Milagro

Henrik & Co. y El Puente del Oeste
Ian Welden

Hace mil años atrás viví en el barrio del Puente del Oeste. Era en esos tiempos el barrio mas pobre del Reino de Dinamarca, y extranjeros como yo, familias indigentes y viejitos alcohólicos vivíamos codo a codo con prostitutas, drogadictos y pandillas de jóvenes criminales y violentos.

 

Estos últimos eran los mandamases del sector y la policía les temía y se mantenía alejada.

 

El sector del Puente del Oeste es famoso en Europa porque la Calle del Hielo, su columna vertebral, se destacó en la segunda guerra mundial por su poderosa y astuta resistencia a la ocupación nazista en Escandinavia.

 

Los habitantes de La Calle del Hielo y de todo el Puente del Oeste, con sus acciones de sabotaje inteligentes y osadas, causaron estragos al ejército alemán. El lema "LA CALLE DEL HIELO JAMÁS SE RINDE" aún se ve escrito en los muros de Copenhague.

 

Circunstancias amargas, de esas que a veces nos ocurren a todos en nuestras vidas, quisieron que yo perdiera mi casita con árboles y pajaritos en la célebre Calle Larga de Valby, y me fuera a vivir momentáneamente a un departamento lúgubre y frío en El Puente.

 

Fueron tiempos solitarios. Mis pequeñas hijitas se quedaban conmigo los fines de semana y yo iba a mi trabajo en los campamentos para refugiados de la Cruz Roja los otros días y noches.

 

La pandilla local, brutal y siempre vigilante, era comandada por un matoncito no muy alto, moreno, y con unos ojos siniestros que podían matar de una sola mirada. Se llamaba Henrik y tenía a sus órdenes a unos quince hombres que le obedecían con disciplina militar. Y sus cuarteles generales estaban en el patio común de mi edificio.

 

Henrik me vió llegar con mi maleta cuando me cambié "de casa" una horrible tarde de domingo. Y yo lo vi ahí en la esquina junto a sus subalternos. A pesar de su baja estatura era musculoso y atlético. Vestían todos de cuero negro y usaban colgajos de oro. Sus armas eran cadenas de  bicicleta  puñales y pistolas. 

 

Tenían poder y dinero.

 

Como yo era evidentemente extranjero, Henrik inmediatamente se interesó en mí y la primera lección que me dió para que no cupieran dudas de su jerarquía, fué asaltar a un gigantesco joven que casualmente caminaba por ahí. Lo derribó con dos golpes de karate y lo pateó hasta la inconciencia. En un segundo... Y al otro otro segundo me miró con esos ojos malignos y escupió al suelo.

 

Yo comprendí... Y me dejaron pasar.

 

El siguiente encuentro que tuve con Henrik & Co. fue un  domingo en que salí al patio a tirar la basura. Se me acercó con dos subalternos y se desarrolló el siguiente diálogo:

 

El (muy agresivo): "Cual es tu nacionalidad!"

Yo (temblando): "Soy  sudamericano..."

El (mas relajado): "Sudafricano?"

Yo (petrificado): "No... Soy SUDAMERICANO"

 

Henrik se dirigió a su tropa y gritó "Es sudafricano! Y  Blanco! Vengan todos a darle la mano!".

O sea que Henrik aparte de ser racista era sordo! Y se me acercaron todos a darme abrazos de bienvenida al barrio.

 

Después de esta ceremonia de reconocimiento de jerarquías, todo fué "sudafricano por aquí y sudafricano por allá" y "Hola sudafricanito! Quieres algo? Necesitas alguna cosita?".

 

Una noche cuando yo estaba durmiendo, entraron en mi departamento y me sacaron a tirones de la cama. Me sentaron en una silla, amarraron mis manos y mis pies e hicieron una barricada ante la puerta con mis pocos muebles.

 

Abrieron una ventana y escuché ruidos de motores y sirenas de policía. Henrik sacó su pistola y se asomó gritando histéricamente,

 

Henrik ( Mostrando su arma): "Si no se van de aquí inmediatamente mato al sudafricano!" La voz de un policía a través de un megáfono: "Están todos arrestados por intento de asalto al Banco Danés. Tire esa pistola por la ventana! ...Qué sudafricano!?"

 

Henrik me puso de pié y me empujo hacia la ventana.

 

Henrik: "Este! Ustedes que tanto saben deben conocerlo!" El policía: "Si ese es sudafricano yo soy la reina de Dinamarca!" Henrik (Muy nervioso): Cómo? Es mi rehén! El sudfafricano pues...!" El policía (Riéndo): Ese no es sudafricano, es Chileno!

 

De súbito   un grupo de policías armados con ametralladoras irrumpió violentamente por la puerta y dispararon al techo. El griterío se hizo ensordecedor. Henrik intentó escapar por la ventana pero fue detenido por una bala en el hombro. En cosa de segundos el resto del grupo estaba tirado en el suelo con las manos sobre sus cabezas.

 

Se los llevaron a todos. 

 

El barrio se sentía solitario sin la presencia de Henrik & Co. Algunos vecinos me contaron que los habían condenado a todos. Dos años por intento de robo armado a la "tropa" y cinco para Henrik por tener un rehén y amenazar a la autoridad con un arma de fuego.

 

Pero a las pocas semanas regresaron porque no había cabida en la cárcel. "Hola, chilenito! Nos echaste de menos? Perdona el susto que te dimos. Estás bien? Se te ofrece alguna cosita...?"

 

 

Y bueno, nuevamente las circunstancias, más mi firme decisión de sacar a mis hijitas y a vuestro sevidor de El Puente del Oeste, la Calle del Hielo y Henrik & Co., quiso la vida que pudiera cambiarme nuevamente a mi querida Calle Larga de Valby. Algo así como retornar a mis raíces sudafri... perdón!  sudamericanas.

Ian Welden

Valby, Copenhague

Invierno 2009.

ian.welden@mail.dk

Ilustración:

Maritza Álvarez

Villa Alemana, Chile

Verano 2009

maritza_alvarez_vargas@hotmail.com

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