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Colette y la importancia de los sombreros
por Jorge Arias

Quienes,  en la  grave compañía  de Miguel de Unamuno,  creen que Colette fue  una  autora  de novelitas frívolas, que es   como creer que Proust fue un cronista de la nobleza en decadencia o que Valéry  Larbaud  fue un  play boy  que  recorría Europa en coche cama, deberían leer "El kepis", una novela  corta -81  páginas en la  edición de  Fayard, 1943- escrita cuando la autora tenía más de setenta años, y que muestra la culminación de un  arte  narrativo  tenazmente conquistado.

"El kepis" cuenta la última aventura amorosa de una mujer que envejece, Marco, amante de un joven teniente, Alexis Trallard. En medio de los juegos del amor, Marco se pone el  kepis de su amante, lo que  provoca en el teniente un cambio  en su  visión y deja, en ese  punto y hora, de  ver  a su amante. Le han sido patentes las injurias del tiempo,  "...el surco  de arroyo  seco  que  excava,  después  del amor,  el párpado inferior, y esta  llama ebria que se demora sobre los rasgos maduros que consume.. ¡Y encima el kepis!...su  pícara visera por delante del ojo que  guiña  travieso..."

El cambio de  panorama provocado por la nueva ubicación del kepis produce una iluminación; pero también  rompe un  hechizo. Vemos  sin ver, porque lo damos  por  descontado, como  esa  puerta familiar  de una  casa de  alguien que  hoy  queremos,  pero que  supo  ser,  la  primera  vez  que la enfrentamos,  cuando  apenas  conocíamos al  ser  querido, el  pórtico  de los misterios, un acceso  al más  allá no menos  extraño que el pozo  Kalikoros   o la no menos misteriosa puerta en el muro del cuento  homónimo de H.G. Wells. Si nos afligiera  una separación  la  puerta  recuperaría  gradualmente  el misterio, del mismo  modo  que  la persona  amada  iría  perdiendo su  encanto,  que  creímos tan  personal y  como indiscernible  de sus huesos,  para  adquirir  otros, quizás  más  comprometedores,  o  para  perderlo todo. La  renovación del  asombro es  recomendable, pero, como  la  visión de  Dios,  puede  ser  fatal.

No era esta la primera vez que este cambio  de  perspectiva basado en un  sombrero  inadecuadamente  colocado producía, al menos en la literatura, reacciones  sorprendentes. En la no menos  notable  novela  corta  de Balzac  "La muchacha de los ojos de  oro", otros  objetos de vestuario sobre  otro cuerpo  produjeron  consecuencias  tales  como  para  que la heroína  comprendiera  que, "...sin   saber  de qué   crimen era  culpable.. iba a  morir..."

Paquita  Valdés,  que hasta  conocer a Henri  de Marsay ha sido  el  enigma "virgen,  pero no inocente", viste a  su amante,  en medio de juegos  amorosos  análogos a los de Marco y Alexis, con un  traje  de  terciopelo  rojo y un  sombrero  femenino. Esta nueva  visión  de De Marsay  le  actualiza  a Paquita  una verdad  para nada oculta, sólo soslayada, del mismo modo que al teniente  Trallard el kepis sobre la cabeza de Marco le revela la inocultable  vejez  de su amada.

Paquita pronuncia unas palabras imprudentes y  reveladoras, que  se  vinculan con el trágico  desenlace, pero cuyo exacto sentido sólo logramos comprender cuando concluimos la lectura  de la novela  y vemos, como a la luz de un  relámpago, al verdadero  protagonista  de la  obra.

¿Recuerda  el lector  el desenlace de "El  último  tango  en  Paris"? También allí hay, como en "El kepis", una  pareja de  edades desiguales, y, como  en "La muchacha de los  ojos de  oro" una relación casi anónima y un cuestionamiento  de la  identidad de  los  protagonistas. También, en un momento  fatal, Marlon Brando se pone un kepis y mira  a María Schneider con   expresión  pícara. Sigue un crimen. ¿Homenaje de Bertolucci a  Colette, recuerdo a medias  consciente de una o dos lecturas, simple coincidencia? Luego de matar a su amante, ella se preguntará, en medio de las  sombras,  quién era  él.

La  próxima vez  que vea un sombrero, sea  prudente  y  manéjelo  con  precaución. Puede hablar demasiado.

Jorge Arias
Jorge Arias es crítico de teatro en exclusividad para el diario "La República", que ha autorizado esta publicación.

ariasjalf@yahoo.com 

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