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Mariano Olivera Ubios. 
Un poeta que no debe ser olvidado
Hyalmar Blixen

Mariano Olivera Ubios nació en Mercedes, la pintoresca ciudad cuna de otros artistas selectos. Es interesante señalar, y él lo decía con orgullo, que tenía entre sus ascendientes una aborigen charrúa, pues su bisabuelo, Cayetano de Oliveira, en cuya estancia, según tradición familiar, se preparó "el abrazo del Monzón", preludio de nuestra independencia nacional, se enamoró de una linda muchacha cahrrúa llamada Ika, la que tenía entonces unos veinte años. Se la pidió al padre de la chica, y con el consentimiento de éste, la envió, con una señora de confianza, a Buenos Aires, para que en un colegio religioso recibiera adecuada educación. Al término de cinco años de estudios, Ika cambió su nombre indígena por el de Silveria López y se casaron en Mercedes. Se trata de un episodio tan simpático, tan maravillosamente tierno y poético, que bien podía, al cabo de tres generaciones, dar por resultado el nacimiento de un poeta.

SU ACTIVIDAD EN EL MINISTERIO DE SALUD PUBLICA

Sus estudios los hizo primeramente en un colegio y liceo religioso de Mercedes y sintió desde el principio particular atracción por la literatura. También gustó del idioma francés, con su musicalidad y sus excelentes poetas; por eso, ya instalado en Montevideo, se perfeccionó en el Liceo Francés. Ingresó como funcionario, desde el último escalafón, en el Ministerio de Salud Pública, lo que lo obligó a compartir sus estudios literarios con aquellos necesarios para realizar una adecuada gestión en las dependencias de esa Secretaría de Estado. Ascendió, poco a poco, durante cuarenta y cinco años de labor, y preocupado por problemas de su Ministerio, publicó diversos trabajos para una mejor colaboración con esa importante rama administrativa: "Legislación sanitaria" (cuatro volúmenes); "Reconocimientos médicos: Secreto Profesional, Secreto Administrativo"; "Comisiones de Hospitales"; "Manual del Funcionario"; "Manual del Inspector" y muchos otros trabajos de esa índole dedicados al funcionariado.

SU MULTIPLICIDAD DE LABOR

Aparentemente sus estudios no parecen guardar una relación clara entre sí, y sin embargo formaban parte del plan que en su mente tenía Mariano. De ahí que hizo cursos de contabilidad, de derecho, de taquigrafía, de idiomas: perfeccionamiento de español, francés y portugués, periodismo, psicología, grafología (en estos dos casos con el profesor alemán Fredrik Reinhold) pedagogía (con Albino Peixoto) y pediatría, pues asistió, en calidad de oyente, durante 19 meses, a las clases que el Prof. Luis Moroquio dictaba en la Facultad de Medicina y que mejorarían su concepción de la problemática humanitaria y social respecto de esos problemas.

EL ESCRITOR Y SU MEDIO

Olivera Ubios escuchaba, como muchos, en calidad de oyente, las clases de literatura que Osvaldo Crispo Acosta (Lauxar) dictaba en el Salón Nº 1 del Instituto Alfredo Vázquez Acevedo y siempre tuvo palabras de elogio para ese catedrático. Pero frecuentaba semanalmente peñas literarias que a veces cambiaban de lugar: los más destacados concurrentes a esas reuniones eran entonces Emilio Oribe, Fernán Silva Valdés, Carlos Sabat Ercasty y Roberto Ibáñez, por lo menos los que él me citó como los asiduos. Asistía también a la peña bautizada con el nombre de "Meridión", que presidía el poeta Humberto Zarrilli (1898-1964) autor de "La conquista del Fuego", "El Exodo", "La moderna poesía lírica rioplatense", entre muchas obras más. La otra peña, "Chamadoira" la dirigía Juvenal Ortiz Saralegui (1907-1959) autor de "Canto a Roosevelt", "Retratos y cantos de la montaña", "Torre de Otoño", "Los magníficos de Barradas", "Diálogo con Julio. J. Casal", "De la ansiosa búsqueda poética". Ambas peñas reunían a artistas nacionales y a menudo extranjeros.

Muchas conferencias dio Olivera Ubios y en general se decidió a buscar el reconocimiento de escritores uruguayos, sus contemporáneos. También participó en comisiones directivas de instituciones culturales. Así, por ejemplo, fue miembro fundador de AUDE (Asociación Uruguaya de Escritores) de la "Asociación Cultural Estudiantil Brasil-Uruguay" (ACEBU), del "Grupo Americanista de Intelectuales Escritores y Artistas", de la "Alianza Cultural Uruguay-Brasil" y uno de los colaboradores más asiduos de las "Jornadas Interamericanas de Poesía" que, anualmente se efectuaban en Piriápolis, de las que fue, durante nueve años, Presidente, aunque el Presidente de Honor era Sabat Ercasty.

Fue también profesor de literatura durante dieciséis años, y además, de Educación Cívica y Legislación Laboral, en este caso en la Universidad de Trabajo y por el lapso de ocho años.

EL POETA

Se inició en 1950 con "Tránsito de sombras"; a esa obra siguieron "Dimensión de su sombra" (1953), "Canto a Cardona" (1954), "Vértice de sombra" (1955), "Fábula del Cielo" (1957), "El Cerco" (1959), "Bajo mis párpados de sangre" (1964), "Línea de sombra" (1965), "Algo detiene al sol" (1969), "Sombra doce" (1978), "Sombra imborrable" (1985). Además editó un ensayo en 1962 sobre el tema: "Miguel Hernández, orígenes, ascensión y permanencia de su poesía" y "Hombre, sombra y poesía", de 1974, que contiene versos y sombra. Respecto de esta producción literaria cabe destacar que ha sido juzgada muy favorablemente por Juana de Ibarbourou, Carlos Sabat Ercasty, Justino Zavala Muniz, Líber Falco, Adolfo Montiel Ballesteros, Eduardo J. Couture, Serafín J. García, Gastón Figueira, Pedro Leandro Ipuche, Adolfo Rodríguez Mallarini, Daniel Castellanos, Raúl Montero Bustamante, pero es también digno de mención el reconocimiento internacional; así le escribieron correspondencia o publicaron juicios periodísticos, los españoles Vicente Aleixandre, Ramón Gómez de la Serna, Susana March, Margarita Xirgú (¡tan nuestra también!), Julio R. Yordi, los argentinos Enrique Larreta, Ernesto Sábato, César Tiempo, Arturo Capdevilla, Enrique Banchs. Los chilenos Julio Moncada y Pablo Neruda, el boliviano Raúl Botelho Gonzálvez, el mexicano Alberto Quiroz, el venezolano Luis Pastori, y tantos más.

Su poesía, que Couture juzgó "madura" y "con elementos de permanencia", ha logrado éxito en cinco concursos literarios. Se trata de una poesía de sentimiento, de indudable lirismo, donde el espíritu del poeta, desasiado de los problemas que ahora lo han acuciado durante el día, los traspasa a versos de limpidez y transparencia no exentos de fuerza.

EL HOMBRE

Mariano Olivera Ubios era un hombre cabal, de gran cordialidad, de don de simpatía, basado todo esto en su comprensión humana. Gustaba frecuentar el trato de las personas cultas, con las cuales podía conversar a propósito de temas artísticos y sociales; le era necesario sentirse entre amigos, pues eso le permitía abrir el alma a la cordialidad que era innata en él, tanto como precisaba a veces la soledad, fuente sugeridora e imprescindible a toda creación artística.

Hyalmar Blixen
Diario "Lea" - Montevideo

18 de abril de 1989

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