Cuarenta y cuatro segundos con mis años

 

Mis ojos se habían detenido a contemplarla, hasta convencerme que era ella, mi amiga de todo el tiempo que duró mi infancia.
Estaba de pie, frente a mí, sin darme cuenta que iban pasando los segundos, mientras intentaba reconocerla. 
Su cuerpo deforme intentaba esconderse dentro de un blusón, un talle más que el que tendría que usar. Y ni así, lograba disimular su abultado vientre. 
Nos sorprendió el silencio ... Sentí sus ojos negros cómo se hundían en los míos queriendo encontrar la vida que ya habíamos vivido.
¡Teníamos la misma edad!
¡Habíamos compartido tantos sueños! Ahora, en esos preciosos segundos, los buscábamos.
El rojo intenso del cabello que fue, era hoy un cobrizo que pretendía esconder mechones y más mechones blancos…

¡Cuánto tiempo frente a mí!

Seguí recorriendo su rostro en cada arruga y los segundos pasaron.
Las dos intentamos decir lo que nuestros labios entreabiertos no lograron, hasta que decidió alejarse.
Y quedé en silencio, por primera vez, con mis años.

Graciela Blanco

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