Marissa Arroyal: la humanidad nos pide volver urgentemente a la naturaleza

Ángel Díaz

Con voz apacible, Marissa Arroyal nos abrió cordialmente las puertas de Ling la osa de los bambúes, manuscrito de diez historias unidas en una sola idea: la preservación de la naturaleza vegetal y animal. “Ling se posesionó de mí y me hizo continuar la historia que comenzó siendo de cuatro páginas y no pude detener. Siempre he escrito poesía, este es mi primer intento en narrativa, por eso estoy muy contenta”, indicó la poeta.

Pero si hay algo que ha previsto Arroyal es plantar una semilla más en la conciencia de las generaciones futuras con base en el ecosistema. “Mis hijos comparten ese amor por la naturaleza”, acrecentó sobre esta prueba superada y además premiada. Y así, la poeta dejó por ahora sus versos y rimas para emprender un viaje narrativo con retorno al lugar de origen. De esta manera Arroyal invita a los infantes hasta un bosque de bambú donde -ya fuera del relato-, exactamente hoy, habitan osos panda cuya vida está en peligro de extinción. No en balde, la región asiática seccionada por la escritora fue Xi’an, aunque el hogar de la osita protagonista de su historia “estará donde esté tu corazón”. ¿Residirá el mensaje final del cuento en esta frase colocada mucho antes del final? “Pienso que sí, Einstein dijo en una oportunidad: Yo soy del planeta Tierra”, pensó.

De igual manera, en las palabras de Marissa quedó asentado el amor por los poetas orientales que, incluso, la llevó a expresar: “¡Adoro su filosofía de vida! Pero mi cariño también es hacia los animales que habitan en medio de una naturaleza hoy perseguida o acosada. Por esta razón surgió en mí este relato para niños que nos hace tomar conciencia de lo que nos rodea. La tierra no nos pertenece, nosotros debemos adaptarnos a ella”.

Y es que para algunos escritores la posesión de un personaje en su vida ha acarreado deseos insoslayables. Por ello, ¿se podrá desprender un escritor de un personaje o siempre lo llevará consigo? Al respecto nos comentó: “El deseo de escribir el cuento es inconsciente. Siempre lo lleva consigo porque tenemos un mundo interior que es tan grande como el cosmos original. Lo instintivo se ha convertido en un universo entre nosotros. De alguna manera los personajes pertenecen a ese orbe oculto”.

-¿Qué opinión le merece la promoción de las leyes de protección a las especies en extinción?

-Son fundamentales. La humanidad nos pide volver urgentemente a la naturaleza, a respetarla como ella nos ama a nosotros -pensó Arroyal, hecho que desprende de un correo, enviado a la respectiva escritora, vía e-mail, sobre la matanza de focas en Noruega. “Hay personas que hacen turismo matando mamíferos. ¿Cuándo vamos a entender que nos estamos destruyendo a nosotros mismos?”, se preguntó a sí misma.

-Usted magnifica sus personajes y crea un vocabulario con toques de dulzura. ¿Qué otros elementos forman parte de su manera de ver la escritura infantil?

-Siempre había escrito poemas, este es mi primer intento en prosa. La existencia misma es lo que forja mi escritura. Se ha convertido en un don de mi vida y en mi caso es una aventura. Creo en esa sorpresa de encontrar y descubrir algo nuevo. Mi manuscrito forma parte del descubrimiento del mundo que me rodea -dijo Arroyal abstrayéndose hasta su infancia vivida en ciudad. “Sólo en los primeros años de mi vida estuve en contacto con el campo”, añadió sobre lo que le permitió sin premeditarlo el encuentro con la musa.

Entre las tantas líneas armoniosas sobre Ling, Arroyal escribió una frase que dice: “No añores el pasado. Mira el futuro sin olvidar que el futuro es el resultado del presente. Al dormir duerme como si fuera tu último sueño. Al despertar deja enseguida la cama como si estuvieras desechando un par de zapatos”, pero, ¿qué más se ocultará en este mensaje? A la pregunta avivadamente respondió: “¡Una filosofía de vida!, el vivir el momento presente. Muchas veces nos dejamos llevar por el pasado recordando los errores que cometimos, las vivencias que tuvimos o el futuro, tratando de planificar lo que nos va a ocurrir. Y nos perdemos el presente”. Sobre el contenido interior de la historia en otra página de su texto insistió: “Lo que parece un mal puede resultar un bien”. A la veracidad de esta oración, Arroyal sintió positivamente: “Sí, porque muchas veces sucede algo imprevisto en nuestras vidas que más bien hace que maduremos. Siempre habrá un cambio. A lo mejor nos estamos dejando llevar por la comodidad de la rutina y ese aparente mal, nos hace reaccionar. Esto de seguro redundará en cambios”.

-De acuerdo a lo que usted plantea en la historia de Ling, ¿debemos pensar que existe un paraíso lleno de ideales? ¿Estará en un bosque de bambú?

- Sí. Los ideales son nuestro sostén. Pienso que tenemos que tener convicción y defenderla. El bosque de bambú es un ejemplo de algo que se dobla pero no se quiebra. Ello significa el ser flexibles ante los nuevos acontecimientos que, día a día, nos trae la vida, y que eso nos sirva para fortalecernos.

-Percibí algunos mensajes implícitos en el personaje del gobernador. Los distingo positivos, ¿son intencionales?

-Quise que todo el cuento tuviera la importancia de la solidaridad. Sería ideal que pudiéramos tener a nivel mundial gobiernos solidarios con el pueblo.

-Dando rienda suelta a la imaginación, ¿le gustaría que los animales hablaran? De ser afirmativa su respuesta, ¿qué nos dirían?

-¡Me encantaría! (risas). Es más, pienso que hablan. De hacerse real nos contarían que quieren ser nuestros amigos, que son leales. De hecho hay un dicho que dice que “mientras más conozco al ser humano, más aprecio a mi perro” -alegó Arroyal; en evidencia está su mascota, una perrita que, según ella, nunca está de mal humor, más bien siempre está esperando caricias. “Sé que habla sin hablar”, imaginó finalmente en amor a ese sentimiento de infante.

Ángel Díaz

Banda Hispánica,

Revista Agulha

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