Redescubriendo a Luigi Boccherini
Roberto Bennett

Investigar y escribir sobre personajes célebres resulta siempre una tarea ardua. Más aún si el investigado es ascendiente directo del investigador. Entonces la labor, ya de por sí difícil, se convierte en un verdadero desafío. A eso se enfrenta hoy José Antonio Boccherini, madrileño y descendiente directo del famoso compositor italiano de música clásica del siglo XVIII, Luigi Boccherini.

 

Don José Antonio, el patriarca de la familia, representa la sexta generación de esa ilustre estirpe. Desde que se jubiló de abogado, pasa la mayor parte de su tiempo jugando al ajedrez o revisando viejos expedientes y documentos en los archivos de toda España. Su objetivo consiste en diseccionar datos que le permitan terminar de componer la verdadera y más completa biografía de Luigi Boccherini.

 

Lo extraño es que ningún miembro actual de la familia de José Antonio se haya dedicado a la música. Únicamente su madre, Adela, era concertista de piano y llegó a ganar el Premio Extraordinario de Armonía y Piano del Real Conservatorio de Madrid, pero una vez casada abandonó la carrera. Los demás descendientes optaron por el derecho, la escribanía, el periodismo o la política.

 

Nacido en Lucca (Italia) en 1743, Luigi Boccherini aprendió solfeo y el manejo del violonchelo con su padre. Luego armonía, contrapunto y composición con el abate Domenico Vanucci. Más tarde asistió a clases de música en Roma, llegando a tocar en la orquesta del teatro de la Corte Imperial en Viena. En Milán, en el año 1765, forma parte del primer cuarteto de cuerdas del que se tiene memoria. Al año siguiente, realiza una gira por Europa, dando conciertos y obteniendo un considerable éxito, especialmente en París, ciudad en la cual publica su primera obra, “Seis tríos para dos violines y violonchelo”. Es en la capital francesa donde Boccherini luego publicaría la mayoría de sus obras, logrando por ello una amplia difusión.

 

En 1768, se traslada a España, donde se le nombra compositor y músico del Infante don Luis, hermano del rey Carlos III. A la muerte de don Luis en 1785, el monarca español le concede a Boccherini una plaza de violonchelista en la Capilla Real de Madrid. En el año 1786 es nombrado compositor de cámara del Príncipe Friedrich Wilhelm de Prusia, que ese mismo año sería coronado rey.  

 

Quizá porque Boccherini, a pesar de enviar al monarca un mínimo de tres obras por año nunca visitó Prusia, se le retira el nombramiento con la muerte del rey en 1797, creándole al compositor un importante perjuicio económico. 

 

Curiosamente, este célebre músico italiano cae en un aparente olvido que durará dos siglos, hasta que según explica José Antonio, surge su redescubrimiento a partir del año 1958, durante un concierto al que asistió la baronesa Germaine de Rothchild, en París. En dicho concierto se pudo oír un bello quinteto del compositor italiano y a la baronesa le gustó tanto que concibió la idea de buscar una persona a quien pudiera ayudar económicamente para realizar una investigación a fondo sobre su autor. Por sugerencia del director del Conservatorio de París, Norbert Dufourcq, dicha tarea fue encomendada a Ives Gérard, que se convirtió así en el gran especialista en Boccherini. Gérard viajó por varios países recabando información y desempolvando documentos, manuscritos y partituras. El resultado final fue el famoso catálogo que publicó la Oxford University Press en 1969, auténtica guía para los interesados en la obra del compositor. Siete años antes, la propia baronesa también había publicado una amplia biografía de Boccherini. Estos dos hechos, en opinión de José Antonio, fueron fundamentales para iniciar el redescubrimiento. Gracias a ellos, hoy día se vuelven a oír frecuentemente obras de Boccherini en conciertos, las emisoras de radio incluyen sus obras en sus programaciones clásicas y la investigación sobre su vida se ha intensificado considerablemente.

 

Sin embargo, quedan algunos flecos sueltos que sería necesario aclarar. Por ejemplo, uno de los puntos que intenta averiguar José Antonio sobre su famoso antepasado es el motivo verdadero por el cual el compositor se vino a España en 1768. Según la historia oficial, fue por sugerencia del embajador español en París, aunque parece más probable que el músico viniese a Madrid tras Clementina Pelliccia, cantante italiana en una compañía de ópera que actuaba en el Real Sitio de Aranjuez. Lo cierto es que contrae matrimonio con Pelliccia en 1769, en el Real Sitio de San Ildefonso y de esa unión descienden los actuales Boccherini.

 

Al año siguiente es nombrado violonchelista y compositor de música de cámara del Infante don Luis, siéndole otorgado un importante sueldo anual de 14 mil reales. Desde ese momento, seguirá fielmente al Infante a todos los lugares donde éste residió, llegando hasta Arenas de San Pedro, donde el Infante falleció en 1785. Este período es una de las épocas más fecundas en la vida del compositor, ya que en esos años compuso no menos de 18 tríos, 48 cuartetos, 78 quintetos, 12 sextetos y 18 sinfonías; aparte de la primera versión del “Stabat Mater” y unos villancicos dedicados a la esposa del Infante para la Navidad de 1783, descubiertos recientemente. Hasta el momento, conocemos aproximadamente 495 obras de Luigi Boccherini, de las cuales 406 fueron compuestas en España. Cabe destacar que 11 de estas obras  han sido halladas a partir de 1969 y es factible pensar que en el futuro puedan aparecer algunas más.

 

El año 1785 fue dramático para Luigi Boccherini, porque además de la muerte de su mecenas, también fallece su esposa Clementina, dejándole con 6 hijos menores de edad. La preocupación lleva a Boccherini a otorgar su primer testamento, que tiene por misión nombrar tutores para sus hijos en caso de que él también muriese siendo ellos aún niños. El compositor decide mudarse a Madrid, primero a una casa en la Plazuela de San Ginés y luego a la calle de la Madera Alta. Allí vive hasta finales del siglo XVIII. Más tarde se traslada a la calle del Prado y finalmente a la calle de Jesús y María número 5, donde muere el 28 de mayo de 1805.

En esta última casa compuso, en 1786 y por encargo de la madre de la duquesa de Osuna, “La Clementina” su única ópera. Con libreto del dramaturgo don Ramón de la Cruz. 

 

Hoy, en esa calle existe una casa con una placa redactada por el poeta Gerardo Diego, que se descubrió en 1955 con motivo del 150 aniversario del nacimiento del compositor; pero José Antonio Boccherini sonríe y confiesa que probablemente la placa esté colocada en la casa equivocada. En aquellos años, cada manzana tenía numeraciones independientes, por lo que podía haber varios números idénticos en una misma calle. Como se desconoce el número de la manzana, es muy posible que la placa marque una casa que no fue el verdadero hogar de los Boccherini.

 

A los dos años de quedar viudo, Luigi Boccherini contrajo segundas nupcias con María Pilar Porretti, hija de Domenico, otro violonchelista italiano radicado en España. No tuvieron hijos y ella murió escasos meses antes que él, en enero de 1805. De sus siete hijos del primer matrimonio, sólo le sobrevivieron dos varones. El mayor, Luis Marcos, se ordenó  sacerdote y falleció célibe, sin descendencia. El otro, José Mariano, archivero del Marqués de Cerralbo, se casó, tuvo un hijo y de él desciende José Antonio.

 

Luigi Boccherini fue enterrado en la Iglesia de San Justo de Madrid en mayo de 1805; pero en 1927, Mussolini llevó sus restos a Lucca para enterrarle en la iglesia de San Francisco, en el panteón de los hijos ilustres de esa ciudad toscana. En 1966, Lucca ofrendó un busto del compositor a la ciudad de Madrid y el mismo se colocó en una glorieta de la Cuesta de la Vega, que desde entonces pasó a llamarse “Glorieta de Boccherini”.

 

Hoy, lamentablemente, en el hogar de la familia Boccherini queda sólo un objeto como recuerdo de su ilustre antepasado. Un pequeño abanico de marfil, que aparece enmarcado como una reliquia invalorable. José Antonio explica que su abuelo murió muy joven y su abuela volvió a casarse, extraviándose todos los objetos personales, cartas, papeles, archivos, etc. que tenía la familia.

 

Al resumir los hallazgos de sus investigaciones, José Antonio resalta el hecho de que siempre se había creído que los hijos de Boccherini eran cinco, luego se dijo que eran seis; pero él ha descubierto que en realidad eran siete, porque en el Archivo Diocesano de Ávila figura la partida de enterramiento de Félix Luis, fallecido en 1780 en su más tierna infancia. También ha descubierto en el Archivo de Protocolos de Madrid, que el músico otorgó tres testamentos a lo largo de su vida, probablemente a causa de sus desgracias familiares. Otro descubrimiento ha sido el testamento de la madre de Boccherini, que se había venido de Italia para estar junto a su hijo Luigi y que está enterrada en Ortígola, cerca de Aranjuez. Real Sitio donde según ha averiguado José Antonio, nació Luis Marcos, el hijo mayor y cuyo padrino de bautismo fue el propio Infante don Luis. Incluso ha hallado una prueba bastante concluyente de la presencia de Luigi Boccherini junto a Clementina Pelliccia en Valencia, a principios del mes de octubre de 1768. Ambos son mencionados por Giacomo Casanova (aunque sólo aparece el nombre de Clementina), en sus “Memorias de España”. El célebre personaje italiano describe a Clementina como una joven “bonita” y agrega que se reunió en casa de María Teresa Pelliccia (hermana mayor de Clementina, también cantante de ópera) para una comida en la cual estaban presentes el marido de María Teresa, Clementina “y un hábil violinista que se casó con ella poco después”. A pesar del error al describir el instrumento, sin duda se refiere a Boccherini.

 

Dependiendo de la envergadura final de sus averiguaciones, José Antonio, que ha sido nombrado Presidente de Honor de la Asociación Cultural Boccherini de España, escribirá o no un libro sobre su célebre antepasado. Lo que sí es seguro es que continuará visitando archivos y revisando documentos hasta completar la biografía de su antecesor, de quien un día llegó a decir Cartier en su antología “L´art du violon”, publicada en 1798:

“Si Dios quisiera hablarle al Hombre, lo haría a través de la música de Haydn; pero si Él mismo desease escuchar música para su propio placer, entonces elegiría a Boccherini”.

Roberto Bennett

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