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De la Ausencia

poema de Manuel Acuña Friedrich

Yo no se porque fue, más la he visto

            pasar por mi lado,

sin mirarme siquiera, tranquila,

olvidando el ayer, cuando el llanto

            bañó su mejillas,

y mis besos, los besos profanos,

despertaron las sierpes que roen

las entrañas del ser inviolado.

            Pasó silenciosa,

            el aire impregnando

con el vaho que exhalan sus carnes;

¡esas carnes que saben mis manos!

que en instantes de locos ensueños

alejados del mundo, ignorados,

            rimamos la estrofa

que no borra ni el tiempo, ni el hado

            fatal del olvido;
!y hoy la he visto pasar olvidando!

No me importa ese olvido, tan sólo

            recuerdo los ratos,

que mis brazos ciñendo su talle,

y mis labios, bebiendo en sus labios

            el néctar divino

            de amores sagrados,

Nos juramos promesas eternas,

            jamás separarnos;

mas llegaron las horas de ausencia,

            el tiempo era largo...

le faltaban caricias y besos,

y era justo que fuera a buscarlos...

y hoy la he visto pasar muy tranquila,

            pasar por mi lado,

y llevaba en sus labios la huellas

            de besos « non sanctos ».

Cuando llegue a encontrarse sin fuerzas

descendiendo ese plano inclinado,

quizás venga a ofrecer sus amores,

y a buscar el calor de mis brazos,

            más ya será tarde,

            será todo en vano,

si de todos se ha visto alejada,

si ha perdido su gracia y su encanto,

si su andar es sin ritmo y la tiene

            postrada el cansancio,

            quizá que se acuerde

            de todo el pasado,

y maldiga mil veces las horas

que soñando con loco halagos,

al olvido llamó mis amores,
            ¡fingiendo olvidarlos!

y llevando la frente muy alta

            pasó por mi lado.

Cuando llegue ese instante

y se vea por favor mendigando un abrazo

le daré mi perdón, mas no quiero,

que me besen sus pérfidos labios.

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