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El trompo de Nani


Ethel Afamado
musiethel@adinet.com.uy

 

Nani sale del rancho y va derecho a la rueda de chiquilines que juegan y charlan junto al muro de piedra. Son cinco o seis. Tres de ellos tienen trompos; los otros juegan a  la bolita en un ruidoso y encarnizado partido.

¡Cuarta para mí!

¡Gañote, gañote, no vale adelantar!

¡Ultimo,  canté primero!

¡Yo juego con la pinguita!                                                                

¡No, no vale ni pinguita ni bochón.

El pequeño Nani lleva en sus manos con gran orgullo, un trompo. Un trompo nuevo, flamante, regalo de su madre. La chaura es fuerte. El trompo tiene, a diferencia de los comunes, colores muy brillantes; azul, rojo, amarillo, violeta….

Se acerca al grupo que comienza a mirar con admiración aquella fiesta de colores.

Con admiración y con envidia evidente.

 Entonces “El Cholo”, el hermano de José, haciéndose el distraído se aparta  un poco y comienza a hacer una demostración impactante, con su trompo gris, viejo y gastado.  

Aquel deslucido trompo, se desprende de la chaura que estalla en el aire y cae girando en el preciso centro de la “troya.” Se hamaca, anda de lado casi acostado, zumba sobre la baldosa como un moscardón…

La habilidad de “El Cholo” es ilimitada.

Lo levanta en la palma de la mano y lo pone frente a los ojos de sus amigos. No para un instante.

El trompo baila sobre una rama, sobre un zapato, dentro de una gorra, salta a la cuerda y como un equilibrista, baila sobre la chaura tensa que su dueño sostiene  entre la mano y sus fuertes y blancos dientes.

Nani mira su trompo nuevo, pero está subyugado por el desmesurado despliegue que El Cholo muestra ante los ojos de todos. Aquel trompo viejo, gris y estropeado, continúa dando saltitos, dibuja círculos concéntricos, corre como un perrito persiguiendo a su dueño, arrastrado por la chaura que éste tironeaba con indiscutible habilidad.

Nani, aprieta entre sus manos su brillante y colorido juguete.

Con ojos agrandados  no deja de seguir las evoluciones del otro.

El Cholo lo mira de reojo mientras aparenta estar compenetrado en su juego y al fin ensayando unos pasos de baile, la mano en alto y el mágico trompo girando en una uña, le propone el cambio.

¿Ta  bueno no? ¿qué decís? ¿lo querés? Si lo querés te lo cambio.

Nani se muerde el labio. Duda. ¡Si; quiere! quiere ese maravilloso trompo!

Se imagina haciéndolo bailar en la palma de la mano, en el zapato, en la troya…pero….su lindo trompo nuevo…el regalo de mamá...

¿Y, qué hay?, ¿agarrás? ¡Dale! apura el otro.

Vencida ya su resistencia, deslumbrado, Nani estira su manito, toma el viejo, estropeado y  maravilloso juguete y deja en manos de El Cholo su trompo nuevo de mil colores.

Corre a su casa con el triunfo brillando en la sonrisa, en los cachetes, en el pelo.

¡Mamá! ¡El trompo!¡Este hace de todo! Era de El Cholo y me lo cambió!

 La madre está amasando.

Se da vuelta furiosa; ¡lo cambiaste!? pero al ver la cara radiante de su hijo, su emocionada alegría, trata dominar el enojo. Imagina la escena: la rueda de chiquilines, su Nani y  El Cholo… ¡Ese pichón de sinvergüenza! dice entre dientes, ya se las va a ver conmigo!! Cuando lo agarre  me va a oír!

 Este trompo hace de todo Mamá. ¡Vas a ver como baila! ¡Vas a ver!

¡Pero mi querido!... Ya siente la desilusión que sufrirá si hijo y se prepara a consolarlo….

Se limpia  las manos enharinadas en el delantal.

Suspira; le besa los rulos con ternura. Bueno…. mirá… te estoy haciendo pasteles para la merienda; los de dulce de leche, los que te gustan. Cuando estén prontos te llamo…. ¡Pero…,andá, andá a jugar ahora!  

¡Ah!... mi querido inocente!

Ethel Afamado
musiethel@adinet.com.uy
 

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