Una estatua

Ana Amorós

El Prado es hermoso en todas las estaciones del año.

Si hace frío, abrigándote bien puedes caminar junto al viento, sin sentirlo tu enemigo.

En otoño la tarde joven es ideal para recorrerlo; en primavera renace y contagia vida y en verano a cualquier hora es bueno para disfrutarlo intensamente.

Hasta en la noche se me ocurre atractivo, si no fuera que pueden darte un palo y terminar en el arroyo.

Ha sido cómplice de enamorados, de rabonas estudiantiles, de solitarios.

Suele ser el preferido por los niños para dar rienda suelta a sus energías y a los adultos mayores talvez le traiga nostalgias de otros tiempos.

El rosedal tiene una fuerza mágico, un encanto sin igual, con su estructura añosa, su fuente, sus famosas rosas y las estatuas vivientes de fin de semana.

Ana Amorós

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