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La importancia de la contradicción en el texto literario 
Alicia Berardo

Intentaremos analizar la canción “Stephanie” de Alfredo Zitarrosa considerando algunos aspectos teóricos del marxismo, esto es, el rol que desempeña la contradicción y la distribución de roles en la familia,  especialmente, el papel de la mujer  dentro de la familia tal como lo estudia Engels, sin perder de vista la tesis [XI] sobre Feuerbach que afirma: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.  

 

La contradicción y la dialéctica

Marx toma el concepto de dialéctica de Hegel pero elimina toda la interpretación religiosa o teológica, considerando que el movimiento descrito por la dialéctica tiene como sujeto el mundo de la naturaleza y de la historia, el mundo finito.

 

La contradicción supone el enfrentamiento entre opuestos, es una dimensión fundamental de la realidad que tiene su antecedente en la idea heracliteana del devenir o, para otros, de la “guerra”, es decir, de la oposición de los contrarios.

 

Podemos caracterizar la dialéctica como la teoría que acepta:

 

1) El cambio: a diferencia de otros modos de entender las cosas que identifican el ser con lo permanente, la concepción dialéctica concibe al movimiento como una de las categorías fundamentales del ser, la realidad está sometida al devenir y la historia, por lo que quien no sea capaz de captar un objeto en términos de su construcción histórica, de su formarse a través del tiempo, no comprenderá bien dicho objeto.

 

2) La contradicción: el cambio tiene su origen en la existencia de contradicciones en el seno mismo de las cosas; la realidad es el ámbito en donde se da el conflicto, el enfrentamiento, y ello tanto en la Naturaleza como en el mundo humano o historia propiamente dicha. Esta idea, traducida en términos de teoría política, implica comprender cómo las distintas construcciones sociales son consecuencia del conflicto entre clases sociales antagónicas.

 

3) Racionalidad del cambio: el cambio no es un movimiento caótico, desordenado, sino que sigue una ley, una racionalidad; hay un orden racional en el desenvolvimiento de la realidad. El esquema más abstracto de todo cambio es el de tesis, antítesis y síntesis:

· tesis: o momento de afirmación de una realidad;

· antítesis: o momento de negación de la realidad anterior;

· síntesis: o momento de integración de las dos realidades contradictorias anteriores; esta síntesis es, a su vez, una tesis nueva que da lugar a otra antítesis, la cual da lugar a una síntesis nueva, etc.

       

(Los términos “tesis”, “antítesis”, síntesis” se encuentran más en la filosofía hegeliana y el idealismo alemán que en los textos de Marx y Engels, quienes prefieren los términos “afirmación, negaciónnegación de la negación”).

 

4) Interpretación no fragmentaria de la realidad: las cosas son lo que son en la medida en que forman parte de todos más amplios, en la medida en que participan de relaciones con el todo; cada objeto real es un caso particular o momento del todo. Hegel describe este rasgo indicando que “lo verdadero es el todo”. Esta idea se refleja en la primacía que el marxismo da a la sociedad y al Estado sobre el individuo, en la comprensión del individuo a partir de sus relaciones sociales. 

La familia como contradicción

“más tu amor

por el dinero ha olvidado al obrero quiero y al señor”

Según Engels, la “familia individual moderna se funda en la esclavitud doméstica franca o más o menos disimulada de la mujer, y la sociedad moderna es una masa cuyas moléculas son las familias individuales”. El citado autor sostiene que:

Hoy, en la mayoría de los casos, el hombre tiene que ganar los medios de vida, que alimentar a la familia, por lo menos en las clases poseedoras; y esto le da una posición preponderante que no necesita ser privilegiada de un modo especial por la ley. El hombre es en la familia el burgués; la mujer representa en ella al proletario. Pero en el mundo industrial el carácter específico de la opresión económica que pesa sobre el proletariado no se manifiesta en todo su rigor sino una vez suprimidos todos los privilegios legales de la clase de los capitalistas y jurídicamente establecida la plena igualdad de las dos clases. La república democrática no suprime el antagonismo entre las dos clases; por el contrario, no hace más que suministrar el terreno en que se lleva a su término la lucha por resolver este antagonismo. Y, de igual modo, el carácter particular del predominio del hombre sobre la mujer en la familia moderna, así como la necesidad y la manera de establecer una igualdad social efectiva de ambos, no se manifestarán con toda nitidez sino cuando el hombre y la mujer tengan, según la ley, derechos absolutamente iguales. Entonces se verá que la manumisión de la mujer exige, como condición primera, la reincorporación de todo el sexo femenino a la industria social, lo que a su vez requiere que se suprima la familia individual como unidad económica de la sociedad. (Engels, 61)

Engels señala que históricamente han existido hay tres formas principales de matrimonio, que corresponden aproximadamente a los tres estadios fundamentales de la evolución humana. Al salvajismo corresponde el matrimonio por grupos; a la barbarie, el matrimonio sindiásmico; a la civilización, la monogamia con sus complementos, el adulterio y la prostitución. El citado autor afirma que en el mundo moderno la prostitución y la monogamia, aunque antagónicas, son inseparables, como polos de un mismo orden social y que es imposible que desaparezca “la prostitución sin arrastrar consigo al abismo a la monogamia” (Engels, 63)

En el “Manifiesto Comunista”, Marx y Engels, refiriéndose a la situación de la mujer, escriben:

El burgués, que no ve en su mujer más que un simple instrumento de producción, al oírnos proclamar la necesidad de que los instrumentos de producción sean explotados colectivamente, no puede por menos de pensar que el régimen colectivo se hará extensivo igualmente a la mujer.

No advierte que de lo que se trata es precisamente de acabar con la situación de la mujer como mero instrumento de producción.

Nada más ridículo, por otra parte, que esos alardes de indignación, henchida de alta moral de nuestros burgueses, al hablar de la tan cacareada colectivización de las mujeres por el comunismo.  No; los comunistas no tienen que molestarse en implantar lo que ha existido siempre o casi siempre en la sociedad.

Nuestros burgueses, no bastándoles, por lo visto, con tener a su disposición a las mujeres y a los hijos de sus proletarios -¡y no hablemos de la prostitución oficial!-, sienten una grandísima fruición en seducirse unos a otros sus mujeres.

En realidad, el matrimonio burgués es ya la comunidad de las esposas.  A lo sumo, podría reprocharse a los comunistas el pretender sustituir este hipócrita y recatado régimen colectivo de hoy por una colectivización oficial, franca y abierta, de la mujer.  Por lo demás, fácil es comprender que, al abolirse el régimen actual de producción, desaparecerá con él el sistema de comunidad de la mujer que engendra, y que se refugia en la prostitución, en la oficial y en la encubierta. (Marx y Engels, 2008)

En la IV Tesis sobre Feuerbach, Marx señala también la importancia de cuestionar la contradicción que subyace en el seno de la familia:

Por tanto, lo primero que hay que hacer es comprender ésta en su contradicción y luego revolucionarla prácticamente eliminando la contradicción. Por consiguiente, después de descubrir, v. gr., en la familia terrenal el secreto de la sagrada familia, hay que criticar teóricamente y revolucionar prácticamente aquélla. (Marx)

Bibliografía 

ENGELS, Friedrich. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Espartaco. Disponible on line: http://www.proyectoespartaco.com

 

Alicia Berardo

Estudiante de 3er Año de

Lengua y Literatura

CERP DEL SUROESTE 

Stefanie (Alfredo Zitarrosa)

 

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