Carlos Brandy (Montevideo, 1923)

Una forma de aproximación a su singular obras poética es conocer su pensamiento, declarado en la entrevista ¿A dónde va la poesía? (Marcha, Montevideo, 29 de diciembre de 1961).

"Más que sobre sistemas político –sociales, nuestra gran problemática gira en torno a la ausencia de una filosofía humana. Y yendo más allá, aún, nos encontraremos con una moral envejecida, que ha dejado de ser auténticamente formativa, y sólo sirve para envenenar al hombre. El suicidio mortal comienza en los políticos, sigue por los hombres de ciencia, y llega hasta nosotros, transformados, también, en los grandes culpables por nuestra indiferencia. Tal vez todo provenga de nuestra sensación de inertes ante un mundo del cual se nos han escapado los controles, todo provenga de nuestra sensación de impotencia, y nuestro "laissez-faire", nuestro suicidio moral son la respuesta de ello.

Hoy, más que comunismo o capitalismo, importa la muerte atómica. Nos acosa por todas partes, mediata o inmediata. Y no sólo nuestra muerte infinitesimal, sino la de la especie entera. El hombre, un gran pobre vagando por la tierra, pide el derecho a la vida, el derecho a perpetuar su sangre infinita. Es que no hay paz, no hay perdón, ni lugar alguno adonde no pueda llegar la furia desatada.

Por eso creo que no se está ya en condiciones de elegir. O se vive, o se muere. Un hombre creador fuera del mundo es como una raíz fuera de la tierra. Y después de todo, estar el mundo es ya una forma de poesía. Sentir el mundo, su esencia misteriosa, que es la vida misma que lo mueve y lo impulsa en las edades, es sentir la poesía.

Nuestro tema apasionante, es la vida. Nos hemos colocado en medio de la tierra para acrecentarla o destruirla. y estamos angustiados. Sufrimos la locura agresiva de la ciencia, sometida al poder de hombres que nadie sabe si son cuerdos o locos. El átomo amenaza desintegrarlo todo; ciudades, hombres, plantas, especies enteras que han sobrevivido milenios de perturbaciones e increíbles dificultades. Todo corre el peligro de ser barrido y acabado, como si una mano desde las entrañas del universo quisiera dejar al ras la hermosa tierra.

Entonces, supongo yo, a veces no resulta extraño que alguien nos proponga dar la espalda a realidad tan cruel, y nos pida una rosa.

También nos resulta extraño que se nos pida cuentas de nuestra angustia".

Enrique Fierro, en su trabajo sobre los poetas del 45, califica a Brandy:

"Lenta, seguramente, la poesía de Brandy –que no ha olvidado lo aprendido en sus experiencias creacionistas- va madurando a través de Larga es la sombra perdida (1950) y La espada (1951) hasta llegar al lirismo interior de Los muros, que publica en 1954 ("todavía me parece el mejor de sus libros", anota Mario Benedetti once años después), en el que nos debemos detener. Porque allí, a través de un ritmo cansino que le es muy propio, el poeta va diciéndonos, como en sordina, su dolor ante "la silenciosa prisa del tiempo", que hace "que todo caiga inexorablemente,/ que sea nuestra existencia olvido, /nuestro amor tan frágil, nuestra constancia/ tan atada a lo que nos trae el camino!"

Dolor que está en la médula misma de la obra de Brandy: testimonio auténtico de su persistencia lo darán el nítido fraseo musical de los versos de Alguien entre los sueños (1959), el ritmo entrecortado y flexible de Juan Gris (1964), la opaca sonoridad de sus poemas últimos. Y dolor que habrá de ensancharse cuando el poeta nos diga su desconfianza en el valor comunicativo de las palabras ("envejecidas, "terribles", las llama en Los viejos muros), expresando que hay un mundo de significaciones ocultas –"Todo tiene un nombre inexpresable" que ni la propia poesía puede desentrañar. Porque entonces no le resta más que seguir rumiando su misteriosa soledad ("Estás solo, nadie te mira,/ nadie sufre tu mirada"), que sabe transferible.

Sin embargo, Brandy ha insistido –desde Larga es la sombra perdida hasta su debatido poema "El rostro de la muerte"- en una actitud humana solidaria, a veces fervorosa, que habla de su voluntad de participar en las furias y las ganas de los más". (En Los poetas del 45, Capítulo Oriental 32, p. 499-500).

Obras: (poesía, 1948), Larga es la sombra perdida (poesía, 1950), La espada (poesía, 1951), Los viejos muros (poesía, 1954), Alguien entre los sueños (poesía, 1959), Juan Gris (poesía, 1964), Con la violencia de la luz (poesía, 1973).

Del Diccionario de Escritores Uruguayos de Walter Rela. Ediciones de La Plaza. Montevideo, 1986.

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