Colabore para que Letras - Uruguay continúe siendo independiente

El hombre, viajero ancestral
Hyalmar Blixen

El poblamiento de las especies animales y vegetales del plantea es un capítulo ilustrativo de la lucha por la subsistencia, no sólo entre la vorágine de las plantas, sino también de las especies, fuertes o no, del reino animal, que desalojaron, incluso desde el nacimiento de la vida en el planeta, a los competidores que los precedieron en el domino de la porción de tierra o mar que apetecían. Lucha siempre renovada entre todo lo que alienta vida. El hombre fue desde los albores de la historia, y antes aún, un viajero que se movió de un lado a otro en busca de lugares donde asentarse, matando, si era el más fuerte, a los poseedores de tierras. Y los vencidos se movieron, entonces, en ocasiones en grandes masas humanas, hacia otros paraderos que les ofrecieran más seguridad. Sin duda el hambre y los cataclismos fueron los primeros motores que explican el ir y venir de pueblos desde lo más oscuro de la prehistoria.

Asentadas y florecientes las grandes culturas antiguas, aparecieron, junto a la necesidad de subsistir, una serie de inquietudes, si bien menos apremiantes, que fueron como una sublimación noble de las precitadas: nació así el deseo de extender el conocimiento geográfico, de saber algo acerca de otros pueblos, y poco a poco, una avidez mayor por la obtención de datos científicos movió expediciones de gran valor.

Fruto de esa inquietud fueron las que emprendieron los pueblos de alta cultura de la humanidad. No será en fin la primera, (pero sí la que conocemos como tal, por lo menos dentro del área del Mediterráneo) la aventura náutica de Hannón, navegante al cual el Senado de Cartago envió a colonizar las costas occidentales de Africa, y cuyo relato fue escrito en lengua púnica y traducido luego al griego con el título de "Periplo de Hannón". Con unos sesenta navíos atravesó el estrecho entre las columnas de Hércules (Gibraltar y Ceuta) y bajando siempre hacia el sur por la costa africana, llegó más o menos hasta el cabo Bojador, a 26 grados y fracción de Greenwich.

Otro viajero antiguo fue el griego Herodoto de Halicarnaso, quien recorrió Egipto, Fenicia, Asiria, Babilonia, Irak, Irán, parte de la India, por lo menos hasta los afluentes del Punjab (Penyab) y tornando al norte, se aventuró en la Escitia y otros lugares. Su libro de viajes, narración de hechos y costumbres, abrió los ojos a los griegos, quienes lo consideraron el Padre de la Historia, pues describió la manera de vivir de pueblos que les eran desconocidos. Tales sus famosos "Nueve Libros", a cada uno de los cuales Herodoto dio el nombre de una de las Musas.

Un destacado navegante que sería injusto olvidar fue el macedonio Nearco. Alejandro Magno, hijo del rey Filipo de Macedonia, se enfrentó (en una contienda de imperialismos casi imposibles de eludir) a Darío III Codomano, al cual venció en las batallas de Gránico, Izzo y Arbelas, las que le permitieron apoderarse del gran imperio persa fundado por Ciro y considerablemente ensanchado luego por otros reyes akeménidas. Alejandro encargó a Nearco que construyera una flota en el río Indo y que bajando por sus aguas navegara por el océano Indico hasta el delta del Eufrates, hazaña que el almirante cumplió con éxito. A estos pioneros habría que agregar los nombres de muchos, por ejemplo el de Pilinio (año 23 d. J.C.), Arriano (105), Claudio Ptolomeo (175)... Pero en otras partes del planeta acontecían otras notables expediciones; así en China, Fa-Hian hizo importantes viajes, principalmente terrestres, en dirección a occidente; conoció el país de los tártaros, llegó al Ganges y al Indo, visitó Lanka (Ceylán) y luego, por oriente, navegó hasta Java.

LOS VIKINGOS

En el siglo X (y quizá antes, aunque si estos viajes se produjeron no se registraron) los escandinavos, tras colonizar Islandia, pasaron a Groenlandia (o "Tierra Verde") según lo narra la saga de Erik el Rojo (Erik rauda saga). Este había dado muerte, en Islandia, a otro vikingo, y a causa de tal hecho, y habiendo escuchado de boca de otro navegante compatriota, que navegando hacia occidente había divisado una gran isla, se embarcó hacia ella en sus ligeros navíos de cabezas de dragones.

Colonizada Groenlandia y descubierta luego Terranova por Bjarn, que la llamó Helluland (Tierra de los peñascos) ocurrió que el hijo de Erik, llamado Leif Erikson fue puesto en conocimiento de la existencia de otra tierra más al oeste aún, donde crecían plantas silvestres de viña; era el continente americano y Leif lo llamó Vinland (Tierra del Vino). En otra expedición, tanto éste como su hermano Torvald Erikson bajaron por la costa de América y la saga narra, paso a paso peripecias tales como el encuentro de los vikingos con los indígenas. Tanto uno como otro pueblo se quedan contemplando estupefactos un día entero y al siguiente los indígenas llegan en gran número y en son de guerra, por lo que los hombres de Leif deben, tras un combate, reembarcarse. Prosiguen su derrotero por las costas de América hasta llegar a una tierra, donde, sorprendidos, comprueban que habiendo llegado el invierno, no cae, sin embargo, la nieve. Eso demuestra que se aventuraron bastante al sur.

No obstante, parecería que no sólo los vikingos llegaron por el norte a América, sino también los irlandeses, pues colonizaron un lugar que durante un tiempo se llamó "Tierra de los Hombres Blancos", según la historia de Madoc-op-Owen, del país de Gales, hijo del príncipe de ese estado, Averi Gwynned. Las crónicas gaélicas citan algunas de sus aventuras y viajes. Parece, sin embargo, que tanto unos como otros no sabían que pisaban otro continente, sino más bien suponían que éste se uniría, muy al norte, con Europa.

OTROS VIAJES INTERESANTES

Un viajero ilustre fue Benjamín de Tudela (1159-1173), quien saliendo de Barcelona pasó sucesivamente por Francia, Roma, Constantinopla, Palestina, Siria, Irak, Irán, India y tras esto, por el mar Rojo volviendo al occidente de esos lugares, visitó Egipto, desde donde llegó a Europa. Tampoco debemos olvidar a Juan de Carpini, quien llevó una propuesta del Papa al Rey de los mongoles, Ogadai, descendiente de Gengis Khan. Su pueblo se había apoderado de China central y amenazaba a Europa, a Rusia, que era entonces un ducado, a Polonia y a Hungría; los mongoles, por esos tiempos parecían incontenibles. Tras estos viajes habría que situar a Marco Polo, a su padre y a su tío, pero sus aventuras son demasiado conocidas para que se necesite más de una simple mención. En fin, Juan de Beghencourt, de origen normando, pero al servicio de España, conquistó las Islas Canarias y las cristianizó tras incontables aventuras. En tanto, exhortados por el príncipe portugués Enrique el Navegante, comenzaban los marinos de esta nación a avanzar en expediciones sucesivas por las costas de Africa, especialmente Don Pedro Díaz, que dobló por primera vez el cabo de Buena Esperanza (que llamó "De las Tormentas") hacia 1488. Vuelto a Portugal se preparó una segunda expedición que injustamente se puso al mando de Vasco da Gama, siendo su segundo y asesor, Pedro Díaz. Estos doblaron por segunda vez el Cabo de la Buena Esperanza en 1497 o sea, cinco años después del descubrimiento de América por Colón.

Pero por el lado del Pacífico también fueron realizados viajes extraordinarios. El Inca Túpac Yupanki, hizo, en balsas similares a la Kon-Tiki, un viaje que, según parece, habría llegado hasta la Polinesia. Es evidente, pues, que el hombre de los más diversos pueblos quería saber, tenía curiosidad de aventuras náuticas. Tales son antecedentes más o menos lejanos, de los formidables viajes de los españoles.

Hyalmar Blixen
Diario "Lea" - Montevideo

7 de mayo de 1989

Ir a página inicio

Ir a índice de Ensayo

Ir a índice de Blixen, Hyalmar

Ir a mapa del sitio