Si quiere apoyar a Letras- Uruguay, done por PayPal, gracias!! |
Sobre
literatura y prisión Ioram
Melcer (desde Jerusalén) |
EN
OTRAS
CÁRCELES. Grandes literaturas han surgido de
los calabozos del siglo XX. El régimen del apartheid de Sudáfrica será
recordado por muchas infamias, pero no menos por la condena de Nelson
Mandela. Un
estudio serio de un tema tanto universal como particular, oscila entre los
detalles específicos y la visión del material investigado. Alzugarat
ha hecho un trabajo de historiador tomando lo mejor de la tradición de la
escuela francesa de los Annales, es decir, la
idea de que es precisamente en los detalles donde la historia se refleja
en toda su riqueza. Se trata de iluminar lo "macro" a través de
lo "micro". Así es que el tomo algo escueto abunda en detalles.
Alzugarat
nos informa sobre el contexto. La cárcel de la dictadura era la cárcel
de la dictadura uruguaya, no el gulag
(brillantemente estudiado hasta el último detalle por Anne Applebaum)
ni el campamento chino o la prisión turca. Tenía su régimen y sus
reglas así como tuvo su historia, estrechamente ligada a los fines del régimen
y a su mentalidad de censura. Además, tenía su contexto literario: la
biblioteca del penal. Los escritores suelen ser grandes lectores y no hay
que ver la creación literaria de presos, sean políticos o no, únicamente
a través del filtro del encarcelamiento. Si hay libros, los leen. Si no
los hay, recuentan sus lecturas. El libro no se puede suprimir, y Alzugarat
nos lo explica detalladamente. En el mundo de la cárcel,
"stock" literario y censura son dos polos opuestos y
complementarios que definen una dinámica. Sobrevivientes del gulag
cuentan que en mucho campos disfrutaban de libros prohibidos que al ser leídos
por Este
punto de partida le sirve para pintar la riqueza de la producción
literaria en las cárceles de la dictadura. Sobre El furgón de los locos
de Carlos Liscano, Alzugarat
habla de la función metafísica de la literatura carcelaria: "La
vida futura, el escritor, el mundo entero, dependen de esa lucha sin
tregua en los calabozos de la tortura". A su vez, lo peor de la
experiencia humana deja emerger a la humanidad más básica, más auténtica.
El arte de El hombre numerado de Marcelo Estefanell,
es resumido por Alzugarat: "La mayor
novedad, sin embargo, la constituye un indisimulado
placer de contar que desdramatiza y a la vez acerca los hechos al
lector". El
testimonio escrito escondido en las paredes, los muebles y los colchones
son parte de esta actividad creativa. Además, libros existían y
circulaban, se leían e influían. En ciertos casos, de la cárcel salían
textos escritos por los presos, lo que era el mayor triunfo: ver algo
nacido en el calabozo tomando vuelo en el mundo "de afuera", que
tampoco era un mundo de libertad. Este tipo de dinámica nos recuerda que
bajo una dictadura, el país entero es una cárcel, siendo su sistema
penal un "mini-país" más duro, más represivo, pero no siempre
muy diferente en cuanto a los principios que lo rigen. Esta
visión es la que le permite a Alzugarat
ampliar su estudio, partiendo del "micro" al "macro".
Si se considera al país que está bajo una dictadura como una cárcel, el
tema de la literatura carcelaria se extiende más allá de los muros y del
sistema penal. Las dictaduras casi siempre justifican su existencia y sus
actos en términos de ideología, presentándose como los padres de la
familia (la nación) cuyos hijos (los ciudadanos) deben ser educados. Por
ello, lo que interesa al investigador no es un "micro" en
particular. Son varios. Es la historia del libro, de la literatura, de los
escritores y de los lectores en un país bajo dictadura. Es lo que Alzugarat
llama "los diversos reinos de la palabra". Así se diversifican
los géneros literarios pertinentes a la investigación desde el
testimonio y la novela de la cárcel, pasando por la poesía y las cartas
hasta la literatura para niños. Además, se amplían los horizontes geográficos
en una serie de círculos concéntricos cuyo foco común es la cárcel
(actual y conceptual): ciudad, país, comunidad de lectores, hasta el
destierro y el exilio. LOS
ESCRITORES DEL FUTURO. Uno de los puntos más dolorosos es que las
dictaduras nos privan de grandes escritores. Basta recordar el caso de
Anna Frank, asesinada tan joven, que hoy estaría por cumplir 78 años de
edad. Pero la cárcel crea y forma escritores, pues los regímenes de
dictadura persiguen a los jóvenes sensibles que tienen "demasiadas
opiniones", los que piensan por cuenta propia. Estos suelen ser los
escritores del futuro. Trincheras de papel opta más por el estudio monográfico
ordenado según categorías, lo cual revela el profundo compromiso del
autor con su tema. Quizás ciertos aspectos más teóricos o filosóficos
como la formación de escritores en la cárcel (y no hay que temer
decirlo: por la cárcel) tendrán que ocupar las páginas de un libro por
escribir. Si
hay algo común en la realidad de cárceles, dictaduras y países de América
Latina, es que el continente americano parece estar pasando por una fase
"postdictatorial". Aunque Cuba no ha
completado su trayectoria y poco sabemos del "post" de ciertas
situaciones neo-autoritarias en otros países americanos, en términos
generales este libro puede presentarse como un estudio de un fenómeno del
pasado. No obstante, un lector que mira más allá de la realidad uruguaya y que sabe cuántas dictaduras siguen encarcelando "rebeldes con ideas perjudiciales al país", no puede dejar de pensar que Trincheras de papel traza con pinceladas delicadas lo que sería el manual de supervivencia de la cultura si algún día vuelve a surgir una dictadura. Lo contiene todo: qué se escribe, con qué hay que enfrentarse para hacerlo, quiénes fueron los maestros de la literatura carcelaria, cómo ha de ser aceptada por el mundo de "afuera", qué se ha hecho ya y en qué se puede innovar. Pues siempre nos quedan los libros, "adentro" y "afuera". |
Ioram Melcer
Reseña de El País Cultural s/f
Ir a índice de Asia |
Ir a índice de Melcer, Ioram |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |