Memoria para armar – dos. Taller Género y Memoria – Ex presas políticas. Montevideo, 2002. 238 págs
por Alfredo Alzugarat

La convocatoria “Memoria para armar”, iniciada en noviembre de 2000 con el objetivo de reunir testimonios de mujeres durante la dictadura uruguaya, ha encontrado hasta ahora la amplia respuesta de 284 textos. Más de cincuenta de ellos, entre relatos testimoniales y poemas, dieron lugar a un primer libro, de excelente recepción, publicado a fines de 2001. La valentía y la sencillez para exponer la verdad, la evocación serena y a la vez conmovedora que caracterizó a aquella primera aparición, se repite ahora en este segundo volumen, de cuarenta y cuatro nuevos títulos.

Persiste también la visión  panorámica que salta de la vida cotidiana a la cárcel o al exilio o que recupera el valor de un momento o de una historia de vida, ahora cumpliendo con la finalidad de resaltar lo que se propone como temas centrales: el daño brutal efectuado a la sociedad entera, el miedo y el desgarro familiar, las estrategias de sobrevivencia, la lucha por la dignidad ante la imposición de la mentira.

El esfuerzo o la dificultad del niño para comprender la violencia y el trauma que puede estar marcándolo para el futuro, se ejemplifican en expresiones como “¿Quién se portó mal?”, pregunta emblemática de un niño cuando un grupo de militares requisa un ómnibus cargado de gente, o “Mi padre me parecía cada vez más un ser desconocido”,  recuerdo de la primera visita a la cárcel, con un vidrio y un teléfono de por medio. “¿De dónde somos, mamá?”, es la interrogante de otro niño, nacido en el exilio, obligado por la fuerza de los hechos a buscar un sitio propio en el mundo. Para estos últimos o últimas el regreso a la patria puede significar “La vuelta a lo (des)conocido”, como se plantea en el relato de ese título, o tal vez ese retorno no se produzca y exija por tiempo indefinido el paliativo de la comunicación a distancia como en “Cicatrices” o en “Mi exilio”. A la memoria de las hijas se suman los relatos de madres o esposas que vieron como apresaban a sus seres más cercanos, que muchas veces corrieron la misma suerte que ellos, o simplemente respondieron con su abnegación y su ternura, en cualquier parte donde se encontraran,  para crear lazos solidarios o aferrarse a los valores en que siempre creyeron. La trabazón de estas historias de mujeres de distintas generaciones, que fueron arrancadas de su vida diaria y enfrentadas a un enemigo común en una extensísima diversidad de situaciones, confiere una indudable unidad a la obra.

El testimonio del período dictatorial, que en diecisiete años de desarrollo ha generado una treintena de títulos, adolecía hasta hace poco de dos limitaciones: en su mayor parte pertenecía a hombres y se reducía al espacio de la cárcel y a hechos de notoriedad. Memorias... , no solo fortalece la presencia de la voz femenina sino que  enriquece el género a través de la apertura a lo cotidiano y lo anónimo, a la resistencia silenciosa de infinidad de mujeres en defensa de lo más preciado: la vida.      

Alfredo Alzugarat

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