Herrera y Reissig: del modernismo a la vanguardia
Capitulo segundo
Primeros ensayos

Raúl Blengio Brito

Herrera ha de haber sentido desde temprano el atractivo de la poesía.

 

Los versos más antiguos, en efecto, que se conservan de él, recogidos por Bula Píriz del recuerdo de Teodoro Herrera y Reissig[107], por el suceso en que se inspiran, pueden ser ubicados casi con absoluta seguridad en el año 1891[108]. Es razonable pensar que no hayan sido realmente los primeros; y más razonable aún que, por esa época, Herrera conociera ya los grandes modelos románticos a los que el poema se ajusta.

 

En esta misma línea ha de haber seguido ejercitándose en los años siguientes, aunque nada se conserva del período comprendido entre 1891, año de los versos a Rafael, y 1895, año en el que corresponde fechar su composición a Herminia, su hermana menor[109]. Se trata de un poema armado en ocho sextetos de versos endecasílabos (el primero, el tercero, el quinto y el sexto) y heptasílabos (el segundo y el cuarto) y rima consonante (1-5; 2-6; 3-4), fórmula métrica desarrollada con precoz facilidad, pero a la que el poeta no habrá de regresar. También en la composición a Herminia, como en todas las que seguirán hasta el advenimiento en él del modernismo, es transparente la presencia de las grandes soluciones románticas.

 

A 1897 corresponden los dos sonetos dedicados a D. Eduardo Sanguinetti, primeros en la cronología de los sonetos, e inmediatos en la de poemas conservados a los sextetos a Herminia. Escritos a un amigo en ocasión de su boda[110] importan solamente porque marcan el descubrimiento por Herrera de las posibilidades del soneto, forma a la que se ceñirá más tarde en gran parte de su obra; y, tal vez, porque descubren al Herrera de la época, respetuoso de las instituciones tradicionales, y aun lejano de las actitudes y dichos desafiantes de sus años posteriores.

 

Al conjunto —que integran los versos a Rafael, a Herminia y a Eduardo— podría llamársele, por su motivación, poesía de circunstancias, y por su tono, de iniciación en el romanticismo.

 

No hace falta subrayar que ninguna de ellas resulta en absoluto memorable, ni que el poeta no las habría incluido en las obras completas que preparaba cuando le llegó la muerte.[111]

 

Idéntico destino hubieran tenido las composiciones políticas de 1897, hasta ahora no recogidas en ninguna de las ediciones en libro de su obra.

 

Son también, en algún sentido, composiciones de circunstancias, nacidas de la áspera oposición de los Herrera al go­bierno de Cuestas, más áspera si cabe a partir de su golpe de Estado de febrero de 1898.

 

El grupo se integra con un soneto titulado "La dictadura", un poema en cuartetos (cuatro) y un sexteto final titulado "Gritos" y una extensa y encendida composición titulada "Arriba"[112]. Aunque en 1967 se las tuvo como ignoradas, habían sido publicadas en 1955.[113]

 

Conviene señalar, además, que estas tentativas de poesía política no sacaron a Herrera de la línea romántica, ni lo apar­taron de otros ejercicios sobre temas sentimentales.[114]

 

Es usual señalar que Herrera no habrá de reincidir, en el futuro, ni en sus poesías ni en sus preocupaciones políticas.

 

La afirmación es cierta, pero sólo en su primera parte: no habrá más poesías como "La dictadura", o "Gritos", o "Arriba".

 

Pero algunas inquietudes han de haberse mantenido en el poeta. De otra manera, no tendrían explicación sus afirmaciones como prologuista y director de "La Nueva Atlántida", en 1907,[115] es decir simultáneamente a la composición de sus sonetos esteticistas o sus largos poemas pastoriles. ''Asombra pensar que tan vigorosa visión del porvenir fuera el fruto del que, en ese mismo instante, estaba forjando los sonetos de "Los peregrinos de piedra".[116]

 

Tanto el estilo como la temática de las composiciones de la época" demuestran cabalmente que Herrera no ha descu­bierto todavía el camino del modernismo: durante 1898 y la mayor parte de 1899, insiste aplicadamente en las soluciones románticas, tan tardías en América con relación a sus originales europeos.[117]

 

Pesan en él, sin duda, las influencias de Lamartine, Musset, Becquer, Campoamor —en los sonetos a Eduardo Sanguinetti y en "Nieve Floral", "Ecos" y "Divagaciones románti­cas"—, y las de Olegario Andrada, Quintana, Espronceda, Núñez de Arce, Víctor Hugo —especialmente en "La musa de la playa", "Salve, España" y "Castelar"—.[118]

 

De todas ellas, la que más importa retener es la de Musset, porque se prolongará en "Plenilunio", ya de 1900, y reaparecerá sorprendentemente en la "Berceuse blanca" final, de 1910.[119]

 

A 1898 corresponden "Miraje", sobre la que habrá que hacer reflexiones complementarias, "Fosforescentes", "Nieve Floral", "Incógnita", "La cita", "Ideal", "Delirio", "Nocturno", "Salve, España"[120], "Canto a Lamartine"[121] y "A Guido y Spano".

 

Son composiciones de estructura formal diversa: a veces, quintetos de versos decasílabos divididos por una clara cesura en dos pentasílabos ("Miraje", por ejemplo, o "Fosforescentes"); a veces cuartetos de versos endecasílabos ("Incógnita"); a veces largas estrofas de versos dodecasílabos ("La cita"), décimas ("Ideal"), quintetos de versos octosílabos ("Delirio"), o aun combinaciones de versos decasílabos con pentasílabos (más aparentes que reales, dada la división del pentasílabo por la cesura; "Nocturno") o de versos endecasílabos con. heptasílabos ("Salve, España", "Canto a Lamartine").

 

Por encima de las diferencias formales —coincidentes en algún sentido con la decisión más exitosa de Darío de emprender la búsqueda de nuevos ritmos en la poesía española, o de resucitar los olvidados— todas las poesías fechadas este año, se caracterizan por una nota común: su desproporcionada extensión con relación a los temas que plantean o desarrollan. Hay en Herrera, por ahora, un desborde verbal que no preludia por cierto al sonetista que habrá de llegar poco después.

 

Importa señalar, además, que de todas estas experiencias formales de 1898 —aparte del endecasílabo, naturalmente—, sólo sobrevivirá y se perfeccionará la décima empleada en "Ideal", el más remoto antecedente en Herrera de sus posteriores "La vida", "Desolación absurda" y "Tertulia lunática". Es claro que habrá diferencias estilísticas y temáticas (aunque tal vez no tantas con la primera versión de "Desolación absurda"), pero el esquema formal habrá de ser el mismo.

 

Las composiciones fechadas en 1899 permiten, en general, consideraciones similares a las fechadas en 1898. Se trata, en efecto, de "Quinteros", dedicada a Héctor Gómez, de tema patriótico partidista y en la que aflora —muy subordinada, sin embargo, a la preocupación estética— la inquietud política de años anteriores, escrita en endecasílabos sonoros, en los que se descubre con facilidad la influencia del romanticismo gritón de la línea de Espronceda; "Naturaleza", un poema realmente interminable, armado en doce partes y mediante combinaciones de endecasílabos y heptasílabos, generosamente dedicados a "su inspirado colega" el menos que mediocre poeta Antolín R. Lassus; "Castelar", dedicado a Evaristo Ciganda, de tono similar y similar estructura métrica; "La musa de la playa", dedicado a Manuel J. Sumay, treinta y tres cuartetos destinados al elogio de Montevideo[122]; "Holocausto" y "Wagnerianas", en versos de dieciséis sílabas (subdividido cada uno de ellos por una clara cesura en dos hemistiquios octosilábicos, y en ese sentido antecedentes de los tres grandes poemas de la línea oscura), en los que ya se insinúa con bastante claridad la renovación modernista; y "Los ojos negros", en estrofas de ocho versos octosilábicos, continuación o perfeccionamiento de la forma métrica ya ensayada en 1898 en "Delirio", y precedente al mismo tiempo de "La Vida", "Desolación absurda" y "Tertulia lunática", y de la serie de sonetos de "El collar de Salambó", de 1906.

 

El conjunto, pues, de composiciones románticas anterior al descubrimiento del modernismo, no es muy extenso en títulos[123], aunque la extensión de cada composición vuelva realmente extenso el conjunto, incluso en comparación con la obra total del poeta.

 

Con la excepción de "Holocausto" y "Wagnerianas", los poemas de la serie muestran la presencia de un versificador muy seguro, pero también muy apegado a la sensibilidad sudamericana de la segunda mitad del siglo XIX. Fue necesaria la perspicacia crítica de Samuel Blixen para descubrir en "Miraje" la presencia de un poeta de inusual porvenir: "frescura de inspiración, espontaneidad admirable, novedad en las ideas; hay imágenes que sorprenden por lo felices".[124]

 

Justo es, sin embargo, señalar que si bien Blixen acertó en cuanto a su predicción, la permanencia de la poesía de Herrera no se debe precisamente a lo que Blixen le elogia, sino a lo que le critica o disculpa: "Hay imágenes que sorprenden por lo felices; alguna habrá que sorprenda por lo arriesgada. Pero será pecata minuta perdida en un tesoro de bellezas"; y, luego: "felizmente el nuevo escrito (omisis) no necesita para triunfar de las malas artes que están en boga entre los poetastros malandrines de los tiempos que corren".

 

Paradojalmente, Herrera triunfaba no gracias a los plácidos hallazgos que le señala Blixen, sino a las "malas" artes que todavía no ve en él; y más paradojalmente todavía, el propio Herrera se satisfará en el elogio de Blixen y abominará como él del simbolismo maldito y sus decadentes sucesores[125]: "el simbolismo parece ser un largo crepúsculo, una hermosa aurora polar que hace del firmamento de su escuela una paleta confusa, un derramamiento de flores exóticas de todos los países y de todas las latitudes. Lo ridículo se muestra al lado de lo sublime". Algo había descubierto, sin embargo, en esa aurora polar: "es justicia reconocer que hay en él ese sabor que, según el poeta, tiene el oro para las perlas y las sombras para las falenas noctámbulas"[126]. Es que el modernismo, en verdad, ya se había asomado al Río de la Plata, e incluso —aunque el poeta no lo supiera— a su propia poesía.

 

Habían transcurrido ya casi cinco años, en efecto, desde la publicación de "Los raros" y "Prosas profanas"; Rodó ha­bía publicado en la "Revista Nacional" su lúcido comentario sobre Darío; y aun Lugones, superado el romanticismo inicial de "Las montañas del oro", había publicado en revistas argentinas algunos de los renovados sonetos que integrarían más tarde "Los doce gozos".[127]

 

Ya habían llegado las "Impresiones de París" y la "Literatura extranjera", de Gómez Carrillo, en las que se informaba de las últimas novedades francesas. E incluso en el propio Montevideo, Carlos Reyles había publicado ya, en 1897, su breve novela "El extraño", primera obra uruguaya que puede calificarse como modernista.[128]

 

Más aún: sin quererlo tal vez, sin saberlo seguramente, el modernismo se había asomado también a algunas de las obras definidas como de inspiración romántica del propio Herrera.[129]

 

En "Holocausto" y "Wagnerianas", últimas de 1899, la presencia modernista es ya consciente y mucho más marcada.

 

"Holocausto" es un poema relativamente extenso —aunque bastante menos que los típicamente románticos anteriores— integrado por trece cuartetos y escrito en versos de dieciséis sílabas y dos hemistiquios octosílabos cada uno. En "Wagnerianas", en el que la voluntad modernista es más clara todavía, incluso desde la dedicatoria[130], las quince estrofas trabajan sobre el ritmo variable que resulta de la combinación de hemistiquios octosílabos con hemistiquios octo­sílabos o endecasílabos. Desde el punto de vista estilístico y aún desde el punto de vista temático, el poema está preparando el posterior nacimiento, en 1900, de "El hada Manzana" y "Las pascuas del Tiempo", ya en pleno modernismo a !o Darío.

 

Sería errado, sin embargo, suponer que Herrera abandona para siempre la línea romántica. Después de "Holocausto" y "Wagnerianas", y antes de "El hada Manzana" y "Las pascuas del Tiempo", se encuentra "Plenilunio", hasta hoy antecedente no estudiado de la "Berceuse blanca" de 1910. En 1903 (y uno en 1906) aparecen fechados los poemas de la colección titulada "Ecos"; y en 1905, los tres que integran las "Divagaciones románticas"; composiciones todas de temática romántica sin perjuicio de su técnica modernista[131]. En el mismo sentido, podrían señalarse los poemas de "La sortija encantada", de 1902; los de "El abanico de perlas", de 1906; y los de "El collar de Salambó", también de 1906.

 

Donde más sorprende, sin embargo, la persistencia de la línea romántica, es en el poema final, la "Berceuse blanca", de 1910, enlazado sutilmente, a través de diez años, con "Plenilunio", de 1900.[132] En la "Berceuse" se advierte la presencia de Musset, más en especial, como señala Díaz, la presencia de su poema "Rolla";[133] y aun la del propio Víctor Hugo y de su "Cantique de Bethphagée".[134]

 

Es claro que el romanticismo .de "Plenilunio", "Eco", "Divagaciones románticas", "La sortija encantada", "El abanico de perlas", "El collar de Salambó" y —sobre todo— "Berceuse blanca", es bien diferente del romanticismo de los poemas anteriores al descubrimiento del modernismo: en éstos, es romanticismo a la manera de los modelos románticos; en los posteriores al descubrimiento del modernismo, es tan solo una variante del propio modernismo. En el caso concreto de la "Berceuse", una variante del modernismo a lo Darío (135).

Referencias:

[107] Véase nota 28 y texto al que corresponde.

[108] Los versos están inspirados en la muerte de su hermano Rafael Herrera y Reissig, ocurrida el 30 de julio de 1891, a la edad de veinte años.

[109] También aquí, la fecha debe deducirse del tema del poema, los quince años de Herminia, cumplidos el 8 de febrero de 1895.

[110] El tema, pues, es, como en los poemas anteriores, lo que permite fecharlos.

[111] El texto de las cuatro puede verse en "Poesías completas", ed. Aguilar cit., págs. 175 y ss.; el de las dos últimas, también en "Poesías completas", ed. Aguilar, col. Crisol, cit., página 139.

[112] Publicados en "La libertad", de 10/1/898, 21/1/898 y 4 de febrero de 1898.

[113] Roberto Ibáñez, "Historia de la Torre", cit., Suplemento Dominical de "La Mañana", de 22/V/955, pág. 6.

[114] "Ráfagas", en "La Libertad", de 19/1/898; "Esperanza", en "La Libertad" de 26/1/898; "Indiscretas", en "La Liber­tad" de 8/II/898; y "A la que me odia", en "La Libertad", de 9/II/898.

[115] Número correspondiente a mayo de 1907.

[116] José Pereira Rodríguez, "De la Revista a La Nueva Atlántida", en "Número", cit., pág. 297.

[117] Sobre concepto y alcance del romanticismo, véase por ejemplo, F. Garrido Pallardó, "Los orígenes del romanticismo", nueva colección Labor, Barcelona, 1968, págs. 7 y ss.

[118] Conf. Bula Píriz. "Julio Herrera y Reissig", cit. página 64.

[119] José Pedro Díaz, "Una conferencia sobre Julio Herrera y Reissig",  Montevideo, 1948, pág. 14.

[120] Que mereciera la felicitación de la reina María Cristina, según Más y Pi, prólogo a "Páginas escogidas", cit. pág. 15.

[121] Editado en folleto.

[122] Interesa retener el dato porque muestra a Herrera antes de la transformación: después, Montevideo no sólo no merecerá un solo verso más sino que habrá pasado a ser "la toldería" o aún "Tontovideo".

[123] Serían "Ráfagas", "Esperanza", "Indiscretas'', "A la que me odia", "Miraje", "Fosforescentes", "Nieve Floral", "Incógnita", "La cita", "Ideal", "Delirio", "Nocturno", "Salve, España", "Canto a Lamartine", "A Guido y Spano", "Quinteros", "Naturaleza", "Castelar", "La musa de la playa", "Holocausto" y "Wagnerianas", es decir, veintiuna composiciones.

[124] "La  Razón", 14 de abril de 1898.

[125] Puede verse su artículo "Conceptos de crítica", publicado en "La Revista" en 1899 y reproducido en sus "Poesías completas", ed. Aguilar, pág. 645.

[126] ídem. pág. 658.

[127] Alberto Zum Felde, prólogo a "Obras poéticas" de Julio Herrera y Reissig, Biblioteca Artigas, colección de Clásicos Uruguayos, Montevideo, 1966, XVIII.

[128] Alberto Zum Felde, "Proceso intelectual del Uruguay", cit., pág. 204.

[129] Roberto Bula Píriz, prólogo a "Poesías completas" de Julio Herrera y Reissig, cit., pág. 43.

[130] "Para el querido amigo poeta Vidal Belo, contestándole a "Pontifical"; "Pontifical" había aparecido en "La Revista" dedicado "a mi querido amigo y poeta Julio Herrera y Reissig".

[131] Conf., Arturo Sergio Visca, "Notas para una ubicación de la poesía de Julio Herrera y Reissig", en suplemento de "El País", de 5 de junio de 1975, pág. 3.

[132] José Pedro Díaz, "Una conferencia sobre Julio Herrera y Reissig", cit., pág. 14.

[133] "C'est un enfant qui dort sous ces épais rideaux, Un enfant de quinze ans, -—presque una jeune femme, / (Rien n'est encore formé chez cet étre charmant. / Le petit cherubin qui veille sur son ame / Doute s'il est son frere ou s'il est son amant".

[134] "Son coeur tout en dormant m'adorait, douce gloire. / Un ange qui venait des cieux, passant par la / Vit son amoure en prit sa part et s'envola; / Car ou la vierge boit la colombe peut boire".

[135] Conf. Idea Vilariño, "Julio Herrera y Reissig", en "Número", cit., pág. 122.

Raúl Blengio Brito
Herrera y Reissig: del modernismo a la vanguardia

Universidad de la República
División Publicaciones y Ediciones
Montevideo – Año 1978

Autorizado por la Flia. del autor
Digitalizado por Carlos Echinope Arce - editor de Letras-Uruguay
No se autoriza la reproducción por ningún medio

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