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Último ensayo de Edward W. Said
 

En la antesala de la muerte
Alfredo Alzugarat 
alvemasu@adinet.com.uy

 
 

Fue el llamado “maestro de la melancolía”, el filósofo alemán Theodor W. Adorno, el que inventó el término “estilo tardío”. Siguiendo a Adorno, matizándolo y enriqueciéndolo, Edward W. Said, el gran crítico de origen palestino, afirma que el estilo tardío no puede ser la consecuencia directa del envejecimiento o la cercanía de la muerte, pero que sin duda esa proximidad acechante tensiona las últimas obras de un autor de distintas y peculiares maneras. Para Said, lo tardío es una forma de exilio, “los exilios habitan algún lugar, y el estilo tardío se encuentra en el presente pero también, de un modo extraño, alejado de él”.

En 1991, Said descubrió que padecía leucemia. “No creo que alguna vez tuviera miedo conscientemente de morir aunque no tardé en ser consciente de la escasez de tiempo”, afirmó. A partir de entonces, aunque continuó sus clases de inglés y literatura en la Universidad de Columbia, redobló su ímpetu creativo y escribió Reflexiones sobre el exilio (1998), Nuevas crónicas palestinas: el fin del proceso de paz (2000), Power, Politics, and Culture (2001), Paralelismo y paradojas (2002) y Humanismo y Crítica democrática y From Oslo to Iraq and the Road Map, ambas de 2004. No pudo o no quiso acabar su último libro, sin embargo. “Finalizar esta obra habría sido como escribir el final de una vida, cerrar el largo capítulo sobre la creación del yo”, explicó su prologuista, Michael Wood, quien también organizó la obra para su publicación.  Por ironía, Said se hallaba en óptimas condiciones para valorar el estilo tardío e instalarse en ese “precario reino del exilio” donde por primera vez “comprendemos la dificultad de lo que no puede ser comprendido y luego seguimos adelante, a pesar de todo, para intentarlo.”

Tres pasiones condensan el último ensayo de Said: la música clásica, la literatura universal y la causa palestina.

EL GESTO IRASCIBLE.  Para  Shakespeare, Sófocles, Verdi, Bach, Wagner,  muchos otros, el estilo tardío coronó la estética elaborada a lo largo de toda una vida. Para otros pudo ser expresión de decadencia. La atención de Said, sin embargo, se  concentra en lo tardío como intransigencia, no armonía o contradicción no resuelta. Es lo tardío enfrentado a la realidad biológica. Es el gesto irascible de Beethoven que en sus años finales rompe con su obra anterior para perdurar en esas últimas composiciones que dejan una impresión de inacabadas, que no encajan en ningún sitio o que sólo forman parte de una síntesis superior. Ante ellas, la conclusión de Adorno era tajante: “las obras tardías son catástrofes”. En el caso   de Beethoven, acota Said, esa catástrofe encabeza “el rechazo del nuevo orden burgués y vaticina el nacimiento del arte absolutamente novedoso y auténtico de Schönberg.”Es un crepúsculo que anuncia un nuevo amanecer.

Pero también puede primar lo opuesto, el desencanto o la renuncia a lo por venir, si se tiene en cuenta la única y póstuma obra de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, El gatopardo, y su versión cinematográfica dirigida por Luchino Visconti. Uno y otro, el escritor y el cineasta, fueron aristócratas, protagonistas y testigos de la lenta descomposición del orden caduco de la Italia del sur, una agonía que entrañó para ambos la aparición de un nuevo y burdo mundo de clase media. La melancolía y el exilio del tiempo se instalan como salvación en el centro de sus obras.

De modo similar sucedió con el último Richard Strauss. Su resistencia a las limitaciones de la estética militante de su época, lo instó al regreso al pasado al estrenar en 1941, en pleno apogeo del nacionalsocialismo, su ópera Capricchio, ambientada en el siglo XVIII. Se refugió en un tiempo de ausencia de presiones y preocupaciones diarias que lo alejó de la asfixia wagneriana y lo encauzó en la busca de la mejor tradición musical germana. Más que una fuga al presente fue el retorno a una ética.

Más reciente en el tiempo, el brillante pianista canadiense Glenn Gould, el 10 de abril de 1964, tras un concierto en Los Ángeles, anunció su retiro de los escenarios. La decisión de Gould es entendida por Said como producto y a la vez  reacción al mundo musical consumista y mercantilista de mediados del siglo pasado. Desde entonces prefirió el estudio de grabación a la exposición pública y se abroqueló en la polifonía de Bach, repetida y revivida en plena libertad. Con su aclamado virtuosismo, empleando tecnología digital del principio al fin, en 1981, poco antes de su muerte, reinterpretó hasta volver totalmente distintas las Variaciones Goldberg, su mejor obra, cuya primera versión había grabado en 1955.   

EL GESTO RADICAL.  Una singular expresión del estilo tardío autoriza el costado autobiográfico que posee el libro de Said. Se trata del relato de sus encuentros con el polémico dramaturgo y novelista Jean Genet. Tras haber sido liberado de la cárcel, donde se hallaba recluido por diez causas de robo, a instancias de Sartre, Cocteau y Picasso, Genet aplaudió la lucha por la independencia de Argelia. Este fue el origen de su obra de teatro Los biombos, donde por primera vez exalta la traición. Su apoyo entusiasta a los Panteras Negras en 1970 le valió la invitación, por parte de estos, de visitar Estados Unidos. Allí lo conoció Said, en un mitin callejero, a pocos pasos de la Universidad de Columbia. Ambos se reencontrarían dos años después en Beirut. Said todavía era miembro del Consejo Nacional Palestino y aún distaba mucho de su ruptura con Arafat. Genet estaba escribiendo El cautivo amoroso, extensa colección de escritos  donde reelabora su experiencia junto a los fedayín en Jordania y Líbano y que se publicaría recién en 1986, año de su muerte.

Said explora la atracción de Genet hacia la cultura árabe, un gesto  subversivo que le permitía arremeter contra su identidad francesa y, por extensión, contra la noción misma de identidad. Es explícita su admiración hacia ese inclasificable postrer texto de Genet, que no posee secuencias narrativas ni organización temática pero que logra arrastrar al lector por un nuevo lenguaje de “lirismo asombroso”. El lenguaje, afirmador de la identidad por naturaleza, es transformado aquí en una fuerza transgresora e “incluso conscientemente perversa de traición”, afirma Said. Y concluye: “La conciencia de ser un farsante, una personalidad inestable que se encuentra de forma perpetua en la frontera, constituye la experiencia central del libro”. En Genet, el estilo tardío es a la vez ruptura y reivindicación de sí mismo. 

A CONTRACORRIENTE. La música, la literatura y la situación política en Cercano Oriente, dieron sentido a la vida de Edward W. Said. Fueron muchas las veces en que esas preocupaciones se aunaron. Todavía en 1999, junto a su amigo, el músico argentino - israelí Daniel Barenboim, fundó la orquesta Diván Este – Oeste, actividad que permitía reunir a jóvenes de Israel y de países árabes y que les valió a ambos el Premio Príncipe de Asturias en 2002. Así como con su pensamiento político, lo mismo sucedía entre la música y la literatura. En el último capítulo, en realidad una recopilación de varias notas publicadas en distintas revistas, Said estudia, casi como si se tratara de una sola obra, Muerte en Venecia, la novela de Thomas Mann y la ópera homónima de Edward Benjamin Britten. En el libro hay espacio todavía para observar la humanización de los antiguos mitos en la obra final de Eurípedes o la unión de pasado y presente en el poeta griego alejandrino Konstantinos Kavafis.

Ameno y sencillo, con un gran sentido didáctico, Said desmenuza un instrumento de abordaje a cualquier materia artística con la profundidad que le aportó su propia experiencia vital. A contracorriente del tiempo, con la muerte rondándolo, vive y comprende como pocos el valor creativo que puede surgir de la voluntad última. Murió en 2003, a los 68 años de edad, víctima de la leucemia que le habían diagnosticado doce años antes.

Sobre el estilo tardío. Música y literatura a contracorriente, de Edward W.Said. Debate, Buenos Aires, 2009. Distribuye Gussi. 228 págs.  

Alfredo Alzugarat
alvemasu@adinet.com.uy

Publicado, originalmente, en El País Cultural

Autorizado por el autor

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