Herencia

 

Justo José Rodríguez había pasado el día, desde las seis de la mañana, escuchando los informativos. Hombre ordenado, toda su vida estuvo ahorrando, para estar tranquilo, cuando llegara su vejez.

Y la vejez, llegó.

Su dinero lo había guardado en el Banco de la República, el Banco País, como le dicen ahora.

Su vecino, le había dado la noticia, antes de que escuchara algo dicho por las autoridades. Parecía que los ahorros de toda su vida, estaban "apretados" no se sabe dónde. Al comienzo no le hizo caso porque conociéndolo mucho, sabía, primero que se pintaba como exagerado y segundo que siempre él creyó que su dinero estaba en la caja fuerte del Banco .En un gigantesco depósito, con una puerta muy grande, que alguna vez vio un poco abierta el día que fue a cobrar su jubilación, Y no pudo ver nada, por más que estiró su cuello cuanto pudo.

Así que tomó la información "con pinzas".

Unos meses antes, don Rufino Fernández, en el almacén, le dijo que no dejara sus ahorros donde los tenía. Ese mismo día había escuchado al mismísimo presidente Batlle que llamó "antipatriotas" a todos los que se lo llevaron para su casa. Y él se consideraba un patriota de ley. Había cumplido siempre con su deber de ciudadano, era del Partido Colorado como su padre y su abuelo y en la última elección votó a Jorge Batlle, al que le había obedecido y por eso no hacía caso de los comentarios.

 

-Justo,¿dicen que al Banco se le acabó la plata? -Preguntó muy preocupada, su fiel compañera de toda su vida-

-Parece que se la llevaron los políticos de la "contra", para que el Presidente caiga.-respondió Justo, sin pensar mucho.

-¿Y, cómo se la llevaron?

-Fácil, mujer, estos sinvergüenzas se combinaron con el viejo Peirano que ya la viene haciendo hace varios años y ahí nomás empezó a desaparecer.

-Y, ¿qué va a pasar ahora? -preguntó su mujer-

-Quedate tranquila, ahora cerraron la puerta para que así no roben más.

Justo José Rodríguez, media hora antes de la nueve, estaba sentado frente al televisor, esperando el informativo de las nueve en Canal Cinco.

 

Le resultó un poco difícil de entender que el Banco República no tenía más plata así que iba a venir un millón cuatrocientos mil dólares de los Estados Unidos, prestados y con ese dinero, estaba en condiciones, el Banco de abrir la puerta de nuevo y empezar a trabajar.

-Esa cantidad de dólares vendrían en un avión – comentó en voz alta-.Los tendrán que guardar en valijas y mientras que lo traigan, tenemos como para dos semanas.- agregó, pensativo-

 

-Abuelo, ahora con las computadoras, se aprieta un botón y el dinero desaparece en una pantalla en EEUU y aparece aquí en Uruguay, le explicó su nieto que estaba a su lado, escuchando las noticias.

 

Extendió su brazo y su mano comenzó a buscar lo que sabía, iba a encontrar. Allí la había dejado por última vez. Con la calculadora en mano se sentía más seguro para hacer el cálculo. Su dedo índice comenzó a apretar cada botón, primero el uno, después el cuatro y con más cuidado el cero repitiéndolo una y otra vez hasta formar la cantidad, un millón cuatrocientos mil dólares. En el visor, se había formado el número y seguía siendo grande. Enseguida pensó en los dos millones y medio de habitantes que estarían quedando en el Uruguay. Por curiosidad quiso dividir la cantidad de dólares entre la de gente.

 

-Ahora se me aclararon las ideas – interrumpió Justo José Rodríguez expresándose en voz alta , muy convencido de lo que decía.-

-¿Qué? - interrogó su nieto, prestándole atención -

-Robaron un millón cuatrocientos mil dólares del Banco República pero el Presidente los consiguió prestados, bien pronto y sin problemas.

 

Se levantó de su silla. Comenzó a caminar, apoyando con firmeza sus pies, de a uno, en el viejo piso de madera, con ningún motivo para ponerse más nervioso.


Graciela Blanco

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