Felisberto
Hernández, el hombre y el narrador Raúl Blengio Brito |
2.1.
¿Grupos de libros o períodos?.- 2.2.
Primer período.- 2.3. Segundo
período.-2.4. Tercer período.-2.5. El
narrador oral.-2.6. Notas al capítulo.
2.1. Es casi un lugar común ordenar la obra de Hernández en tres grandes grupos de libros, en función fundamentalmente de sus editores, y hablar, así, de un primer grupo, integrado por aquellos editados por el propio Hernández, de un segundo grupo, integrado por aquellos editados por sus amigos, y de un tercer grupo, integrado por los publicados por editoriales comerciales. Es ese el criterio, por ejemplo, al que se atiene José Pedro Díaz [103] , que sin perjuicio de señalar diferencias de fondo entre los tres, se deja atrapar por la comodidad de las diferencias formales, y habla de un primer grupo de libros "presentados como ediciones del autor" ( "Fulano de Tal" , "Libro sin tapas ", "La cara de Ana" y "La envenenada" ), de un segundo grupo de libros, editados por González Panizza ( "Por los tiempos de Clemente Colling" y "El caballo perdido" ), y de un último grupo integrado por todos los demás, publicados por la editorial "Sudamericana", por la revista "Escritura" y otras ( "Nadie encendía las lámparas" , "Las hortensias" , "La casa inundada" , "Tierras de la memoria" ). Nos parece preferible, de todas formas, hablar de períodos, como hace Martínez Moreno [104] , uno de primera aproximación a los grandes temas, otro de esfuerzo sostenido dedicado a develar los mecanismos del recuerdo, y uno tercero y final en el que "su estilo adquiere ductilidad y precisión y su universo se puebla de un clima fantasmagórico o se introduce en lo fantástico". Y no importa que estos tres períodos coincidan, más o menos, con los tres grandes grupos en que la obra de Hernández se puede dividir según sus editores: apunta más y mejor al fondo mismo de la cosa, y evita caer en simplificaciones (al fin y al cabo, también sus amigos intervinieron en el primer grupo, y aun en el tercero; también González Panizza puede reclamar el título de editor de sello; y también el propio Hernández ha de haber colaborado en los costos de edición de los libros del segundo grupo). Hablaremos, pues, más de períodos literarios en Hernández que de grupos de libros o editores. 2.2. El primer período es, en realidad, como dice Visca [105] , algo así como "la prehistoria de las carrera literaria del autor". Se extiende entre 1925, fecha de publicación de su primero y brevísimo libro, "Fulano de Tal" , y 1939, fecha de publicación de su en realidad inconclusa "Filosofía del gángster", en la edición del 25 de setiembre de 1939. "Fulano de Tal" , en efecto, apareció en Montevideo, en 1925, publicado por el autor en la imprenta de José Rodríguez Riet. En sus cuarenta y tres pequeñas páginas incluye ocho prosas desparejas, más atractivas por sus títulos —que anuncian ya la originalidad de Hernández— que por sus contenidos. Lo siguen otras catorce prosas, publicadas entre el 10 de marzo de 1926 y el 4 de junio de 1929, la primera en la revista "La Cruz del Sur" de Montevideo, las otras trece en el periódico "La Palabra", de Rocha. Nueve de ellas integran su segundo libro, "Libro sin tapas" , más breve aun que el anterior, de sólo treinta y dos páginas, editado en 1929, también en Rocha, y por la misma imprenta, "La Palabra" , que editaba y edita el periódico en el que había adelantado gran parte de su contenido. Parece justo citar a su propietario, y periodista, Carlos N. Rocha, como al primero que apoyó y estimuló a Hernández escritor. Los textos de "Libro sin tapas" no son, sin embargo, demasiado reveladores: "resulta difícil creer que allí se esconde un futuro narrador de sorprendente personalidad", dice Latcham refiriéndose a toda la obra del período. [106] El tercer libro, este de treinta y cuatro páginas, es "La cara de Ana" , publicado en Mercedes en 1930. Lo integran cinco textos, hasta entonces inéditos. El cuarto, en fin, de treinta páginas, "La envenenada" , aparece en Florida, en 1931, con cuatro textos, también hasta entonces inéditos. Al contenido de estos cuatro primeros libros deben agregarse "El fray", publicado en "La Actualidad" de Treinta y Tres el 26 de marzo de 1934, "El taxi" (segunda parte de "Filosofía del gángster") en Hiperión de Montevideo No. 38, "Dedicatoria" (primera parte de "Filosofía del gángster") en "El País" de Montevideo el 25 de setiembre de 1939, y "Juan Méndez", también en Hiperion, No. 57. [107] Hay algunos rasgos comunes a todas las prosas del período: su brevedad, su fragmentarismo, su ambigüedad, su imprecisión. Todas o casi todas fueron compuestas durante las giras que Hernández cumplía por el interior de la República, y casi todas publicadas en periódicos o por imprentas del interior. Y aunque de importancia menor, tal vez anticipan algunas de las líneas fundamentales de la obra posterior: la atracción que ejerce sobre él el enigma del hombre, la relación con los objetos, su entrega perezosa a las situaciones, su inclinación por las alteraciones bruscas en el movimiento argumental, el adentramiento en las zonas profundas de la sensibilidad, el tema en fin —o el problema— del desdoblamiento de la personalidad. [108] A este mismo período pertenecen los tres únicos poemas que le conocemos: "Danza española", publicado en "La Acción" de Treinta y Tres el 4 de junio de 1932, "Poema de un próximo libro" publicado en "La Actualidad" de Treinta y Tres el 23 de marzo de 1934, y "Poema de un próximo libro" (mismo título pero otro texto), también en "La Actualidad", el 24 de marzo de 1934. Los tres poemas, que no son por cierto dignos de atención [109] , junto con los textos en prosa posteriores a "La envenenada", están recogidos en el hoy primer tomo de sus obras completas. [110] 2.3. El segundo período se extiende entre 1942, año de publicación de "Por los tiempos de Clemente Colling" —en realidad, desde antes, si se tiene en cuenta la fecha de su publicación anterior, la "Dedicatoria" de la "Filosofía del gángster", en "El País", en 1939, y lo que sin duda le llevó la composición de "Por los tiempos de Clemente Colling" —, y 1947, año de publicación, por la editorial Sudamericana, de Buenos Aires, de "Nadie encendía las lámparas" . De atenernos a la ordenación según los editores [111] , sólo dos obras habría que incluir en el período: "Por los tiempos de Clemente Colling" , publicada en 1942, y "El caballo perdido" , publicada en 1943, ambas por "González Panizza Hnos.", y ambas gracias al apoyo financiero de los amigos personales del autor. Si se opta por el criterio más sustancial que hemos preferido, a esas dos obras debe agregarse "Tierras de la memoria" , publicada por la editorial Arca en 1965, pero compuesta en lo fundamental en el período indicado, y de características similares a las publicadas en él por los amigos de Hernández. La primera de las tres obras del período, hemos dicho, "Por los tiempos de Clemente Colling" , aparece en 1942, financiada por un grupo de amigos -todos ellos, intelectuales distinguidos, en reconocimiento por la "obra fecunda y de calidad como compositor, concertista y escritor" cumplida por Hernández. Vale la pena rescatar los nombres de los que entonces lo apoyaron: Carmelo de Arzadum y Joaquín Torres García, pintores; Carlos Benvenuto, Spencer Díaz, Luis E. Gil Salgueiro, profesores de filosofía; Alfredo Cáceres, médico psiquiatra; Yamandú Rodríguez, poeta; Clemente Ruggia, educador; Sadi Mesa, José Paladino, Julio Paladino, Ignacio Soria Gowland, Nicolás Telesca. Tal como señala Rela [112] , aunque Hernández sigue siendo todavía más músico que escritor, ya se advierte la fractura de la situación; y no sólo por la nota del propio Hernández, que transcribe, sino por la constancia —"compositor, concertista, escritor"— que dejan sus amigos al justificar la edición. La segunda de las obras del período aparece al año siguiente, 1943, también en Montevideo, y también editada por "González Panizza Hnos.". Aunque en la edición no hay constancia alguna, todo indica que contó de nuevo con el apoyo financiero de otros, tal vez fundamentalmente el de los propietarios de la imprenta editora. Con "El caballo perdido" , la balanza se inclina hacia el lado de las letras: Hernández escritor comienza a predominar sobre Hernández músico, estimulado sin duda por los elogios que recibió, más aun que los que había recibido por su obra anterior: de Amado Alonso, de Gómez de la Serna, de Eduardo Mallea [113] . Si distinguidos, pues, habían sido quienes apoyaran la edición de "Por los tiempos de Clemente Colling" , distinguidos también son los primeros lectores de "El caballo perdido" . La tercera de las obras del período (aunque aparecida, como hemos dicho, después de la muerte del autor), es "Tierras de la memoria" . Tal como indica José Pedro Díaz en la "Advertencia" que precede a su texto, no estaba terminada, pero es, no obstante, un todo coherente que contiene además algunas de las páginas más importantes de la prosa de Hernández. Tal como señala Martínez Moreno, este segundo período, marcado por el lento abandono de la música y la dedicación creciente a la literatura, puede definirse como un esfuerzo sostenido orientado a descubrir los mecanismos de la memoria, que trae a la conciencia no sólo la visión alejada de la infancia, sino todo un medio social particularmente rico en mediocridad (valga la paradoja), en el que fluyen el estancamiento, la embretada supervivencia de algunos valores morales de dudosa importancia, el ritual sustituyendo a la esperanza; en él, los hombres se vuelven cosas, la personalidad se fragmenta, las partes del cuerpo se independizan, y el cuerpo mismo termina por ser extraño. [114] No incluimos, por supuesto, en el período, a "El cocodrilo" , porque aunque hay una primera edición hecha por sus amigos (y en ese sentido pertenecería al grupo de "Por los tiempos de Clemente Colling" y "El caballo perdido" ) [115] , tanto por la época de composición como por sus características pertenece claramente al período final. Todo lo cual confirma que debe estarse al criterio sustancial, y no al formal, en el ordenamiento de la obra de Hernández. La obra de este segundo período es ya una obra madura, que hubiera asegurado la supervivencia de Hernández como escritor, aunque nunca hubiera llegado la del tercer período. 2.4. El último período, el tercero, se extiende desde 1947 —también acá, en realidad desde antes: desde la fecha de composición de las narraciones que integran el volumen—, año de publicación, por la editorial "Sudamericana", de Buenos Aires, de "Nadie encendía las lámparas" , hasta la muerte del autor, ocurrida, como ya hemos dicho, en enero de 1964. "Nadie encendía las lámparas" se inicia con el cuento de este nombre [116] , y se integra, además, con "El balcón" [117] , "El acomodador" [118] , "Menos Julia" [119] , "La mujer parecida a mí", "Mi primer concierto", "El comedor oscuro", "El corazón verde", "Muebles 'El Canario'" y "Las dos historias". Tres libros más pertenecen al período: "Las hortensias" [120] , "La casa inundada" [121] y "El cocodrilo" [122] . Se trata, en realidad, de tres cuentos más o menos largos (los libros son, respectivamente, de noventa y dos, cincuenta y cinco y veintiocho páginas), recogidos después en el tomo cuarto de sus obras completas (los textos de "Nadie encendía las lámparas" , no obstante ser de composición anterior, aparecen en el quinto). A estos títulos deben agregarse otros, no todos de verdadera importancia, y varios de ellos en borrador o en proceso de elaboración, recogidos a su vez en el sexto tomo de sus obras completas [123] , y entre los que conviene señalar "Explicación falsa de mis cuentos" [124] , por lo que de verdadero aporta para intentarla. También acá se advierte hasta qué punto es preferible ordenar la producción de Hernández en períodos y no en función de sus editores: al final de cuentas, en este período sólo son ediciones comerciales las de "Sudamericana" y "Alfa", y no la de "La Gaceta Comercial" (pese a su nombre) ni la de "Editora del Este"; los otros títulos, además, no aparecieron en libros, sino en revistas; y "Tierras de la memoria" , que a veces se ubica en este grupo, como hemos dicho pertenece claramente al anterior. Como indica Martínez Moreno [125] , en este período "su estilo adquiere ductilidad y precisión y su universo se puebla de un clima fantasmagórico o se introduce en lo fantástico". 2.5. Queda por decir algo de Hernández como narrador oral. Aunque no es fácil incluir este aspecto de su personalidad literaria en lo que convencionalmente se conoce como obra, no encontramos en verdad lugar más adecuado: no importa que sus cuentos entre amigos o de ocasión en definitiva se hayan perdido, o que sus lecturas —de sus narraciones escritas- no hayan quedado, que sepamos con certeza, grabadas; unas y otras, para quienes las oyeron, son sin duda "obra", y no otra cosa, de Hernández narrador. Queda hecha, en el párrafo anterior, la distinción fundamental. Hernández era, en efecto, por un lado, un excelente contador de anécdotas —reales o inventadas— y de chistes de diversas características (a los que tenía incluso clasificados: de loros, de mudos, de locos). [126] Pero era, además, por otro lado, un excelente lector de sus narraciones escritas —como lo era el otro gran narrador uruguayo de la época, Francisco Espínola, de quien hay grabaciones—, y un excelente cultor de la narración oral improvisada. A falta de pruebas más directas, quede en cambio este testimonio de Supervielle, tomado de la conferencia con la que presentó a Hernández: "Hernández fera suivre la lecture de 'El balcón' du récit improvisé d'un voyage en Uruguay. Du narrateur oral, je ne vous dirai rien sinon que j'ai beaucoup insisté pour qu'Hernández se fît connaittre aussi sous ce jour devant vous. Et c'est â vous, Mesdames et Messieurs, de nous laisser entendre tout á l'heure si vous avez partagé tout mon plaisir et mon admiration". [127] Referencias: [103] José Pedro Díaz, "F. H.: una conciencia que se rehúsa a la existencia", en Felisberto Hernández, "Tierras de la memoria",editorial Arca,(Montevideo, 1967, págs. 70-71. [104] Trabajo cit., págs. 455 y 461. [105] Arturo Sergio Visca, "Antología del cuento uruguayo contemporáneo", División Publicaciones y Ediciones de la Universidad de la República, Montevideo, pág. 196. [106] Ricardo Latcham, "Los relatos de Felisberto Hernández", en W. Rela, "Felisberto Hernández; 5 cuentos magistrales" cit., pág. 82. [107] Tomamos las fechas de W. Rela, "Felisberto Hernández; bibliografía anotada" cit, págs. 17-18. [108] C. Martínez Moreno, trabajo cit., pág. 455. [109] En ese mismo sentido, Ida Vítale, trabajo cit., pág. 9. [110] Felisberto Hernández, "Primeras invenciones" cit., págs. 133 y ss. [111] V. José Pedro Díaz, trabajo cit., págs. 70-71. [112] "Felisberto Hernández; bibliografía anotada" cit., pág. 29. [113] Pueden leerse fragmentos en W. Rela, "Felisberto Hernández; bibliografía anotada" cit., pág. 29. [114] Carlos Martínez Moreno, trabajo cit., págs. 455, 456, 458 y 460. [115] Se trata de una edición especial de lujo, de 1962, de sólo setenta y cinco ejemplares, numerados y firmados por el autor, de la editorial "El Puerto", de Punta del Este, de Graciela Saralegui y Glauco Cappozoli. [116] Publicado antes en "Cultura", Montevideo, mayo de 1946. [117] Publicado antes en el suplemento de "La Nación", Buenos Aires, 16-XII-945. [118] Publicado antes en "Los Anales", Buenos Aires, junio de 1946. [119] Publicado antes en "Sur", Buenos Aires, setiembre de 1946. [120] Editado por "La Gaceta Comercial", Montevideo, 1950. [121] Editado por "Alfa", Montevideo, 1960. [122] Editado por "Editora del Este", 1962. [123] Felisberto Hernández, "Diario del sinvergüenza" y últimas invenciones, editorial "Arca", Montevideo 1974. [124] Había aparecido en "La Licorne", Montevideo, setiembre de 1955. [125] Trabajo cit., pág. 461. [126] Conf. José Pedro Díaz, "Prólogo" a "Diario del sinvergüenza" cit., pág. 18. [127] En F. Hernández, "Diario del sinvergüenza" cit., pág. 183. |
Raúl
Blengio Brito
De
Felisberto Hernández, el hombre y el narrador
Ediciones de la Casa del Estudiante
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por la Flia. del autor
Digitalizado por Carlos Echinope Arce - editor de
Letras-Uruguay
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