Leer un poema...

Era rosa azul: la poesía de Fernando del Paso

ensayo de Carmen Villoro

Fernando del Paso

Sólo juega el hombre cuando es hombre
en pleno sentido de la palabra,
y sólo es plenamente hombre cuando juega.
Federico Schiller

Fernando del Paso es un ejemplar destacado de esa especie superior: el Homo ludens. El hombre que juega es aquel que ha integrado los dones del pensamiento, el afecto y la imaginación para crear una realidad interna rica que se despliega en la obra de arte.

Heredero de la tradición y la vanguardia del grupo de Contemporáneos, admirador de García Lorca, luminoso y festivo como su maestro tabasqueño Carlos Pellicer, sus “Sonetos de amor y de lo diario” muestran la delicada fragancia de una técnica macerada en un erotismo nunca desbordado, contenido en su propia lucidez. Para muestra un botón:

La rosa es una rosa es una rosa.
Tu boca es una rosa es una boca.
La rosa, roja y rosa, me provoca:
Se me antoja una boca temblorosa.

La roja, roja sangre rencorosa
de la rosa, que quema lo que toca,
de tu boca de rosa se desboca
y me moja la boca, ponzoñosa.

La pena, pena roja de mi vida,
de no vivir bebiendo ese lascivo
licor de boca roja y llamarada,

rubor de rosa roja y encendida,
me ha dejado la boca al rojo vivo,
del rojo de una boca descarnada.


Al escribir poesía, Fernando del Paso juega: con las letras, con los sonidos, con las palabras, con las frases completas. Juega como si el verso fuera un columpio en el que se mece el sol, como si el niño que nunca lo ha abandonado construyera con las sílabas bloques de colores para levantar ciudades. Las palabras se pegan y se despegan, engarzan, hacen “clic”, riman y se deslizan de un significado a otro como una tabla de surfear de una a otra ola. Sus libros para niños son, no el origen de su obra poética y pictórica, sino el final de ese recorrido, el colofón dichoso de una vida que nunca ha abandonado el sentido del humor. Encuentra en cada cara lo que tiene de rara es un libro magistral en el que se encuentran la imagen y la palabra para generar la ocurrencia y un despliegue de creatividad que es, página tras página, un acto de magia. Lo mismo sucede en su libro Paleta de diez colores, en el que se acompañan, a manera de contrapunto, los poemas de Fernando con las ilustraciones de Vicente Rojo. En estos breves textos su amor al color se decanta y en su simpleza muestra su grandeza, como en este poema:

El rosa

Solo, el rosa, es un color.
En la bella compañía
de una rosa,
es una flor.

Escribir poesía para niños requiere, además del dominio del oficio, de un talento especial para dejar la lógica a un lado e ingresar sin temor a los distintos planos de la imaginación. La poesía infantil solo es posible cuando el creador tiene un espíritu de niño en el mejor de los sentidos: no nos cabe la menor duda de que Fernando del Paso integra en su creación, como pocos escritores, el juego y el pensamiento. Por eso nos invita a probar los colores con los que está pintado el mundo: de blanco la ligereza, de rojo la pasión, la gentileza de negro y la inmensidad,
de azul.

Las letras de Fernando del Paso cobran vida, tienen personalidad, como la pobre y exigida “A”, a la que más le vale ser ambiciosa y tenaz; la minúscula “i”, dependiente de su puntito que siempre la acompaña; la “O”, amigable y cantadora; la “U”, que sabe conformarse con ser útil. 

La “A” sabe que es un reto
—no se le puede negar—
hallarse en primer lugar
de todito el alfabeto.

Con el permiso de la fantasía, las letras y las palabras son una llave, un chip para acceder a otros mundos. De esa manera la almohada, con un acto mágico de desaparición de cuatro letras, se convierte en un hada; el elefante, con un trabajito de pulido y encerado de dos de sus inocentes grafos, se convierte en un diamante. A esa floja de la una, cámbiale la posición, estírale la piernita, y aparecerá la luna. El sociable ornitorrinco, solo necesita cuatro, para que le sumen cinco.

Fernando del Paso conoce los secretos del oficio: Cambios en la receta, y la magia se concreta. A veces son variaciones de un elemento sencillo, una letra, por ejemplo, que se muda de lugar; un sonido que regresa cuando no se le esperaba, un coqueto estiramiento de la figura del grafo, cuerpecito vulnerable a nuestra tinta. Si al kiosko le cambiamos esa pesada “k” por una “m”, se vuelve mosco y vuela, por mencionar un ejemplo de esos remedios caseros para catalizar el milagro. El escritor se da gusto con las palabras: las paladea, las aplasta, las muerde y se baña en ellas. Las disfruta con la boca y el oído, con los ojos las persigue, con la nariz advierte si están en su punto, o están pasadas de tueste. Y con placer, pone la letra en la llaga.

Quiere esconderse, la “Ñ”,
entre los pliegues de un paño,
mas la descubre, en un año,
quien en buscarla se empeñe.
La “Ñ” no tiene dueños,
pero si te da la gana,
la tendrás, cada mañana,
recién bañada en tus sueños.

Mirada atenta a las coincidencias, pero también a lo singular: el escritor “encuentra en cada cara lo que tiene de rara”. Similitudes formales entre elementos que pertenecen a universos distintos, dan por resultado fantásticas ocurrencias: 

Dentadura de maíz,
tiene el cuñado de Luis.

Luz es fuente de alegría
con su boca de sandía.

Hallazgos y consonancias que provocan que ya no podamos dejar de hacer, a nuestra humilde manera, nuevas asociaciones entre amigos y parientes y la cosecha de frutas y verduras.

No sé si el cangrejo es, efectivamente inmortal, ni sé si las focas se tiran de panza sobre las rocas, ni si los pingüinos son elegantes y finos, pero en esas descripciones hay una ternura contagiosa. 

Aunque no escribe ni pinta,
me asegura un calamar
tener suficiente tinta
para pintar todo el mar.

Los ripios, esos animalillos que viven en el mar de la imaginación del autor; las adivinanzas, que son preguntas que entre sus letras esconden las respuestas; los pregones que tienen tanto de canto; los refranes, filosofía de la tía; coplas, canciones y versos, salen de la pluma de Fernando con naturalidad, como si fuera fácil, como que van de paso.

En su “Poema de la rosa azul cielo” el poeta Fernando del Paso confiesa:

Y siempre tuve un anhelo:
que me dejara el destino
con una rosa azul cielo
encontrarme en el camino.

Parece que la encontró en la escritura de poesía: rosa azul que condensa sensibilidad y pensamiento.

Fernando del Paso - Documental Aniversario El Colegio Nacional

30 may. 2018

Además de la novela ha incursionado en la poesía, el ensayo y el periodismo cultural Entre sus obras más destacadas se encuentran "José Trigo", "Palinuro de México" y la célebre "Noticias del Imperio". En 1991 recibió el Premio Nacional de Letras y Artes. Ingresó a El Colegio Nacional en 1996.

 

ensayo de Carmen Villoro

 

Publicado, originalmente, en Periódico de Poesía - No. 91 / Julio - Agosto 2016

Link de la publicación: http://www.archivopdp.unam.mx/index.php/4293&catid=86&Itemid=165

Periódico de Poesía es una publicación trimestral de la Dirección de Literatura de la Coordinación de Difusión Cultural (unam).

 

Ver, además:

 

Tradición y modernidad › Premio Cervantes para Fernando del Paso, por Silvina Friera - Página12 - Viernes, 13 de noviembre de 2015 c/videos 

 

A los 83 años, murió el notable escritor mexicano Fernando del Paso - - Equilibrista entre realidad y ficción - , por Silvina Friera - Publicado en Página12 - 15 de noviembre de 2018 c/videos 


Editado por el editor de Letras Uruguay

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