El mate amargo

 

Tenía cuarenta y cuatro años cumplidos al 20 de abril del año 2002. Hombre correcto, en todo el transcurso de su vida. Fue ahorrista del Banco de Crédito sucursal Rosario desde los veintitrés hasta hoy. Casado, con dos hijos, respetado en la comunidad. De profesión comerciante, había vivido toda una vida sin engañar a nadie. Se ganó así el importante título de Honesto.
Desde el mes de agosto lo venía invitando a conversar una tarde. Hoy -cuando estaba terminando el verano- le había aceptado su invitación.
Habían elegido sentarse, bajo la sombra del parral. 
-¿Le sirvo un mate amargo?
Vale la pena sentarse a conversar, los dos solos, usted y yo.
Siéntese aquí, en este asiento. Es un cajón que lo di vuelta. pero está limpito. Estoy seguro que usted nunca se debe haber sentado en algo tan duro. ¡Una vez tenía que ser!
Los dos estaban, allí. Tenían un tema en común para hablar que les llevaría la tarde entera.
-Creo que vale la pena tomarnos unos amargos. 
Sus ojos se detuvieron primero en la bombilla, la movió y acomodó la yerba, recién puesta en aquel mate que tenía varios años. Después le agregó el agua caliente -ya preparada - del termo Mientras caía el fino chorro para mojar la yerba, permanecían en silencio mirándolo, como si en esa escena se explicara todo.
El agua seguía cayendo hasta que la yerba se mojó y no quiso más…
Volvió a acomodar la bombilla sin dejar de mirarla fijo. La yerba ya estaba mojada. Se quedó en silencio un buen rato, pensando. Miró con atención los ojos "grandes" de su invitado que se los conocía de memoria. Ojos que nunca los había visto sonreír. Cada vez le gustaban menos porque no miraban de frente. Lo tenía ahora "frente a frente". Lo miraba fijo y le le esquivaba su mirada. Algo feo ocultaba ¡De seguro! 
Extendió su brazo, sosteniendo con firmeza el mate recién cebado.
-Sírvase, antes que se enfríe. 
El lo tomó sosteniéndolo con las dos manos. Las apretó contra ese mate grande y se lo saboreó todo entero sin respirar. Aprovechó a pensar y a mirar para el suelo.
Se lo podía contemplar, con el mate en la mano. Tenía aspecto de mansito.
El primero de marzo del año 2003, todas las radios, en el primer informativo, se ocuparon del tema.
Ayer, 28 de febrero, el gobierno decretó la liquidación del Banco de Crédito. Ya había dejado de operar a fines del mes de julio del año 2002, cuando se decretó la suspensión de actividades, en principio por treinta días, prolongándose esta suspensión hasta el día de ayer.
Sus sufridos ahorristas, que creyeron en la estabilidad financiera del país, están escribiendo su propia historia, esperando la devolución del dinero depositado. En este período el subdirector del Banco, prometió que empezaban a trabajar en el mes de enero de 2003. Representaba a la secta Moon -socio con el 49% de las acciones. 
Hoy, esta esperanza, ya no existe.
Los dos compatriotas, casi de la misma edad, seguían allí, bajo la parra. Las sombras se iban moviendo... 
Uno hablaba y el otro escuchaba.
-¿Qué pasó el último día de febrero con usted? ¡Cómo se acordaron de su madre! 
-La gente estaba un poco exaltada. Los medios de comunicación exageraron. Ya le estamos encontrando una solución -el invitado buscaba palabras y palabras.
Mientras, le alcanzaron otro mate y se le vio una expresión distinta. Los dos se miraban.
Después del cuarto o quinto mate, los dos, se agarraron más confianza y conversaban animadamente.
El mate viajaba. Iba de una mano que se extendía a la otra que lo recibía. A veces, parecía detenerse, en las dos manos, como acorralado. Por fin se lo devolvía al que cebaba. En este juego el mate se movía de un lado al otro. Era entretenido mirarlos.
El chorro se iba afinando, anunciaba que quedaba poco agua en el termo. El cebador, fijo su mirada en él. Después levantó la vista y miró fijamente a su compañero para averiguar si él se había dado cuenta de lo mismo.
-Cuénteme un poco cómo es eso de este negocio de la Corporación.
-La Corporación Nacional para el Desarrollo fue creada con la finalidad de que ésta impulsara económicamente a toda empresa que demostrara creatividad para promover el crecimiento económico del país. Cada vez que la Corporación dio dinero fue con este fin. En algunos casos a las empresas a las que se les apoyó financieramente no cumplieron sus metas. No nos creemos responsables de esto. Nosotros creímos en su crecimiento económico
La Corporación Nacional para el desarrollo, dueña del 51% de las acciones del Banco de Crédito otorgó en carácter de préstamos, el dinero. La recuperación de las empresas asistidas fue un total fracaso. Esto determinó el vaciamiento del capital del Banco.
Los informes de los balances se adulteraron durante cinco años. 
Las noticias de los malos negocios de quienes representaban al gobierno en el Banco, se comenzaron a conocer, en nuestra Prensa escrita, recién en los primeros días del mes de marzo del 2003.
Le quedaba poco agua al termo. Quien lo tenían en la mano, lo sabía. Lo inclinó lo más que pudo hasta sacarle la última gota. Estas mojaron la yerba. Le prestó más atención que nunca. Era el último y decidió que lo tenía que tomar su invitado. El ya estaba extendiendo el brazo para alcanzarlo.
Chupó y chupó hasta que al mate no le quedó más agua. Y ahí se quedó esperando, mientras lo entregaba.
Recibió el mate para quedárselo entre las dos manos, bien seguro que no se le escapaba.
Entre mate y mate que fue y vino, las horas no se contaron.
A esa hora de la tarde, el cajón -donde estuvo sentado- le pareció más duro. Apoyó su mano derecho en la rodilla del mismo lado y comenzó a levantarse con dificultad, con las consecuencias de haber estado sentado tanto rato.
Lo miraba cómo seguía el mate apretado con las dos manos.
Ya estaba de pie, el invitado se quería ir. Estaba de pie y había entregado el último amargo.
Al recibirlo -por última vez-,le hizo la pregunta, que lo estaba ahogando.
-¿Será posible, que no tenga una explicación que yo la comprenda?…
-La liquidación del Banco de Crédito ya está. Analizaremos la forma para devolver a los ahorristas aunque sea parte de su dinero en los próximos meses, las palabras quedaron en el aire.

El 28 de febrero de 2003 se decidió el entierro del Banco de Crédito. El contador Julio de Brum que fuera presidente de la Corporación Nacional para el Desarrollo comunicó a los ahorristas esta decisión desde la ventanilla de un automóvil que lo trasladaba. Desde ahora ocuparía la presidencia del Banco Central.
A las 21 horas, los ahorristas, consternados, escucharon la noticia.

Extendió su mano derecha para saludar a Julio, como hombre educado que era. Y se quedó mirando cómo se iba.
Su mano izquierda seguía apretando fuerte, su mate amargo.

Graciela Blanco

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