Primer premio "Homenaje a la mujer criolla" 
Sociedad Criolla Dr. Elías Regules

María Cayetana Leguizamón 
(La Guayreña)

Celestina Andrade de Ramos

Nombrar a Mª Cayetana Leguizamón, "La Guayreña", es recordar según el historiador duraznense Pedro Montero López "una porción de historia fábula, una verdad y un mito que nadie nos puede quitar".

La vida azarosa con más penas que alegrías, no menguó en ningún momento su actividad, su conocimiento de los avatares de la patria por la cercanías en que le tocó actuar, perdiendo a sus esposos Báez y luego Cuadra en encuentros hostiles desempeñando cargos de confianza del General Fructuoso Rivera.

Según Huascar Parallada nació el 6 de agosto de 1770 siendo bautizada el 9 de ese mes en la Iglesia Metropolitana. Hija legítima de Blas Leguizamón y Maria Morales, siendo su padrino Lorenzo Figueredo. Se asegura que siempre usó su nombre a la inversa de cómo la estamparon en el acta. Siempre según Parallada, su padre de origen porteño se casó con una nativa de Montevideo: María Morales.

Pocos años después la familia de María Cayetana se traslada a una chacra en el departamento de Canelones, donde el censo de 1761, resalta las abundantes cosechas de mieces y el mayor número de animales de trabajo. De acuerdo con datos biográficos "La Guayreña" era prima segunda de Artigas, siendo así que los Leguizamón, los Morales y los Artigas estuvieron entrelazados por ligaduras de sangre y afecto. Es en esa época que una importante celebración religiosa conmueve la región, como consecuencia de la visita desde Buenos Aires del Obispo Manuel Antonio de la Torre realizándose una gran peregrinación de todos los pagos que acudieron para recibir el sacramento de la Confirmación. El 24 de diciembre de 1772 el Obispo se traslada a la estancia de Melchor de Viana en cuyo oratorio se confirma entre 165 fieles a Mª Cayetana y a José Gervasio Artigas.

Nadie pudo presentir que aquella pequeña de apenas dos años iba a convertirse en un personaje respetado y recordado por la historia. Contrae nupcias muy joven con Juan Vicente Báez que, como juez comisionado del Partido de Isla Sola, debió salir en procura de unos ladrones comandados por un tal Mena con el fin de matar a nuestro Héroe Artigas. Dotado de una extraordinaria bravura Báez venció a Mena. Todo este episodio tiene como marco histórico a Durazno donde se resalta la figura del futuro Jefe de los Orientales.

Pero las contiendas se suceden, Mena quiere venganza y asalta la casa de Isla Sola llevándoselo prisionero a Montevideo, donde después de largo tiempo se excarcela, pero los sufrimientos de la cárcel, tienen como resultado que cuatro años después Vicente Báez muere. El Párroco de Florida que le dio sepultura el 1 7 de mayo de 1 8 16, agrega que había fallecido al otro lado del Yi hacía tres días a la edad de 60 años. Citar hechos, vidas de tiempos tan difíciles, plenos de movimientos revolucionarios, donde la comunicación se hacía milagrosa y donde tantos datos se perdían, no resulta fácil y en muchas oportunidades se torna contradictoria.

El apodo de La Guayreña constituyó una nota distinta, ya que en esa época no se acostumbraba hacerlo con las mujeres. En ella surge como consecuenencia de su matrimonio con Báez, oriundo de ‘Guaira", Paraguay, a quien le decían "el guaireño".

En el momento que la muerte llega a Báez ellos estaban en su casa de campo y de acuerdo a datos de vecinos su cuerpo fue pasado por el paso de Polanco para este lado del Yi.

Ma. Cayetana conservaba aun parte del predio de la chacra de sus mayores en Miguelete. Luego Mª Cayetana se casa con Hipólito Cuadra y continúa en la estancia que tenía una extensión de 11552 cuadras donadas en parte por Artigas y el resto compradas a la sucesión de Juan Medina, aunque hay quienes afirman que Báez empezó a ocuparlas por su cuenta.

Al vender su patrimonio familiar Mª Cayetana, mujer visionaria agranda su extensión de campos, que van por la cuenca del Río Negro hasta las puntas del arroyo Las Conchas y en las proximidades de Sarandí de los Perros.

Afirma Parallada que en estos lugares vivieron dos de sus hijos: Ana y Miguel Báez.

En su testamento realizado el 14 de enero de 1852 La Guayreña declara que del matrimonio de Báez nacen 10 hijos, tres de los cuales sobrevivían: Juan, Ana y Rosa.

Hipólito Cuadra fue un militar distinguido, servidor del ejército de Rivera como Jefe Superior en Cagancha y con el de Coronel en India Muerta donde perdió la vida, junto a un hijo de La Guayreña del primer matrimonio. Luego Mª Cayetana se traslada a la ciudad de Durazno, en esa época Villa de San Pedro del Durazno, al predio donde actualmente se levanta parte de la antigua vivienda, hoy monumento histórico, adquirido y restaurado por el Municipio, convirtiéndose en Museo.

Las referencias del pasado dicen que era una mujer atractiva, fuerte que impresionaba a los que trataban con ella. De ahí el surgimiento de leyendas que hasta la actualidad cuentan de sus amores con el General Fructuoso Rivera, sin olvidar algún antecedente con el Jefe de los Orientales.

En una carta de febrero de 1816 que él le dirige con motivo del otorgamiento del campo "en mérito a sus servicios" se despide con singular cortesía: "Desea a Ud. toda felicidad, su servidor y apasionado José Artigas". Militares que la trataron y estuvieron cerca de ella, destacan la valentía, el prestigio, la sugestiva presencia y sus dones como ama de casa en su establecimiento de Sarandí de Cuadra.

Dice Barrios Pintos: "se concibe el heroísmo corno una expresión eminente de valor o abnegación, pero también como ejemplo de firmeza de carácter entereza moral" agregando que "la historia nacional no registra la participación activa de la mujer; salvo contadas excepciones".

Mª Cayetana fue el prototipo de la paisana oriental, viviendo en su establecimiento pero fiel a los designios de su jefe. Si bien conocía el manejo de las armas, nunca estuvo ni participó de guerrillas o entreveros.

Los ejércitos que salían del Durazno para Rivera hacia el Norte, pasando por el paso de Tejera, acampaban en su estancia.

Mostró siempre un estado de ser y quehacer absoluto, usa su nombre y su apodo sin el posesivo conyugal, signando los escritos en que mediante el amanuense circunstancial, manifiesta el letrado señorío. Regenteó los extensos dominios rurales o la pequeña quinta suburbana de Durazno, dice el historiador "ama y trabaja, lucha y sufre, matrona de abnegación solitaria por entregar sus seres queridos la patria" Y la Patria la reverencia con la gratitud y el homenaje de sus héroes: Artigas y Rivera.

En el archivo de la Intendencia Municipal de Durazno, se conserva la copia del documento de la donación del Gral. Rivera a La Guayreña a título de compra, haciendo que su antiguo establecimiento fuera ocupado por sus verdaderos dueños, o por quienes justifican ser los propietarios de tales campos, ya que los títulos de propiedad no se encontraban.

El documento expresa en su parte sustancial: "Yo el Presidente de la República y General en Jefe del Ejército, especialmente facultado por el afecto por la resolución del 16 de diciembre de 1832 que a la letra mandé insertar en el Acta supletoria de la fundación de esta Villa de San Pedro del Durazno, otorgo, dono y adjudico en toda propiedad a la dicha Maria Leguizamón a sus sucesores y legítimos representantes del mencionado terreno compuesto de cinco cuadras de frente al sud y diez de fondo al Norte con todas sus entradas y salidas, usos y servidumbres para que lo haya, goce y disfrute de hoy en adelante para siempre bajo las condiciones siguientes:

1 ° "Que en término de cuatro meses cercará su posesión de palo y rama siendo el frente de sauce, álamo y higuerones y frutales".

2° "Que en su propiedad, desde luego que el progreso de los establecimientos le pidan, no podrá mantener sino los animales estrictamente precisos para labor y servicios".

3° "Que pagará anualmente a razón de doce reales por cuadra de frente, mientras no cultive el terreno y un peso desde que empiece a cultivarlo con sementeras, plantíos: o establecer alguna industria útil al país".

4° "Que por gastos de compensación de alcabalas vencidos y derechos del título de propiedad, oblará en la Comisaría General del Ejército diez pesos.

En 1853 y 1871 se hicieron mediciones de la chacra de La Guayreña levantándose los planos respectivos que ilustran acerca de su extensión, ubicación y naturaleza de las construcciones existentes.

Si bien la construcción dataría de 1841, Mª Cayetana estaría desde 1834 en la Villa, dan fe las inscripciones de dos de sus nietos, que entre otros estaban a su cuidado, en la escuela a cargo del maestro Cedrón, de lo que él manifiesta en la planilla de Benito Báez y Tiburcio Hubó de los dos que dice que poseen excelentes calificaciones, agregando: Lee muy bien en el libro, saben catecismo, saben la analogía suma. La rectitud del maestro Cedrón era reconocida y las calificaciones debían ser enviadas al gobierno. Los nietos, cuyos padres habían fallecido, en número de siete estaban a su cuidado por encargo de sus hijos, esa fue una de las razones que motivó que La Guayreña se afincara en la Villa por la cercanía de la escuela.

La casa que aparentemente se eligió en 1841, tenía paredes de ladrillo con techo de tejuela y estaba dividida en dos ambientes comunicados por una puerta de guarnición extranjera. Había dos puertas exteriores con madera fina y dos luces con marcos de madera de Brasil, con ventanas de cedro herrajes extranjeros con diez cristales.

El techo lo sostenían veintidós tirantes de seis varas y los pisos eran de ladrillo. Las rejas tenían nueve cuartas de alto y cuatro de ancho. Próximo a la casa existía un rancho de trece metros de largo, techo de paja y piso de ladrillo. Las aberturas consistían en tres puertas, tres ventanas y una puerta interior de cedro.

El techo se sostenía en tirantes de sauce, cincuenta y dos tijeras y ochenta una caña tacuara.

Además estaba la cocina, levantada en horcones de coronilla de diez, metros de largo que aparece en el plano de 1853, no así en el de 1871.

En protocolos del Juzgado Ordinario de Durazno -archivo del Juzgado Departamental- Doña Maria Leguizamón otorga poder especial a favor de Mariano Correa, el 25 de noviembre de 1836, y se la nombra "María Leguizamón de esta ciudad".

En otro poder especial de la misma el 21 de diciembre de 1838 a favor de Don Francisco Rúa, que otorga con varias personas, se la denomina "Vecina de esta Villa" lo que afirma el establecimiento de ella en Durazno, aunque su casa no hubiera sido construida.

Luego por parte del alcalde Gregorio Morales se le designa tutora de sus nietos por tener entera confianza en su persona y en la administración de sus bienes y corroborando esta opinión el Defensor de Menores Manuel Díaz Alcántara destacando "la delicadeza y buen concepto con que la expresada se ha conducido en Durazno". Como lo cité anteriormente nunca participó en movimientos armados, ni aquellos como la conspiración femenina del Durazno en 1837, contra las disposiciones del gobierno, ella se mantuvo fiel a sus principios, por más que hubieran sido factibles sus aventuras amorosas con el Gral. Rivera que dio lugar a la creación de poemas y canciones que exaltaban estos rumores y que hasta la actualidad se siguen cantando.

Nuestro querido poeta coterráneo e historiador Pedro Montero López refiriéndose a la casa de La Guayreña dijo:

Tiene cien años esta casa y sueña

con tener muchos más, que a la porfía

de alguna grieta por abrirle vía

de muerte, orgullosisíma desdeña

Viva parece contemplar su dueña

tras una de las rejas, todavía,

las orillas del Yi: Doña María

Leguizamón, llamada "La Guayreña"

la que en doble viudez llevó dos lutos

y en la guerra sus hijos con Don Frutos,

supo, sola, guardar vida y hacienda

y esperar. . .y por ella en esta casa,

toda leyenda a ser historia pasa

y toda historia pasa a ser leyenda.

M ª Cayetana fue la paisana que no tuvo que soportar fatigas de marcha, privaciones, pero sí peligros. Durante el éxodo ella se mantuvo en su casa de Isla Sola, ya que su esposo debía quedarse en esos lares para seguir cumpliendo con su cometido de Juez Comisionado.

En una de las versiones de Memorias de Sucesos de Armas, que se atribuyen al Gral. Rivera que fueron redactadas teniendo como base la dominación lusitana corrieron serios riesgos las esposas o quienes estaban muy cerca de él y de sus jefes, muchas mujeres aprendiendo a muchas de ellas de las que salvó milagrosamente su esposa Doña Bernardina Fragoso que logró escapar al buen correr de las mulas de su coche.

En la otra Banda del Yi dice su autor Huáscar Parallada siempre refiriéndose a Doña Maria Cayetana: ‘en el estudio pormenorizado de La Guayreña convergen la certeza de haber sido una mujer de rasgos anímicos salientes y recios, capaces de imponer a su alrededor influjos muy poderosos, a veces avasallantes, pese a la reconocida bondad de su carácter. Animosa y fuerte quizá tenía estructurada su alma por el oleaje atávico venido del torrentoso Jacinto Morales, madurado fortificado con el machacar incesante de adversidades cincuenta Jacinto Morales era el abuelo materno de La Guayreña, hombre de cierto matiz peyorativo, encuadrado en los conceptos de su tiempo, se le tenia como ajeno al medio, forastero. Se supone que vino arrastrado en la corriente de los vencidos escapados de la revolución de Antequera, nativo del Paraguay supo acreditar valores muy estimables que trajeron consigo confianza en la sociedad, en la milicia y el Ayuntamiento. Distinguido, transformándose en uno de los personajes más eminentes de la ciudad, siendo hombre de singular peso en la política, en la industria y el comercio.

Fue alcalde de la Santa Hermandad, magistratura, cabildeña, difícil y riesgosa.

Cuando Báez, su primer esposo es llevado prisionero a Montevideo, ella sola atraviesa los campos llenos de peligro para dejar sus hijos en Carreta Quemada, estancia de sus vecinos y amigos los Medina y sigue a Montevideo para pedir la libertad de su marido, rehén de una calumnia de Mena, apura, insiste sin darse pausa, sin descanso y obtiene la libertad. Cuando aparecen graves problemas para los campos donde viven, es ella la que nuevamente lucha, la que da al frente, la que comparece ante Artigas para pedirlos. Y fueron otorgados por el Jefe dos meses antes del fallecimiento de Báez.

Cuando el General Martín Rodríguez destacó desde el Durazno en 1826, el Batallón de Cazadores, aguerrido cuerpo de provincianos del norte, comandados por Paz, que va redactando su "diario de marcha" dice: que el 27 rompen hacia el destino, cruzan Tejera y cumplida una jornada de ocho leguas, el ilustre cordobés anota: "Llegamos sin novedad al Arroyo Sarandí, nos proporciona media ración de carne una vecina del lugar llamada La Guaireña cuya casa es la única que hai en la inmediación",

Agrega el Gral. Brito del Pino, en su "diario de la guerra del Brasil" el 5 de abril de 1827, cuando acompañaba el convoy con heridos de la Batalla de Ituzaingó en camino hacia el Durazno: "Seguimos la marcha hasta el arroyo Cuadra que pasamos, acampando al lado de la casa de La Guayreña. Esta señora hizo lo que pudo por los enfermos, los hizo cenar, les dio luces, etc. En el viaje de Durazno para la frontera con el comandante Joaquín Revillio el 15 de diciembre del año citado apunté: paramos al salir el sol en lo de La Guayreña" en Quadra y de regreso en noviembre del año 28 junto con el mismo Comandante Revillio, también."

Es de destacar que en todas estas notas solo se menciona a Mª Cayetana, nunca a su esposo, todo lo contrario cita Parallada de lo que pasaba con los piquetes, los convoyes que van y vienen del o al Durazno en el Trajín guerrero donde en las estancias visitadas solo se menciona el nombre del dueño de casa, pero nunca a sus esposas."Todas las cuentas y órdenes de pago figuran a nombre de ella, y: -convoy de carretas-Vale por un novillo que he recibido de auxilio de Doña María "La guaireña" y para que conste doy la presente en la costa de Sarandí. Enero 19/828 Cipriano Martínez.

En las puntas de su campo donde corría el arroyo Carpintería, se libra la Batalla de las divisas el 19 de setiembre de 1836, comentando algunos combatientes de su divisa, que los comandados por Ignacio Oribe le consumieron mucha hacienda y le desparramaron el resto. Ella sin perder tiempo se fue al Durazno y otorgó a su antiguo vecino Mariano Correa la facultad de juntar las reses dispersas. Pero las anécdotas son muchas al igual que las leyendas. La Guayreña estuvo rodeada de una aureola pintoresca que la transformó en personaje en épocas de luces y sombras del Gral. Rivera.

Se cuenta que en una oportunidad que se produce un levantamiento lavallejista en Durazno, tratan de apresarlo estando él esa noche en casa de Doña M. Cayetana, quien para despistar los insurrectos se viste con el traje militar del jefe que logra escapar por una ventana cruzando a nado el Río Yi que estaba crecido.Todos estos acontecimientos mas allá de la leyenda, nos confirman que entre ambos hubo un vínculo amoroso, que en Don Frutos con fama de Don Juan no era extraño.

Después de la Batalla del Palmar se restableció la paz la guaireña pudo recuperar parte de sus intereses conyugales, pero no pudo pagar a Martín Martínez el importe de los avíos sacados en el 43 para socorrer a su marido Hipólito Cuadra, apuesto militar veinte años menor que ella y a su hijo Miguel que fallecieron como ya lo cité en India Muerta.

Estaba en la miseria, tanto que tampoco pudo pagar los cortes de zaraza estampada y franela celeste que llevó de la tienda para vestirse. Dice Parallada en su obra "En la otra Banda del Yi": "¡qué extraño, franela celeste, cuando el marido y el hijo llevaban divisas rojas! Es que resonaban en el Paso del Yi, las voces de ¡mueran los salvajes unitarios! Y algún vizcacha le sopló al oído "Hacete amigo del juez, no le des de que quejarse". Apenas termina la Guerra Grande, trata de restablecer su peculio. pero le resulta imposible por sí sola, ya se encontraba enferma, sola y es entonces cuando confiere facultades amplísimas al alcalde Galó con esta motivación.

"Que el estado de su avanzada edad y sus continuas enfermedades no le permiten administrar por si sola los bienes que posee y deseando adelantarlos para resarcir un tanto las pérdidas que ha sufrido en estos últimos ocho años desea, considera que el único medio de conseguirlo es elegir sujeto en quien concurran las apreciables circunstancias de integridad, pureza, actividad y prudencia que son las que constituyen un buen apoderado y administrador general; y conociendo que se halla adornado de ella Don José Sapriza "hace confianza en él y le entrega el cuidado de todos sus bienes".

Don José Sapriza, como su esposa, eran naturales de Cataluña fundador del extenso y conocido linaje de los Sapriza, originarios del Durazno.

De la Guerra Grande nada le quedó que no fuera exterminio, pero la reciedumbre y el valor le seguían dando fuerza para no entregarse.

Así fue que en su casa instaló una industria de lavandería y planchado que alcanzó importante desarrollo y le permitía subsistir.

Negras, chinas y pardas jóvenes lavaban en el Yi y planchaban en el rancho edificado junto a la azotea. Otras con grandes atados sobre sus cabezas llevaban y traían de las casas ricas del centro la ropa para lavar y planchar.- Ella dirigía los trabajos y en muchos momentos apremiaba la labor comenta el historiador: "porque es historia y es atrayente, en la tela habrá (le plasmarse un día la silueta de "La Guayreña" plantada en la playa del paterno río" nuestro, esbelta, movediza y enérgica, facón grande a la cintura y en él colgado un rebenque, amenazante de las remolonas.

Cuentan que una chinita que trabajaba la lavandería de nombre Ana Gómez, un día que fue a entregar la ropa en casa de una familia Imaz no quiso regresar disgustada con la patrona. Falleció de 109 años en el hogar de la familia Méndez, sin olvidar jamás las caricias del rebenque de aquella a quien le decía "la mujer de Rivera".

Todas estas referencias nos dejan en claro la vigencia de la esclavitud. El Alcalde Ordinario debe concurrir nuevamente a su llamado, por cuestiones testamentarias, encontrándola enferma en cama allí dictó varias disposiciones: Quiere que su cadáver sea amortajado con el hábito de Nuestra Señora de los Dolores, que su entierro sea rezado y se apliquen "veinte misas por el descanso de su alma y otras veintes por las Venditas del Purgatorio". Declara que posee un Mausoleo en el cementerio de la Villa, donde es su voluntad ser sepultada, encargando al albacea que haga colocar alrededor del sepulcro "cuatro rejas de fierro que para aquel objeto tengo en el cementerio" que estaba situado muy cerca de su casa, a una cuadra hacia el oeste de la actual plaza Artigas. Lega el remanente del quinto de sus bienes "por el cariño que le profesa a la niña Luciana Coromina", hija de un matrimonio catalán muy allegado a ella. Nombró primer albacea a Bartolo Laguna y en segundo lugar al señor Sapriza, ambos con tenencia de bienes.

El campo sobre Cuadra y la Cuchilla grande sumaba mas de once mil cuadras, pero en el testamento se denuncian tres suertes de campo, unas ocho mil cuadras. La testadora lo alude sobre el arroyo Sarandí pero no Cuadra, los sitúa como antes.

La Guayreña falleció en mayo de 1 852, no se determina el día en la partida de defunción existente en la Parroquia San Pedro. Fue sepultada en el "cementerio de abajo", o sea el ya citado que luego fue abandonado por las crecidas del Yi que lo inundaban totalmente y trasladado a donde se encuentra actualmente.

En 1873 debido a una peste que azoló la ciudad y creyendo que el foco podía ser el antiguo cementerio, ya que los cuerpos habían quedado allí, se decidió el traslado de la gran mayoría que fueron a parar a un osario común; por lo tanto no existe ninguna tumba que identifique sus sepultura, suponiéndose que habrá quedado junto a muchos mas.

Rivera, en carta datada en la Fortaleza de Santa Cruz, Brasil donde estaba prisionero el 7 de noviembre de 1851, pregunta extrañado si es cierto que aun vive Doña Maria Laguaireña, pues la consideraba muerta, ya que así me lo habían asegurado.

Montero López dice "Es el último recuerdo de Don Frutos para Doña Ma. Leguizamón, lampo gentil en el ocaso de la realidad y de la fantasía, muy de la mano siempre para mayor hechizo de la ya anciana, romántica, octogenaria vecina de Durazno.

Digamos con Huáscar Parallada, estudioso de su historia y enamorado de su leyenda, que la vida de "La Guayreña" como pocas se nutrió abundantemente de bullicios guerreros, de epopeya, de alegrías y lágrimas y bienaventuranzas.

Mientras las comadres de San Pedro del Durazno, cuchicheaban maliciosas a su paso, los mozos, las mozas levantaban al verle miradas a la vez complacidas y preguntadoras.

Una paisana oriental, no exenta de luces y sombras, que por mas que la leyenda adorne perfiles de su vida, no es difícil presagiar la autenticidad de su relación amorosa con el General.

Dando lectura a las cartas de Doña Bernardina Fragoso a u esposo Don Frutos, en varias de ellas, encontramos alusiones de estos amores de su esposo, denotando por parte de ella una grandeza y una superioridad de espíritu muy grande, siempre dispuesta a la ayuda, alentándolo a no desmayar en la cruzada iniciada.

En cuanto al testamento de Doña Mª Cayetana se afirma que hasta que el mandatario de los herederos se retiró del Durazno, trato de hacer el reconocimiento de las deudas documentadas, que Laguna abonó tan pronto obtuvo recursos y promovieron diversas diligencias, entre ellas la tasación y las mensuras referidas.

‘Un instrumento de adeudo firmado en mayo de 1842 por cuatro testigos a nombre de "La Guaireña" permite suponer que uno de los edificios de la chacra quizá la azotea fue construida en 1841. Declaró deber la señora a Manuel Pereyra 208 pesos, 3 reales y 165 reis, proveniente de ladrillos y otros gastos de una obra que Pereyra me hizo, para la cual me adelantó materiales".

Dicho saldo y lo ya pagado representaban valores más altos que el costo de un rancho, que ha debido ser la primitiva habitación al pie del viejo papel que repusieron con un sellado de su otorgamiento hay una nota de Hubo a los efectos del cobro, seguidas a dos constancias relativas a los pagos del crédito hechos por Laguna en 1855 y 1 856.

Tres visitas hizo a la enferma el médico Antonio Pereyra, pocos días antes de otorgar su testamento. Por tales visitas cobró cuatro patacones. Aparece también la cuenta por suministro del "cajón en que fue sepultado el cuerpo de la finada doña Maria Leguizamón" que costó 19 patacones y 160 reis. Uno de los acreedores con quien la señora había contraído la deuda era portugués, nacido en San Pedro de Aviantes, cerca de Oporto, integró el cuerpo de voluntarios que acompañó a Rivera en la batalla del Rincón. La Guayreña, dejó mucho más deudas provenientes de dinero y mercaderías al fiado. Se esperanzó en vano, pensando que con la finalización de la Guerra Grande iba a recuperar parte de sus bienes. Laguna vendió parte del campo a Juan Mateos Guevara y destinó el precio a saldar las obligaciones sucesorias. Por su parte los tres hijos que quedaban de Miguel Báez, su hijo, cedieron sus derechos herenciales a José Sapriza.

Sería demasiado prolongar esta sucesión donde los pleitos estuvieron a la orden del día, unos por vender partes de menores de edad, todos los problemas judiciales surgidos en torno de Sapriza y otros, terminaron treinta y tantos años después de morir "La Guayreña". Las supuestas relaciones con Rivera, fueron el fundamento más claro de la fama del renombre de la "paisana".

Pese a todo lo que se ha dicho, la historia hasta ahora no confirma la relación amorosa del Gral. y La Guayreña, dice Parallada "que pudo ser fruto inocente de la imaginación popular o de la urdimbre maliciosa de quienes no quisieron bien a los personajes envueltos en la trama, razón por la cual no se ha desentrañado exactamente la incógnita, donde aparentemente a pesar en la aclaración de la entrega los argumentos esgrimidos para desvirtuar una historia entre dos seres separados por una notable diferencia de edades, y donde la amistad de su segundo marido, de dos hijos y un nieto con el caudillo se mantuvo siempre, acompañándoIos como servidores de sus filas.

Tal vez si en la época de los documentos la ligazón amorosa fuera pública no hubiera existido tan buena relación con Díaz Alcántara, a quien M. Cayetana le escribe enviándole saludos a su esposa, que era hermana de Doña Bernardina -ni tampoco podría aceptarse como natural, la quinta que el Presidente Rivera dona a una tía de su esposa, Paula Laredo lindera a la de La Guayreña ya que hubiera dado lugar a distanciamientos y problemas entre ambas y hasta con el personal de la Señora Laredo, de quien se desprende del archivo que en el año 1837, los esclavos de Hipólito Cuadra y su cónyuge, "Ana y Juan, de nación Angola" cristianaron a su hija M. de los Santos, ceremonia que contó con el padrinazgo del paraguayo José Maria Cano y "María Joaquina" negra esclava del Señor Gral. Fructuoso Rivera.

El doctor Fernández Saldaña era historiador e investigador responsable. Se trasladó a Durazno, haciendo pesquisas históricas desde principio de siglo, tratando con familias antiguas llegando a la conclusión al igual que otros publicistas respetables de que era probable el suceso galante.

Se dice que la leyenda es fruto del conocimiento intuitivo de los pueblos. aparece, vive y se anima con la voz de los testigos y se ha agregado "que la ficción es la que presta su encanto a la leyenda, con ella se ilumina la verdad desnuda y es al fin el resplandor de la fantasía mas fuerte que la verdad misma."

Dicen que "La Guayeña" trajo en la sangre y en el espíritu el hechizo y el donaire que dieron fama Los Pérez Bravos, Azarosa Gil dice: "gitanería heredada por los paraguayos Morales, gracia subyugante en el decir y en los ojos transplantada por la abuela Josefa desde Tenerife, que de raro pudo ser que Don Frutos, ni tardío ni arisco en fatigas del corazón se rindiera a la magia de sus encantos, que extraño sería así mismo que él mismo supiera encender un fogón en el alma de la hermosa". De todas maneras, este corazón del país fue el marco cincelado de un espejo que reflejándose en el Yi, acunó sueños y amores de quien ejerciera la presidencia de la República.

N.de R. La Guayreña tiene grafía diversa según se haya recogido textualmente de las citas, pero en el entendido que lo correcto es con "y".

Celestina Andrade de Ramos

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