Una opinión crítica latinoamericana sobre el surrealismo: César Vallejo |
Algunas reflexiones sobre los encuentros y desencuentros entre dos concepciones intelectuales en busca de la libertad. |
En el artículo "Autopsia del Superrealismo", publicado en 1933, Vallejo define su posición frente a dicho movimiento. La crítica del poeta peruano se fundamenta, en su opción crítica marxista y, uno de los señalamientos que le hace al surrealismo, es el de haber abandonado su cercanía inicial con los postulados de la III Internacional. Para Vallejo, el surrealismo es una escuela literaria y, como toda escuela, producto de una situación de crisis del imperialismo económico: es una muestra, más de la situación de decadencia en que se encuentra la sociedad capitalista. En efecto, el surrealismo surgió después de la Primera Guerra Mundial y de la Revolución de 1917, como un movimiento de cuestionamiento general de todo lo que representara autoridad. Bretón expresó, con total claridad, la necesidad experimentada por los surrealistas, -como única posibilidad real-, de contribuir a una revolución total, radical y sin mediatizaciones de tipo alguno y que no dejará intocado ningún aspecto vital[1]. Vallejo señala el valor revolucionario del surrealismo durante su cercanía inicial a la III Internacional, y dice que es cuando adquiere trascendencia social. Posteriormente, cuando el movimiento se aleja de las líneas de la III Internacional, Vallejo señala que esto ocurre por la incapacidad de sus miembros para "comprender y practicar el verdadero y único espíritu revolucionario de estos tiempos"[2]. Podríamos intentar una síntesis de la crítica de Vallejo, a través de los siguientes puntos: El pesimismo surrealista se convierte en un estado permanente y estático: la crisis moral y espiritual no se supera. Vallejo valora la virtud revolucionaria del surrealismo en sus comienzos, cuando en uno de sus artículos califica al movimiento como un contagio saludable y tonificante; a la vez que critica a la juventud americana por trabajar sobre el "pesimismo activo" y "la terrible desesperación creadora"[3], pero considera que el pesimismo debe ser una etapa y no una meta[4]. Juan Larrea, trabajando sobre textos de Vallejo, opina que el error del surrealismo estuvo en su búsqueda del alma primitiva, en su valorización de las supersticiones y misterios, haciendo una comparación entre esta actitud y la de J. J. Rousseau respecto a la inocencia del buen salvaje[5]. |
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Por ello, si bien la protesta surrealista por el estado actual, -para la época de eclosión del movimiento y para el momento actuales para Vallejo compatible con la concepción marxista, la negación y el amor por el pasado, se enfrentan al concepto de evolución progresiva y creciente de la Historia. A pesar de lo integral que se autocalifica la "revolución surrealista", -recordemos los consejos de Breton para vivir una vida surrealista contenidos en el Primer manifiesto, bajo el título de "Secrets de l'Art Magique Surréaliste"-, ésta no llega a volcarse a la calle: Larrea le adjudica una actitud nervaliana en el sentido de dejar la vida a "expensas de la vía publica".[6] Por su parte, el mismo Breton en carta a su hija le revela que la razón para haberse abstenido de combatir en la Guerra Civil Española, estuvo dada por el amor que le tenía a ella, recién nacida: "amaba en ti a los hijos de los milicianos de España"[7]. Por ello, Vallejo en su crítica, señala: "Para ser consecuente con lo que los surrealistas llamaban espíritu crítico y revolucionario de este movimiento, había que saltar al medio de la calle y hacerse cargo, entro otros, del problema político y económico de nuestra época"[8]. En Breton, la acción se queda en una actitud simbólica a la vez que pasiva e individualista. Mientras señala que encarna en su hija a los hijos de esos milicianos que luchan contra el fascismo en España, no se expone en lo personal para el logro de una igual felicidad en esos otros padres. Para Vallejo, la revolución de Breton se limita a un plano aristocratizado. Para ello recuerda que Breton anuncia, en el Segundo manifiesto, el triunfo del surrealismo por haber logrado "suscitar, desde el punto de vista moral e intelectual, una revolución de conciencia"[9]. Por el contrario, para Vallejo, la única revolución imprescindible es la proletaria, que a su vez revolucionará todos los ordenes de la sociedad: "...el rol de los escritores no está en suscitar crisis morales o intelectuales más o menos graves, es decir, en hacer revoluci6n por arriba, sino al contrario, hacerlas por abajo"[10]. Dentro del mismo espíritu de crítica a la no integración social de la "revolución surrealista", pero en relación con las creaciones artísticas de sus partidarios, Vallejo considera que se quedan en meros "juegos de salón relativos a la escritura automática, a la moral, a la religión, a la política"[11]. Como juegos de salón, se sus traen a la clase que debe realizar la revolución, es decir, al proletariado. La palabra "salón" hace además al círculo cerrado que se aleja de la calle, de la colectividad. Además son sólo juegos cerebrales, ajenos a la realidad. En su artículo "Literatura a Puerta Cerrada", Vallejo habla del literato de gabinete como un producto de la realidad burguesa. En su afán por conservar el patrimonio de la familia, éste se convierte en portador de los valores e intereses de la burguesía. Desde el punto de vista estético, la crítica de Vallejo al surrealismo se centra en el "automatismo". Supone que se ha sustituido la "alquimia comparativa y estática", que es la poesía tradicional, por la "farmacia aproximativa y dinámica de lo que se llama rappoprt" en el surrealismo[12]. Por eso, para Vallejo el surrealismo se limita a una "receta" extraída de los pensamientos de Apollinaire, que no alcanza a la sensibilidad humana. A partir de ello, Vallejo se atiene a lo que hay de mecánico y prefabricado en la idea de
"automatismo". "Hacedores de imágenes, devolved las palabras a los hombres"[13]. Porque para Vallejo, y en su concepto de una "poesía nueva", debe haber una asimilación, por parte del artista, de los materiales vitales[14]. Lo esencial para él no está en el logro de un nuevo "rapport", de una nueva imagen, sino en la incorporación de ese ritmo a la sensibilidad del poeta. De acuerdo a lo que hemos venido viendo sobre la crítica que hace Vallejo al surrealismo, estaríamos dispuestos a aceptar ciertas críticas realizadas a Vallejo por su extremado celo en la defensa de los criterios marxistas de la época. Sin embargo, no creemos que sea totalmente así. Para el poeta, un artista es político en cuanto hombre, pero en cuanto creador, su función es la de "despertar en el hombre la aptitud de engendrar y aflorar a su piel nuevas inquietudes y emociones cívicas"[15]. Pero su actitud debe estar lejos de toda acción dirigida y de toda intención didáctica. Para Vallejo no es aceptable la concepción de una "literatura proletaria", en tanto que esa formulación se corresponde con una delimitación política del arte que lo lleva a ser un medio utilizable por un determinado Estado para plasmarse. Por ello, lo sublevaba la idea de encerrar al escritor dentro de las limitaciones espirituales que conllevan las ideas político-sociales ligados a la maquinaria estatal.. "El artista es libérrimo"[16] y por eso no acepta que se le imponga ninguna consigna. Si bien la función política de la literatura existe, en tanto que la obra del artista está intrínsicamente ligada a su vida, el creador como tal no puede controlar, prever o calcular las consecuencias políticas contenidas potencialmente en sus realizaciones. Existen distancias inquebrantables entre el pensamiento de Vallejo y el surrealismo. Si bien se observa en este movimiento la experiencia de lo colectivo, (la obra de arte puede ser el producto de la actividad de varias personas, por ejemplo, en 'el cadáver exquisito'), el círculo de acción se reduce al grupo de los ya iniciados. Podría llegarse a sostener que en realidad, las diferentes personalidades logran reunirse en una sola, si nos atenemos al producto final de esa acción. La obra surrealista no se plantea una dirección hacia el gran público, ni mucho menos acepta tener una intencionalidad social. En cambio, la obra de Vallejo parte de la vida sencilla, de la mesa hogareña junto al fuego, del dolor del frío, el hambre y la enfermedad; de la lucha contra la injusticia, y la desigualdad. La tragedia española, con su desigual enfrentamiento, lleva a Vallejo a algunas de sus mejores creaciones poéticas, cargadas de un profundo mensaje humano, donde lo político circunstancial no ahoga el torrente del creador. En cambio para el surrealismo la búsqueda debe estar centrada en la creación de otra realidad, una que se aleje y se sustraiga de la cotidianeidad. Un nuevo orden que se producirá a mitad de camino entra el sueño y la realidad existente. En su Segundo Manifiesto, Breton señala: "Todo induce a creer que existe cierto punto en el espíritu desde donde la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el futuro, lo trasmisible y lo intrasmisible, lo alto y lo bajo, dejan de percibirse contradictoriamente. En vano se buscaría a la actividad surrealista otro móvil que la esperanza de determinar ese punto"[17].
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Pero el enfrentamiento entre concepciones como la de Vallejo y la de los surrealistas, no se puede limitar a los años en que ambos estaban vigentes, -en vida y en obra-. Ambas concepciones, con acercamientos y alejamientos en vaivén, han seguido manteniéndose vivas en el el pensamiento y la acción de los creadores. Especialmente los latinoamericanos. Incluso podría decirse que muchos de los creadores de los últimos 20 años han logrado utilizar a la vez elementos de las dos corrientes, de forma tal en que el enfrentamiento pasará a ser una fusión creativa capaz de desarrollar en más alta forma la obra. Quizás la experiencia política, social y cultural de estos últimos 50 años ha hecho que se haya aprendido lo suficiente como para no perder las energías ni la capacidad creativa en polémicas y discusiones de "un mismo lado de la barrera".NOTA: Dentro de las múltiples opciones posibles que ofrece el programa del curso sobre "Romanticismo y surrealismo", y por estar en este momento haciendo un trabajo de mayor extensión sobre César Vallejo, hemos optado por hacer este trabajo específicamente sobre este punto, gracias. Notas: [1] - RUBIN, William: Dada, surrealismus and their heritage, New York, 1962. |
Álvaro Barros-Lémez
Diciembre de 1979
César Vallejo en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
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