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Hasta la vista, baby, de Franklin Rodríguez, dirección de Franklin Rodríguez.

Octogenaria, ¡tu abuela! de y con Cristina Morán, dirección de Carmen Morán.
 
 

Cristina Cambronne no se rinde
por Jorge Arias
ariasjalf@yahoo.com

 

Hemos visto en varios de nuestros mayores, y sin duda de los mejores como Taco Larreta y China Zorrilla, el mismo valeroso impulso de tener a raya la vejez, intentar una nueva y siempre quijotesca salida. Larreta escribió en sus ochenta años varias novelas, que la crítica pudo examinar y no sólo registrar; China Zorrilla vuelve al teatro leído, su último escenario, y triunfa hoy en el Conrad con “Las d’enfrente” de Federico Mertens; Carlos Perciavalle declara que setenta años no es nada; Carlos Maggi sigue leyendo, pensando, hablando; creemos que escribiendo; Roberto Fontana nos deleita con su interpretación en “El hábito del arte”; Rosencof sigue escribiendo y publicando. Laurence Olivier, paralizado por la esclerosis múltiple, recitaba Shakespeare por la BBC. Todo esto nos conmueve, como conmueve siempre el valor, porque la persona mayor vive rodeada de incertidumbres; admirámosles el coraje, al que hay que convocar con toda la energía posible, como al genio de la lámpara de Aladino, nos inquieta su arrojo, porque cada paso puede ser un doloroso pinzamiento, como el desafío del peligro. Cuando ya en las orillas de la Estigia divisan a lo lejos al Tártaro y a Caronte, tienen pronto en los labios la réplica del general Cambronne cuando, al fin de la batalla de Waterloo, el general inglés Colville intima la rendición de la guardia imperial francesa, palabra que Victor Hugo consideró sublime: “¡Merde!”.

Naturalmente, estamos pensando ahora en Cristina Morán, que no les va en zaga, aunque por sus carriles propios. En su monólogo, al que, puesta al día mediante, llama “stand up” Cristina ignora intrépidamente las arrugas, pasa por encima de la artrosis, sale a escena impertérrita, bate palmas; hay un show final que se ha impuesto como un rito, que es salir a saludar bailando y con aplausos. Ha leído bien los diarios, ha logrado extraer humor del choque entre lo antiguo y lo contemporáneo, tiene presente al sexo, pero no se obsesiona; tiene una exquisita sensibilidad para captar el tono emocional del público y cortejarlo, no sin dejar caer alguna púa aquí y allá.

La pieza de Franklin Rodríguez podría haber sido escrita de medida para Cristina. El personaje, se llama sintomáticamente Luz; ha sobrevivido a un marido al que no llora demasiado y que incluirá como benéfica ceniza, en la tierra de sus macetas, porque la vida sigue, así sea en una planta. Pero la vida tiene para ella dos sorpresas, que es la revelación de dos infidelidades del muerto; Luz juzga la situación, no se altera mayormente, continúa su vida.

“Hasta la vista, baby” debe ser juzgada, primero, por sus propósitos. Es una pieza escrita para una actriz y más aún para un público que, sospechamos, tiene setenta años como promedio. Hay detalles de punzante actualidad, como el patético alumno de un estéril curso de formación moral que intenta un copamiento a punta de pistola, y que fracasa porque el funcionamiento de los cajeros automáticos fue afectado por el conflicto de los empleados de los bancos. El autor logra sus propósitos: el día que vimos la obra había un lleno completo y se rechazó gente porque se agotaron las localidades. No obstante, para decirlo de la mejor forma posible, “Hasta la vista, baby” no alcanza el nivel de otras piezas de Rodríguez, más ambiciosas, como “La gotera”.

Todos estos artistas nuestros se comportaron y comportan como héroes; pero a fuerza de nombrar la incómoda realidad, hay un conato de negarla, un intento de lograr lo que dice el programa de “Octogenaria, tu abuela!”, la eterna juventud. Es la tentación de Fausto; es preferir las aguas del Leteo, que sólo dan el olvido, a las del estanque de la Memoria, las dos únicas alternativas que nos presenta el mundo subterráneo de la mitología griega. Y nos quedan resonando las palabras angustiosas de Rubén Darío: “Hay dos dioses, que son ignorancia y olvido”.
 

Jorge Arias
Jorge Arias es crítico de teatro en exclusividad para el diario "La República", que ha autorizado esta publicación.

ariasjalf@yahoo.com 

 

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