El malabarismo lírico de

Humberto Megget

por Mario Benedetti

El cinco de abril se cumplieron diez años de la muerte de Humberto Megget, y en este caso son diez años que se parecen mucho al olvido. Los críticos de poesía, rara vez se acuerdan de él, las antólogos no lo incluyen en sus selecciones, los actores no lo tienen en cuenta en sus recitales. Se trata de un olvido que no hace honor a los contemporáneos de Megget, ya que éste, como todo auténtico poeta, está destinado a sobrevivir, no importa en qué cercano o lejano futuro; cuando otras generaciones de críticos o de antólogos lo reintegren al sitial que su obra merece, seguramente se asombrarán de que poemas de tanta inspiración y originalidad hayan pasado sin pena ni gloria entre quienes compartieron su tiempo y su mundo.

Cuando murió, Humberto Megget tenía sólo veinticuatro años y había padecido una larga tuberculosis. Nació en Paysandú el 1º de mayo de 1926. A los diecisiete años fundó la revista Letras, pero esta aventura no conoció el segundo número. Insistió sin embargo con las revistas, pero tanto una denominada No, como otra titulada Sin Zona, tuvieron brevísima trayectoria.

Su único libro de poemas se llamó Nuevo sol partido y fue publicado en 1949, pero el tiraje de la edición fue tan limitado, que, aparte del círculo de sus amigos, cuando murió en 1951 era prácticamente un desconocido del público y de la crítica. En 1952, el grupo de escritores que reunía la revista Número consiguió una serie de materiales inéditos, en su mayor parte poemas escritos por Megget en los últimos años de su enfermedad, y encargó a Idea Vilariño la selección y edición de los mismos. Este volumen, ahora totalmente agotado, incluía los siete poemas del único libro publicado en vida de Megget, y conservaba el título: Nuevo sol partido. Agregaba además treinta poemas de la última época. Es por este tomo que su obra ha de ser juzgada.

El de Humberto Megget es, por varias razones, un caso comparable al de Carlos Federico Sáez, el notable pintor mercedario. No sólo por venir ambos del Interior, o haber sido derrotados por la misma enfermedad, o haber vivido exactamente la misma cantidad de años; también, y principalmente, por tratarse de dos artistas formidablemente dotados que, a causa de una muerte prematura, no pudieron extraer de sí mismos la obra plena y decisiva que seguramente habrían logrado en su madurez.

Pero aun en su inevitable envase juvenil, la obra de Megget es lo suficientemente original y valiosa como para ser incorporada a lo mejor de nuestra poesía. Poemas como el que comienza: “Cuando descalzo recién salí..." de su primera época, o “Tengo ganas de risas Raquel” y “Dile a las nueces que se partan solas”, entre los últimos, sintetizan las mejores virtudes de Megget y garantizan que su poesía ha de ser dentro de cincuenta años tan actual como ahora.

Lo que más sorprende y atrae en Megget es la rara mezcla, la constante oposición que se da casi siempre entre sus temas y su estilo, entre su intención y su lenguaje. Es difícil encontrar otro ejemplo tan palpable de poesía pesimista en versos optimistas.

El verso de Megget es casi siempre alegre, juguetón, ágil de ritmo, autosatisfecho de las novedades formales que descubre. Sin embargo, lo que dice, o más bien lo que sugiere, toca a veces un punto clave de desolación.

En la mencionada edición de Número figura un fragmento en prosa de Humberto Megget, perteneciente a un apunte titulado Esquema para una conferencia, que es poco menos que un arte poética:

“Su pensamiento antes centralizado en un casi juego intelectual se libera aquí en un retorno hacia un casi naturalismo para entrar libremente sin trabas y sin esfuerzo a la canción, la canción límpida y clara, la canción casi primitiva, la canción hecha con espíritu y amor. Y en este nuevo reencuentro con las formas poéticas donde la metáfora no es rebuscada sino espontánea, donde la canción es la fotografía de un acto generoso, donde no hay nada enfermizo, el poeta aún no se encuentra aunque es fácil adivinarlo. Ahora en el comienzo de un problema en el que se ha resuelto la primera parte, donde los trucos literarios y juegos surrealistas tienden a desaparecer por considerarlos inmorales en el arte, expone estos poemas con la sana intención de mostrar el camino por donde ha de comenzar para que le sepan ya en marcha y decidido a trabajar con sinceridad en su arte. Él sabe que aquello que ha perjudicadlo al arte un millón de veces es ese intelectualismo usado por el pseudo creador que en lugar de intentar crear con religiosidad crea con intelectualidad, con creaciones que encierran al individuo en un mismo círculo y que encadenaron a muchos artistas en el transcurso de la historia".

Los mejores momentos de la poesía de Megget son demostraciones cabales de eso que él llama metáfora espontánea, fotografía de un acto generoso:

 

Quiero sentarme en el ángulo de un rayo

en la O formada por las sábanas colgadas

o también

Tengo miedo de mí
y de la música que deja oír mis cabellos a mis dedos

o, por último,

Vamos a dejarnos caer como tuercas

y dejarnos levantar por nubes imantadas.

Están lejos de la frialdad intelectual que tenía Megget, pero son, eso sí, metáforas espontáneas de la naturaleza, simplemente reconocidas por el intelecto. En su peculiar modo de metaforizar, la imagen es siempre separable del ritmo; el ritmo es en sí mismo parte alícuota de la metáfora, que sin él no viviría o perdería su originalidad.

Casi todos son poemas in crescendo, ganan en efecto si se los dice en voz alta. Megget no es un poeta de las cosas, pero sí un malabarista que usa a las cosas, que las lanza por el aire y las recoge ya cambiadas, dispuestas a servirle como expresiones poéticas de su estado de alma. En una lectura superficial parecería que las posas andan en la poesía de Megget “como por su casa”, pero en una segunda lectura, más atenta, es posible comprender que es el poeta el que se mueve entre ellas con admirable libertad, extrayéndoles significados, inventándoles afinidades que son como etiquetas de originalidad.

Las palabras de Megget son las comunes, las de todos los días; virtualmente están ausentes de su poesía aquellas otras que arrastran un gastado prestigio poético. Pero estas palabras comunes, gracias al ritmo, gracias a las otras palabras comunes que andan en su vecindad, adquieren una resonancia que las hace nuevas, que les otorga una bienhumorada dimensión de lirismo. Megget nunca deja de ser un poeta serio, un preocupado de sí mismo y de su mundo, pero usa en cambio el buen humor como una inédita manera de cantar, de cambiar, de decir simplemente su tristeza.


(1961)
 

         de "Literatura uruguaya siglo XX"

                                                                               Cuando descalzo recién salí...


Cuando descalzo recién salí

era época de música bailable
era día para ver los vestidos volando en la cintura de las niñas

era época de ver las nubes al costado de la tierra

cuando me puse las sandalias y vi a mi amada

dicen que un niño me dijo - ¿juegas?-

dicen que mi amada me dijo - ¿es cierto?-

dicen que mi madre le dijo - nunca juega-

dicen que entonces yo sonreí y le dije al niño

a mi amada

a mi madre

 

juego sí

 

no contigo

 

gracias a ti

y dicen que el cielo gustó de ver a aquellos tres niños que sonreían

y dicen que salí corriendo

y perdí una sandalia por el camino.

 

Cuando vestido salí
cuentan que aún no estaba el sol partido
cuentan que las niñas se apuraban por vestirse rápido
cuentan que mi padre no sabía nada
y que mi madre se lo iba a decir
cuentan que tenía un hermano
y una hermana
que querían dejar sus tareas por acompañarme

 

cuentan que me gustaban las carreras de caballos

y que me los fabricaba con ramas de paraíso
cuentan que corría con los perros

y apedreaba los nidos

 

y cuentan que a las niñas abrazaba

y bebía su sangre cuando las hería.

 

Cuando me puse el sombrero
oí decir que los zorrillos disparaban y no querían verme

oí decir que nadie se quitaba su sombrero delante de mi sombrero

oí decir que mi madre lloraba sobre sus tareas cuando me veía entrar

oí decir que mi hermano se había peleado cinco veces

y que mi hermana ya no tenía amigas
oí decir que mi padre ya no salía más en compañía de vecinos

oí decir que siempre se me veía solo

y que mis amigos eran perseguidos por la justicia.

 

Cuando usé por primera vez el bastón

supe que mi padre era rodeado

y que mi madre era besada
supe que el pueblo recogía de la calle hojas de árboles

supe que había fiesta
supe que los niños adornaban las vidrieras
supe que los poetas dedicaban a alguien sus sonetos
supe que nuestro pueblo iba a recibir la visita de altas autoridades
supe que se iba a descubrir una placa
supe que todo era en mi honor.


Dile a las nueces que se partan solas

 

Dile a las nueces que se partan solas

no me quedan fuerzas

llama al médico
dile a las nueces que se pongan tristes

no me quedan risas llama al médico
dile a las nueces que no tengo verbos

ya no tengo verbos
llama al médico
dile a las nueces que me quieran siempre

dile a las nueces llama al médico
dile a las nueces que ahora tengo versos

dile a las nueces que ahora tengo versos

dile a las nueces que ahora tengo versos

no llames al médico.


En legión de girasoles ...

En legión de girasoles
vamos a sentarnos a beber el paisaje
vamos a dejar que el sol también se ponga de nuestra parte
que entre con la forma de una estrella

o con la aspereza de un caballo

vamos a dejarnos caer como tuercas

y dejarnos levantar por nubes imantadas

vamos a desnudarnos hasta la mitad del cuerpo

y vamos a mostrarle nuestro ombligo al mar

para luego escaparnos hacia las rocas

y reconstruir nuestra fiesta con guijarros.

 

Tengo ganas de risas raquel...

 

Tengo ganas de risas raquel
tengo ganas de ir al cine a ver aquella película
ganas de ver las rosas y no ver las rosas
tengo ganas de tomar el café con leche
y beber
beber
beber
beber
beber
beber aquello y esto
y lo que tú das
y lo que yo ofrezco
ganas de ir y no ver aquella película
tengo ganas de ti y de aquél
pero más que de ti y de aquél
tengo ganas de coca y raquel.

 

Yo no sé hasta cuándo ...

 

Yo no sé hasta cuándo
esa fuente recogiendo irá tu imagen
te construyen los picos negros de tus guantes
te deslizas en los dobleces del espacio
y abres como las cabezas que se mueven
un hueco sobre algo
tienes la franja blanca
y la gris
y la negra
tienes la piel rosada
y cuando te sientas sobre una cama blanda

te desparramas sin sombras

y te recoges
con lo que ocupa mi silla

y mi ademán de abrazarte

y estás ahí
y de un vidrio salta tu sonrisa
y de la naturaleza muerta de tus guantes
tu cara a mi cara
yo no sé hasta cuándo
pero tú estás ahí sin comidas
como esperando de mi boca el almuerzo
o de mi intención
los silencios con calma de un buenas noches darte.
 

Tengo miedo de mí

 

Tengo miedo de mí
y de la música que dejan oír mis cabellos a mis dedos

miedo a estas noches sin diario
a estas bocinas atragantándose en el foco de luz de una manzana

tengo miedo quizá como los peces a los barcos del río

miedo a los labios taciturnos que cierran sus moradas

tengo miedo
y bien sabes que te amo más de lo que tu sonrisa quiere que yo exprese
y bien sé que te amo más de lo que me prestan tus dedos

no seré todo el año sólo vuelo en tos

algo resta a mis números
mis letras son tantas que escapan al abecedario común

y para no verme desterrado de tu reloj de antaño

mi destino dejaré a otro envuelto en celofán.

 

Cuando tú estés dispuesta comeremos...

 

Cuando tú estés dispuesta

comeremos
un pedazo de manzana en automóvil

y cuando regresemos

de una higuera recogeremos higos

y alimentaremos a gorriones vagabundos

cuando tú estés dispuesta

se sobreentiende
nos entretendremos en aprender el idioma de lombrices

en dibujar con carbones caravanas de hormigas

y luego subiremos como por un tronco hacia la montaña

y plantaremos la primera flor para sonrisa de los aviadores.

Cuando tú estés dispuesta haremos tantas cosas

nos pondremos a descansar bajo las palmeras

y a descubrir cómo se hacen el amor los grillos

luego correremos con nuestras alforjas al mar
y las llenaremos de espumas
qué agitaremos en el espacio para que formen sobre nuestros cuerpos techos;
que cobijarán el secreto de nuestras representaciones nocturnas
siempre
claro está
cuando tú estés dispuesta.


Poniendo el deseo de tu boca...
 

Poniendo el deseo de tu boca en los juncos yo tendí la balsa
la había hecho del madero más fino
la había unido con cuantos besos tú me habías dado
y la entregué al agua
la entregué sin antes poner mi cuerpo dentro
y entre los juncos viendo salir tus dedos
tomé de cada una de tus manos uno
y lo usé como remo
me llevaste a una velocidad de ave
y me recostaste en una gracia de bruma humedecida
yo navegué mucho tiempo en la laguna
navegué tiempo de mármol
y tiempo de arena
recosté mil veces mis espaldas en los maderos

y esperé rodeado
que mi balsa se convirtiera en tu cuerpo.


Yo mi sobretodo verde...
 

Yo mi sobretodo verde

yo mi cáscara de nuez

yo mi gota de agua

mi río

mi árbol
yo corcel galopando en una orilla
brazos del viento descansando en los árboles
me acostaré tal vez quién sabe en dónde
en el polvo o en un mosquito
para ser el grito de un cocodrilo
o las manos abrazadas al fondo de un río
yo en una hoja caído
en una gota de agua envuelto
para no volver nunca
puedo seguir mucho tiempo deambulando en los aires

tal vez tenga la forma invisible de un microbio

o quizá esté en el aletear del vuelo de una mosca

hay tanto
tanto espacio para volar mi cuerpo inútil

tanto manantial donde poner mis pies frágiles

tantos redondeles blancos en los ojos cerrados

que en mi inconsciente voluntad de estar así

no estoy solo.
 

Más lo de aquí...
 

Más lo de aquí más lo del agua más la aventura
y el paso dado atrás en bicicleta
entonces lo de acá'
lo de la concha
lo que domina el alma
y me domina
la b
la m
la mosca horripilante
entonces lo que dice allí el que sueña
el que regala pasquines
la fecha incierta
Picasso
la naranja
un autobús con ocre en la azotea
Torres García
América.

Va a dormirse una luz sobre mi frente...
 

Va a dormirse una luz sobre mi frente

una luz en el cuarto este que toco

en el cuarto este de aguas que no bebo

de hojas mal impresas

y de estufas calientes.
Va a dormirse una luz
una luz que se estira en varias líneas
que no tiene
ni boca
ni estornudos
ni dedos para pies
ni pies sin dedos
sobre mis dientes mordiendo una manzana.

Va a dormirse una luz

hasta mañana.

 

Salir por este ojo ...

 

Salir por este ojo

o por la boca

o por la oreja derecha

salir así a hurtadillas
de esta manera impersonal que es ser Megget
y que me cuesta
irme
irme por los ojos

o por las orejas
tomarme de las cuerdas más largas

y hamacarme en el cerco de mi encierro

tomarme
tomarme solo en enredarme

acostarme boca abajo en la ladera

y rodar hacia el mar

como ruedan guijarros desde el puente

y así
saliendo de mi ojo
de mi color vegetal
colocando mis pies en el barro
y regándolos para que crezcan

así saliendo de la oreja más hermosa

quiero sentarme en el ángulo de un rayo

en la O formada por las sábanas colgadas

quiero dejarme tender también al sol

para secar estas ansias de ser cuadrado o polvo
o guante abandonado en la vereda

quiero escaparme

para no ser siempre así como soy el mismo hueco
el mismo todo en mis movimientos
y la misma piel
con su calesita de enfermo.


Cuando la muerte nos llame a sus botellas...

 

Cuando la muerte nos llame a sus botellas

entraremos por su culó sin cortedades

y pisaremos cada letra de nuestros nombres

como quien pisa sus años

no habrá tiempo

ni soles
ni playas ‘
ni gigantes
no habrá la monumental estructura de los edificios altos

ni la rosada sonrisa dirigiendo el aletear de un abrazo

no habrá más aquellos lechos repletos de jornadas

y se silenciarán las máquinas que alumbraron

por las noches nuestros rostros resfriados

las religiones serán ostras

y la esperanza nada
y cuando se debilite este vino que nos guía

y cuando se tienda por las calles este potro de petróleo pálido y rosado
y sólo queden musgos y algas para hacer respetar nuestras cosas

será porque habrá saltado el tapón de nuestro envase

será porque hemos quedado negros flotando en el espacio.

El portero ceceoso  
 

Soy portero fotógrafo ceceoso en teatro sin director

teatro es algo tomado con seriedad

teatro es algo sin directores

directores son teatros aparte.
Yo veo espectadores ignorantes de mi ceceo si no hablo.
Yo soy teatro portero fotógrafo.
Yo soy teatro portero fotógrafo

diferentes compañías en escena.

Yo soy público.
Yo soy teatro portero fotógrafo diferentes compañías en escena

público soy crítico de diario de todo un día saliendo al otro día.

Yo soy teatro portero fotógrafo diferentes compañías en escena público primer lector de mi diario.
No sé de antemano noticias
no sé noticias pero conózcolas traducidas en momento de escribirlas.

No tengo quien me transmita noticias

siempre tengo noticias en el acto.


Tengo dedos en las manos en los pies.
Adquirí oficio desconocedor de mis noticias.
Tengo noticias

sin dedos

sin oficio

sin símbolos

sin metáforas

sin goces sin recuerdos sin sentimientos.
Tengo noticias dejándose fotografías
ordenándose en lo mirado
tengo fotografías ordenadas en poesías.
Tengo fotografías noticias de tiempos-muertos creadores de poesías.
No critico fotografías
sé mirándolas encontrar orden en lo visto.
Soy máquina fotográfica he visto paisajes lágrimas
tropel de hombres
he pasado sin aullar
sin abrir mi ojo fotográfico.
Soy máquina fotográfica
sacando fotografías de espacios donde está lo permanente

donde no he estado yo máquina fotográfica

donde no he estado yo ni visto.
Yo no he visto

yo no he visto nada

luego miro

veo algo
luego de mirar veo algo

no pregunto sobre lo mirado
estando satisfecho de haber fotografiado lo no anteriormente visto.

Lo mirado se valoriza

lo visto ya está valorizado.
Soy poeta teatro fotógrafo compañía representando público

crítico de diario de todo un día diario noticia primer lector

cámara fotográfica fotografía.

 

No gozo
en el goce intervienen sentidos
yo fotógrafo máquina fotográfica
carezco de elementos excitadores de sentidos.
No recuerdo
fotografiando momentos actuales no debo desviarme.
No invento
estando fotografiando momentos actuales el momento ya es.
No tengo posiciones para fotografiar
mis fotografías las saco de cualquier ángulo
sin tomar posiciones premeditadas
sin encerrarme en formas determinadas
sin continuar en procedimientos ya realizados.

 

Fotografío por debajo de las piernas
por detrás del cuello o agujereándome las orejas
fotografío en formas diferentes.
Cambia la forma
el acto de la fotografía siempre es el mismo.
Las formas

no se repiten

se repite el acto.
La forma es la posición insípida

sin valor.

 

La valoración no está en lo visto

está en el acto motivando lo mirado.
El acto es generación espontánea de vivencia.
El acto no es creador de vidas.
Lo creado no está vivo

lo creado está ordenado.
Su formación está en el orden

el orden es creación no vivencia.
La vida es disgregación de lo creado valoriza secundariamente

dentro de lo ordenado.
La poesía no tiene vida.
La poesía es el orden creado de un acto.
Lo ordenado no está desordenado
lo ordenado está en el Ser
lo demuestra el hecho de estar como debe.
Lo permanente no se debe explicar.
Quien explica ordena a su manera creando un nuevo orden

su principio está en el momento de su explicación

explica el principio de un nuevo orden
partiendo de un principio convertido en nuevo orden ordenador

desde ángulos diferentes del ángulo ordenador en el acto primario de su ordenamiento.
Siendo la poesía orden creado de un acto
una explicación significa nuevo orden desde ángulos diferentes.
El poeta cuando escribe está sentado

siente frío
se suena las narices.
Escribe riendo
el poeta se está viendo se está mirando.
En lo mirado no hay oscuridad por anterior existencia de una forma vista.
Dentro de la luz no cabe oscuridad

nada es oscuro cuando todo está ordenado.
El orden está en la claridad.
La palabra es elemento de expresión valorizada en último término por el espíritu.
La poesía está en el orden creado.
Está en el mecanismo de un tiempo.
Está en lo ordenado del elemento ordenador.

 

por Mario Benedetti

 

Se tomó de El lagrimal trifurca Número 5 / rosario: julio-setiembre/69

Link: https://ahira.com.ar/ejemplares/el-lagrimal-trifurca-no-5/

Gentileza de Archivo Histórico de Revistas Argentinas

Ahira. Archivo Histórico de Revistas Argentinas es un proyecto que agrupa a investigadores de letras, historia y ciencias de la comunicación,

que estudia la historia de las revistas argentinas en el siglo veinte

 

Ver, además:

 

                    Mario Benedetti en Letras Uruguay

 

Humberto Megget: el poeta que no supieron ver sus contemporáneos, por Alejandro Michelena

 

Editado por el editor de Letras Uruguay

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