Un lunes cualquiera
Hugo Bervejillo

El hombre ascendió al ómnibus con visible dificultad.

Pálido pero sonriente, se tomó un respiro al llegar al pasillo antes de continuar, mientras su niño preguntaba:

-¿Te sentís bien, papá?.

Él asintió, y después, mientras pagaba los pasajes, comentó espontáneamente al guarda:

-Estoy recién operado, ¿sabe?. Me abrieron todo.

Era un hombre cuarentón. Miró sonriente a su niño y agregó:

-Es el menor de cinco hijos. Es muy bueno.

Y le acarició la cabeza con una mano.

-Son todos muy buenos. Mi señora también.

Cuando se movió en busca de asiento, bruscas tensiones faciales evidenciaron el dolor que lo atenaceaba, pero él sonreía, pese a todo.

Volvió a mirar al guarda, al pasar, y en los ojos tenía una alegría incontenible.

-¿Sabe?- dijo-: no es cáncer.

Hugo Bervejillo
Puertas que dan al patio

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