Apuntes teatrales de Eduardo Vernazza

Ensayo de José Pedro Argul

Yehudi Menuhin

Este texto de José Pedro Argul, y sus imágenes, al día 4 de julio de 2022, está inédito en Internet. 

Fueron escaneados por el editor de Letras Uruguay

Si alguien lo incluye en otro lado agradezco que hagan mención de donde lo tomaron.

 

ANTES en épocas pasadas evidentemente mejores que el caótico presente, las revistas periódicas y también los diarios a menudo usaban del artista dibujante para que diera su anotación de la personalidad del momento, ya fuera ésta un político, escritor, hombre de ciencia, deportista, y sobre todo, actor teatral que entonces el teatro — reflejo y guía de moral y cultura — preocupaba la atención de los contemporáneos. Parecería que hubiese habido en esas épocas más tiempo en la vida del ciudadano que buscaba con deleite sus dibujantes favoritos y con atención sabía leer en sus creaciones la exacta comprensión del actor o concertista famoso, a través de un mirar inteligente que anotaba gestos, actitudes, acentos de psicología. Los notables caricaturistas de fines del siglo pasado y comienzos del presente — recuérdanse a De Losques, Sem, y sobre todo, André Rouveyre — al deformar sus modelos informaban mejor que nadie de la excelencia de un actor, y de la grandeza y decadencia de una interpretación.

El concepto y los gustos de la prensa han ido cambiándose y la hondura del comentario se ha desusado frente al deseo de servir el mayor número de noticias, midiéndose la calidad primera de la prensa, por la velocidad con que difunde los acontecimientos. La implacable mecánica fotográfica ha sustituido la fina y variada creación del artista y su comentario objetivo parece satisfacer al hombre contemporáneo que necesita hojear diariamente cinco o seis publicaciones. El lector estará así enterado de todo, en ese devorar de novedades sin mayor pérdida de tiempo, obteniendo una cultura que se exterioriza en el fugaz encanto del cabrilleo de mil pequeñas lentejuelas de conocimientos.

Las conquistas técnicas para la transmisión de noticias fueron formando el gusto de la información apresurada que hoy se exige al periodismo, pero es de preguntarse si las demoras de aquellos comentaristas artistas no serían de estimular, al observar que sus creaciones van atravesando los tiempos y hoy se miran con utilidad y dan alta enseñanza.

El comentario de esos artistas se eleva sobre la objetividad externa que advierte el lente fotográfico, aunque éste pueda ser guiado con inteligencia y haya dentro de esta producción, perceptibles categorías de conciencia entre los que disparan las máquinas.

Cada una de las obras está firmada por el artista dibujado

Pau (Pablo) Casals

Margarita Xirgú

Louis Jouvet

 

Emanuel Feuermann

Lola Membrives

Joseph Szigeti

 

Un cronista dibujante da algo más que la veracidad de la imagen; destaca un carácter, relatándolo con emoción estética. Presenta, mas también comprende. Un dibujo como los que con maestría delinea Eduardo Vernazza al tomar su nota gráfica, siguiendo la tradición de los maestros del género, significa interpretación. La instantánea del dibujante repórter tiene que ser sabia en atacar con golpe certero al carácter definidor de su personaje, aclarando su distinción. Puede estar esta circunstancia a un gesto que sólo lo puede captar el agudo hurgador o puede estar más en espectáculo en una entera actitud. La definición del personaje tanto se dará en el movimiento como en el reposo; en el rostro o en las manos; en la acentuación de una máscara como en el cambiante detalle visual; en la necesaria descripción del ropaje de un característico y del actor que impone una estampa o también en la íntima ternura de una primera actriz. Los medios de representación de los actores son innumerables, como innumerables son las creaciones que puede dar el arte. De aquí que la ductilidad del dibujante croquicista debe ser enorme. No puede imponerse fórmulas, ni sistematizaciones. Quizás su mejor estilo es no poseer ninguno, y su virtud principal es desprejuiciarse y no premeditar frente al modelo, sino estar siempre pronto al deslumbramiento de la gracia y también a la sensación del ridículo que atenta a la verdad de las representaciones. El lenguaje del dibujante cronista — líneas, trazos o manchas — será por tanto y por encima de todo, signo de inquietante emoción.

Baudelaire, que atendió mucho a los dibujantes y caricaturistas de su época, califica a las producciones de éstos de "obras fugitivas” que están "suspendidas a los sucesos”. Cierta es la dependencia del dibujo al relato: por éste ha nacido y en muchos casos se relaciona su exclusivo interés. Sucede que la pasión del momento puede hacer interesante la aparición de una imagen que tiene el único mérito de estar referida a la eventualidad exitosa y se la acoge y comenta con simpatía, como el enamorado exalta cualquier objeto referido a la persona de su preferencia. Pero también hay en esta producción cronista, lo que perdura por encima del mismo documento; lo que se tipifica y aparte de servir para la historia, contiene una observación que trasciende la particularidad del asunto.

Los dibujos del presente volumen que hemos escogido entre la valiosa producción de ese género realizada por Eduardo Vernazza — artista que ha apuntado noche tras noche las figuras más características entre los intérpretes del teatro mundial y los concertistas, cantantes y bailarines — tienen ese valor de vivencia permanente, actual por consecuencia, que supera el recuerdo de un intérprete escénico aplaudido y de renombre, interesando el dibujo por sí mismo, porque en él ha quedado creada una estampa de profundo interés que vive ya su propia vida.

El registro de Vernazza como captador de figuras teatrales es de una riqueza extraordinaria, sorprendente. La visión experimentada y su sensibilidad, es rica y variada como pocas en su especialidad. Se sugestiona ante la figura llena de embrujos de Yehudi Menuhin; estiliza su expresión al apuntar la multiforme Ruth Draper o a Clotilde y Alejandro Sakharoff; es leve y graciosa frente a la femineidad de Margarita Xirgú y recia en los gestos plásticos de Louis Jouvet. Sonríe en el trabajado arte de los artistas del Vieux Colombier, advirtiendo con sutil humorismo, cómo en las representaciones del teatro clásico asoma el fatal anacronismo, y ríe de buena gana acompañando la caricaturesca creación del actor López Lagar.

Los cincuenta apuntes teatrales de Eduardo Vernazza, éditos en la prensa montevideana y que seleccionados se ofrecen al regoce en el tranquilo hojear de un libro, enseñan a mirar y educan al espectador a acercarse con detenimiento al intérprete, para ser más comprensible de la apasionante labor de esos artistas, al comprobar la conjunción sublime, la fusión total del actor con la ficción, o el dolor de un acuerdo no logrado entre el rostro y la máscara.

 

Ensayo de José Pedro Argul

Del libro "50 apuntes de Eduardo Vernazza"

Colombino Hnos. Ltda. Impresores

Montevideo 1944


Ver, además:

Eduardo Vernazza en Letras Uruguay

 

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