Trascendencia de la

Batalla de Las Piedras

por María Julia Aldao

(Historiadora minuana)

Himno Nacional y Marcha a mi Bandera

 La Batalla de Las Piedras - Rendición de Posadas.
Juan Luis Blanes, con intervenciones de Juan Manuel Blanes, sin firma.
Óleo sobre tela, inconcluso.

(Foto Carly Angenscheidt Lorenzo)

La revolución oriental de 1811 se inició en el territorio de la campaña en forma espontánea y anárquica al producirse el levantamiento de sus pobladores —hacendados y gauchos peones de estancia- desde las orillas del arroyo Asencio en Soriano hasta la región de Maldonado y Rocha, y desde el Lunarejo, en el norte, hasta el Pantanoso en las puertas de Montevideo.

Esta fase del movimiento culmina, luego de diversas alternativas, en la batalla librada por Artigas contra las fuerzas españolas del Comandante D. José Posada, en las cercanías del pueblo de Las Piedras, el 18 de mayo de 1811.

El triunfo de los patriotas ese día fue amplio y de enorme trascendencia. Amplio porque los españoles no tuvieron ya nuevas fuerzas con que intentar someter los elementos campesinos que habían desatado su autoridad y a los cuales no volverían a imponerse. Debieron encerrarse tras los muros de la Plaza que comenzó a sentir los efectos de las operaciones de la vanguardia del ejército patriota que preparaba el sitio. Habían perdido el dominio de todo el territorio de la Banda Oriental que quedó bajo el contralor de los patriotas púes Colonia, que aún retenían, fue abandonada días después a las fuerzas de Venancio Benavides.

El Comandante de Marina de Montevideo, D. José María Salazar, al día siguiente de la batalla informó el triunfo de los patriotas al Ministro de Estado español y señaló en términos bien expresivos las consecuencias funestas que ella tenía para la causa realista. “Esta es una pérdida irreparable —decía— porque hemos perdido casi toda la Marina. 800 o más fusiles, y otros tantos hombres: es difícil pintar una noche de tanta consternación como la pasada...”

La victoria de Las Piedras fue, además, un hecho de gran significación para los intereses generales e inmediatos de la revolución rioplatense y para los intereses particulares y futuros de la revolución oriental.

En el primer aspecto es de hacer notar que el gobierno revolucionario de Buenos Aires se encontraba entonces en serias dificultades. A las discrepancias políticas internas se habían sumado las contrariedades en el orden militar. Belgrano, derrotado en el Paraguay, no había conquistado aquel territorio para la causa revolucionaria y Castelli, que había marchado al Alto Perú, no había logrado quebrar el predominio español en aquellas provincias. La Batalla de Las Piedras vino pues oportunamente a levantar la moral abatida de los revolucionarios ofreciéndoles un triunfo que abría nuevas posibilidades a la revolución, que la proyectaba victoriosamente en un escenario acaso el más importante del antiguo virreinato no sólo por su posición geográfica sino también por que en él estaba ubicado el baluarte más fuerte del poderío español en estas regiones que quedó anulado. Montevideo ya no persistiría en su intento de dirigir la ofensiva contra Buenos Aires ni en llevar adelante sus combinaciones con los españoles del Paraguay para aniquilar el movimiento, sino que debía atender a su propia salvación.

En el plano militar, la batalla de Las Piedras era el hecho más importante do la Revolución hasta ese momento.

Ello explica el entusiasmo que provocó en las autoridades y pueblo bonaerense. El parte do la batalla fue impreso en hoja suelta y distribuido de inmediato para que el público no tardara en conocer tan gloriosa acción que se ofrecía, como un presagio feliz, en el primer aniversario del 25 de mayo. La “Gaceta", órgano periodístico del gobierno, difundió ampliamente las noticias que con posterioridad fueron llegando a la capital. Días después, el 24 de mayo, la Junta ascendió a Artigas confiriéndole el grado de Coronel del Cuerpo de Blandengues de la frontera de Montevideo, quien recibió también demostraciones particulares de la satisfacción que producía el triunfo de Las Piedras. Años después aún perduraba ese entusiasmo; en 1813 Vicente López y Planes en su “Canción Patriótica” la recuerda como una de las glorias de la gesta libertadora.

Para la revolución oriental la Batalla de Las Piedras tiene una significación especial. Ella consolidó la unidad interna de un pueblo que hasta entonces no tenía entidad social propia y que allí apareció animado por un mismo sentimiento, el de obtener por medio de la acción guerrera, el reconocimiento de su voluntad particular, el reconocimiento de su existencia como pueblo soberano. Por primera vez los orientales aparecen reunidos bajo la dirección de un jefe — Artigas — que natural y espontáneamente se ha colocado a su cabeza y ha sido reconocido como tal porque interpreta y da forma a las aspiraciones comunes.

La victoria del 18 de mayo fortificó los vínculos de esa naciente agrupación e hizo posible que d pueblo oriental, al iniciar su carrera política, concretara por intermedio de su Jefe los principios por los cuales se ha definido. En los oficios que Artigas dirigió después de la batalla a las autoridades españolas de Montevideo se señalaron las directivas del movimiento: lograr la libertad de los habitantes del suelo oriental, darles vida política y colocarlos en situación de concurrir al establecimiento del nuevo orden en igualdad de condiciones con los demás pueblos del antiguo virreinato que han recuperado el ejercicio de su soberanía.

Los acontecimientos posteriorres llevaron a Artigas y a los orientales a desarrollar ampliamente este programa inicial, pero ya allí, en Las Piedras se puso de manifiesto una de las características más notables de nuestra revolución: la absoluta identificación del Caudillo con su pueblo en la consecución de un ideal.

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