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“O osso de Mor Lam” de Birago Djop, por “Caixa Preta” en la sala Álvaro Moreyra, Porto Alegre.
“El Hueso de Mor Lam”, en Porto Alegre
por Jorge Arias

“O osso de Mor Lam” (“El hueso de Mor Lam”) es una pieza del poeta senegalés Birago Djop Birago Diop (1906-1989), que perteneció a la corriente nacionalista del movimiento literario de la “negritud”, del que fueron líderes Aimé Césaire y Leopold Sédar Senghor.

Una de sus pocas obras de teatro, “L’os de Mor Lam” (1977), escrita como toda su obra en francés, fue puesta en escena en el célebre teatro des Bouffes du Nord por Peter Brook; ahora nuestro conocido Jessé Oliveira, premio “Florencio” a la mejor obra extranjera en el 2007 por “Hamlet sincrético” y su grupo “Caixa preta” la presentaron en Porto Alegre, en la sala Alvaro Moreyra. La obra, como todo lo que sabemos de Jessé Oliveira, tiene un sentido político, reivindicador, de la etnia negra; y así vimos el brillante y conmovedor “Hamlet sincrético” y más tarde “Antígona BR” donde la tradición occidental, a la que Oliveira venera, se unió con la tradición negra, que es la que Jessé tiene en el alma, al punto que no creemos que el teatro tenga sentido para él si estuviere divorciado de sus ancestros étnicas y de sus proyectos y luchas sociales que son la consecuencia de esta ligazón con el pasado. Como en las dos obras anteriores que mencionamos, el aspecto político, que es el centro de ambas piezas, no entorpece el desarrollo del arte escénico y antes bien parece apoyarlo y sostenerlo, como los huesos, no visibles, de nuestro cuerpo, sostienen el todo: el cerebro creador, el corazón que late, los sentidos que nos comunican con el mundo exterior y nuestros semejantes. “O osso de Mor Lam” cuenta una historia pequeña y grande a la vez, de una admirable simplicidad. Pone ante nuestros ojos graves temas: lo hace sin rencor, énfasis ni solemnidad. 

Mor Lam (Silvio Ramão) es un senegalés pobre, que vive con su esposa Awa (Ravena Dutra) en un villorrio que, no bien lo muestra la escenografía, revela sus problemas, sus dificultades y aún su forma de no ver los problemas. La atmósfera es. como el vestuario, blanco, casi idílico, inocente hasta en el lavado de ropa. Pero Djop va más allá del escenario, y muestra, con contenida emoción, cómo el alma de Mor Lam ha sido inficionada por la civilización occidental, en lo que tiene de más egoísta; y el espectador se angustia al observar cómo Mor Lam no advierte que su adopción de valores e instituciones del hombre blanco será su ruina y hasta su muerte. El ha obtenido un hueso, maravilloso trofeo que vale por sí mismo y más aún para distinguirlo de sus congéneres. El hueso no es comestible, pero Mor Lam está convencido de que, con un largo proceso de cocción, se ablandará y, delicioso manjar, podrá comérselo, en un momento de plenitud del que no participarán sus compañeros del villorrio. 

La puesta en escena está basada en pequeños detalles, muy expresivos y bien ensamblados, en diálogos cortos que se insertan con naturalidad en el ingenuo poblado negro. Los actores ocupan con precisión el escenario y, sin que ello adquiera una importancia especial, encontramos felices momentos plásticos. Como en todas las obras de Oliveira que hemos visto, el ritmo de la acción es medido y sincrónico, lo que añade un deleite más a una obra que interesa, conmueve encanta y, sobre todo, hace pensar.

O OSSO DE MOR LAM (“El hueso de Mor Lam”), de Birago Djop. en traducción de Gregoire Kantoussant, con Diego Neimar, Lucila Clemente, Ravena Dutra, Riele Dutra, Silvia Duarte y Silvio Ramão.Vestuario del grupo, ambientación escenográfica de Jessé Oliveira y Diego Neimar, iluminación y dirección de Jessé Oliveira. En Sala Álvaro Moreyra, Av. Érico Veríssimo, 307, Porto Alegre.

Jorge Arias
Jorge Arias es crítico de teatro en exclusividad para el diario "La República", que ha autorizado esta publicación.

La República - 30 de junio de 2010

ariasjalf@yahoo.com 

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