente creando algún tipo de diseño. La razón por la que los tatuajes duran tanto, es porque son profundos: la tinta no se inyecta en la epidermis (capa superior de la piel que continuamos produciendo y cambiando a lo largo de toda la vida), por el contrario, se inyecta en la dermis, que es la segunda capa de piel más profunda. Las células de la dermis son muy estables, por lo tanto el tatuaje es prácticamente permanente (Paschoal, s.d.).

Hoy, sin embargo, existen técnicas para quitarlos de la piel. No suelen ser muy usadas dado que los resultados no son del todo satisfactorios y además son muy costosas. El método más utilizado en la actualidad para ello, es a través de un láser que quema la tinta del tatuaje, pero deja una cicatriz con el recorrido del diseño. Además de los límites ya mencionados existen tintas que no se pueden quemar. Para el caso de los sujetos pesquisados en esta investigación, sólo uno se había sacado un pequeño tatuaje que tenía en la muñeca y en realidad nos confesó que lo hizo para probar, debido a que su tía es cirujana y se lo hizo sin costo alguno. Según él fue muy doloroso y además le quedó la marca por lo que resolvió luego de quitárselo, hacérselo de nuevo…

Los capítulos que se presentan en este trabajo, comienzan por una reseña metodológica y técnica, para dar a conocer las distintas estrategias que se utilizaron en la investigación para acceder a la información referente a la temática en cuestión.

En los siguientes capítulos (números 3 y 4) tratamos el tema del origen del tatuaje en la humanidad y luego en el Uruguay. Consideramos de hecho que antes de poder conocer una práctica en el presente, debemos conocer cuál es su historia, a modo de ahondar en una mejor comprensión del tema a través de la contextualización, para luego desarrollar un tema que le compete ya realmente a esta instancia: el tatuaje en el Montevideo actual.

En el capítulo 5 “Tatuaje: desintegración/integración ¿Por qué los jóvenes se tatúan?” se busca entender la razón de la existencia de esta práctica en la actualidad, ver porqué la gente se realiza tatuajes y ver cómo esto activa directamente un proceso de exclusión/inclusión, dado que, inmediatamente, dicho acto clasifica a las personas dentro de una categoría, dejándola así mismo fuera de otra; es así que el tatuaje, actúa de esa manera, como un eficaz constructor de identidad.

En los dos posteriores capítulos, se aborda el tema que compete a la hipótesis manejada en la investigación, sobre la clasificación a la interna del grupo de tatuados y tatuadores, relacionando este fenómeno, por un lado con la moda y por otro lado con el arte. Pero veremos que no se trata de distintas categorías, puras, claras y delimitadas por fronteras inamovibles, sino por el contrario, de finas sutilezas que a nuestro entender, sólo el trabajo antropológico, buscando conocer la esencia de los fenómenos y las realidades subyacentes, logra descubrir y sacar a luz.

En el capítulo 8, la idea es conocer a los tatuadores como tatuados, dado que sabemos que no existen tatuadores no tatuados en el Uruguay y que a su vez probablemente no existan en el mundo.

Luego prestaremos atención al tatuaje como arte y al tatuador como artista que trabaja plasmando sus ideas sobre materia viva, lo cual hace que generalmente éste deba mediar su arte con la persona en cuestión. ¿Se trata entonces de una peculiaridad de este arte?, ¿o de una dificultad o barrera ante el que el tatuador se topa, y es un arte que sólo en ocasiones contadas se logra expresar en su totalidad?

Y hablando de expresividad, el capítulo 10, busca justamente interpretar al tatuaje como una forma que expresa significados, correspondiente a una nueva modalidad de escritura y que dentro de la pragmática podemos enmarcar.

El capítulo siguiente “Momentos de reunión”, atañe a conocer qué es lo que pasa en esos momentos extraordinarios para el mundo del tatuaje, cuando los actores salen de su rutina. Son momentos festivos, no cotidianos: el tatuaje sale de las tiendas, estudios y/o locales para mostrase una vez más ante la sociedad en general; nos referimos a las convenciones nacionales de tatuajes y a la Expo Tattoo 2006 en particular.

Estas son las problemáticas y temáticas en las que se ahondó, a modo de poder cumplir con los objetivos que este trabajo se propone, que a nivel general se trata de por un lado, estudiar una modalidad de las técnicas del cuerpo y la construcción de los procesos de naturalización sobre el modo en que los sujetos hacen uso de su cuerpo y por orto lado, interpretar prácticas y significados del cuerpo.

Siendo los objetivos particulares y específicos que le competen a esta instancia de investigación: interpretar al tatuaje como una forma de escritura transmisora de mensajes y significados (lenguaje no verbal); así como también, indagar sobre las características a la interna del grupo en cuestión: tatuados y tatuadores, referida a las subdivisiones que surgen dentro del mismo, profundizándose en el tatuaje “artístico”, más que en el de índole “comercial”.

2. ESTRATEGIAS: PROCEDIMIENTOS DE EJECUCIÓN

2. 1 PROCEDIMIENTOS METODOLÓGICOS:

A modo de indagar sobre el tatuaje como una práctica de expresión corporal, con significados y manifestaciones determinadas en el Montevideo actual, utilizamos el método etnográfico, caracterizado por el tipo de investigación cualitativa, propia de la disciplina antropológica, con una constante interacción entre el trabajo de campo y el material teórico de base, incluyendo técnicas como la observación participante y aplicación de entrevistas no dirigidas.

Estos lineamientos ya esbozados en el protocolo de proyecto correspondiente al Taller I de Antropología Social y Cultural, están reseñados a continuación, dado que es importante destacar aquí también los siguientes aspectos:

T. Lindlof (En: Pere-Oriol et al., 1996: 15) define la metodología cualitativa como “… estudio sistemático de la experiencia vivida: cómo la gente entiende quién es, social y culturalmente, a través de sus acciones, sus discursos y la percepción que desarrollan de sí mismos y en relación con los demás.”

Este tipo de aproximación, rompe con toda visión de los paradigmas cuantitativos “…que ha dominado la investigación académica sobre comunicación y sociedad. Desde nuestro punto de vista, esta ruptura era no sólo necesaria sino provechosa” (Pere-Oriol et al., 1996:16). ¿De qué modo hubiéramos podido captar la complejidad, sutileza y matices de un fenómeno como el que estamos estudiando? ¿Cómo hubiéramos podido analizar la dimensión singular y estética de su discurso?

Teresa Porzecanski (1986) considera que la metodología cualitativa es uno de los medios de acceder a los sistemas de creencias y actitudes, así es que por medio de ella, podrán salir a luz las preocupaciones, los valores, las creencias y cosmovisiones de los integrantes de una comunidad. De esta manera, la investigación avanza hacia la comprensión de fenómenos.

Sin duda, esto nos lleva a involucrarnos con nuestro objeto de estudio, o como dice Rabinow (1992) el trabajo de campo implica: estar ahí.

No se trata aquí de partir de datos preconstruidos, se parte de la percepción sensible de un segmento de la realidad total. Una metodología cualitativa parte del reconocimiento del papel activo del investigador, la subjetividad de éste está siempre presente (aunque, claro, no deliberadamente).

La presencia de la subjetividad en nuestra investigación, no debe ser vista como un problema. Objetividad en ciencias sociales no equivale nunca a neutralidad: de esta manera objetividad y subjetividad constituyen falsas oposiciones.

2.2 PROCEDIMIENTOS TÉCNICOS E  INSTRUMENTALES:

Se buscó acceder a los sujetos investigados directamente, por medio de encuentros personales, para conocer las percepciones acerca de sus tatuajes y del tatuaje en general. En un estudio donde lo que importan son las actitudes y las percepciones de los sujetos, lo más eficaz es utilizar la entrevista para ello (Cannel y Kahn, 1992).

Fue utilizada entonces como un medio de acceso personal a los sentimientos, visiones, conductas, actitudes y experiencias pasadas, presentes y futuras, que sólo se encuentran dentro del sujeto y que sólo él puede expresar.  

Esto tuvo lugar en la entrevista, ya que la misma se formuló por medio de preguntas abiertas que le dieron libertad al discurso que construyeron entrevistado y entrevistador (Blanchet, 1987). La misma no fue aplicada rígidamente a los distintos entrevistados: fue flexible y por ello susceptible de sufrir variaciones en función de las necesidades del entrevistado, ya que debe variar al enfrentarse ante una situación variable.

La entrevista fue entonces “no directiva” (Blanchet, 1985), tomando el modelo de la conversación. Estuvo diseñada de tal modo que se diera un pasaje fluido de un tema a otro, considerando sin embargo, que la entrevista nunca es una conversación banal, existe repartición de poderes y de roles (Blanchet, 1985).

Aparece así la entrevista como una técnica de investigación social cualitativa, como un instrumento, una herramienta y un mecanismo creado por el hombre para reunir datos que verifiquen (o refuten) hipótesis en la investigación social.

Las entrevistas debieron complementarse con otra técnica, como la observación participante. Para este caso significó asistir a los locales donde la gente se tatúa, para no sólo entrar en contacto con los tatuadores y los tatuados, sino con el contexto general en donde estos se mueven. Se realizaron actividades con el grupo en cuestión, como  asistir a eventos sobre este ámbito, ir a las reuniones de tatuajes. Debimos manejar una batería de técnicas.

A modo de poder aplicar la metodología y las técnicas planteadas en la investigación, se optó por la observación participante, para lo cual decidí hacerme un tatuaje y aprovechar la instancia para experimentar esto que estamos estudiando, para lograr un mayor involucramiento en el mundo de los nativos.

Para ello, recurrí a una tienda de tatuajes y piercing ubicada en pleno barrio Pocitos, para hablar con el tatuador de allí (Gabriel Callico) dado que conocía sus trabajos y creí a partir de ello, que sería el indicado.

Uno, antes de hacerse un tatuaje, debe definir diferentes cosas como el diseño, el lugar del cuerpo donde lo voy a impregnar y el tatuador con el que me lo voy a hacer.

Fueron varias las sesiones y por lo tanto encuentros para experimentar este arte.

El martes 12/9/06 a las 9 hs. fue la cita para la primera sesión. Llegué al local, luego de haber coordinado el encuentro para llevar adelante el tatuaje que me quería hacer; hace varios años que lo tenía en mente y parecía ser, mientras esperaba que el tatuador llegara, que había llegado el momento.

Me sentía algo nerviosa como muchas veces nos sucede ante una cosa desconocida, dado que era mi primera vez. Todos dicen que !duele!, que hay que pensarlo bien, que es para toda la vida… así que hay muchas presiones para que quede perfecto; no sólo que cumpla sino que supere las expectativas en la medida de lo posible. Pero más allá de los nervios, dominé la situación porque estaba muy segura y convencida de que lo quería hacer. Así, sin muchos titubeos, nos pusimos en marcha y la máquina comenzó a hacer ese ruidito característico, que no paró hasta 4 hs. después.

Con respecto al dolor, sentí compartir lo que suelen decir los informantes: que es un medio para alcanzar un fin. Si para tener mi tatuaje sólo hubiera pegado una calcomanía en mi cuerpo, la esencia del proceso se hubiese perdido y por lo tanto no hubiese llegado a tal fin (ejemplo de esto son los tatuajes hechos en henna que no son permanentes porque se borran con los años, o la opción de anestesiarse con un profesional en el momento del tatuaje).

Uno siente, mientras soporta el dolor y el aburrimiento, que valdrá la pena, que es como pagar derecho de piso por llevarlo luego con orgullo para toda la vida. Esta cuestión del dolor, desde mi punto de vista, implica sólo compromiso, sin ir más allá de eso, porque nunca conocí a nadie que dijera que se tatuaba porque disfrutara del dolor en sí mismo a la hora de hacerlo; dos cosas deben quedar claras: el dolor no es el objetivo del proceso, pero sí el medio para llegar a él, lo que lo convierte en  inevitable.

Cuestiones similares a los de muchos de los entrevistados me sucedió con mi familia, quienes no estaban de acuerdo, sintiendo que se me cerrarían muchas puertas y en especial las laborales. Dentro de mi grupo de pares, una cuestión de este tipo da prestigio, es una decisión valorada positivamente y así fue de hecho. 

Luego de finalizada la primer sesión, nos esperaron algunos encuentros más, ya que restaban aún 13 horas para tatuar.

Es así, que a través de la realización de este tatuaje, pasé a estar en el grupo de: “los tatuados”, por lo que ahora me encontré en el doble juego  etnometodológico y epistemológico de ser, simultáneamente intérprete e interpretada. Aquí va la foto del tatuaje realizado:

Foto: Callico Tattoo

3. GÉNESIS DE LA TINTA EN LA CARNE

Para empezar, el origen de la palabra tatuaje es incierto, no obstante parece proceder etimológicamente de la palabra “ta” del polinesio “golpear” o de la antigua práctica de crear un tatuaje por medio del golpeteo de un hueso contra otro sobre la piel, con el consiguiente sonido “tau-tau” (Paschoal, s.d.).

La palabra latina para tatuaje, la podemos identificar con estigma, y entre las múltiples definiciones de estigma están las asociadas con una marca hecha sobre la piel de un individuo con un instrumento afilado. También se le define como una marca hecha en la piel de un esclavo o criminal con el objeto de su reconocimiento, es decir, con la intención de visualizar el lugar de la culpabilidad y la sanción. Pero, si se quisiera ensayar una noción provisional y actualizada, se debería señalar que el tatuaje es una técnica de decoración del cuerpo mediante la inserción de sustancias colorantes bajo la epidermis, una vez que ésta ha sido perforada con un instrumento punzante, como por ejemplo, una aguja eléctrica (Ganter, 2005).

Antes de seguir haciendo referencia a este fenómeno y su significancia, resulta relevante, a modo de poder ahondar en la comprensión del mismo, hacer mención a la historia del tatuaje y su surgimiento en el mundo.

Sus orígenes se sitúan para muchos en los mismos albores de la humanidad, esto tal vez sea muy apresurado o pretencioso. Lo que sí parecería ser más factible, es que es una práctica que probablemente haya surgido de la mano de la pintura o el arte rupestre en el Paleolítico Superior; el Homo Sapiens Sapiens fue el primer homínido en desarrollar el arte en sus diferentes dimensiones durante la prehistoria y parece ser que el tatuaje no fue la excepción.

Sin duda, no podemos hablar de una fecha concreta o un día determinado en el que éste comenzó a ser llevado a cabo por el hombre, pero sí sabemos, en base al registro arqueológico, que este “arte corporal” supera en antigüedad mucho más de lo que muchos creen: el sentido común suele asociarlo a una práctica moderna digna de los jóvenes en la actualidad… un gran error.

Difícilmente podamos hablar de “el origen” del tatuaje, ya que éste es un fenómeno bastante complejo, se trata de hecho de una práctica ancestral que se desarrolló de forma independiente entre numerosos pueblos de la humanidad. Formó de esta manera parte del patrimonio cultural de diferentes grupos, en los que se llevó a cabo por medio de diferentes técnicas y al mismo tiempo con objetivos diversos.

Hoy en día la evidencia más antigua que registra este fenómeno y su antigüedad, son los restos encontrados en 1991 en un glaciar de los Alpes, situado en la frontera entre Austria e Italia. Se trata de los restos momificados naturalmente de un cazador neolítico, conocido con el nombre de “Oetzi”, con una antigüedad de 5300 años, con la espalda y las rodillas tatuadas. No obstante, antes de este último suceso, se tenía como referencia el caso de una mujer tatuada: era la sacerdotisa egipcia “Amunet”, adoradora de Athor, diosa del amor y la fertilidad, que vivió en Tebas alrededor del 4000 A.P.; ambos ejemplos, presentaron tatuajes con un estilo similar: líneas simples con diseños de puntos y rayas (Ganter, 2005).

Recordemos que las técnicas empleadas para hacer un tatuaje así, como también los motivos, son muy diversas ya que difieren según la cultura y la época en que se realizan. En Egipto, Perú y en las poblaciones islámicas se utilizaban sobre todo puntos y líneas; estilizaciones geométricas en forma de cuadrados y triángulos en la Polinesia; espirales faciales cinceladas en los maoríes; cuadrados muy coloreados entre los japoneses; decoraciones de grandes manchas negras en Borneo; escarificaciones en relieve entre las poblaciones de piel oscura.

Algunas culturas, tradicionalmente, los han llevado a cabo cortando la piel, untando la herida con ceniza, tinta (o algún otro material) o punzando la piel con huesos de animales. En la Polinesia se solía utilizar un pequeño martillo provisto de muchas puntas, que golpeando con un bastón perforaba la piel introduciendo así el pigmento. En Nueva Guinea, se afilaban los dientes del tiburón para “cincelar” la piel. En Japón y también en algunos países del norte de África, las puntas se fijaban en una vara de madera que se empujaba a mano sobre la piel.

Para el caso de los egipcios, el tatuaje, según las evidencias arqueológicas con las que se cuenta hasta el momento, parece ser una práctica exclusivamente femenina, se lo relaciona con el lado erótico y sensual de la vida, aunque también se cree que tenía un carácter sagrado y religioso. Estaba caracterizado en esos tiempos por diseños gruesos y lineales de color negro.

En la Polinesia, el tatuaje tiene una gran tradición, los diferentes pueblos de esta región lo utilizaron como ornamentación corporal con un fuerte sentido comunal, era una práctica que los individuos comenzaban a muy temprana edad y que se prolongaba hasta que no quedara región del cuerpo virgen de pigmentos o “desnuda”. Más allá de su sentido estético, el tatuaje confería jerarquía y propiciaba respeto a quien los llevaba en su piel.

Justamente es este lugar, el que tiene la reputación del tatuaje más artístico en el mundo antiguo caracterizado por figuras geométricas. De hecho, recordemos que el término tatuaje, tiene origen polinesio.

Los maoríes utilizaron el tatuaje particularmente para la batalla, a modo de impresionar y asustar a sus enemigos en el enfrentamiento (aunque también eran usados por las mujeres); una cara tatuada lo hacía feroz en la guerra y atractivo para las mujeres. Diseños siempre negros, basados en una combinación de espirales, con una serie de líneas formando un modelo simétrico que aplicaban en la cara (barbilla, mejillas y/o frente) y las nalgas principalmente  (En: http://www.tatuajelatino.com/museo/origenes.html).

El estilo Moko Maorí de Nueva Zelanda, por ejemplo, era un tatuaje tribal que identificaba a cada individuo y su estatus dentro de un grupo. Hacía a la persona única e inconfundible. Cuanto más complicado era el diseño del tatuaje, mayor era el ascenso en su rango social. Se tatuaban de la cabeza a los pies, comenzaban a los 8 años y era un proceso lento y doloroso; los tatuajes se embellecían y renovaban durante toda la vida. Si el difunto no tenía tatuajes protectores el alma quedaría ciega y no podría hallar el camino a la inmortalidad, por eso, si alguien moría sin tatuajes los maoríes tatuaban el cadáver (Ganter, 2005).

En América del norte esta decoración corporal se aplicaba en los ritos de paso, cuando los jóvenes llegaban a la pubertad, momento en que se les dibujaban motivos en el cuerpo para proteger al alma que iba camino a la muerte. En América Central y del Sur (por ejemplo los Incas) se tatuaban los guerreros para conmemorar las victorias bélicas y honrar a los dioses (En: http://www.telepolis.com/cgi-bin/web/DISTRITODOCVIEW?url=/1605/doc/Tatuajes/historiatatu1.htm).

En cuanto a nuestro país, la primera evidencia que se tiene sobre la existencia de la práctica del tatuaje corresponde a tiempos protohistoricos. Según las fuentes de los cronistas, de entre los siglos XVI y XIX, que entraron en contacto con los charrúas, relatan que éstos, tenían tatuajes (D’Orbigny, 1959). Según Acevedo Díaz (En: Figueira, 1977: 302) “la mayor parte de los charrúas tenían el pecho y la espalda, y algunos de ellos hasta la cara misma, cubiertos de cicatrices muy unidas, hechas con puntas de flecha, y formando varias figuras y bordados”.

Evidentemente, en Occidente y en Oriente, el tatuaje adquirió significados y objetivos diferentes  de acuerdo al tiempo y espacio en que se practique. Alrededor del 3000 A.P. el tatuaje logró la entrada por medio de las rutas comerciales, a la India, China y Japón.

El tatuaje japonés, a pesar de sus inicios gloriosos en el 500 D.C. como adorno del primer emperador, pasó más tarde, a estar reservado para aquellos que habían cometido crímenes serios.

El estilo japonés clásico usa héroes legendarios y motivos religiosos, que pueden combinarse con decoraciones florales, lunas, paisajes y animales simbólicos como dragones y tigres, contra fondos de olas, nubes y rayos. Los diseños no son pequeños, ya que se trasladó la pintura tradicional a los cuerpos, dando por resultado dibujos grandes que cubrían en su totalidad espaldas, pechos y costillas; este tipo de tatuaje se encuentra desde finales del siglo XVIII.

El tatuaje japonés posee fama mundial por su nivel artístico, se caracteriza por un diseño integral y la sofisticación de las técnicas de dibujo. Tradicionalmente se hacía a mano, por medio de una estaca de madera a la que, de acuerdo con la intensidad del color y el diseño, se le añadían hasta una docena de agujas. Mientras se estiraba la piel con una mano, se golpeteaba rítmicamente el área a tatuar con la otra. Con el método tradicional un traje entero costaría algunos millones y varios años. Con una visita semanal, se necesita un año para completar un tatuaje de cuerpo entero (llamado Irezumi), que hoy en día está decayendo (En: http://www.telepolis.com/cgi-bin/web/DISTRITODOCVIEW?url=/1605/doc/Tatuajes/historiatatu1.htm).

En un principio, muchas poblaciones humanas, vincularon al tatuaje con el pensamiento mágico religioso. Con la llegada del cristianismo y la consolidación de la iglesia católica, esta práctica fue desterrada por considerarla sinónimo de idolatría  y superstición.

Los cristianos eran hostiles a los tatuajes, ya que creían que si Dios había creado el hombre a su imagen y semejanza, era pecaminoso que éste tratara de alterar su imagen; por eso el emperador Constantino, primer emperador de Roma, emitió un decreto en contra de la actividad del tatuaje. Esta posición ha sido adoptada por varias religiones hasta nuestros días (En: http://www.punksunidos.com.ar/bodyart/1a.html).

Es así que, por ejemplo en Europa, la práctica del tatuaje desaparece hasta el siglo XVIII, período en el que el viejo continente se abre al descubrimiento y la exploración de tierras lejanas, enfrentándose a nuevas culturas y civilizaciones.

El arte del tatuaje fue de este modo redescubierto por los exploradores. Banks, artista científico que navegó junto al Capitán Cook, describió en detalle en 1769 el proceso del tatuaje de la Polinesia. Los marineros de Cook iniciaron la tradición de los hombres de mar tatuados y desparramaron rápidamente esta afición entre los marineros, quienes aprendieron el arte de los tatuadores polinesios, lo practicaron a bordo y luego instalaron sus estudios de tatuajes en los puertos.

También fueron los viajes de Cook los que descubrieron el arte Moko entre los maoríes, un elaborado y muy doloroso proceso que duraba meses y que daba por resultado diseños negros en espiral y a rayas. Describió en sus libros el proceso antiguo del tatuaje al entrar en contacto con indígenas de las Islas Marquesas y con los maoríes: “Manchan sus cuerpos pinchando la piel con los instrumentos pequeños hechos de hueso, que estampan o mezclan el humo de una tuerca aceitosa (...) En esta operación, que es llamada por los naturales ‘tattaw’, las hojas dejan una marca indeleble en la piel. Se realiza generalmente cuando tienen cerca de diez o doce años de edad y en diversas partes del cuerpo” (s.d. En: http://www.elcuerpo.es/articulo_item.php?numero=16).

El tatuaje fue ampliamente practicado entre los marineros, trabajadores y convictos durante la primer parte del siglo XIX. Los miembros de las clases media y alta lo consideraban por debajo de su dignidad, por ello nunca fue popular entre los nobles (En: http://www.punksunidos.com.ar/bodyart/1a.html).

Esto explica la natural asociación que ha prevalecido hasta nuestros días entre los tatuajes y los marineros (s.d. En: http://www.tattoo-odin.com/historia_tatuaje.asp). La relación entre tatuajes y delincuencia provino también de aquí, ya que los marineros eran personas que a menudo se embarcaban durante largos períodos de tiempo para evitar a la justicia, hecho que fue fomentando esta asociación.

También en el mundo occidental el tatuaje se usó incluso como castigo, por ejemplo los Nazis en sus campos de exterminio tatuaban a los prisioneros con un doble propósito: identificación y humillación, ya que la ley judía prohíbe las marcas en el cuerpo.

Los tatuajes resurgieron con los hippies en los años 60 y 70, quienes los adoptaron como símbolo de rebeldía y los elevaron a la categoría de arte, abandonando los motivos marineros y realizándose grandes diseños muy coloridos, acordes con la época. Esto hizo salir al tatuaje de los puertos y empezó la popularización del mismo.
           

Ya en nuestros días, esos hippies son oficinistas, docentes y directivos, y en su piel perdura la marca de su juventud, lo que ha contribuido a la gran popularización del tatuaje, desligándolo totalmente de marineros y delincuentes. Esta reconversión de la aceptación social del tatuaje, ha llevado a que actualmente la gente cada vez sienta más interés en decorar su cuerpo de esta manera (s.d. En: http://www.tattoo-odin.com/historia_tatuaje.asp).

El primer estudio de tatuajes, abrió sus puertas en el año 1870, en Nueva York.  En EE.UU. el dibujo corporal tuvo un gran auge durante el conflicto de la Guerra Civil, los pioneros en la profesionalización de los estudios de tatuaje fueron norteamericanos como C.H. Fellows, Martin Hildebrandt o Samuel O'Reilly. Este último inventó en 1891, una máquina de tatuar, inspirada en uno de los inventos de Thomas Edison, la patentó y ofreció a la venta conjuntamente con tintas de colores, diseños y otros suministros. A principios del siglo XX ya había establecimientos de tatuaje en las principales ciudades americanas (s.d. En: http://www.telepolis.com/cgi_bin/web/DISTRITODOCVIEW?url=/1605/doc/Tatuajes/historiatatu2.htm).

Hoy en día, dentro del sistema penitenciario, el tatuaje es una práctica sumamente difundida, contexto dentro del cual son conocidos como tatuajes “tumberos” (Sepúlveda, s.d.). En las cárceles se pone al descubierto un submundo de significados ocultos. Los presos fueron uno de los grupos que usan los tatuajes para diferenciarse del resto de la sociedad.

Los motivos místicos, por ejemplo, son imágenes de santos y vírgenes, cruces, figuras de Cristo y del diablo. Para reafirmar su identidad, muchos presos eligen tatuarse su nombre entero o sus iniciales. Los presos imprimen sobre su pecho, el nombre de la mujer amada, como signo de amor eterno, también las calaveras abundan.

Otra variante que se ve con frecuencia en los internos, son los tatuajes agresivos, representados con dibujos de aves de rapiña, espadas, animales feroces y puñales. Mediante estas figuras, los presos intentan poner en evidencia su rudeza, muchas veces con el fin de obtener un escalón superior dentro del rango otorgado por los internos (Sepúlveda, s.d.).

En la cárcel la máquina que utilizan es totalmente casera. Consiste en un motorcito, por ejemplo de radio, del que se desprende un bolígrafo, un tenedor o un cuchillito sujetado con hilos o alambres. El motor hace que el elemento punzante se mueva como las agujas de la máquina de coser: entrando y saliendo de la piel. El pigmento que generalmente utilizan es la tinta china o la de los bolígrafos tipo Bic.

Esta forma de escritura, permite observar la superficie de la piel como soporte iconográfico, mediante el cual, se descubre lo biográfico: se pueden reconstruir fragmentos de la vida del preso a través de sus tatuajes; conforman así una verdadera gramática de la piel (s.d. En: http://www.elcuerpo.es/articulo_item.php?numero=16).

Lo cierto es que, entre rejas y penitenciarías, el tatuaje carga de significado el cuerpo de los presos. Y como su condena, éste es un estigma que les acompañará por el resto de sus vidas (s.d. En: http://www.elcuerpo.es/articulo_item.php?numero=16).

Pero, ¿por qué el preso busca esa diferenciación  de la sociedad cuando esos tatuajes los aíslan aún más o lo marcan sin dejar lugar a dudas lo que son? ¿Cuál es la diferencia que se quiere marcar? Preguntas de este tipo implican un trabajo antropológico en sí mismo, y esto no es lo que nos compete en esta instancia, pero sin duda, tal como lo plantea Sepúlveda (s.d.), nos animamos a considerar a las marcas como elementos constituyentes decisivos a la hora de determinar los procesos oficiales de la ley y del castigo.

En la actualidad, vivimos una auténtica moda del tatuaje, y gentes de diferentes estratos sociales, culturales y económicos lucen variados diseños. Sin embargo, decir que el tatuaje está plenamente aceptado en nuestra sociedad, no es del todo acertado.

El movimiento conocido como “body art” ha llevado en las últimas décadas del siglo pasado, a revolucionar el tatuaje y el mundo contextual en el que se engloba en los tiempos modernos. A ese contexto pertenecen distintas prácticas con las que se lo suele asociar, nos referimos al piercing, el branding, la escarificación, los implantes y las suspensiones. 

En el body art el artista utiliza el cuerpo humano como soporte material de su obra. Surge a finales de los años sesenta y se desarrolla en la década siguiente en Europa y Estados Unidos. La obra de estos artistas trata temas como la violencia, la autoagresión, la sexualidad, el exhibicionismo o la resistencia corporal a fenómenos físicos. Así el cuerpo, puede estar transformado por un disfraz, ser utilizado como instrumento o unidad de medida, agredido o puesto a prueba, hasta los límites del sufrimiento (En: http://www.masdearte.com/item_movimientos.cfm?noticiaid=47).

Aplicándolo al mundo del tatuaje, el body art ha sido sin duda un movimiento vanguardista en el que jugó un papel decisivo, el muy conocido en el ambiente: Fakir Mustafar, un ejecutivo de Silicon Valey que empezó a experimentar en su pubertad con la modificación de su cuerpo y hoy en día es considerado el líder espiritual del movimiento. Dentro de este contexto contemporáneo, han surgido en numerosos países distintos “personajes”, por llamarlos de alguna manera, como el famoso “hombre lagarto” de EE.UU. que llevó al tatuaje (junto con otras tantas celebridades de este “submundo”) a sus máximas expresiones  ya que apunta por ejemplo a tener el 100% de su cuerpo tatuado.

Son pocos los lugares donde se sigue practicando el tatuaje tradicionalmente, como fue hace miles de años, por ejemplo: Borneo, Polinesia, Hawai y Japón. Borneo, es uno de los pocos lugares donde se practica actualmente la forma tradicional del tatuaje tribal (En: http://www.punksunidos.com.ar/bodyart/1a.html).

La forma tradicional de realizar los tatuajes es en forma manual, hoy la mayoría de los artistas lo hacen por medio de una máquina (creada por primera vez en 1891, como ya dijimos), instrumento eléctrico de mano que tiene en un extremo una aguja esterilizada, conectada a tubos que contienen tinta. Sin embargo, en Japón el tatuaje manual (a través de una vara de madera con agujas en la punta que se empujan con la mano sobre la piel) se sigue practicando.

Sin embargo, superando toda diferencia, el tatuaje antiguo tiene mucho en común con el tatuaje moderno, y podemos considerar que estamos en presencia de una evolución continua de un arte con orígenes ancestrales, profundos e independientes en la humanidad (En: http://www.punksunidos.com.ar/bodyart/1a.html).

4. HISTORIA DEL TATUAJE EN MONTEVIDEO

En cuanto a la historia moderna del tatuaje en el Uruguay, parece que es un fenómeno bastante reciente, no existe bibliografía encontrada al respecto, pero lo que sí tenemos son las evidencias de los protagonistas implicados en los inicios del mismo.            .  . .  .   

Según nos cuentan, aquí el tatuaje es algo muy nuevo que tiene sólo 20 años de antigüedad; se suele mencionar al “Cocoa” como el pionero o al menos uno de los primeros tatuadores de índole comercial (dado que si ya alguien, antes de él, estaba tatuando, por ejemplo en su casa, no lo sabemos). Él comenzó a tatuar debajo de una disquería pues al principio nadie abría una tienda o local exclusivamente para tatuar. Más tarde trabajó con algunos tatuadores que aún trabajan en nuestro país y según nos cuentan éstos, el “Cocoa” habría adquirido la técnica de tatuar, en una cárcel de Río de Janeiro en la que estuvo  preso.………….                                                                                                        .         

También en las cárceles del Uruguay esta práctica ya existía, seguramente ya se practicaba a nivel informal; incluso es muy probable que ya hubiera gente tatuándose en sus casas con máquinas caseras; pero entonces el estigma era, sin duda, muy fuerte: tatuarse era cosa de presos, marginados, marineros, prostitutas y en los “mejores casos” viajeros.                                                                                                        .    .   

Unos pocos años después, el tatuaje empezó a proliferar en un pequeño grupo de jóvenes de manera independiente, los cuales serán los futuros tatuadores y que por ende tatúan hoy en Uruguay.

En general, la historia de cómo los tatuadores actuales comenzaron a insertarse y/o interesarse en este tema, suele ser muy similar: primero máquina casera realizada por ellos mismos, al poco tiempo (generalmente al año) realizaron en su mayoría una primera inversión, porque se compraron sus máquinas profesionales. Así, nos cuenta Guzmán por ejemplo:

Hace 11 años que tatúo, desde que tengo 16, primero en mi casa 2 años, después con Gabriel en su local un poco menos de un año, después un año más en casa y después abrí mi local que tiene 7 años; al principio me encachilé tanto, que no sólo me había fabricado una máquina casera, sino que antes del año me compré una posta, una máquina bastante profesional, que en ese entonces me había salido mucha guita, me acuerdo que eran como doscientos y pico de dólares, que para mí era mucha guita, después con esa máquina, continué tatuando a amigos y a arreglar las cagadas que me había mandado con la máquina casera

Al principio se tatuaron a ellos mismos, luego a los amigos más cercanos, después a conocidos, al poco tiempo a amigos de los amigos, y así sucesivamente, hasta que comenzaron a tatuar gente desconocida. Resulta muy gráfico al respecto, lo que nos comentaba Guzmán:

Empecé a tatuar no comercialmente, eso me llevó un año aproximadamente y al principio tatuaba a amigos y no cobraba nada, pero después, vinieron los amigos de mis amigos, y después los amigos de mis amigos de mis amigos, hasta que un día, me empezaron a tocar timbre en mi casa preguntado: ¿acá se hacen tatuajes gratis? Y yo le dije: eh… no mira salen como 2 gambas, y ahí empecé a cobrarlos (risas)

A grandes rasgos, prácticamente la totalidad de los tatuadores entrevistados, comparten una historia similar en cuanto al modo en que comenzaron a tatuar, pero cómo se iniciaron e interesaron en el tema varía, porque corresponde a historias de vida a nivel personal; así como también varía, el modo en que aprendieron a hacerlos, aunque todos nos cuentan que es algo que uno aprende solo: no existe un curso de cómo aprender a tatuar, por ejemplo, Guzmán nos decía: 

A mí no me enseñó nadie a tatuar, Bruno fue el primero que me dio información, me dio las primeras pautas como que las agujas iban soldadas. El tema fue que los dos veraneábamos en Santa Teresa y él estaba tatuando en una carpa re precariamente, con material no descartable y obviamente sin esterilizar, pero el loco no sabía dibujar nada, tatuaba calcando y un día en Santa Teresa, que yo estaba ahí mirando como él tatuaba, le ayudé a dibujar un águila que un loco se quería hacer y como quedó buena, quedamos en que yo le dibujaba los diseños para que él tatúe y me tiraba unos pesos y así me involucré en este mundo. Ese verano pasó y recién al otro año, en el próximo verano que nos volvimos a encontrar, yo tenía 16 años e hicimos el mismo trato que después se extendió  para todo el año, yo iba a la casa y le hacía los diseños, ahí empecé a tatuar: primero me hice una máquina casera y ya a finales de ese mismo año me compré una buena máquina y ta, al primero que pinché fue a él, pero al primero que tatué realmente un tatuaje entero, fue a un amigo que hasta hoy lo tiene

Para los demás tatuadores las cosas no fueron muy diferentes:

 

Julio: comencé de casualidad, empecé dibujando desde chico, hice artes plásticas, cursos de dibujo y llegado a los 10, 12 años estaba pintando óleos y cuadros, pero mi viejo me dijo: ‘mirá no te dediques más a pintar cuadros que te vas a morir de hambre’, entonces dije ta! tiré todo lo que tenía que ver con el arte y empecé a estudiar medicina, que era lo que más me gustaba en ese entonces, hasta que aparecieron un par de amigos con unas máquinas de tatuar, vi lo que era, vi como era y dije ¡wow! esto me gusta y me empecé a involucrar. Después, a golpes como todo lo que uno aprende solo y más en ese entonces, y bueno, después de ahí empecé a buscar información, cosas; en Uruguay el mercado era muy chico y bueno nada, de casualidad empecé en mi casa tranquilo, pero en ese momento, era mucho más difícil que ahora, porque no había Internet ni nada, pero aprendí solo, como casi todos los tatuadores que hay, salvo los tatuadores del primer mundo; obvio que mi primer máquina fue casera, me la hice yo

 

Leonardo: Yo arranqué a los 15 años que empecé a tatuarme como todo pibe de barrio de Montevideo, con agujas a mano por el entorno en el que me manejaba y eso me despertó el gustito por el tatuaje, empecé a investigar mediante revistas, que era  lo único a lo que podías acceder con una limitación muy grande y empecé así a ver cómo era todo; empecé a tatuar con máquina casera a amigos, como casi todos los tatuadores de acá, siempre dibujé además y bueno cuando descubrí lo que era el tatuaje empecé a investigar y a los 18 de edad ya tuve mi primer equipito como para hacer las cosas bien y me hice profesional unos pocos años después, a las 20 más o menos

 

Pablo: Fui dibujando muchos años como hobbie, un día me hice amigo de un tatuador que me tatuó y  de onda ahí me pasó unos piques y me preguntó por qué no tatuaba y empecé a tatuar en mi casa que me hice un estudio y traté de tenerlo lo más prolijo posible, por suerte no empecé con máquina casera porque en ese momento ya había suficiente mercado y pude entonces arrancar bien

Nelson (uno de los tatuadores que trabaja en el local de mayor antigüedad en Uruguay -Graphica-) también nos cuenta cómo fueron sus inicios:

Arrancamos como todo el mundo con tres agujitas atadas haciendo pinchadas, después usamos más la cabeza, para no tener que pinchar puntito por puntito y así le pusimos motorcito e hicimos la primer máquina, la idea de hacer tatuajes fue a través de las pocas revistas que había; trabajé un año en mi casa y después empecé a trabajar acá en el local

Esas, son más o menos las historias personales de cómo los tatuadores se involucraron con esta práctica, que al pasar los años fue cambiando y evolucionando hasta la actualidad, en donde nos encontramos con un fenómeno que se realiza en locales comerciales a nivel profesional. Hoy, según nos cuenta uno de los tatuadores entrevistados (Guzmán), los que más repercuten son Gabriel Callico y Eduardo Sasia:

Callico viajó mucho y tatuó en muchas convenciones, tiene premios y le fue muy bien siempre en todos los países donde no cualquiera compite, ya que hay muy buena competencia y Sasia que metió mucha revista internacional en Brasil y Alemania, se mueve mucho en eso y manda fotos por todos lados y publican sus laburos

Mientras que en cuanto a los tatuados, el que llegó más al extremo al tatuaje en Uruguay, fue Eduardo Solari conocido como el “punki” y/o “dos caras”, quien tiene el cuerpo parcialmente completo de tatuajes, incluyendo la cara.                             

Como decíamos anteriormente, la situación actual del tatuaje en nuestro país, ha cambiado y avanzado mucho en varios aspectos, que no son de menor importancia y que por lo tanto vale la pena destacar.                                                                      .   .   .   .       

En referencia a lo legal, como cualquier otro rubro, los negocios deben hacer aportes a la D.G.I (Dirección General Impositiva). y B.P.S. (Banco de Previsión Social), pero además los que trabajen en el local como tatuadores y/o perforadores deben tener aprobado un curso de capacitación en bioseguridad y la habilitación del M.S.P. (Ministerio de Salud Pública). .                                                                                   

Sin embargo, tal como me decía Guzmán, el M.S.P. no hace generalmente las visitas sorpresivas que debería hacer para ver si los locales están trabajando en las condiciones establecidas. Para que el M.S.P. lo exija, debería brindar el curso de bioseguridad ellos mismos y éste, en la única oportunidad que se realizó, fue privado. Por lo tanto, quienes concurrieron pagaron por su cuenta. Si es algo obligatorio, es el propio Ministerio el que lo debería organizar de forma gratuita; es en parte por ello, que no se realizan los controles debidos.       .       .    .                                                                           .     

Esta falla, ha llevado a algunos tatuadores a comentar que lamentablemente muchos colegas, no están tatuando hoy en día en sus locales, bajo las condiciones en que deberían trabajar, dicho en sus propias palabras Danilo nos dice:

falta un poco de control fiscal en el tema sanitario, que para mí es lo prioritario porque es la salud de la gente, ya no es como antes, creo que hoy está todo muy descontrolado en cuanto a lo sanitario, hay locales que no entendés cómo viven de eso y cómo no los cierran, mismo con el tema del piercing, que también es una herida y mucha gente te saca una pieza de la vitrina y te la ponen directamente sin esterilizar, en el tema del tatuaje lo peor es que no se cambien los guantes, que toquen las tintas con los guantes sucios, en el tema del piercing es peor

Más allá de dicha carencia, se ha logrado la profesionalización de esta actividad: el tatuador debe trabajar con guantes, tapabocas y agujas descartables, debiéndose esterilizar los materiales no descartables, se debe contar con un lugar de trabajo muy higiénico, que brinde recomendaciones para la curación y que advierta sobre cualquier contraindicación.

Justamente sobre estos aspectos se centró el curso de bioseguridad, cuyo contenido básico hace hincapié en conocimientos sobre distintos puntos:

a) anatomía y fisiología básica de piel y mucosas;

b) asepsia de piel y mucosas;

c) prevención y protección del personal y del cliente;

d) cuidados especiales luego de la aplicación de tatuajes y/o piercing;

e) locales e instalaciones: condiciones higiénico-sanitarias;

f) limpieza y desinfección de herramientas y materiales;

g) residuos: tipos y eliminación;

h) métodos de esterilización y desinfección;

i) microbiología básica: infecciones, microorganismos patógenos oportunistas, de transmisión cutánea y sanguínea;

j) enfermedades de transmisión sanguínea: hepatitis, VIH.

El tema de la esterilización aparece como tema central del curso. Se puede definir como el proceso mediante el cual se alcanza la muerte de todas las formas de vida microbiana, incluyendo bacterias y sus esporas altamente resistentes, hongos y sus esporas y virus; entendiéndose por muerte la pérdida irreversible de la capacidad reproductiva del organismo. Existen distintos métodos para esterilizar, por un lado los físicos (por calor -húmedo con autoclave o seco con horno Pasteur o Poupinell-, filtración o radiación UV) y por otro lado los químicos (por medio del glutaraldehido al 2%).

En  cuanto a los cuidados del tatuaje recién realizado, en el curso se establece que se debe dejar vendado por lo menos una hora y no más de cinco, luego de sacar la venda no se debe colocar otra para dejar que la piel respire, se debe limpiar dos o tres veces al día con jabón neutro y agua fría y luego del secado aplicar producto o crema recomendada (por ejemplo vaselina). Así mismo, se debe durante el proceso de curación evitar piscinas, la exposición al sol, en caso de picazón no rascar, no tocar con manos sucias y evitar roces.

Según lo que se indica en el material repartido en dicho curso, cada local debe contar con: sistema de agua potable; toallas descartables; área de trabajo separada del área de espera; iluminación suficiente; superficies lisas en adecuadas condiciones higiénicas, impermeables de color claro y fáciles de limpiar.

Al mismo tiempo, deben cumplir con las siguientes reglas para descartar el material residual (correspondiente a las reglas universales de eliminación de residuos biológicos): bolsas negras para material no contaminado; bolsas amarillas para material contaminado o potencialmente contaminado no corto-punzante y cajas duras para material contaminado o potencialmente contaminado corto-punzante.

Así mismo, en cuanto a la reglamentación sobre el tatuaje, hace aproximadamente dos años se aprobó una ley que prohíbe tatuar a menores de edad en zonas visibles como manos, cuello, cara y también genitales. Así como también se prohibió tatuar a menores de edad en las otras partes del cuerpo, sin autorización de un mayor, por lo que si estos se quieren realizar un tatuaje, deben ir acompañados por un adulto que firme el correspondiente permiso.   

Hemos visto que algunos consideran que entre las exigencias y lo que realmente se está cumpliendo existe una importante diferencia, en algunos casos por falta de control gubernamental. Esto no quiere decir que realizarse un tatuaje o un piercing sea ponerse en riesgo en cualquier local, sino que, simplemente hay que ser cauteloso a la hora de elegir la tienda en función de la higiene. Es simplemente averiguar, informarse un poco sobre a dónde es seguro ir, prestar atención a la limpieza del lugar, estar atentos y observar que quien nos vaya a tatuar abra las agujas ante nosotros, se cambie los guantes y que descarte el material que no se puede ni debe reutilizar.

Parte de los logros que el mundo del tatuaje ha logrado en el Uruguay, se pueden observar a través de la creación de A.U.D.A.C. (Asociación uruguaya de artistas corporales) creada en el 2001. La Asociación fue partícipe de una de las leyes más rápidas en aprobarse, pues en menos de un año se diagramó, se aprobó y se decretó. La Asociación cuenta con una presidencia votada entre los socios, siendo Eduardo Sasia el Presidente, Guzman Tasende el Vicepresidente y el Secretario Leonardo Valverde. Hoy la Asociación “lucha por sobrevivir” dado que se necesitan al menos 18 socios, que en principio existieron, pero que hoy han dejado de pagar la cuota mensual y han dejado de ir a las reuniones. Con los socios que quedan la Asociación no puede seguir en pie, hoy por ello nos manifiestan que está en stand-by, es decir en suspenso.                                                                                                                  .       .     .       

Todos estos logros, avances y espacios que está ocupando el tatuaje hoy en el Uruguay, se corresponden con un crecimiento en la diversificación del público que acude a los locales de tatuajes, ya sea en cuanto a género, franja etaria, “estilos” y hasta clase social; parece ser que aquella marca que tanto estigmatizó a los presos marineros y prostitutas de los viejos tiempos, pasó a ser una práctica popular y no tan mal vista. . .                                                                                                                                            .        Según Guzmán, hoy el tatuaje está creciendo, es un fenómeno relativamente nuevo porque tiene sólo 20 años de historia en nuestro país, pero que poco a poco va ganando más adeptos. Hoy, junto con el piercing, es una práctica muy común entre los jóvenes, como un modo de embellecer sus cuerpos. En su local, el público tiene mayoritariamente entre 15 y 30 años de edad, aunque él me aclara que cuando son menores no se les hace nada a no ser que vengan acompañados de sus padres. Van tanto hombres como mujeres, aunque dice que últimamente van más mujeres que hombres.

Emiliano, a pesar de no ser tatuador,  trabaja en una tienda de tatuajes como perforador (y también está tatuado); acerca del local donde él trabaja a diario nos cuenta:

Hoy acá viene gente muy variada, viene de todo, hombres y mujeres de todas las edades, aunque predomina un público de 18 a 30 años, lo que sí no predomina para nada es algún tipo de estilo, vienen alternativos, rockavillis, chetos, planchas, es que si vos vas a un boliche alternativo, de chetos o de planchas, seguramente todos tengan un tatuaje o un piercing, ahora lo que sí va a variar, son los tipos de piercing o los diseños

 

Diego: Cada vez en la sociedad se está asimilando más, se está adaptando más a la sociedad

 

Israel: hoy es moda, se fue aquello de que el tatuaje era para los presos, los chorros y los marineros, hoy es para todo el mundo, se globalizó

Sin duda es una realidad, es un hecho que el tatuaje se está popularizando, expandiendo sus fronteras, llevando sus límites más allá: está pasando a ser una práctica muy difundida que supera toda barrera social, dejando atrás los prejuicios en los que tuvo su origen en nuestra sociedad; esto no significa sin embargo que no exista en este sentido discriminación social.

Justamente sobre este último punto, hemos notado que a pesar de que, como veníamos diciendo, el tatuaje cada vez es una práctica de mayor difusión, hay sectores de la sociedad que gustan aún de estigmatizar a los sujetos que decidieron practicar este tipo de decoración corporal.

Los tatuados deben así, enfrentarse a una continua y constante negociación para con la sociedad, que los intenta inhibir, cerrándole puertas a nivel social, negándoles alguna que otra oportunidad.

Nos referimos por ejemplo, al hecho de que muchas veces la gente que se tatúa no lo puede hacer en lugares visibles, porque ello les traería grandes problemas  a nivel laboral, que pueden desembocar en el despido, o que muchas veces se deba optar por tener que diariamente ocultarlos, como que si fuese algo de lo que se tuviesen que avergonzar.

Diego: siempre trato de que mis tatuajes sean ocultos, porque yo no tengo el futuro asegurado, y si algún día necesito ir a buscar trabajo fuera de este ámbito, me pueden traer complicaciones

Mientras que por lo contrario Guzmán nos contaba que él justamente, se decidió tatuar los antebrazos, cuando tomó la decisión de que se iba a dedicar de lleno a tatuar, hecho representativo, ya que él haciéndose eso, sabía que se estaba cerrando puertas en el ámbito laboral general y de hecho, nos contaba que no fue una decisión fácil de tomar, pero, una vez que optó por este camino, quiso representar su seguridad a través de ese tatuaje que le recordaba qué es lo que había decidido optar.

Frente a este tema, a lo largo del trabajo de campo y la etnografía realizada, hemos encontrado distintas opiniones, sobre cómo se sienten los tatuados y tatuadores en relación a las sociedad en general, a modo de conocer si han tenido problemas por el simple hecho de tener tatuajes, ya sea a nivel laboral pero también por ejemplo a nivel familiar.

Las respuestas, opiniones, experiencias y percepciones de los involucrados han sido muy variadas; en el caso de Guzmán una de las cosas que más le molestaba  como tatuador era que la gente le pregunte: “che y ¿se puede vivir de eso en Uruguay?”, en vez de preguntarle por ejemplo: “y ¿cómo te esta yendo en el negocio?” que según él, es algo que apunta a la misma respuesta, sólo que sin menospreciarlo:

lo que me calienta es que la gente que no conoce del tema lo primero que te dice es: ¿pensas vivir de eso?, y te mata eso, porque capás que yo estoy ganando más que el loco con esto, en vez de preguntarte bo, ¿te va bien?, que es la misma pregunta pero no significa lo mismo, te minorizan, me molesta que la gente tire tan abajo, eso para mí es la discriminación más agresiva, porque si me discriminan por lo físico yo también lo hago, yo si veo a un pinta vestido de tal o cual manera ya lo catalogo de alguna manera (…). También yo zafé de la discriminación con lo de conseguir trabajo, porque desde chico me dedico a esto y hoy tengo mi local, pero si veo que discriminan a mi hermano, que también tiene piercing y tatuajes (…), otra cosa que me molesta es que si vas a un lugar como cliente, por ser así te prejuzgan, cuando me mudé con mi pareja y me quise comprar los muebles, fui a Ocre que es una tienda cara y cuando entro, primero la vendedora me juna de arriba a abajo. Yo le pregunté por una mesa y me dice de primera: sale $18.000, mientras que en otro lugar primero te invitan a pasar y te lo intentan vender, ella me dijo así  porque se pensó que yo con mi pinta, no se lo iba a poder comprar, y yo agarré y en vez de calentarme e irme, me gusta jugar con eso y le digo ‘¿te lo pago al contado?’ En vez de decirle no te compro nada y la mina diga no tenía un mango. Yo creo que la mina tuvo que aprender algo, así el próximo que caiga como yo le van a invitar a pasar por lo menos. A veces también lo que me pasa que si estoy con mi novia, me da la sensación de que la gente se piensa ‘esta es la que tiene la guita y tiene un novio roquero’, porque ella tiene buena presencia, porque ella trabaja de trajecito, o sea, siempre está bien vestida y es linda y le hablan a ella porque se creen que es la que tiene la guita y en realidad, no va a poner un mango porque no puede (risas)

Según Emiliano, él no se siente particularmente discriminado por tener tatuajes:

Si no me aceptan en un boliche será porque no entro en el perfil de ese lugar y está bien, lo mismo si no te toman en un trabajo por tener tatuajes dado, que si el dueño tiene un negocio que apunta a tal o cual público no puede poner a cualquiera a trabajar. Así como yo tampoco  tomaría a cualquiera para atender en mi local; distinto es que yo vaya en el ómnibus y no me siente al lado tuyo porque seas negro, gordo o tengas tatuajes, eso es discriminación, lo otro no

Uno de los tatuadores que tuvimos la oportunidad de entrevistar, nos contaba que a un amigo suyo no lo dejaron entrar a la casa de la familia de su novia una vez que se enteraron que tenía tatuajes; también los distintos entrevistados nos contaban, que si caen a una familia nueva o de su pareja tratan de “disimularse” de algún modo para no chocar tanto.

El tema está, en que tal como lo señala Le Breton (2002): hoy  el look es fundamental, por la demanda laboral, la publicidad, etc., hoy la presentación física equivale socialmente a una presentación moral (hay un código moral de las apariencias). Hoy el cuerpo es objeto de una preocupación constante, así es que eso de la liberación del cuerpo actual no es real, porque éste es libre si se encuentra sin preocupación alguna por el cuerpo.

Así es que, todavía, un cierto sector de la sociedad se rehúsa a aceptar a los tatuajes en todos los ámbitos; pero parecería ser por momentos que la tendencia es que los tatuajes se expanden a todos los sectores de esta sociedad. El punto es que hasta ese entonces los tatuados deben siempre negociar.

5. TATUAJE: DESINTEGRACIÓN/INTEGRACIÓN ¿POR QUÉ LOS JOVENES SE TATÚAN?

Tradicionalmente los tatuajes, en las sociedades prehistóricas y/o protohistóricas, jugaron un rol de integración social: no constituían en lo más mínimo un elemento trasgresor para ese grupo cultural. Hoy sin embargo, la significancia de este fenómeno en las sociedades contemporáneas occidentalizadas, ha dado un vuelco que lo traslada al lado opuesto de dicha significación: hoy los jóvenes se tatúan para activar un proceso de diferenciación, ya no lo hacen como antiguamente se hacía, para ser “uno más”, sino que lo hacen para ser “uno menos”, hoy no es una práctica cultural heredada, sino una práctica cultural adoptada.

Pero, ¿por qué los jóvenes se tatúan si es algo que los va a diferenciar dentro de su propio grupo cultural? Esta pregunta es el pretexto para desarrollar este capítulo, que intenta entender esta práctica dentro del contexto socio-histórico y cultural en el que toma significancia y bajo el cual se constituye.

Para ir adentrándonos en este punto, vale la pena destacar lo que Guattari (1989 en Ganter 2005) postula sobre los cuerpos de los jóvenes que se encuentran hoy frente a la “encrucijada entre –por un lado– el cuerpo-objeto, en tanto cuerpo cosificado, capitalizado y puesto a rendir en la escena del consumo y la moda, como efecto de la trama mediática promovida por el mercado y el tráfico de las imágenes, o bien, en tanto cuerpo sospechoso, que marcado y estigmatizado por los circuitos de la seguridad urbana, se lo castiga y excluye como objeto peligroso para la hegemonía del orden social dominante. Y –por otro lado– el cuerpo-sujeto, atravesado por una multitud espesa de fuerzas oblicuas e insumisas que se resisten a la programación serializada de la subjetividad capitalista, y que por lo mismo es capaz de producir agenciamientos colectivos que encarnan nuevas cartografías socio-culturales, cuyos lenguajes y prácticas emergentes no suprimen el sistema de dominación, pero que en su despliegue local logran fisurarlo micropolíticamente, poniéndole freno al imperio global de la racionalidad tecno-instrumental” (Guattari 1989 en Ganter 2005: 21).

Paula Croci y Mariano Mayer (1998, en Ganter 2005) nos dicen que desde esta perspectiva, los tatuajes actúan como una pretensión de evadir el control social que pesa sobre el cuerpo (en tanto cuerpo-sujeto). De ahí, que estas prácticas se pueden traducir como tácticas de apropiación corporal para su posterior expropiación simbólica.

Las culturas juveniles van siendo constituidas a partir de un campo de fuerzas tensionado por interferencias de la cultura de masas y del mundo de la moda, donde se enfrentan y ponen en conflicto los retazos de lo efímero y lo perdurable. Tensión que por lo demás, llega a inscribir su población de signos sobre el propio cuerpo, operando directamente, efectos indelebles sobre los tejidos de la carne y de la sociedad (Ganter 2005).

A través del tatuaje, los jóvenes encuentran una nueva vía de expresión, un modo de alejarse de la normalidad que no les satisface. Procesos que los llevan a gobernar su propia imagen ante los demás y a apoyarse en el grupo de pares (Pere-Oriol, et al., 1996).

La marca les permite recuperar/apropiarse de su cuerpo que simboliza y reproduce la “exclusión” de la que el sujeto es objeto (interpretados desde este punto de vista como violencia simbólica), entonces, éstos son cuerpos desadaptados sociales, que en realidad, son cuerpos adaptados a la reproducción de la situación de “exclusión”. El tatuado aparece como autoestigmatizado, dado que él elige tatuarse a pesar de que la sociedad lo evaluará, juzgará y clasificará; actúa entonces en estos casos como una provocación que saca a la luz los prejuicios sociales y el estigma se materializa en el tatuaje: marca que visibiliza lo que podría permanecer oculto o al menos no tan visible (Rocha, s.d.).

Es así que van surgiendo y multiplicándose los colectivos de jóvenes que han tomado como opción y forma de vida la práctica de hacer mutar sus propios cuerpos, entendiendo que, dicha práctica de metamorfosis corporal, se orienta al interior de una resistencia contra un sistema que ha hecho de lo evanescente, lo descartable y lo desechable uno de sus valores y normas sociales predilectas.

Bajo este contexto, es el propio cuerpo el que se convierte en sujeto para cierto tipo de jóvenes urbanos que han optado por dejar huellas imborrables sobre sus pieles, imponiendo un valor agregado, perenne, que fractura la economía de la moda y el propio culto a los emblemas de lo nuevo y momentáneo (Ganter 2005).

Hoy, el cuidado del cuerpo se refiere más al aspecto que a la salud, por la imperiosa necesidad de la imagen; apariencia-imagen-identidad: triángulo conceptual. Prácticamente todos están preocupados por el problema de las apariencias, tal es así que en muchos casos, la apariencia resulta ser el principal elemento de choque con la sociedad global. Ahora todo esta transparentado, todo se ve a través de alguna superficie. 

Por medio del tatuaje, se exhibe el rechazo a la normalidad, entendida como norma, donde lo normal es aquello que se ajusta a la norma, y la norma es la pauta que rige la conducta, es decir la delimitación de las acciones de los cuerpos (Nievas, 1998) y es justamente a través de la “imposición” de lo normal, que actúa y ejerce su control la dominación corporal, que Urresti (1999) define como: aquello que aparece representado por un cuerpo construido por muchos otros cuerpos, como un gran cuerpo que devora y metaboliza otros cuerpos menores.

La importancia de las formas de reconocimiento y de la apariencia está en que estos grupos se definen por separación de lo normal, expresan de modo más o menos consciente un rechazo por el modo de vida tradicional: rebeldía estética; así, los atuendos y las apariencias constituyen índices de extrañamiento y separación: exhiben notoriamente la lejanía entre el grupo y la sociedad convencional. El atuendo entonces, nos dice sobre  el grado de identificación con el grupo y el nivel jerárquico alcanzado dentro del grupo (Pere-Oriol, et al., 1996).

En función de lo que acabamos de describir, vemos al tatuaje en nuestra sociedad actual, como un fenómeno trasgresor, de diferenciación y rebeldía, elemento de desintegración; sin embargo, paralelamente y al mismo tiempo, es un fenómeno de integración.

Dicotómicamente, esta práctica nos diferencia de unos porque a su vez automáticamente nos asemeja a otros, crea un “nosotros” diferente a unos “otros”. Es activador entonces, de sentimientos de pertenencia, parece ser así, que ha recobrado aquella siginificancia que le dio origen al mismo: nuevamente podemos ver al tatuaje como un elemento de integración; la diferencia, se sitúa de esta forma, en que no nos integra a la sociedad en general, sino a un sector de la sociedad en general.

Así como la marca estigmatiza, también es símbolo de reconocimiento a partir del código que emerge de la cultura del propio grupo de pertenencia del joven, que le estaría atribuyendo la capacidad de haber superado el miedo al dolor físico, el cuerpo queda así, atrapado en una paradoja: trofeo/estigma. Los tatuajes tienen una ambigua cualidad: son signos de inclusión en determinado grupo y de exclusión del mundo social más amplio, abre determinadas puertas pero cierra otras (Rocha, s.d.).

La construcción de la identidad, implica un estatus relacional: necesitan de los otros para construir su propia identidad, por oposición a los “otros” y por identificación con un “nosotros”. El enfrentamiento con lo externo es una manera eficaz de mantener la cohesión grupal interna. “Consiste en términos simbólicos, en el establecimiento de un círculo, claramente delineado, que aúna a los que están dentro y separa a los que quedan fuera de él. Crean pues, dos identidades, la propia y la ajena” (Pere-Oriol, et al., 1996:28); se señalan así límites, fronteras y barreras.

Se debilita el modo tradicional de construir la identidad, que antes estaba dada por el tiempo y el lugar; hoy, se buscan nuevas divisiones. Se pierde, entonces, el sentido cultural del espacio-lugar, dado que estos ejes ya no subordinan al sujeto, sólo le sirven de “ámbito por el cual circular, sin ofrecerle referentes de identidad” (Pere-Oriol, et al., 1996:29). A través del tatuaje, los jóvenes encontraron una nueva vía de expresión identitaria, un modo de alejarse de la normalidad que no les satisface.

La construcción del individualismo, es el esfuerzo de reducción y simplificación de la complejidad de una sociedad, cada vez más grande y más difícil, donde la gente circula cada vez más, pero se encuentra cada vez menos (Pere-Oriol, et al., 1996).

Es en este sentido, que resurgen expresiones y comportamientos fuertemente expresivos y autoafirmativos, por medio de la exageración de señas como elementos identificativos y de cohesión del grupo. Los cuerpos elaboran identidad porque son formas de representarse en el espacio social, y el tatuaje, como marca de identidad, equivale a un símbolo de pertenencia social.

Frente a la constante aceleración de las innovaciones, lo neotribal consiste en confiarse de un mundo y un universo conocido, con valores simples, estables y duraderos (como el tatuaje), prefieren la adopción de una máscara fija, auténtica, a través de la cual, pueden reconocer y ser reconocidos (Pere-Oriol, et al., 1996).

Desde esta perspectiva, el tatuaje pierde su carácter de trasgresor dentro del sector de la sociedad que ha adoptado esta práctica como un modo de diferenciarse de los demás; y es dentro de este contexto, que el tatuaje pasa a ser parte de un  nuevo orden simbólico dominante, o dicho en palabras de Dick Hebdige (en Ganter 2005) la subversión es seguida por la integración.

En ese sentido, el autor plantea que “los estilos subculturales juveniles pueden comenzar por lanzar desafíos simbólicos, pero deben terminar inevitablemente por establecer un conjunto de convenciones; por crear nuevas mercancías, nuevas industrias, y por rejuvenecer a las viejas” (en Ganter 2005: 22).

Desde este punto de vista, uno podría terminar sosteniendo que bajo la ley del mercado, el discurso de las culturas juveniles, sólo fabrica simulacros de subversión regulados por la máquina capitalista, hoy adaptada y especializada para convertir todo acto de rebelión en un aspecto más de su versión, con el fin de diversificar su demanda diferenciada y personalizada; así, cuando uno va en contra del sistema puede estar insertándose en el mismo, llevándolo hasta sus últimas consecuencias. En ese mismo sentido, “sería complejo identificar alguna práctica radicalmente ‘otra’, que exprese la constitución de una alteridad y/o anomalía más allá de los códigos de la colonización capitalista, pues dicho sistema es visualizado como un todo clausurado sobre sí mismo y que impediría cualquier tipo de perforación crítica sobre su tejido perfecta e infaliblemente suturado” (Ganter, 2005: 22).

Pero en función de este razonamiento, ¿nos encontramos acaso frente a una muerte anunciada de todo antagonismo crítico radical? Sí el capitalismo posmoderno está preparado y capacitado para adoptar como parte de su propio sistema todo acto de contraposición como una expansión de sus propios límites altamente flexibles, ello parecería ser verdad. Sin embargo, a pesar de que esto tiene en gran parte reflejo en la realidad, no debemos ser, tal vez, tan extremistas y podemos dejar un lugar a la existencia de rasgos contra-hegemónicos, en algunas prácticas juveniles urbanas, ligadas a las cartografías del cuerpo-sujeto (Ganter, 2005). 

Cabe preguntarnos, al culminar este capítulo si estamos haciendo referencia a un nuevo tipo de “tribu urbana”, en el sentido en que la definen Pere-Oriol et al (1996), como: agrupaciones de jóvenes y adolescentes que siguen hábitos comunes y se hacen visibles, sobre todo en las grandes ciudades. Tal vez sí, tal vez no; sin embargo, no intentaremos aquí responder esta pregunta, no es algo que nos competa en esta investigación; pero sí valía la pena mencionarlo y relacionarlo para resaltar el hecho de que fenómenos como el tatuaje y las tribus urbanas son prácticas juveniles que se entretejen en el entramado complejo de las sociedades en la actualidad.

6. EL TATUAJE Y SUS DISTINTAS DIMENSIONES

Si el origen del tatuaje se rastrea en lejanos mares y a través de casi míticos viajes de exploradores y aventureros, su presente se puede encontrar en cualquier calle de cualquier ciudad. Sin duda, muchos de los jóvenes que hoy se tatúan, no son conscientes del verdadero significado de lo que llevan escrito sobre su cuerpo, así como muchos escritores repiten fórmulas, copian textos de otros o, simplemente, escriben sin saber ni qué dicen (Olivares, Rosa, s.d.).

“Pero hay muchos otros que sí saben lo que escriben, sí son conscientes de lo que hacen con su cuerpo. Ellos/ellas no confunden el adorno con el concepto, no confunden lo esencial con lo frívolo. Ellos están contándonos su historia personal, nos están hablando, ciertamente en clave, de su propia vida, de sus experiencias singulares. El tatuaje compone a lo largo de su vida un auténtico traje con el que van revistiendo todo su cuerpo, el único traje que les acompañará ya siempre” (Olivares, Rosa, s.d.).

Fue muy recurrente a lo largo de todo el trabajo de campo, una diferenciación que continuamente hacían e hicieron, básicamente, los tatuadores y tatuados-as (que tenían varios tatuajes), en relación a una subdivisión que ellos perciben y consideran que existe dentro del mundo de los tatuados en su generalidad. Parece ser que están saliendo a luz, que se están presentando diferencias sutiles, distintos matices dentro de un grupo, que para muchos a simple vista puede ser considerado como homogéneo e igual. Nos referimos, al hacer alusión a esta diferencia, a un sistema de clasificación que elaboran y construyen aquellos que parecen llevar el tatuaje a otro nivel, a un nivel que va más allá y que con mayor compromiso lo suelen adoptar.

A la hora de entrevistarnos con estos sujetos y de entablar conversaciones sobre el tatuaje a nivel general, no pasaban ni cinco minutos sin que nos hicieran notar una diferenciación, entre lo que muchos dieron a llamar el tatuaje “artístico” distinto al tatuaje “comercial”. Muchos otros no usaron estos términos explícitamente, pero no por ello fueron la excepción: dado que presentaron, conceptualmente, estos dos modos de relacionarse con el tatuaje en el Uruguay. En este sentido, Leonardo nos comenta lo siguiente:

Yo veo dos ramas fuertes del diseño del tatuaje en sí: una es como método de expresión y la otra como forma estética sin compromiso, diseños que se hacen porque quedan bien, o para resaltar alguna parte del cuerpo; el otro tipo de tatuaje es para mí el más atractivo porque vos expresás una forma de vida o un concepto, llevan por detrás un proceso de  búsqueda, una investigación por así decirlo y después hay que hacerlo y buscar que el diseño exprese eso. Lo estético por ejemplo, es el tribal, basado en líneas sin significado, diseños que no comprometen, también por ejemplo rosas y otros trabajitos, pero eso no quita que para alguien una rosa sí tenga un significado más profundo. El otro tipo de tatuaje es personal, va mas allá del solo hecho de tatuarse, no hay parámetros para definirlo.

Es de este modo que presenciamos un pasaje, un traslado en la diferencia que a grandes rasgos veíamos hasta el presente momento: de una línea que se formaba en relación a los tatuados y a la sociedad en general (no tatuada), a una diferenciación dentro del propio mundo de los tatuados; es así, que la diferencia ya no es entre los que están tatuados y los que no, sino que ésta, se sitúa ahora, a la interna del grupo de los tatuados en Uruguay.

La diferencia entre el tatuaje “artístico” y el “comercial” responde a clasificaciones nativas. Importante es aclarar que nos referimos a una diferencia que se hace presente en el discurso privado y no en el discurso público, pues sólo salen a luz en las amenas charlas y conversaciones a modo de entrevista que tuvimos con los informantes, son cosas que salen a luz en las reuniones entre el grupo de pares, que por el contrario, no se perciben en los contextos y/o ámbitos más formales.

A modo de ejemplo, en las Convenciones Nacionales, estas categorías no se presentan, no se hacen notar; sino que, las categorías en las que en estos momentos se clasifica el tatuaje son otras. Aquí, los tatuadores que compiten por sus trabajos, lo hacen según el mejor: cover up, el mejor tatuaje tribal, realista, new school, biomecánico, espaldas enteras, etc., estilos en los que se ha clasificado al tatuaje a nivel internacional: se le puso una definición a cada estilo, arbitrariamente forzado por las tendencias de los clientes, se necesitó definir y taxonomizar los estilos mundialmente, porque son tendencias que se dan.

Lo del tatuaje artístico y comercial son dos tendencias generales dentro de las que después se enmarcan los estilos en que se clasifican los tatuajes en las convenciones, son dos categorías más amplias en las que después se clasifica el tatuaje (Leonardo).

No es tarea sencilla definir al tatuaje “artístico” y al “comercial”. En base a las entrevistas podemos decir, que no se trata de dos categorías puras, claras y fáciles de detectar; muchas veces en verdad, puede ser no tan difícil determinar qué es “artístico” y qué es “comercial”, pero otras veces (y en muchos casos), esto no es tan accesible de notar.

Es así, que se trata en realidad de una cuestión y de una diferenciación sutil y de grado; no es tarea sencilla decir: acá termina lo “comercial” y acá comienza lo “artístico”, ya que por ejemplo no todos usan los mismos parámetros para poder delimitar; así mismo como hay otros, que estando plenamente involucrados en el mundo del tatuaje, son diferencias, que no parecen considerar (aunque claro son los menos).

Para Emiliano, existe una diferencia entre el tatuaje “artístico” y el “comercial” en función del grado de conciencia con que lo hacen los individuos, ya que “el cuerpo es un terreno de juego y lucha en el que su dueño no es tan soberano como en ocasiones y con inocencia se piensa” (Urresti, 1999:74); es así que nos decía:

Hoy la gente no sé hasta qué punto es consciente y realmente está eligiendo individualmente a la hora de hacerse un tatuaje o un piercing, hoy vienen las chicas de 15 años a perforarse el ombligo porque se lo tienen que hacer, no tienen opción: o son cool o no son nadie, así, si no se hacen nada no tienen amigos por ejemplo

En el caso de Gonzalo, la diferencia entre el tatuaje “artístico” y “comercial” se hace presente a través de una forma más sutil, a pesar de que él no consideraba explícitamente éstos términos. A lo largo de las sesiones de tatuaje que tuvimos durante la observación participante nos decía que estaba remodelando su casa, que al terminar tenía pensado hacerse un cuarto para tatuar trabajos grandes a gente que supiera algo de tatuajes; además continuamente en las conversaciones hacía referencia a:

Las minitas rompe huevo del barrio, que se vienen todo el rato a tatuar letras chinas y esas boludeces

Parece ser entonces, que aquella distinción se va haciendo poco a poco presente y de hecho, parece ser que éste no es un fenómeno aislado que se da sólo en Uruguay. Pablo Winokur (s.d.) en un estudio sobre tatuajes que realizó en la galería Bond Street, de Bs. As., Argentina (caracterizada por que aproximadamente un 80% de las tiendas allí son de tatuajes), encontró la misma diferenciación. Así lo expresa en su libro, donde comenta que en general los tatuadores coinciden en que el tatuaje en sí es un modo de vida y que, de hecho, algunos se molestan si les piden el mismo diseño que tiene una modelo: porque la gente le ve el tatuaje a Natalia Oreiro por ejemplo, pero los tatuadores tratan de movilizarlo a un nivel mas íntimo.

Es importante aclarar, que al hablar del tatuaje “artístico” y del “comercial” no estamos diciendo que el primero es arte y el segundo es comercio, ya que en general, los tatuajes “artísticos” involucran alguna transacción comercial y los  “comerciales” muchas veces también involucran arte; así es que reiteramos que es una diferencia gradual.

Entonces, nos podríamos preguntar ¿por qué utilizar esos términos si no se pueden aplicar en su totalidad? La respuesta es: porque son términos que han sido utilizados por los propios sujetos pesquisados y porque hacen referencia a aquellos conceptos, que se presentan en una cuestión de grado y no en su totalidad.

El tatuaje “artístico” atañe al uso del propio cuerpo como obra de arte, lo cual fue una de las múltiples propuestas que comenzaron en la década de los sesenta y setenta, en una búsqueda de romper todos los límites establecidos en la concepción artística tradicional. Si ya el acto creativo individual se había transformado en el tema central de la obra, ahora era el individuo en sí mismo el que se convertía en eje fundamental, en una reivindicación de la libertad mental y física del artista.

Es así que el  tatuaje “artístico” puede ser visto como un modo consciente de expresarse, de autorepresentarse y de autopercibirse. Se da la diversificación a través de la individualización, por medio del abandono de los cánones estéticos, adoptados por la sociedad. El individuo auténticamente tatuado está privado, dentro de este contexto, de dimensión estética para esa sociedad.

Pero claro que esto no equivale a libertad plena y real del individuo que se tatúa, pues no debemos confundir libertad de opciones con “la libertad” (Menicocci, s.d.). Los tatuajes son marcas indelebles en el cuerpo y se han convertido en productores eficientes de identidad, mediadores entre el ser y el parecer. Las marcas construyen la identidad grupal e individual, señalan quién soy.

Para mí el tatuaje es una forma de expresar, como tatuador me gusta mucho diseñar desde nada, una frase, un concepto de vida, y con pequeñas pautas, palabras que lo definan como persona, me gusta poder trasladarlo a un diseño, para eso, necesito un poco de libertad, cosa que con los tatuajes de catálogo no se puede lograr (Leonardo)

Cuando hablamos, entonces, de tatuajes “artísticos”, nos referimos a un tipo de tatuaje que presenta todos o algunos de estos elementos, los que se relacionan de esta forma, muy estrechamente, con la expresión de la creatividad, con signos o acciones que intentan una comunicación de múltiples niveles, no sometida a reglas concretas. El arte no es, pues, necesariamente una expresión de “lo bello” o “lo hermoso”, sino una expresión humana, sin usar reglas absolutas ni códigos cerrados. Aunque puede servirse de ellos (como el lenguaje verbal), pero los usa para expresar una comunicación no totalmente racionalizada, que apela a las sensaciones en el espectador.

A grandes rasgos, podríamos decir que el tatuaje “artístico” está compuesto por distintos elementos como la originalidad, la creatividad,  tamaño grande, un concepto en el que se basa; suelen ser más profundos o con un significado que aunque es puramente estético, va más allá; siendo la combinación de estas características suficientes, pero no todas necesarias exclusivamente. Si quisiéramos ejemplificar este tipo de tatuajes, sería una tarea muy difícil y por momentos contradictoria y absurda, porque éstos, justamente, se caracterizan por no tener estereotipo alguno.

Sin embargo y en contraposición, el tatuaje “comercial” estaría caracterizado por diseños generalmente pequeños, repetitivos, sacados de un catálogo, revista y/o medios de comunicación; no suelen ser exclusivos, tienen un fin puramente estético y para la mayoría responden a la moda imperante de la actualidad. Nos sirven de ejemplo, para definir este tipo de tatuajes, las letras chinas, las mariposas, las hadas, los delfines, los pequeños tribales, las estrellas, los códigos de barras, las rosas, los brazaletes, los dragones, etc.; o como nos lo contaba Israel:

Acá vienen a pedirte qué es lo que se usa, al principio era la de los delfines, y era delfines, delfines, después pasó un poco lo del delfín pero vinieron las rosas, las rosas, las rosas, las rosas, después los dragones, dragón, dragón , dragón, todo el mundo dragón, ahora es la letra china, todo el mundo letra china, letra china, después los tribales, tribales, tribales, tribales, después el tribal en la cintura, y pa, pa, pa, pa es más, hicimos un catálogo especialmente, para los tribales en la cintura. 

Julio: Hay gente que te dice quiero hacerme un tatuaje y vos le preguntás qué querés y te dicen ‘no sé’ y ahí en general las mujeres, se hacen mariposas, lunas, soles, hadas, ninfas, los hombres son más de calaveras. Hay muchos que no buscan un significado, sino que se hacen algo que más o menos les guste, aunque suelen darle después un toque de por qué se lo hicieron (…).A mí no me gusta decir que el tatuaje es una moda, yo no lo veo como una moda porque el tatuaje te dura toda la vida, más que moda los llamaría, a esos tatuajes, algo masivo, para mí, moda es lo que no tiene fundamento y todo el mundo se lo hace porque todo el rebaño lo hace y en realidad en ese caso se le puede llamar moda, aunque no me gusta; el tema está en que se está haciendo más popular, eso hace que la mayoría se hagan cualquier diseño, no lo piensan ni lo analizan bien. A mí me gusta hacer tatuajes que signifiquen algo, que tengan alguna connotación, ya sea buena o mala, por ejemplo el otro día hice un diseño para una piba que la violaron de chica, y ta, eso es muy fuerte y aunque es algo recontra negativo, me gusta que ese tatuaje tenga sentimiento, que tenga emociones, aunque represente una etapa muy dura de alguien; para mí la originalidad es la base de todo, no en todos los tatuajes puedo expresar mi arte, por ejemplo, en un tribal, un sol… si fuera por mí, haría espaldas todos los días

 

Damián: La mayoría de la gente se basa en los medios lo que se quiere hacer, pero hay gente que le llega más profundo, letras y tribales es lo que predomina, muchos vienen con algo pensado, pero muchos bichan el catálogo en dos minutos. Predomina el tatuaje comercial, el que se hace más por moda. Se puede hacer algo mucho más artístico y se pueden hacer mejores cosas; a mí me gusta lo artístico, las caras y los tribales más elaborados, no los del coxis y el omóplato. También los tatuajes artísticos necesitan de más tiempo, le tenés que dedicar mucho tiempo de tu vida a un tatuaje de este tipo, lo tenés que diseñar, tatuar en sesiones que llevan horas.

Hoy los tatuajes se han popularizado. Tradicionalmente fueron una marca que estigmatiza, sin embargo hoy, se han puesto de moda en los distintos estratos sociales, jóvenes de clase media y alta también se los hacen, pero aquí el significado varía; es así, que los procesos de inscripción, crean en sí mismos un cuerpo cultural y mantienen límites sociales muy específicos: expresan la posición social que el cuerpo ocupa. Los tatuajes de mayor demanda, parecen estar seleccionados de una gama de diseños muy reducida (Rocha, s.d.).

La moda es algo cultural, expresa el espíritu del tiempo porque es el uso o costumbre en boga durante cierto momento, siendo así, el modelo la forma ejemplar que se imita, por eso tal como lo dice Fabián:

La mayoría de gente lo que quiere es tener un tatuaje un piercing para sólo decir no estoy afuera, estoy ahí

Moda es lo que más se repite, porque es un mecanismo regulador de elecciones, realizadas en función de unos criterios de gusto. Moda sería lo actual o lo que está en vigor e interesa a una mayoría en un momento determinado. Aplicada a la indumentaria es aquel atuendo, estilo, prenda, color o complemento, que se lleva por parte del grupo socialmente más importante o hegemónico capaz de influir en los demás (s.d. En: http://es.wikipedia.org/wiki/Moda).

Sin embargo, muchos creen que no podemos hablar de tatuajes por moda, porque por definición los tatuajes duran para toda la vida y la moda no porque cambia continuamente con el tiempo. Por eso, muchos creen que hablar de tatuaje y moda es una paradoja: ya que el tatuaje perdura y la moda no  dura. Sin embargo, hay modas que duran 100 años, entonces ¿hasta dónde la moda es efímera?

Diego: Me gustan los tatuajes que no se vean mucho, que sean poco comerciales, más personales

 

Albana: Hay gente que se viene el verano y se quiere tatuar ya porque quiere tener el tatuaje en el hombro, para mí ese tatuaje es vacío, se lo hacen porque lo vieron en la tele o en las revistas. Cuando sea vieja no me voy a arrepentir porque me voy a acordar de una etapa de mi vida, me tatúo lo que me gusta, lo que signifique para mí una pasión, yo me tatúo por intereses personales, no por moda como los demás.

 

Pablo: Hay gente que sólo lo que quiere es estar tatuado, igual es valedero, hay veces que me pierdo de hacer tatuajes porque sé que cuando salga de acá, es un arrepentimiento seguro, me siento un poco responsable de eso y pierdo plata por eso a veces (…), son pocas las oportunidades en que puedo elaborar un diseño bien hecho, donde previo a una charla, diseñamos con el cliente lo que quiere y eso… pero son casos excepcionales o en una convención

 

Ernesto: Yo lo pienso más artísticamente al tatuaje, para mí, representa partes de mi vida, topes que represento en la piel, no quedarme con el tatuajecito chiquitito, me gusta un brazo entero, una espalda entera con un concepto, no necesariamente para que sea artístico tiene que ser grande, pero tatuajes re ínfimos, onda jugarte loco: hay que abarcar realmente el cuerpo, hay que jugarse a más, claro hay un tema monetario y el qué dirán. Lo que para mí no es artístico  es ponerte una pequeña letra porque es insulso, me gusta ver tatuajes abarcativos, enormes, conceptuales, esto es mi gusto personal, lo que me gusta a mí, todo bien con quien se hace tatuajes chiquitos, pero yo prefiero llevarlo a algo más, más compromiso, estoy cansado de las pibas ponele y los locos también con tatuajes futbolísticos, me embolan, y en las pibas me embola que se pongan un nombrecito, un delfincito, un tribalcito, todo bien… pero a mí me embolan, no es que critique pero opino

Debemos aclarar, que el hacerse un tatuaje de tipo “artístico” no equivale a darle  a éste un significado profundo y/o trascendental, ya que hay poseedores de éstos, que nos cuentan que ellos se los hacen con un fin estético, por ejemplo Emiliano nos cuenta:

Yo me tatúo por lo estético y me parece que todo el mundo también, lo que pasa, es que muchas veces, la gente le da un toque que no tiene, le buscan una razón más allá de lo estético, dicen que se tatuaron tal cosa por que se murió tal…y en realidad se tatuaron porque tenían ganas de tatuarse y nada más. Yo creo que la gente no se anima a decir que se tatúa por estética, por miedo a quedar como frívolos, pero yo, no lo veo así. Pero, aunque yo me tatúo por lo estético, creo que la gente tiene que conocer qué es lo que se tatúa, por ejemplo, si yo me tatúo una flor de Nueva Zelanda porque me gusta está bien, pero, a pesar de que para mí no tenga un significado más profundo que eso, debería al menos, saber qué es esa flor o qué significa para esa cultura, nada más, sólo al menos saber.

 

Menia: yo me tatúo por lo estético, porque me encantan como quedan si están bien hechos, yo me adorno el cuerpo y ta, el fin es estético, pero tampoco me hago cualquier cosa, tomo en cuenta lo que simbolizan las cosas, por ejemplo: me quería hacer un tatuaje clásico pero lo clásico son siempre calaveras y dagas atravesando calaveras y cosas así, y me hubiera gustado hacerme eso  pero me parece que simbolizan algo feo y tampoco voy a hacerme algo por estética que represente algo que no me guste, tengo en cuenta el concepto

Estos son dos ejemplos de perforadores que trabajan en las tiendas y locales, quienes a pesar de que se tatúan por estética tienden a conocer el significado de lo que se están haciendo.

El tema del tamaño se relaciona mucho con los tatuajes “artísticos”, aunque esto no quiere decir que para que sea artístico tenga que ser grande; pero, son casos excepcionales aquellos en los que los tatuajes pequeños llegan a ser “artísticos” o por lo menos en las manifestaciones que hoy en día tiene en Uruguay (ya que hay un gran estereotipo del tatuaje pequeño). Así es que, cuando el tatuaje es más grande, tiene de alguna manera “más chance” de ser “artístico”, pero no necesariamente; tal como nos lo decía Leonardo:

Estos tatuajes (los artísticos) se relacionan con el tamaño, que es directamente proporcional a la calidad del diseño, porque, cuanto más grande, más detalles podés hacer, pero, no es que sólo los grandes puedan expresar eso, lo que pasa, es que en general, los tatuajes grandes comprometen un poco más, nadie por ejemplo, se va a hacer una letra china en toda la espalda.

El tatuaje, sin duda, es una práctica dolorosa, como consecuencia de la penetración de tinta en la piel y parece ser que los poseedores de tatuajes “artísticos”, coinciden en gran medida, en la forma de concebir al dolor, como parte inevitable de este proceso. Hoy, sin embargo, en algunas tiendas, se ofrece la opción de evitar el dolor por medio de la aplicación de anestesia suministrada por un médico contratado especialmente para la ocasión; pero más allá de que exista esta posibilidad, ésta es una opción que solo una pequeña minoría parece utilizar.

Es que, de hecho, tal como lo señala Le Breton (2002), al tolerancia la dolor está ligada al tejido socio-cultural, ya que el dolor, no es un hecho producto de la respuesta de un nervio, sino el resultado del conflicto ente un estímulo y el individuo.

A través de los entrevistados, pudimos notar que la gran mayoría, concibe al dolor de alguna manera como un mal necesario, o como un medio para un fin, ya que a pesar de que la mayoría cree que un tatuaje sin dolor no tiene gracia, no es porque les guste en sí sentir el dolor, sino que es una instancia por la que se tiene que pasar.

Ernesto: Me embola loco, esa gente que me dice: ‘pá, loco me lo hago porque necesito sentir el dolor’, pá, me embola esa gente, me embola, onda, si vos me decís mirá yo te voy a hacer un tatuaje hoy pero no te va a doler, yo me lo hago, pero no me tomaría nada para eso, así que no me pondría anestesia, no me agrada el dolor pero es así

El dolor físico es una puerta de acceso al autoconocimiento, porque no hay nada más cerca de uno, más importante y más querible que el propio cuerpo (Liscano en Rev. Nosotros, 2004). Desde la psicología, esto puede ser visto como una acción en contra de uno mismo o autoagresión producida por una falla en la construcción del yo, que en este caso, trae como consecuencia la mutilación corporal, provocada por una patología o trastorno psicológico de la personalidad, correspondiente al desorden del anormal. (Rev. Nosotros, 2004).

Sin embargo, aquí concebimos al dolor como un modo, tal vez, de concientizarse de lo que uno está haciendo, pues involucra una decisión para toda la vida. Es una forma de vivir el proceso y el momento en el que uno se da cuenta de que la tinta está entrando en el cuerpo, es un modo de presenciar ese momento: no se trata de pegar figuritas que queden para toda la vida, sino, de sellar y estampar diseños que perdurarán en la piel.

Albana: No me pondría anestesia porque no sé… no da, pierde la gracia, tampoco es que me tatué porque me encanta el dolor, pero parte del tatuaje, es también dar un pequeño sacrificio que uno hace por tenerlo, no tengo bien las palabras para decirlo, pero es más o menos eso, tenés que ganártelo, hay zonas que duelen más hay zonas que duelen menos, pero siempre duele, más después de las 4 o 5 horas donde todo el rato te duele, te duele, te duele, te  duele más, te duele, duele zarpado ja, ja, al que le guste no sé… aguántate

 

Pablo: no me pondría anestesia, además el dolor es relativo para cada persona

 

Leonardo: A medida que te lo vas haciendo se va haciendo cada vez más tuyo, el desarrollo está re bueno, ir a las sesiones y eso, imaginate que te pongan anestesia general y te hagan el diseño que vos querías, no está bueno, tenés que estar en el proceso, el desarrollo está re bueno, es si no como que te quitaron algo, no sé, es importante, y eso no se aplica en la letra china y esas cosas no se mencionan con esa persona que está en un escalón más abajo

Sin embargo, hay otros que rompieron de alguna manera con el discurso esperado, nos referimos a gente que trabaja en las tiendas de tatuajes (pero no como tatuadores), quienes forman la excepción a esto que venimos comentando:

Mónica: Para mí el dolor está salado, yo ahora después de todos los tatuajes que tengo me pondría anestesia si fuera fácil de colocar, estoy podrida de los dolores, antes, en los primeros tatuajes no, hoy sólo quiero un tatuaje, sólo quiero el fin, si viene un extraterrestre y me lo hace lo prefiero jaja (…) yo no lo llamaría al tatuaje moda, porque es algo que siempre existió, para mí no importa si todo el mundo se hace algo, yo igual si me lo quiero hacer me lo hago

 

Ignacio: si querés tatuarte tenés que pasar por el dolor, si te gusta te lo tenés que bancar, estaría bueno poner anestesia, pero si no sos médico no podés, yo lo preferiría, porque a mí los tatuajes me dolieron mucho, yo no soy muy aguantador

Otra cosa que suele caracterizar al tatuaje de índole “artístico” y que lo diferencia del tatuaje “comercial”, es el tema de la elección de con quién se van a tatuar. En cuanto a eso, hemos observado que para los primeros, ésta no es una decisión fácil de tomar, involucra toda una investigación en función del tipo de diseño que se quieran hacer, en relación con la especialidad o el “punto fuerte” de cada tatuador en particular. Otras muchas veces, no toman la decisión de con quién hacerlo en función de eso, sino por lazos de afinidad o amistad. También existe la fidelidad a un determinado artista y por eso todo tatuaje que se hagan se lo harán con el mismo que le hizo los demás.

Mientras que por otro lado, los interesados en tatuajes “comerciales”, toman esta decisión más a la ligera. No hacen todo un recorrido por las tiendas para conocer cómo trabajan los distintos tatuadores y en función de eso elegir con quién se lo harán, sino que, en estos casos, cuando éstos realizan un recorrido por cada local, suele ser para averiguar precios y buscar el más barato, más que para buscar higiene y calidad.

Es muy representativo el hecho de que, a lo largo del trabajo de campo en nuestras visitas a cada local, presenciamos justamente ésto que algunos tatuadores nos quieren manifestar; por ejemplo, en un momento dado, en una de las tiendas, entró un cliente diciendo que se quería tatuar.

Muy amablemente el tatuador le preguntó:

- ¿Qué te querés hacer?

- No, sé no se, no vi nada

El tatuador, ofreciendo catálogos y revistas, y para saber qué tipo ofrecerle, preguntó:

-¿Qué es, más o menos, lo que te querés hacer?

-No sé, algo en el brazo

-¿Hasta dónde te lo querés hacer?

-hasta $450.

Mientras que, obviamente lo que el tatuador le preguntaba, era haciendo referencia al tamaño, y después por ello me decía:

Pablo: ojalá que la gente se empiece a educar un poco más en cuanto a esto y que, en vez de salir a buscar precios, salgan a buscar más calidad

A la hora de tatuarse, el precio no debería ser lo que determine la elección del tatuaje. Todos los tatuadores recomiendan en este sentido, que si se quieren hacer algo y no alcanza la plata, lo mejor que se puede hacer es esperar, ahorrar y después hacerse eso que se quería, sin limitarse con algo que con el paso del tiempo será secundario, pero que habrá limitado el tatuaje que por siempre se llevará.

7. EXISTE MÁS TATUAJE “COMETRCIAL” QUE “ARTÍSTICO”, ¿POR QUÉ?

Hoy, la mayoría de los tatuadores parece estar de acuerdo en que en su público predomina el tatuaje que, en base a lo que venimos definiendo, llamaríamos “comercial”; de hecho, Gonzalo nos cuenta lo siguiente:

Hoy en día estoy tatuando la misma mierda de siempre, lo de siempre pedorreadas, cositas chiquitas; boludeces pequeñas, diseños repetidos…nada bueno en general (Gonzalo)

Y a decir verdad, no es difícil darse cuenta cuál es la realidad que predomina en cada local. A nivel general, si uno se queda en las tiendas de tatuajes por una tarde, o por un rato, es fácil ver cuáles son las demandas del público que, cotidianamente, no van más allá de pequeños diseños, donde predominan ampliamente las letras chinas y pequeños tribales, diseños que caracterizan plenamente lo que definimos hasta ahora como tatuaje “comercial”.

Julio (tatuador): Hoy el tatuaje es pura moda por más que no me guste es así

Emiliano, por ejemplo, nos contaba que para él, si hay que hablar de porcentajes, se anima a decir que sólo el 2% del tatuaje en Uruguay es “artístico”, todo el resto (es decir el 98%) sería “comercial”; para él, para que un tatuaje pueda ser asociado al arte, debe ser totalmente innovador, debe involucrar creación, y desde su perspectiva, hay pocos tatuajes en nuestro país que cumplan con esas características.

Sin embargo, no debemos pensar que en todas las tiendas la situación es exactamente igual, de hecho Leonardo perece mostrarse como una excepción:

Yo creo que la gente hoy por hoy pide cosas más interesantes, tal vez sea porque nosotros tenemos miles de diseños estándar en los catálogos que no se tocan hace un montón, es que nosotros, nos venimos del centro para trabajar diferente, quisimos trabajar de otra manera, pero no sé si es un cambio que se está dando a nivel general, pero me siento privilegiado (…) .El tatuaje está creciendo, lento pero creciendo, en mi caso me estoy sintiendo más realizado como artista, porque la gente está siendo más exigente en los diseños, hace varios años que no viene nadie y me dice ‘me quiero tatuar ya por favor’ y eso pasaba mucho , que no saben ni qué se quieren tatuar pero se quieren tatuar ya; hace un tiempo, vino uno diciéndome: ‘me quiero tatuar ya así no más te lo digo’, y yo le dije: ‘yo no hago tatuajes así no más’. Esas cosas yo las dejé de ver, porque yo no lo hago, porque yo exhorto a eso, exhorto a que se piense un poco más y a que le den al tatuaje el valor que debe tener, o el que tiene para mí.

Este hecho de que predomine ampliamente el tatuaje “comercial” por sobre el “artístico”, hace que muchos tatuadores sientan que su habilidad y destreza para crear, esté, a nivel general, poco estimulada.

Muchos de los tatuadores con los que hemos entrado en contacto, parecen ser verdaderos expertos en cuanto a tatuajes se trata: saben dibujar, saben crear diseños en base a lo que uno quiere representar, muchos tienen conocimientos de arte, de cómo concebir un diseño en el cuerpo, de cómo conviene ponerlo en función de los movimientos de la piel, etc., etc. Sin embargo, éstos conocimientos en cuanto a cómo trabajar, son día a día dejados de lado, para activar al tatuador que calca diseños que los clientes eligen rápidamente en sus catálogos, como si se tratase de pegar pequeños pegotines con la particularidad de que durarán mucho más.

Damián: La mayoría de la gente se basa en lo estético y ve en los medios qué es lo que se quiere hacer, es una ola que se vino y el que tiene, tiene  y me lo tengo que hacer, yo veo al tatuaje más artístico y que se pueden hacer mejores cosas, además, hacerse un buen tatuaje, lleva mucho tiempo, la gente viene se quiere tatuar ya, y si vos no podés, se van a cualquier otro lugar, sin importarles la higiene por ejemplo

 

Albana: a nivel popular se ven sólo cosas chicas, la mayoría de los tatuajes no me gustan porque te das cuenta que son cosas de catálogo, jamás me haría un tatuaje de esa forma, tienen falta de personalidad, yo para hacerme un tatuaje me tengo que sentir identificada.

 

Martín: los tatuados son unos pichis que nunca quieren pagar tatuajes y hacen que el tatuaje no avance en Uruguay, porque no quieren pagar nada

Pero, ¿por qué se da esta realidad? ¿Por qué, si los tatuadores son tan capaces de hacer diseños complejos, elaborados y personalizados, la gente viene a hacerse lo mismo que le pudiese hacer un tatuador sin experiencia? Y ante esto, ¿cómo se sienten los tatuadores al enfrentarse día a día frente a esta situación? ¿Será como pedirle al mejor chef que nos prepare simplemente un arroz? Es un ejemplo tonto, pero, que muestra lo absurdo de esta realidad… la que lleva, en general, a que los artistas no puedan expresar ni plasmar su capacidad, su habilidad. Razón por la cual muchos tatuadores utilizan las convenciones para hacer, tal como nos dicen, “buenos laburos”, cosas que generalmente no se presentan en el local. Lo cual hace, así mismo, que no los puedan cobrar, o que los hagan más baratos por la sola satisfacción de haberlos llevado a cabo, o como muchos decían “por amor al arte”.

 Sin embargo, más allá de todo lo que venimos diciendo hasta el momento, no debemos “caer en la desgracia” de pensar que todo tatuaje “comercial” cae en tanta banalidad; de hecho, muchas veces nuestros esquemas se rompen al encontrar en las tiendas, demandantes de lo que llamaríamos hasta el momento tatuajes de tipo “comercial” pero que están cargados de significados, que tienen sentimiento y emociones pero que no muestran creatividad, ni muchos menos exclusividad. Es por eso que no los podríamos considerar “artísticos”, más allá del significado que tengan por detrás.                                                                                                         .    .            .            .          A modo de ejemplo, podemos relatar lo que se vio en una de las tiendas en la que estábamos una tarde haciendo trabajo de campo. Una familia se fue a tatuar: se trataba de un padre y su hijo. Ambos se hicieron el mismo dibujo en el omóplato, una iguana de aproximadamente 5cm., con un diseño muy simple. Al hablar con el padre, parecía estar muy contento y emocionado por hacerse lo mismo que su hijo, significaba mucho para ambos, ya que, según nos contaban, se llevaban muy bien y por eso lo hicieron; tatuaje que habían elegido en el momento tras hojear un catálogo.    

El por qué de esta situación es un tema muy complejo y nada sencillo de explicar; uno de los informantes nos decía que, tal vez, sea porque la gente no está dispuesta a “jugársela”. Hacerse un tatuaje grande, personalizado, es arriesgarse mucho más, primero por la repercusión que éste puede tener en la sociedad: lo que está más a la moda y lo que la mayoría se hace es algo que seguro va a gustar. Hacerse un tatuaje “artístico”, involucra de alguna manera, una decisión más importante y una dedicación que va mucho más allá. A la gente, además, le da miedo tomar grandes decisiones para toda la vida, que duren para siempre. Es muy gráfico lo que uno de los informantes nos decía frente a la típica pregunta, que todos hacen cuando contás que te hiciste un tatuaje, o que te vas a tatuar, en cuanto al posible futuro arrepentimiento. Frente a esto nos decía:

La gente tiene hijos y no lo piensa muchas veces dos veces, y eso es para toda la vida y es más importante aún, y no sale todo el mundo a decirte ah te vas a arrepentir y qué sé yo, eso es más importante y ahí no te dicen nada…

Sin embargo, más allá de la realidad que aquí estamos reflejando, hay tatuadores que creen que este tipo de tatuajes, que abundan hoy en Uruguay, no está nada mal. Nelson, por ejemplo, nos cuenta que:

Al tatuaje en el Uruguay lo veo hermoso, sí hay propuestas que me gustan más, los grandes por ejemplo, pero yo, en todos los tatuajes puedo expresar arte, porque aunque calques y lo  hagas, siempre tienen tu toque personal

Gente como Israel, que define al tatuaje como su trabajo, no tiene problema en que hoy el tatuaje sea más que nada “comercial”:

Yo al tatuaje hoy lo miro desde el negocio, porque yo vivo de eso, es mi trabajo, pero eso del arte y todo eso, me parece medio boludez, para mí, es un trabajo, no creo que seas flor de artista porque seas tatuador, una letra china no es arte es un tatuaje

Además, frente a eso, cabe destacar que la mayoría de los tatuadores te dicen que lo que más les da plata es ese tipo de tatuajes, que hacen rápidamente y que no les complican la cabeza; es así que, desde el punto de vista del negocio, esta realidad tiene algo que aportar.

Ante todo este análisis, hay quienes creen que no debemos juzgar a aquellos que optan por el tatuaje de tipo “comercial”, ya que se trata de gustos, y como dice el dicho, “sobre gustos no hay nada escrito”, por eso Menia nos dice:

Yo no creo que haya que discriminar al que se hace lo que se hace todo el mundo, es un gusto, no es mejor ni peor que otro. 

Es que, justamente, estamos de acuerdo con esto de que no se trata de criticar, ni mucho menos de discriminar, sino que simplemente, se trata de opiniones y percepciones de aquellos que están insertos e inmersos en el mundo del tatuaje y que visión tienen, de éste en el Montevideo actual.

8. TATUADORES TATUADOS

A través de todo el trabajo de campo, en cuanto a los tatuadores uruguayos, hay principalmente dos cosas que a primera vista llaman la atención: no existen tatuadoras, es decir, mujeres que realicen tatuajes (al menos a nivel comercial, ya que la presencia de éstas en los locales suele ser para perforar) y el otro punto a destacar, es que no existen tatuadores sin tatuajes. Es sobre éste punto que nos detendremos en este capítulo; tal como nos lo comentaba uno de los sujetos pesquisados:

Guzmán: No existen tatuadores no tatuados en el mundo, porque por algo arrancas con eso, es generalmente porque te gusta, no es un rubro que la gente elija estando deslindado del tema, es más, estaría buenísimo conocer un tatuador sin tatuajes sería rarísimo, sería increíble (risas).

En cuanto al tema de los tatuadores tatuados, algo resulta muy “histórico”, por llamarlo de alguna manera: los tatuadores llevan en sus cuerpos la historia del tatuaje en el Uruguay.                                                                                    .  .    . .       .     .              .          

Recordemos que los tatuadores que existen hoy en día en Uruguay corresponden a la primera generación. Esto hace que ellos, en sus cuerpos, tengan registrada, de forma perenne, tinta de tatuajes que se realizaron de pequeños, en aquellos lejanos momentos en que se comenzaron a contactar con este mundo.                                                     .  

Como consecuencia, podríamos decir que estos sujetos fueron “conejillos de indias”: en sus cuerpos podemos observar tatuajes pertenecientes a la época del inicio del tatuaje en nuestro país. Por ello suelen ser en su mayoría, “caseros”; con esto nos referimos a que fueron ejecutados (y en un gran porcentaje autoejecutados) con máquinas que ellos mismos elaboraban, a través de un motorcito, tinta china y un par de agujas de coser.                                                                                         .     .         .       

Esto no significa que estos tatuadores tengan en todo el cuerpo tatuajes de esta índole; sino más bien, lo que estamos tratando de decir, es que los tatuadores actuales (en su gran mayoría) se hicieron su primer o sus primeros tatuajes a través de este método. Muchos de ellos han optado hoy por cubrirlos, ocultarlos y taparlos con otro tatuaje por encima, técnica conocida como “cover up”; sin embargo otros han preferido conservarlos, dado que, por más que en cuanto a lo estético ya no les gusten, tienen tanto significado, están cargados de tantos recuerdos, tienen tanta memoria que los prefieren así mismo conservar.                                                        .   .                                        .        

En cuanto a esto, algunas cuestiones resultan ser un tanto cómicas, ya que estos tatuajes caseros, a los que nos referimos que tienen los tatuadores, se los realizaron aproximadamente a los 15 años, edad en que el cuerpo no se ha terminado de desarrollar. Como consecuencia, los tatuajes practicados en ese entonces se han modificado a la par de lo que se modifica el cuerpo, hasta culminar su proceso de crecimiento a los 21 años. En un caso encontramos un tatuador quien, con una sonrisa, nos decía en uno de los encuentros que tuvimos:

Leonardo: todos tenemos algo que tapar, todos tapamos alguna cosa, existe también entre nosotros, entre algunos artistas y amigos  que saben un poco, el hablar sobre ellos, cada uno tiene un tatuaje o tuvo una cosa que es hasta graciosa, viste,  que se lo identifica y se lo conoce y hay gente que casi no se lo quiere sacar por ese efecto, yo por ejemplo, tengo éste, que es un diseño hecho a mano, que lo hice en la muñeca cuando tenía 14 o 15 años, se corrió pila, porque la piel, al crecer, si te hiciste un tatuaje de muy chico, se mueve, tengo algunas cosas más y otros que tapé, pero éste es el que vos decís ta! no me lo puedo sacar, ya que el tatuaje va más allá, siempre va más allá

El tema de este tatuaje del que nos habla Leonardo, es que hoy en día, en vez de estar en la muñeca (zona del cuerpo en la que originalmente se lo hizo), está aproximadamente 10 cm. por arriba de ella. Vemos también, a través de lo que nos contaba, que entre amigos tatuadores o tatuados que empezaron a tatuarse por aquellos tiempos, hablar de sus tatuajes caseros es un tema de risas, es una forma de añorar/recordar viejos momentos.                                                                                          .    .           

O, como nos contaba otro de los tatuadores:

Gustavo: yo no tengo buenos tatuajes porque pertenezco a la vieja escuela, soy de los primeros (como el resto de los tatuadores) que se empezó a tatuar y bueno…

Pero, en realidad, no pasó mucho tiempo hasta que los principiantes tatuadores, de hace entre 20 y 15 años, abandonaran estas máquinas autoelaboradas, para comprarse las profesionales, con tinta para tatuar. Comenzaron así a mejorar la calidad de sus trabajos y las condiciones higiénicas de cómo se deben realizar.   

Hoy en día, tienen tatuajes que sí les gustan desde un punto de vista técnico, porque se han seguido tatuando. Así es que en sus cuerpos, quedó registrada la historia del tatuaje en Uruguay: desde los tatuajes caseros, luego los primeros hechos de una forma más profesional, hasta los que se realizan hoy en día, con las técnicas más avanzadas y con tatuadores reconocidos, algunos incluso a nivel internacional. Todo un proceso que se puede observar en la piel de estos pioneros del tatuaje en Uruguay.

9. TATUADORES COMO ARTISTAS; LA PIEL ¿UN LIENZO COMPLICADO?

A lo largo de todos los encuentros que tuvimos con los tatuadores, hubo una pregunta recurrente: si se consideraban artistas. Todos nos dijeron que “sí”. Estamos, de esta manera, ante artistas que trabajan y plasman sus ideas sobre el cuerpo de los demás. Ahora bien, ¿estamos frente a un arte peculiar por tener la particularidad de trabajar sobre la piel de la gente? Muchos, frente a esto, nos dirán que, de hecho, éste no es el único arte que trabaja sobre el cuerpo humano. El body art, se expresa por medio de diferentes técnicas como podría ser el body paint, el maquillaje y/o el peinado (para quienes los conciben como expresiones artísticas); pero, sin duda, éstos y otros ejemplos, no tienen carácter permanente sobre el cuerpo y por ende los “modelos” dejarán en muchos casos, que el artista se exprese con total libertad, ya que, después de eso, se puede “dar un paso atrás”, ya sea sacándose la pintura, el maquillaje, el peinado, etc.  

Sin embargo, cuando de tatuajes se trata: no existe caducidad. Su carácter perenne no se puede desprender de quien lo lleve “puesto”, porque es una marca imborrable, una decisión de por vida y por tanto, no siempre fácil de tomar.                        .   

Esta trascendentalidad del tatuaje como obra de arte, hace que a menudo no sea tarea sencilla que el artista-tatuador trabaje sobre el lienzo en donde plasma sus ideas, porque se trata sin más ni menos, que del cuerpo de otro, en el que dicha obra estará por siempre.

Entonces, los tatuadores como artistas, ¿trabajan con un lienzo complicado?. Sin duda; aquí los artistas deben de algún modo “mediar” su arte con aquel que lo va a llevar. Pero ¿cómo se logra esto? Los mecanismos de trabajo en este sentido, varían tanto, como cantidad de tatuadores existan.                                                                    .      .         

Pero para ir avanzando en el tema, nos es útil comentar una charla que tuvimos con personas tatuadas. En una tarde (en la que hablábamos justamente sobre tatuajes), nos comentaban de un tatuador en particular que solía molestarse muchas veces con quienes iban a tatuarse a su local (vale aclarar que para este capítulo estaríamos dejando de lado lo que consideramos tatuaje “comercial” y sólo nos referiremos a los tatuados que portan tatuajes “artísticos”). Según ellos,  él tiene una concepción tan artística en su cabeza, que siente de alguna manera, que cuando alguien va a tatuarse lo limita.                                           .           

Primero lo limitan al decirle en qué lugar del cuerpo se quieren tatuar; segundo lo limitan con características puntuales, ya que no van y le piden “quiero un diseño de tal motivo…”, sino que además, tienen el “atrevimiento” de decirle cómo quiere que sea, “que quiero que tenga tal cosa y no tal otra”; cuando en realidad, es muy probable que no sepan nada de arte, ni de cómo plasmar tatuajes en la piel. Entonces, desde esta perspectiva, dicen cosas que le molestan, que entorpecen sus ideas, creatividad e imaginación. Tercero, está el tema del dolor: cuando tatúa diseños grandes, la gente después de varias horas, le pide para parar, pero si él está inspirado con el diseño, lo peor que le puede pasar es que lo corten.

Hablando de su concepción artística, merece la pena destacar lo que este tatuador nos contaba (diciendo: “esto lo tienen que poner en el trabajo”) acerca del procedimiento para comenzar a tatuar un diseño grande, en el que se tiene que involucrar: necesita ambientar el espacio físico con música (que preferentemente se relacione con el tema que va a tatuar), así como inciensos, elementos que lo ayuden a relajarse y a mimetizarse de alguna manera con el tatuaje que debe realizar. Así mismo, cabe consignar que estábamos en el estudio que él se había armado en su casa, para, según nos decía, hacer buenos laburos, grandes, con gente de confianza y trabajar más cómodos que en el local.                                                                                                              .        

De hecho, a lo largo de la realización del tatuaje (que comentábamos en el segundo capítulo) practicado como observación participante, que fue realizado justamente por éste tatuador, uno se sentía realmente como un cuadro al que pintaban. Nos encontrábamos en el estudio que él se había hecho en su casa. Era un verdadero atelier: un lugar cómodo, práctico (y por ende no estrictamente ordenado), iluminado, lleno de cuadros pintados por él mismo donde diseña los tatuajes que en un futuro le gustaría realizar; incluso podemos acotar que durante el tatuaje en un momento, en broma, le dije “cuidado, es mi piel” y él me respondió “para mí es una tela”.

Con respecto a las limitaciones, que anteriormente mencionamos, luego de realizado el tatuaje me di cuenta de que lo había limitado. Mi idea en principio, era hacerme un tatuaje a colores sobre los Masai (grupo de África Oriental), él me recomendó que en esta oportunidad, dejara los colores a un lado y que lo haga en negro con sombras y un poco de rojo. Arreglamos que sí me lo haría en tonos grises pero sin rojo, cosa que hasta el día de hoy (en la que ya entablamos una buena relación) me sigue de alguna manera “reprochando”. Es así que en una segunda instancia, en que volví a realizarme un tatuaje con él, decidí darle mayor libertad, darle la idea de lo que me quería hacer, pero sin decir nada más.

No es que uno por ello se deba “entregar” al tatuador para que haga lo que quiera, sino que en base a la confianza que ya me había inspirado (en parte por el tatuaje anterior) decidí que podía dejarlo con un poco más de libertad para crear.                                                                                                  

Pero en realidad, uno se pregunta hasta qué punto el tatuador como artista trabaja sobre un lienzo complicado (por tener que mediar con quien se va a tatuar).En el mundo que vivimos hoy, la gran mayoría de las obras de arte generalmente se venden, es así que muchos artistas deben hacer sus obras de tal modo que sean “vendibles”, es un arte que se somete a las leyes de mercado. Por ello tal vez, a veces deben hacer cosas que a los demás les gusten para poder venderlas y a través de ello subsistir.   

Ahora bien,  ¿todos los artistas que buscan vender su arte deben sacrificar cosas del mismo en función de la venta? Ya que, así como el que se tatúa le gusta o quiere determinadas cosas que “entorpecen” el arte del tatuador, el que compra un cuadro por ejemplo, busca también algo que le guste o quiera y ahí el pintor tendría el mismo “entorpecedor” que el tatuador. Es así que, desde este punto de vista, el tatuado es un obstáculo que se le presenta al artista y que éste debe superar.                                         . .        

Frente a esto, los tatuados lo único que deben hacer es reflexionar, en el sentido de que si se van a hacer un tatuaje “artístico”, deberían dejarle al tatuador el margen más amplio posible de libertad, para que pueda explayarse y en base a su experiencia, ver qué nos puede llegar a recomendar. Con esto no estamos diciendo que debemos entregarnos al tatuador con ojos cerrados, todos sabemos que se trata de algo que uno llevará consigo para toda la vida, eso sería demasiado pedir. Pero lo que sí se puede hacer, es tratar de concebir al tatuador como un artista experto en el tema y por ende debemos dejarlo que trabaje con mayor libertad.

Más allá de que todo lo que acabamos de expresar tiene un gran reflejo en la realidad y en la concepción de los artistas-tatuadores sobre los tatuados, no debemos ser tan extremos, no siempre el tatuador ve tan negativamente al tatuado, muchas veces éstos, les dan la libertad que aquellos necesitan. También muchas veces cuando gustan de los trabajos de ese tatuador, se dan casos en los que les piden que les hagan lo que quieran (sin dar ningún tema ni ninguna indicación); pero también, muchas otras veces los tatuadores, cuentan que esta particularidad de este arte les agrada, porque tienen que charlar con la gente, escuchar sus ideas y ver en base a eso qué pueden hacer. Por ejemplo Leonardo nos dice al respecto:

No es negativo porque inclusive, el proceso de mediar con una persona está bueno, el que sabe es el artista, en cuanto a los diseños y eso, el tatuado puede tener conocimientos o estar muy seguro de lo que quiere, pero esa mediación, esa negociación que puede llegar a haber, es interesante, porque, no sólo estás interactuando con un diseño, sino con esa persona, siempre que se trate de un diseño que lo permita, que tenga un proceso de creación, un desarrollo, un diseño que cueste y sobre el que se tenga que investigar y eso, con una letra china, esto no pasa por ejemplo. A mí, me gusta mucho por ejemplo trabajar en base a un concepto de diseño, en base a frases, que es diseñar desde nada, una frase, un concepto de vida, que con un poco de libertad saco un diseño que va a estar de más.

10. TATUAJE, ¿UNA NUEVA FORMA DE PRAGMÁTICA?

“Escribimos sobre el cuerpo y el tiempo nos marca indeleblemente, haciendo de nuestra piel el pergamino en el que se resume nuestra vida. Es una escritura cargada de memoria, absolutamente simbólica y que sólo se descifra desde la primera persona, monólogos que conforman un sólo libro que es nuestra biografía. Sobre la piel escribimos incesante y repetidamente: sí, he vivido. Cada arruga, cada marca, cada cicatriz, es el resumen de un momento, de una relación, del placer y del dolor que se centran primero y especialmente sobre la pura superficie de nosotros mismos, sobre nuestra piel. Las cicatrices de un accidente quedan en la memoria, pero quedan también sobre la piel; las marcas de las operaciones; el dolor y las tensiones que se traducen en arrugas… es la vida la que va escribiendo sobre nosotros y nosotros solamente vamos interpretando el único papel de vivir” (Olivares, Rosa).

Cuando éramos pequeños, nos escribíamos sobre el dorso de las manos los teléfonos de los amigos, los recados, para que no se nos olvidaran. Escribíamos sobre los pupitres, sobre las cortezas de los árboles y, por supuesto, sobre la piel de nuestros brazos, los nombres de los más queridos, de los más deseados. Escribíamos con tinta. El tiempo, el agua y jabón, borraban las huellas, convirtiendo en manchas borrosas las obsesiones que parecieron eternas. Pero, en esos momentos, la piel, nuestra piel, se convertía en el libro de nuestras necesidades, en un diario frágil y perecedero (Olivares, Rosa, s.d.).

La Pragmática, es un subcampo de la lingüística, también estudiado por la filosofía del lenguaje, que se refiere al estudio del modo en que el contexto influye en la interpretación del significado. El contexto, debe entenderse como situación, ya que puede incluir cualquier aspecto extralingüístico. La Pragmática, toma en consideración los factores extralingüísticos que determinan el uso del lenguaje, esto es, todos aquellos factores a los que no se hace referencia en un estudio puramente gramatical (s.d. En: http://es.wikipedia.org/wiki/Pragm%C3%A1tica).

El cuerpo puede, entonces, ser visto como un texto cultural que simboliza. Los cuerpos hablan y son hablados, expresan características de sus portadores más allá de su voluntad. “El cuerpo, entonces, funciona como un lenguaje que no puede no comunicar” (Urresti, 1999:72), así, la experiencia cotidiana se da en base al valor simbólico diferencial de los distintos atributos corporales.

El cuerpo es el soporte material en el que se manifiesta la historia de un sujeto, es el resultado de un proceso de incorporación (Urresti, 1999), todos tenemos marcas sobre nuestro cuerpo, señales en nuestra memoria que marcan nuestras vidas.

Los sujetos elaboran su lugar en el mundo de la vida social y se diferencian respecto de los otros posibles; se elaboran así los anclajes a partir de los cuales se reconocen a sí mismos, siendo el cuerpo uno de los vehículos privilegiados para eso “el cuerpo en términos culturales es el plano de la inscripción simbólica” (Urresti, 1999:75).

Los símbolos y diseños corporales son manifestaciones practicadas desde el Homo Sapiens Sapiens, que junto con el arte rupestre (pinturas en las cavernas), fueron una de las etapas del surgimiento de la escritura.

La misma, no se reduce a la trascripción de un lenguaje organizado, sino que también, incluye todo tipo de marca o símbolo que se grabe sobre la piel. La escritura, como forma de legitimizar la ley, también existió en sociedades prehistóricas y/o protohistóricas, sólo que aquí, el material donde se escribe y cristaliza la norma, suele ser el propio cuerpo humano (Clastres, s.d.).

Decimos que el tatuaje es una forma de escritura ya que es la marca, es el documento de identificación social de la persona, sistema de referencia para las sociedades llamadas “analfabetas” (Menicocci, s.d.).

La marca social y cultural puede llevarse a cabo por medio de la escritura de lo colectivo en el propio cuerpo de los individuos (Le Breton, 2002). De esta manera, “se abre el concepto de escritura, incorporando las inscripciones corporales al mismo” (Guigou, 2005: 22) se establece de esta manera, la relación imagen-escritura como productora de discursos (Guigou, 2006).

 Pintura, tatuajes, maquillaje…en diferentes dimensiones, con lenguajes e idiomas diferentes, definen actitudes que se repiten en todas las culturas y en todas las épocas, aunque sean de formas diferentes (Olivares, Rosa, s.d.).

Los tatuajes ejercen la función simbólica del lenguaje, como lo dice Barthes (en Menicocci, s.d.) permiten a los hombres construir ideas, imágenes y obras, no bien sobrepasan los usos estrechamente relacionales del lenguaje. De hecho, todo símbolo es portador de significados y, de múltiples sentidos, emiten mensajes que deben ser interpretados (Rocha, s.d.). Es así que los tatuajes conforman narraciones.

Es desde esta perspectiva que podemos interpretar al tatuaje como un sistema de inscripciones corporales que expresan significados; sin embargo, autores como Baudrillard (En: Giménez Gatto, s.d.) creen que el mundo en que hoy vivimos, donde todo es explícitamente mostrado, donde nada queda para la ilusión por la saturación de imágenes que representan lo real, no tiene sentido intentar interpretar eso que ya revelan sus sentidos ante la simple mirada sin mayor dificultad.

En función de lo que acabamos de expresar, el tatuaje entonces, no puede ser interpretado; sin embargo, debemos pensarlo como una nueva modalidad de lectura que nos permite la interpretación del tatuaje en la piel desnuda de la imagen. Debemos así interpretar al tatuaje, como inscripción de sentido en la piel de la imagen, es un fenómeno epidérmico, cosmético y estético en los pliegues y repliegues de lo visible; esto es según Fabián Jiménez Gatto (s.d.) la adaptación que la hermenéutica critica debe hacer, frente a la posmoderna obscenidad de la imagen.

Entendemos así al cuerpo, como el instrumento de comunicación más inmediato, que expresa identidad en términos muy concretos, expresa cosas y no precisamente por medio del habla.

Decimos que el tatuaje es una forma de escritura ya que es la marca, es el documento de identificación perfecta que coincide con la persona. Estos signos separan al conformista del protestante, separa al signo particular del “normal”, donde el “normal” equivale a una página en blanco de un cuaderno (Menicocci, s.d.).

11. MOMENTOS DE REUNIÓN

Cada año, los tatuadores organizan eventos en los distintos países de todo el mundo en donde se reúnen para “sacar a luz” sus trabajos del año transcurrido, a modo de cumplir con distintas finalidades y así mismo, a modo de saciar distintos intereses y necesidades, que a ellos les surgen y que acarrean por todo un año de trabajo; nos referimos sin más ni menos a las convenciones nacionales de tatuajes.

Éstas, se caracterizan, a nivel internacional, por ser eventos extraordinarios, para muchos vividos como una fiesta, momentos excepcionales en la vida del tatuaje (lo cual incluye tanto a tatuadores, tatuados y también a la sociedad en general), ya que éste sale de su cotidianeidad. Es una ocasión en la que este mundo deja su vida diaria y rutinaria a un lado: del ruidito de máquinas que genera cada tienda, cada local, día a día en su interior, para juntarse todos y hacer un ruido ensordecedor, al comenzar todas las máquinas de un país a tatuar en conjunto, en simultáneo, a la misma vez, en vivo y en el mismo lugar.

Estos eventos son de 3 días, en donde los tatuadores de un país (pero también de la región) se juntan, para competir según categorías de clasificación que premian al mejor cover up, new school, tribal, tatuaje realista, el premio a la mejor espalda, etc. Así mismo, es una instancia utilizada también, para realizar shows con suspensiones (cuando se perforan distintas partes del cuerpo con “ganchos” para literalmente colgarse a través de cadenas), dar charlas, mostrar videos, etc.

En estas convenciones, lo que se busca, son objetivos tan diversos como gente que participa.

Por un lado, se encuentran los tatuadores, que en estas oportunidades, lo que buscan es mostrar sus mejores trabajos realizados durante el año, llevar un modelo con el cual trabajar en la ocasión con mayor libertad, así como también, propagandear su local y utilizar esta instancia como una estrategia de marketing; pero al mismo tiempo, para conocer el trabajo de los demás, ver en qué andan los otros tatuadores, qué tipo de cosas están realizando, en fin…ampliar y conocer el panorama de la situación del tatuaje en su país, en su localidad, poder ver y comparase, en función de cómo están trabajando los demás.

Siendo uno de los otros objetivos, el dar a conocer el tatuaje a nivel general, popular, para que toda la sociedad se anime a pasar por acá, a preguntar, a averiguar, a asesorarse, punto que es especialmente importante para el Uruguay, país en el que este fenómeno, no ha logrado desprenderse del estigma que tanto lo rodea, en su corta historia de duración. 

Leonardo: por el lado de la organización apuntamos a brindar un evento que rompa con todos los cánones del tatuaje, con lo mal visto que está, avocamos a mostrar que puede ser algo seguro, y eso en Europa no pasa, no es lo importante mostrar la seguridad, sino  la calidad de los artistas (…) y esto cambia con las convenciones porque hacen que alguien que nunca entraría a un estudio se acerque, son muy importantes y necesarias

Para el caso de los tatuados, esta es una instancia de reunión sin ninguna connotación de índole comercial, es un medio de mostrar sus tatuajes, de ver los tatuajes de los demás, de ahondar sobre el trabajo de los tatuadores en particular, de investigar con quién se harán el próximo tatuaje, de conocer gente tatuada, y, en ocasiones, por qué no, momento de participar como modelos y hacerse un tatuaje en vivo.

Mientras que para el público en general, que asiste a estos eventos y que no tiene tatuajes, es una instancia, como decíamos anteriormente, para que se asesoren sobre el tema, para que se animen a evacuar dudas, en una oportunidad especial, que abre las puertas a la sociedad en general.

Para el caso de nuestro país, las convenciones se realizan desde 1998, año en el cual se utilizó el local del I.N.J.U. (Instituto Nacional de la Juventud Uruguaya). Pero, al pasar el tiempo, éstas no se realizaron ni año tras año ni en el mismo lugar: la segunda Convención Nacional se realizó en 1999 y la tercera en el 2002 en el mismo lugar; la cuarta se llevó a cabo en el 2004 en A.F.E. (Administración de los Ferrocarriles del Estado) mientras que, la quinta y última se realizó en el Cine Plaza en el año 2005.

Pero ya en el 2006, no se realizó una Convención Nacional, sino un evento, de menor repercusión, que se dio a llamar Expo Tattoo, al cual recurrimos para investigar qué es lo que pasaba allí:

En 18 de Julio esquina Río Negro, un viernes 8 de setiembre en la mañana, comienza la exposición de tatuajes del Uruguay. El lugar de encuentro fue la galería Madrileña. Ésta tiene, prácticamente en su totalidad, locales alternativos, que apuntan a un público joven y moderno por las cosas que se venden allí (ya sea en cuanto a ropa, música y accesorios).

La segunda planta fue la usada por los tatuadores, tenía música alta, producida por DJ’S a modo de ambientar a los visitantes y de hecho, al subir la escalera uno sentía que entraba a un mundo distinto…

Esta es una exposición que según los tatuadores, fue diferente a las demás convenciones que se suelen realizar, dado que en esta oportunidad, no fue organizada por A.U.D.A.C. Así es que, de alguna manera, ellos parecían darle un poco menos importancia (entre otras cosas porque muchos se enteraron un día antes del evento).

Eran 10 los locales que presentaron sus trabajos, todos oriundos de nuestro país, para competir por los premios, competencia que atañe (según decían) a comparar la calidad de los diseños, así como también, la originalidad. También, es una oportunidad, como dicen ellos, de ponerse al tanto de los trabajos de los demás, dado que trabajan diariamente cada uno en sus locales de forma independiente. 

Con motivo de reunir datos para la investigación, aprovechamos esta instancia para hacer una breve pregunta a los tatuadores: ¿qué significa este tipo de instancias donde tienen la oportunidad de presentar sus trabajos al público en general? El sondeo incluyo 6 de los 10 tatuadores.

Entre los entrevistados, pudimos observar importantes aspectos en común, a la hora de responder dicha pregunta: se puede decir que todos estaban de acuerdo en que esa es una instancia especial, dado que les permite presentar sus trabajos del año, para mostrar la calidad de sus diseños y para competir y ver si han avanzado en sus tatuajes.

Es una instancia para compararse con los demás y conocer el nivel de los colegas; es para ellos una excelente oportunidad para deshacerse del estigma que acompaña al tatuaje desde hace varios años, ya que está abierto al público en general y  gente de todo tipo se anima a entrar; puede conocer así la oferta, preguntar precios, etc. Todos los entrevistados definieron explícitamente al tatuaje como un arte, un arte corporal o en piel.

Esta instancia para los tatuadores, no tiene un fin comercial ni económico, de hecho, suelen perder plata en estos días, porque deben cerrar sus locales, pagar el alquiler del stand, pero como uno de los informantes decía no ganás en plata pero ganás otras cosas…

Es algo bueno y fundamental porque promueve, la gente se informa, ve, conoce, no hay fin comercial, pierdo plata estando acá…

 

Es buenísimo por que en estos eventos convocás a la gente, se deja de lado un poco lo comercial como las letras chinas, acá venís con un modelo y le hacemos algo bueno. Siempre buscamos que quien se tatúa se haga algo único, que no quede igual al de otro, se busca exclusividad. Por medio de estos eventos, cambia más la visión del tatuaje, está menos estigmatizado, no es para ganar plata;  es por amor al arte

Sin embargo, más allá de que muchos tatuadores aprovecharon esta instancia, sabemos que no tiene la misma repercusión que una Convención Nacional. Pero, ¿por qué, si éstas se venían realizando, con el correr de los años no se hicieron más? Cabe destacar, además, el hecho de que este año (2007) tampoco se va a realizar una Convención Nacional, a lo sumo se hará otra exposición como la que acabamos de mencionar. Es a través de esta pregunta, que accederemos a conocer lo que hay por detrás de estos momentos de reunión y su compleja red entramada relacional.

El tema un poco está en las cuestiones que abocan a la organización de dicho evento, que por lo que sabemos, incluye un conjunto de sentimientos, intereses y modos encontrados de llevar a cabo un show de este tipo.

Tradicionalmente, la Convención Nacional, ha sido organizada por A.U.D.A.C., así es que el evento del 2006 no fue Convención porque, entre otras cosas, no fue realizada por esta Asociación.

Básicamente el Presidente, el Vicepresidente y el Secretario de la Asociación son los tatuadores que llevan a cabo estos eventos, los programan, organizan, planifican,  diagraman y llevan a cabo; trabajo que, según  ellos cuentan, involucra meses de trabajo, de tiempo, de dinero, una inversión en general que realizan voluntariamente y sin ningún pago que los retribuya, es más, según nos decían, ellos en realidad no sólo no ganan nada, sino que, incluso pierden en términos económicos. Todos ellos coincidieron en que, primero que nada, no es redituable porque pierden horas para tatuar y trabajar en sus negocios en los meses previos a la Convención y además ello les hace no poder disfrutar ni prepararse para la Convención en sí, ya que hasta el último día, están resolviendo cuestiones de último momento.

Leonardo (Secretario de A.U.D.A.C.): es un evento, es un show, es un medio poderoso para demostrar la calidad artística, ahí trabajamos completamente gratis para nosotros y para el resto;  yo no las disfruto, no tengo tiempo de preparar el stand ni de que quede bueno, siempre termino con un stand que no me gusta

Sin embargo, es de gran importancia destacar que, hasta aquí el problema no está presente, ya que, éstos tatuadores que trabajan voluntariamente, conocen de ante mano las contraindicaciones de organizar este tipo de eventos, y de hecho, el problema no está en ello:

Guzmán (Vicepresidente de A.U.D.A.C.): las convenciones son un hobbie, porque prácticamente siempre perdimos guita y tiempo y eso para mí es hobbie, ya que además de saber que pierdo económicamente haciéndolas, siempre hay ánimo para hacerlas de nuevo

                                                                   

 Leonardo: yo organizo las convenciones de acá porque es el evento más importante que hay en cuanto a tatuaje y el país, un país que hace convención está en el mundo del tatuaje

 Sin embargo, el conflicto surge cuando después de tanto sacrificio, después de tanto trabajo honorario por el bien de ellos mismos y de todos los demás, la satisfacción de haberlo hecho, de haber disfrutado la instancia, parece no llegar…y es justamente en este punto en el que el disgusto se hace notar.

No nos referimos particularmente al hecho de que los propios organizadores no se sientan satisfechos, sino al hecho general, de que parece ser que tampoco los demás pueden aprovecharla como realmente lo desearían y es acá, en donde entran en conflicto los tatuadores.

Esto ha traído como consecuencia, que muchos de los tatuadores decidan a priori no participar de ningún evento sea cual fuere sobre tatuajes en Uruguay, siendo muchas veces éstos, de los más reconocidos o renombrados en el ámbito incluso a nivel internacional.

Estas son las razones, en parte, por las que ya en el 2006 no hubo motivaciones para realizar, desde el mundo a la interna del tatuaje, una Convención Nacional, año en que se realizó entonces, una Expo Tattoo, exposición organizada por una persona ajena  a este mundo, para patrocinar su galería y darle el toque alternativo, perfil que ésta quiere lograr.

El hecho es que ahora, en esta exposición, no se presentaron evidentemente los tatuadores que ya no asistían a la Convención Nacional, sino que además, no se presentaron por ejemplo, algunos de los tatuadores que forman parte de la presidencia de A.U.D.A.C. y que por lo tanto organizaban las convenciones a nivel nacional.

Esto, sin duda es un hecho clave que denota conflicto, ya que si alguien organiza algo e invierte su tiempo y dinero en ello, es porque tiene la convicción de que éstas son instancias que el país debe lograr y el hecho de que no vayan no es que no les importe aprovechar esa oportunidad, sino que hay problemas más profundos por detrás.

Leonardo: este año no va a haber convención, yo a la Expo Tattoo ni fui, porque el que la organizó, para hacer la de él, habló de defectos de la nuestra y eso me hizo chocar un poco y no quise ni ir, además él, no sabe nada de tatuajes, está completamente ajeno

Todo este tema, se ha hecho notar explícitamente a lo largo de todo el trabajo de campo, ya que, a la hora de hablar sobre ello, uno se topaba con las respuestas más variadas, más sorpresivas, más inéditas, más inesperadas, sobre lo que podían llegar a contestar: tanto desde la perspectiva de tatuados y tatuadores uno se encontraba desde el rechazo, a la aprobación total, pasando entre medio por todos los matices y opiniones que uno se puede imaginar. Notándose así mismo, para el caso de los tatuadores, grandes problemas entre los colegas, de los cuales éstos, no se pueden desprender del ámbito profesional, aunque vengan desde lo personal.

Leandro: es un tema bastante jodido, yo peleé pila por levantar el tatuaje, sin ganar absolutamente nada, incluso perdiendo tiempo para trabajar acá en el local, logramos cosas, logramos que creciera pero a medida que crece aparecen conflictos, porque cuando crece, hay quienes  pueden ir a la par de ese crecimiento, pero otros no y eso genera conflicto; en la convención hay problemas con los concursos, porque acá los tatuadores se olvidan que es un show, yo jamás vi los concursos como una competencia en serio, es para el público, lo que pasa, es que también a algunos les molesta que los jueces se eligen más o menos ahí, no tenemos un plantel seleccionado previamente, deberíamos tener jueces que no estén involucrados en el evento, también te puede pasar que en las convenciones los jueces no te parezcan demasiado buenos, y eso es solo una opinión, es un criterio, después, en cuanto a la organización, no veo grandes problemas, tenemos ganas de darle un cierre a la Convención, hay un proyecto para el año que viene, pero si te digo hoy, te digo que no

A modo de reflejar la gran diversidad de formas de concebir estos eventos en el Uruguay, podemos recurrir a las distintas opiniones de los entrevistados, que a pesar de no ser tatuadores, están metidos muy por dentro en el mundo del tatuaje, por ser personas que trabajan en las tiendas, ya sea atendiendo o perforando en algún local:

Mónica: a las convenciones de acá de Uruguay no las considero convenciones, las considero … un encuentro de pichis, que no tienen idea de nada, pobres, no, también, están en el lugar en donde viven que no los deja conocer (…) aparte tienen ego sin conocer nada, solamente porque su entorno les dice “qué bueno que sos” y se conforman con eso, se piensan que eso es verdad y están compitiendo por eso, y hay mucha envidia y no hay apertura mental (…)por eso no me interesan, además la gente uruguaya es muy cerrada y en la del I.N.J.U. por ejemplo los de la facultad de Derecho que estaban enfrente, todo el rato preguntaban si dolió y después que fuiste a convenciones en el resto del mundo, donde no ves gente con la mente cerrada…(…) no me interesan, ni piso, no sirven para nada

 

Emiliano: me gusta ir si hay algo novedoso, si técnicamente va a mostrar algo nuevo, si viene gente de otro lugar. De repente, igual me doy una vuelta pero a la Expo Tattoo por ejemplo, ni fui, porque no iba a estar buena; generalmente voy a las convenciones porque compito con las perforaciones y entonces participo, pero si no, ni iría porque no me interesa ver gente con tatuajes, no me siento parte de ningún grupo por eso, ni siento que porque tenés tatuajes tenemos que ser amigos, ni que vamos a tener cosas en común.

 

Diego: sí voy porque es algo que lo tenés una vez al año acá en Uruguay y a veces no lo tenés y está bueno porque estás con gente de tu trabajo, gente que hace lo mismo que vos,  está bueno hablar con ellos, como tatuado, me gusta para ver cosas nuevas, porque en las convenciones no ves cosas que ves todos los días, en la calle no ves un rostro tatuado, ves un tribal, además conocés todos lo tatuadores, está bueno, por más que no esté trabajando en ese momento igual voy, no ves lo mismo que todos los días, ves otro tipo de laburos que está muy bueno.

 

Ignacio: en algún momento participamos, pero después dejamos de participar, hoy tampoco voy como tatuado, pero no porque no me guste ir, no voy porque estoy todo el día metido acá adentro con los tatuajes  y salir de acá y ver más tatuajes ah, me estresa inclusive los programas esos como los de tatuaje ink ni los miro porque es como estar trabajando, pero si no estuviese laburando acá iría (…); nosotros fuimos a dos y lo positivo y lo negativo lo hace la gente y hay gente que no sirve para nada y para ir a pasar mal, ni voy, a los colegas me refiero, con unos cuantos nosotros tenemos buena onda, pero con otros no hay nada de onda, y como aparte es muy concurso siempre hay problemas por los premios y  desde el punto de vista de marketing no sirve para nada como para ampliar el negocio, porque la gente que va a las convenciones es siempre la misma, son siempre los amigos de los tatuadores (…) pérdida de plata, pérdida de tiempo de descanso, y además las hacen cuando tenemos más laburo que estás a full en noviembre, si las hicieran en mayo, junio capás que no  perdés tiempo, como estás al pedo. Perdés plata, pagás stand, tenés que pagar flete, desarmar el local, armarlo allá, llevar catálogos, es un traslado… arrancás un viernes, te comés todo el viernes, todo el sábado, todo el domingo y el lunes tenés que estar acá, a esa altura, lo único que querés es tener un día de descanso para descansar la cabeza de la gente

Para el caso de los tatuadores, las opiniones también son profundamente variadas:

 

Danilo: sí, fui a varias, pero como no hay una buena organización dejamos de ir. El tema de la higiene del lugar, cómo se organiza, todo es un atraso, una cosa es ir a exponer el arte, dedicar tu tiempo y otra cosa es ir a perder el tiempo, como la vez en A.F.E. que se te cortaba la luz cada 2 minutos, hablamos de higiene trabajando en condiciones lamentables con el piso que es un asco y el baño un desastre, básicamente por eso no voy y me gustaría difundir bien lo que es el arte en base a una buena organización, trabajando en las condiciones de higiene que trabajo acá en el local, más allá de lo artístico. Más que una forma de popularizar es una forma de cocientizar, que además de todo, primero que nada, es una herida en el cuerpo que te puede traer una complicación, y después lo artístico, primero prefiero el tema de la higiene porque ¿de qué te sirve tener un tatuaje y tener hepatitis?, falta en las convenciones prestar atención en lo sanitario que es lo primordial para mí, porque es la salud de la gente, hoy no voy ni como tatuador ni como tatuado, no me interesa porque no parte de una base sana  

Nelson: participa el local pero no competimos desde el tatuaje, sólo en piercing, la verdad no sé porqué, el dueño del local lo prefiere así y bueno, cuando hay una convención me gusta ir a ver y observando aprender, sólo en una convención tatué a un modelo que llevé al que no se le cobró

 

José: en lo único que quería participar era en piercing porque en tatuaje no me interesó porque en el ambiente, si bien hay muchos amigos, hay mucha mierda y para darle margaritas a los cerdos y que se llenen la boca no participé, sí en piercing porque hice algo que nadie podía hacer, hice un corsé en la espalda y le encajé 12 aros a la mina en la espalda, sí mostré unos tatuajes, pero no competí, no volvería a la Expo Tattoo porque hubo tanta mala leche, por un lado estuvo bueno, porque con algunos que antes estaba todo mal hicimos un buen vínculo, la idea de éstas es abrirle un poco la cabeza a las personas, pero acá todavía falta

 

Pablo: en las convenciones trabajo con modelos y compito, diseño ahí y participo, ahí generalmente no cobrás o cobrás bastante más barato, para solventar los gastos mínimos y no tener pérdidas, es el lugar que tenés para mostrar tu laburo, ganar un premio, está bueno, además un trofeo a nivel marketing aumenta la clientela, es como ir a un dentista y cuantos más diplomas tenga mejor, es una boludez, pero es así, ahí no voy a trabajar sólo tatúo modelos, porque creo que comercialmente no son muy redituables, yo voy a ahí a crear, expreso ahí mi arte, porque me fluyen las ideas, me siento a veces en las convenciones a tatuar a alguien y no sé ni qué voy a hacer, pero algo va a pintar, ojalá que fueran más seguido, como tatuado si te interesa el tatuaje en sí, vas

Y en cuanto a la variedad de respuestas, los tatuados no fueron la excepción:

 

Fabián: reproducen como se mueve la gente, hay gente que va a caretear, hay gente que va de culto y a mí los cultos no me gustan a nada, no me gustan los juegos de rol, a nivel de los tatuadores está bien, ahí es el  negocio de ellos, esa es otra movida, yo te digo la gente que va a caretear, a las convenciones voy porque voy a acompañar, fui también a competir, voy más bien a  ayudar a Guzmán, porque es una manera de retribuirle porque es un amigo,  porque él me los hace de onda, y  le pone onda, nunca fui a una convención que no fuera Guzmán porque no tengo un interés específico en ir, no me cuelga nada, ojo si estamos caminado en la calle y me decís fa mirá una convención ¿entramos?, sí ¿cuánto sale $200? no ¿$30? Sí, dale vamos, no me interesa conocer la cabeza de los tatuadores

 

Ernesto: sí, voy en realidad porque estoy casi siempre en un stand presentando mi laburo con lo de la aerografía, pero si no voy a exponer, igual voy porque me atrae el tema, debe ser como aquel que le gustan los autos y hay una muestra de autos y va. Me atrae el mundo del tatuaje, el tatuaje en general, me gusta ver (…) es decir hay errores y hay cosas buenísimas, siempre hay cositas para mejorar, pero sólo voy un día, no voy los 3 por ejemplo, porque no hay mucho para hacer, pero ta conocés a todo el mundo

 

Alicia: voy siempre, me doy una vuelta para ver si me encuentro con alguien y me quedo hablando, igual no hay nada pa hacer y entonces nos damos una vuelta, vamos un rato, miramos un rato, porque también, vos llegás, mirás acá, mirás allá y ya está, volar no te querés volar porque de donde sea que te fuiste ya te fuiste y ya estás ahí, y ahí quedás parada como un banana corte acá estamos, estaría bueno que hicieran algo más, aparte hay cosas que se pueden hacer poniendo un poco de voluntad, pero yo entiendo a veces llevan bandas y ta, es también la organización de un toque, pero hay que pensar también que si vos pagás una entrada querés algo mejor,¿ voy a pagar $80 para ir a ver cómo se tatúa la gente? no. Tienen que buscar algo que la haga más activa para la persona que va

Sin embargo en ese punto, la organización, al menos en teoría, es algo que intenta contemplar, según comentaba por ejemplo uno de los organizadores:

Leonardo: en el caso de Europa la calidad del evento es baja, porque allá, alcanza con poner 5 o 6 artistas reconocidos tatuando en vivo, acá no, acá apuntamos a una calidad de evento para el público, tratamos de poner actividades como bandas, charlas, más opciones para el público, las convenciones hacen crecer al tatuaje, levanta la calidad de los artistas, la expectativa del público hacia los artistas

Resulta fácil observar que el tema de los eventos sobre el tatuaje en nuestro país es un tema muy controversial, con opiniones encontradas, problemas entre colegas, insatisfacción de parte del público, también insatisfacción de parte de los organizadores.

Tal vez sea consecuencia de una falta de comunicación, que no logre mediar los intereses y fines tan diversos de aquellos que forman parte directamente de estas instancias, que, tal como muchos lo han señalado, son momentos por los que el mundo del tatuaje luchó en este país, para ir haciéndose un espacio y mostrar lo que quieren mostrar, dejando de lado aquello que lo suele estigmatizar y con lo que la gente a nivel del sentido común lo tiende a asociar y asimilar.

Sin duda, este tema debe traer a la reflexión de los involucrados y no nos referimos con ello exclusivamente a aquellos que la organizan y ponen todo de sí para llevarlas a cabo; sino a todos, para que traten de buscar puntos en común, intereses afines y que en base a ello, se logre en futuras oportunidades, un evento mejor: que teniendo en cuenta lo que espera el grupo organizador, los tatuadores en general y el público en particular, se puedan contemplar los distintos objetivos y aprovechar una instancia de este tipo que bien sabemos que desde un principio no fue fácil de lograr.

Un camino provechoso, positivo y sumamente interesante sería, que aquellos que tienen críticas hacia los eventos anteriores, en vez de dejar de ir a las mismos por eso, opten por el camino de intentar mejorarlos en aquello que les parece que está mal, en fin… no es el objetivo de este trabajo buscar soluciones ni posibles remedios a este conflicto, sí plantearlo, mostrar los baches y qué es lo que buscan los distintos actores que participan de estos eventos; sería muy provechoso que estos obstáculos no terminen por derribar los espacios que el tatuaje va logrando en Uruguay, sino que por el contrario, se puedan superar y que de ellos se aprenda para poder ofrecer más, ya que tal como dice el dicho “lo que no te mata te fortalece”…

12. CONCLUSIONES 

A lo largo de este trabajo hemos mostrado al menos una faceta de lo que es el tatuaje para algunos sujetos de esta sociedad, a modo de entender cómo viven esta práctica que literalmente penetra en el cuerpo de los mismos y que hasta sus últimos días les acompañará. Fenómenos de este tipo resultan de sumo interés para la Antropología Social, que justamente busca conocer y reconocer estos espacios de subjetivación conformados (en este caso) en la compleja red de la urbe del Montevideo actual; ya que es tarea de la Antropología Social Urbana dar cuenta de la diversidad existente dentro de las poblaciones en la actualidad.

Luego de este gran recorrido sobre el tatuaje hemos visto que involucra a un grupo que conforma gran complejidad y que define sus propios criterios de identidad. Aunque claro es que, a través de esta instancia,  no se busca catalogar quiénes tienen tatuajes “artísticos” y quiénes llevan lo “comercial”, sino que el objetivo propuesto en esta oportunidad, fue dar a conocer la percepción de los sujetos que se han involucrado fuertemente con este modo de decoración corporal.

Hemos indagado sobre un fenómeno relativamente reciente en nuestra sociedad, nos topamos ante una primera generación de tatuados y tatuadores y esto nos lleva a preguntar: ¿Qué será del futuro del tatuaje en el Uruguay?

Frente a esta cuestión uno de los tatuadores nos decía que para él todo el mundo al llegar a cierta edad, se va a tatuar. Tal vez lleguemos a tal unanimidad, pero hasta ahora, el futuro que le depara a esta forma de alteración corporal, permanece incierto y deberemos esperar para ver qué pasará.

Hoy resulta extraño pensar en gente de la tercera edad con tatuajes. El tema justamente es que no existen, en la actualidad, referentes de tal edad que hayan optado por el tatuaje como un modo de decoración corporal; pero con el sólo correr de los años, sólo con el tiempo, podremos ver y observar padres tatuados, abuelos tatuados, momento en que por lo tanto el tatuaje se tendrá que reinsertar y reubicar en nuestra sociedad: si hoy esta práctica es llevada a cabo por muchos como una forma (directa/indirecta) de reivindicación social, el tatuaje deberá pasar por un proceso de resignificación para los futuros sujetos que la decidan adoptar. Dado que ¿dónde queda la rebeldía de una práctica que en pocos años ya no será tema de jóvenes y adolescentes nada más? ¿Qué pasará con el tatuaje si pierde su aspecto trasgresor, cuando nuestros padres estén tatuados, cuando nuestros tíos, abuelos y primos tengan tatuajes? ¿Qué valor pasará a tomar? Pues los sujetos que hoy han sido entrevistados, tendrán hijos y estos crecerán ante un hecho histórico: con padres tatuados en el Uruguay.

En base a este razonamiento podemos pensar que ya no se podrá usar como símbolo de diferenciación y búsqueda de alternativas a la realidad. Si esto es así, el tatuaje deberá ser llevado a cabo con alguna otra finalidad, deberá buscar nuevos significados…; sea como sea no es algo que aquí quisiéramos averiguar, no es algo que nos competa, más que un poco especular. Pero lo que sí sabemos, es que en unos pocos años estaremos viendo en nuestra ciudad gente de la tercera edad con tatuajes, hoy algo difícil y extraño de imaginar.

El tatuaje vino para quedarse, tal como se dice a nivel popular, se trata de algo adictivo: “te hacés uno y no parás” algo que efectivamente pudimos comprobar en esta instancia para el Uruguay.

A través del desarrollo que hemos compartido en el transcurso de este trabajo, pudimos conocer cómo apareció el tatuaje en la humanidad. De ahí que uno de los primeros capítulos se haya referido a la historia de este fenómeno a nivel mundial, para que luego de tal contextualización, podamos entender cómo esta práctica se insertó en los jóvenes actuales de nuestra sociedad, a modo de ver cómo éstos se identifican, cómo crean sentimientos de pertenencia en función de parámetros diferentes a los de los demás.

Hemos conocido una clasificación en que se subdivide al tatuaje por parte de algunos sujetos tatuados del Uruguay, cosa que según hemos observado, sólo sale a la luz en el discurso privado, pues sólo en este contexto lo pudimos notar. Sin duda concluimos que se trata de una forma de expresión con un alto grado de significación, una nueva forma de escritura en el Montevideo actual.

No ha sido tarea sencilla, a lo largo de toda la investigación, definir al tatuaje como fenómeno en su generalidad, pero más allá de la dificultad que hemos encontrado y que han encontrado los sujetos durante las entrevistas (por ejemplo cuando se les pedía como cierre que definieran al tatuaje en general), nos animamos a decir que se trata de una técnica practicada desde tiempos inciertos, que surgió en algún momento entre el 10.000 A.P. (correspondiente al surgimiento del arte rupestre) y el 5000 A.P. (primera evidencia prehistórica del tatuaje), que desde entonces ha tenido desarrollos independientes a lo largo de la humanidad, así como usos y variaciones de distinta índole y que se sigue usando aún hoy como un medio de expresión corporal.

La cuestión es que la piel tatuada es un nuevo personaje que envuelve al actor, un personaje que es suyo, que forma parte de él, pero que también actúa, que ocupa un lugar propio, que veremos cómo se transforma con el paso del tiempo y cómo se reinserta y resignifica en nuestro complejo entramado cultural.

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14. ANEXO

Utilizaremos esta sección para exponer las fotos de los tatuajes que tienen y/o que realizan los sujetos investigados a los que hemos hecho constantemente referencia a lo largo del presente trabajo.

Esto no significa que mostremos aquí todos los tatuajes de los entrevistados, ni los de todos los entrevistados (dado que algunos han preferido no hacerlo), así mismo como habrán algunas fotos de tatuajes que no son de sujetos pesquisados, a las que hemos accedido porque son trabajos que han hecho tatuadores que sí participaron como informantes de este proyecto y que consideramos igualmente valedero exponer aquí, ya que además cumplen con el requisito de ser tatuajes correspondientes al Montevideo actual.

Merece la pena destacar que se han privilegiado las fotos de los tatuajes que dentro del mundo nativo se consideran como tatuajes de tipo “artístico”.

Surgió a lo largo de toda la etnografía, la necesidad de poner en el trabajo las fotos, ya que no tiene sentido hablar del tatuaje sólo con palabras, como si las imágenes mismas de éstos no pudieran decirnos nada; integramos de esta manera la imagen-escritura para definir al discurso en un amplio sentido -etnografía del diseño-, nace así tal como lo plantea Barthes una historia de las miradas (en: Guigou, 2006).

Justamente en estos puntos se centra la Antropología Visual, que intenta acabar con la subsunción de la imagen a la palabra a modo de no reducir la imagen al signo, optamos así, por el decir-ver, ya que “la elección no es entre literatura escrita y medios audiovisuales. Es entre fuerzas creativas (en los medios audiovisuales así como en la literatura) y fuerzas de domesticación” (Deleuxe en: Guigou, 2001: s.d.).

1 Siendo actualmente los siguientes en Montevideo: Guzmán Tasende; Área 51; Callico Tatuajes; Elefante Tattoo; Luces y Sombras; Gráphica; Root Tattoo; Marley Tattoo; El danzante; Underwall; Alquimia; Juan Tattoo; Tanucuara; Cesar Tattoo; Maori Tattoo; Eduardo Sasia; Ander Skin; Tattoo Art; Rino Tattoo; Rose Tattoo; Dimensión y Tano Tattoo.

 

Fotos: Valentina Brena

Fotos: Valentina Brena

Fotos: Valentina Brena

 

Fotos: Valentina Brena

Fotos: Callico Tattoo

Fotos: Callico Tattoo

Fotos: Callico Tattoo

Fotos: Valentina Brena

Fotos: Valentina Brena

Fotos: Valentina Brena

Fotos: Valentina Brena

      

Fotos: Valentina Brena

Fotos: Callico Tattoo

Fotos: Rose Tattoo

Fotos: Rose Tattoo

Fotos: Rose Tattoo

Fotos: Rose Tattoo

Fotos: Rose Tattoo

Fotos: Rose Tattoo

Fotos: Valentina Brena

Fotos: Valentina Brena

Fotos: Callico Tattoo

Valentina Brena Torres

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