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“Con lámparas pero sin aceite”.

Para un repensarnos desde Cuba la transdisciplinariedad.[1]
por Dolores Vilá Blanco
Doctora en Ciencias Filosóficas y Profesora Titular de la Universidad de la Habana

 Estamos en un punto a educación

como las vírgenes fatuas del Evangelio: con lámparas pero sin aceite”.[2]

 José de la Luz y Caballero.

La educación es una obra infinita de, por, y para la totalidad social inserta en cada experiencia histórica. No puede a su vez operar está de espaldas a las dinámicas mundiales, ellas penetran por todos sus intersticios trayendo consigo luces y sombras al devenir nacional las que al hibridarse con los candiles y magreces que nos son propias, originan mixturas expresivas que hasta nos autoniegan en ese intento de revitalizar y crear resplandeces de autoctonía. Es por ello, que la reflexividad y autoreflexibidad individual y colectiva han de dialogar en esos cambios paradigmáticos que se nos hacen urgentes, y que han de partir desde lo que no es distintivo en un religar el legado cultural pasado, –entendido este sin dicotomías paralizantes- con el presente que conecta y media al porvenir que deseamos construir construyéndolo y haciéndolo desde la realidad, y no desde el imaginario que corre a cuenta y riesgo de sus diseñadores.

Con lámparas aisladas no se gesta cultura y menos aun sin el aceite que ha de mantenerlas vivas, lubricadas, imbricadas en toda la nación, en especial “… porque las obras de los tiempos de reenquiciamiento y remolde son por esencia mudables e inquietas; no hay caminos constantes, (…) Y hay ahora como un desmembramiento de la mente humana”.[3]

Es la Universidad esencialmente una comunidad, un corpus espiritual encargado de penetrar en las realidades históricas en que se encuentra inserta y generar a su vez alternativas viables en lo individual, en lo colectivo, en lo civilizatorio. La preocupación pertinaz por esos y otros problemas, son asuntos a tener en la mira si de fundar cultura se trata. Los programas de estudios vigentes no promueven aun la transrelacionalidad disciplinar necesaria para abrir cauces a transiciones efectivas en el logro de una perspectiva transdisciplinar propulsora de los entendimientos científicos y humanos de nuestra época. Por tanto, urge repensarnos los espacios desde donde podamos iniciar y dar curso a ese proceso, asegurando su progresión para que las Altas Casas de Estudio cumplan con su misión de ser promotoras de historia y praxis humanista. 

Las esencias de estos meditares que comparto, apuntan a una revitalización del pensamiento cubano desde una propensión epistemológica que levante su aprehensión cultural como atributo de una reorganización civilizatoria alternativa, nuestra, calibanesca por sus enjundias nacionales. De la transdisciplinariedad –tan apremiante- mucho se habla, se discute, pero qué caminos despuntan sus horizontes, esos aún se nos presentan lejanos, cuando no imposibles. Hurgar en la herencia y en lo que se produce hoy fragmentadamente en todo el país, tender puentes, para conectarnos, transrelacionarnos desde una comprensión de las complejas transiciones culturales en las que nos encontramos insertos, he ahí una propuesta de concurrencias posibles.

Desde tales motivaciones, resulta pertinente reflexionar sobre la enseñanza e investigación del pensamiento cubano en la educación, en particular la superior, por cuanto compone uno de los ejes esenciales del paradigma cultural que se propone reorganizar la nación cubana en la actualidad. Por lo tanto, este no es un pensar más sobre los problemas en materia educativa, es un deliberar sobre la construcción cultural –diversa por excelsitud- en todas las aristas posibles, cognoscibles a la que estamos convocados.

Los objetivos, por tanto, apuntan a un esclarecimiento –dentro de los múltiples empeños que se despliegan- de una asunción del encargo y apremio transdisciplinar como transcurso cultural totalizador, mediado y auto mediado por todos. Todo ello, de entender que la transdisciplinariedad es en sí misma, como eje del tipo de educación científica del hoy “un aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser[4]. Por lo que, los contenidos y las cualidades de una educación realmente transversal pasan por un posicionamiento real transrelacional y transtransicional de dichas transformaciones perspectivas a la que nos encontramos convocados sí de plantearnos una vida comprensible y vivible hablamos, construida además desde, por y para los cubanos que son por derecho propio ciudadanos del planeta azul .

I- LOS POR QUÉ MÁS ÍNTIMOS.

“No hay error, todo acontece como respuesta a tiempos, espacios situaciones que reúnen y unen. (…) Es la memoria viva haciéndose a sí misma siempre igual y distinta. Eso somos, el mismo en sus diversas representaciones. (…) dinos alguna vez cómo y quién somos o seremos, está en tus ojos”.[5]

En una apretada síntesis, dado que los por qué más íntimos sobrepasan éstos espacios de que dispongo distingo que: ¿A dónde vamos culturalmente? En cuanto gestación múltiple e inclusiva sigue corriendo por aguas tan sibilinas que son imposibles de encauzar de reenquiciar para re-construir desde lo cronísticamente acumulado. Sin descontar por cierto, Lo acumulado y las soluciones dadas a lo largo de estos años de revolución no han logrado aquellas predicas martianas de que: “Cada alumno que progresa es un maestro[6]; pues la cuestión no es alfabetizar o instruir –cuantitativamente que es lo que aparentemente pesa-  es construir y autoconstruir como necesidad interna de educación, de cultura, ya que:“Instruir puede cualquiera, educar sólo quien sea un evangelio vivo”, y lo que urge sobrepasar es la improvisación y el resultadismo numeral donde los vacios cualitativos son abismales, ya que entre otros separan u obvian la vocación, la pasión de ser maestro y prima por sobre ellas la profesión, precisemos el oficio remunerado. Las interrogantes entonces podrían ser: ¿Hemos sido capaces o nos han permitido ser capaces de rescatar esos preceptos básicos del magisterio cubano y desarrollarlos de conformidad con los tiempos, hasta dónde realmente creamos hoy desde esas raíces y la transrelacionalidad que cualifica la vida?, dejo pues a cada uno de ustedes las respuestas.

Acá también cabría cuestionarnos marcando rumbos que son desconocidos, ¿por qué el legado del pensamiento cubano no toma cuerpo en los canales decisorios en materia cultural, más allá de frases de salón totalmente desconectadas hasta de por qué se dijeron en sus momentos y de conformidad con ello, que desvalores contienen sus recurrentes ausencias?. Poéticamente explicándolo –que es cubanamente científica- “¿A qué amar la estrella en el lago? ¿A qué tender la mano hacia la frágil mentira del agua? Mendigo de bellezas, buceador de esperanzas, mira que sólo la Verdad es digna de tus sueños: sé fuerte alguna vez y apedrea la estrella que no existe en el agua falaz y brilladora”.[7]

En tal sentido, la argumentación necesaria, -puede y de hecho- se encuentra también en la literatura, cuestión esta que una buena parte de los científicos sociales en su “purificación” de enfoques obvian o subvaloran. Así las cosas, en una excelente explicación de estos fenómenos Antón Arrufa nos enseñaba: “Tenemos el hábito  de recurrir a incompletas polaridades, como si fuéramos víctimas de una maquinaria mental dominadora e impositiva. Apenas hemos avanzado a las categorías disociadoras e indistintas de la filosofía clásica. Quedan fuera modos de interacción zonas intermedias decisivas donde tales polaridades, en apariencias absolutas, se comunican  y corresponden. Me doy a imaginar una época en la que seamos capaces de realizar conjunciones transformando estas categorías duales en algo complejo, en una fluencia, un continuum. ¿Será posible?”.[8]  

Siendo consecuentes en tal sentido con las prédicas martianas en el espacio de continuidad y perpetuidad del crecimiento científico, recordamos aquello de que, “(...) la elemental pedagogía enseña que dañan los intervalos a la educación”.[9]  A lo que se añadirían los bandazos organizativos para los que ni siquiera existen condiciones, más que en los metarelatos arquitectónicos de quienes le diseñan hasta con los colores que han de destacarles.

 Sin lugar a equívocos en los transcursos educacionales, la estructura de la toma de decisiones ha de descansar en lo fundamental y en primera instancia en los docentes que asumen la responsabilidad por sus destinos, lo que impone además, la imperiosa necesidad de contar en tal movimiento con -los modernamente llamados usuarios- a saber en este caso: el estudiantado de la Educación Superior donde ejerzo el sacerdocio y donde tales consustanciales asuntos siguen en sus connaturas y no imposturas vacíos.

En tal sentido coincido con Alicia Conde cuando sostiene: “Un plan de estudios puede hacer fecunda a una sociedad o puede retrasarle hasta límites insospechados. El espíritu de cambio se torna entonces regresivo que es decir decadente, involutivo. Deja de ser”[10]. Y tal aspecto de extrema significación es subrayado también por Medardo Vitier al sustentar: “un método para pensar afecta, en sus resonancias, toda la estructura de una sociedad y puede alterar una época”.[11]

Ambas alertas, entre una variedad coincidente con ellas en nuestra herencia cultural me hace aseverar como docente activa hoy y por sobre la “herejía” que planteo, y es que soy capaz de cambiar algunos errores ortográficos –sin subestimar u obviarlos- por una sola idea, una solita propia, auténtica libre de la inopia de repetir, de la pobreza de copiar, del absurdo de sobresalir por tener acceso a tecnologías que otros no alcanzan y que se abrazan como propias y se generalizan como “novedades”, “creaciones” que se esparcen como las hojas desprendidas de los árboles en otoño y son arrastradas por los vientos en todas direcciones, asentándose e incorporándose a la madre tierra “como nueva materia inorgánica profundamente nutritiva”. Bajo tales designios comportamentales las fantasías velan a la realidad; una realidad que marca sus pasos en el reloj social en un ambiente de hiper cyber conceptualización falso que ofende a la inteligencia y denigra la cubanía.

Son tiempos, en que para unos sobra y para otros no alcanza el tiempo. “Abrir los ojos es romperse por el centro”[12]. Pero, no se puede “retroceder”. Es preciso al menos, provocar a partir de un ejercicio investigativo que insinué y no enclaustre. En el que, por la propia naturaleza de su construcción no concluyente, conmueva a una reflexión de los procesos históricos como transcursos perpetuos de construcción y autoconstrucción múltiple y no desde linealidades, posibilismos y determinismos asociados a un mundo en el que los modelos mentales se han construido cronísticamente desde la unidireccionalidad, unidimensionalidad y la estática. En donde, por adición, la gestación del pensar y actuar preñados e interconectados de nuevos contenidos reales de comprensión compleja de la vida, aún no cuajan en ese andar y desandar de las Ciencias en general, y de las Ciencias Sociales en especial[13].

Por dónde empezar hoy en Cuba, para hacer posible lo que el decurso civilizatorio y nacional ha cuestionado -y cuestiona- en cuanto a posibilidad real. O acaso, qué valor tiene la vida que no genera en la cualidad, qué significado posee intentarlo en la angustiosa soledad que olvida de dónde brotó la idea nueva, que tantas veces se podó –y se poda- en su floración primera. Las cronísticas incomprensiones, asfixias de las potencias vitales humanas han devenido en fragmentaciones y atomizaciones de toda la civilización para con ella misma, y su propia morada. Razón por la cual, y desde una poética insustituible en su “Fragmentos a su imán”, insinuamos hoy, apropiándonos afirmativamente de su espíritu:  

“Cómo aislar los fragmentos de la noche

Para apretar algo con las manos, (…)

Yo quería rescatar los fragmentos de la noche

y formaba una sustancia universal,

comencé entonces a sumergir

los dedos y los ojos en la noche,

le soltaba todas las amarras a la barcaza.

Era un combate sin término,

Entre lo que yo quería quitar a la noche

y lo que la noche me regalaba”[14]  

Sé es de la consideración, que el legado cultural que nos asiste junto a la creciente producción de los contemporáneos, de plantearnos se convierta verídicamente en sus fuentes originales y sin intermediarios en sostén de cada cubano, en necesidad interna de un modo de existencia común, asumidas todas ellas en su controversial movimiento, -hasta el presente diseminada, no interconectada en su real continuum, al decir de Antón Arrufat-, podría contribuir a transiciones culturales efectivas. Comenzando con un religar e interdialogar la herencia con la realidad que nos puebla activamente, tributando a un conocimiento y autoconocimiento, a un discernir-forjar desde cada uno de nosotros mismos en sus complejas interacciones sociales. Tal afirmación no peca de exceso, ya que partimos de aquello que Medardo Vitier aleccionará: “Ahora, cuando en América estamos haciendo el examen y el recuento de las peripecias intelectuales de por acá, debemos cuidar de que los estudios no salgan viciados de exageración. Bajo signo de mesura servimos mejor a la cultura patria.[15]

El presente estudio se propone además -cual perspectiva que reenquicia que libera, que activa argumentos para quitar del camino piedras y autocortinas para que los seres piensen y actúen en avenencia con sus propias esencias y olvidadas herencias- un estudio de las dinámicas culturales aprehendidas en sus conexiones internas y externas activas. Coloca para ello, en su centro, un ámbito no desarrollado en Cuba en un sentido totalizador, y a su vez mediador e intercomunicador, como meditara Arrufat, “modos de interacción zonas intermedias decisivas donde tales polaridades, en apariencias absolutas, se comunican  y corresponden” como lo es la transición, precisemos lo  transtransicional cultural. Se intenta responder con el mismo, desde una memoria histórica activa –actuante- y no simplemente declarada, al apremio de creación inédita martiana de: “Depende esto, entre otras cosas, de las vagabundas y ambiciosas facultades imaginativas de los hijos de América, y de la falta de teoría para el ejercicio de la libertad. Somos libres, porque no podemos ser esclavos: nuestro continente es salvaje, y nuestra condición es el dominio propio; pero no sabemos ser libres todavía”.[16]     

Desde tales presupuestos, cabría la pregunta ¿Por qué esta investigación focaliza a la transición en su intento de dotar de teoría al ejercicio de la libertad? ¿Por qué no obvia tan controversial ámbito reflexivo? ¿Por qué para ser libres debemos sumergirnos en aguas tan sibilinas? ¿Por qué se conecta a la transicionalidad con la trasdisciplinariedad como apremiante perspectiva?

Ante todo, porque sí bien en el mundo existe una amplia producción sobre el particular, autodenominada incluso, en algunas de sus tendencias como Transitología[17]; en nuestro país, la comprensibilidad del término se asocia a una variante bastante poco tratada científica y humanamente posible como tránsito del capitalismo al socialismo proveniente del extinto bloque socialista -por muchas vueltas que se le dé al asunto-. La cual, en su peculiar movimiento asimilador ha diluido –y diluye-, llega hasta despersonalizar las ideas desenajenadoras a partir de las que fueron gestadas, y al proceso mismo en que vivimos, ténganse en cuenta para ello, sólo por motivar a una relectura los análisis de Carlos Marx, en su Introducción a los Grundrisse, donde la transitoriedad en íntima vinculación epistemológica acompaña a las mediaciones en sus aproximaciones a la totalidad, desde un entendimiento complejo transrelacional de los transcursos de construcción social[18]. Sin olvidar, por cierto, en este deslindar metodológico otras influencias segmentadas, “especializadísimas” sobre la “transitoriedad factible” en la periferia de los grandes capitales.

Lo que nos convoca por tanto a proveerle textura cubana a la condición de transicionalidad desde las honduras que nos son propias, y no injertadas o autoinjertadas como hierba mala que da curso al espíritu de colonia calada a tuétano de hueso aún en nuestra tierra. Donde por demás, en palabras de Fernández Retamar, los calibanes[19]hacemos historia reorganizadora desde 1959.

Sin lugar a dudas, el país ha atravesado por profundas y aceleradas transiciones sociales. Sin embargo, la cualidad como novedad o no-verdad que dé cauces a transtransiciones culturales de mayores alcances y complexiones está por hacerse, por construirse con-ciencia y sensibilidad científica. Al emprenderla con lo que nos es común, lo que nos hermana y espiga, y comenzando por las propias potencialidades que puedan tributar las transiciones políticas, económicas, sicológicas, entre otras que se han verificado, reorganizándolas.

Por cuanto, esas mismas transiciones desplegadas en ámbitos no siempre conexos, o meditadas con mayor mesura por todos, quedarían inconclusas sin el acabamiento cultural que es pertinente ir labrando en ese estar siéndolo y haciéndolo aquí y ahora enhebradamente con el pasado; como “Razón de ser” de seres vivos, activos, no desmembrados espiritualmente. Al propiciar así interacciones capaces de responderle -y autoresponderse- a cada sujeto presente en la experiencia de cambio real, para acercarnos a reconocernos: “(…) quién es, qué es, y qué papel habrá de desempeñar, en absoluta identificación consigo mismo, en los vastos y turbulentos escenarios donde en la actualidad, se están representando las comedias, dramas, tragedias –sangrientas y multitudinarias tragedias- de nuestro continente”.[20] Todo lo cual, coincide también como norte, con el legado gramsciano en materia de entender la cultura[21]; y de conformidad con ello, las transtransiciones culturales efectivas, y es que, desde una visión muy cubana: “El problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu”.[22]   

La raigambre más íntima a reorganizar, pocas veces observada, aunque constituya eje de las cualidades de cultura que urgen fraguarse, apunta al interior de los individuos insertos, interactuando multidimensionalmente en el sistema de relaciones en que se desenvuelven y viceversa. Por lo examinado hasta el momento es argumentable que no podemos aprestarnos a la transdisciplinariedad sin recorrer caminos más totalizadores, proponiéndonos comprender las mediaciones o sus ausencias y dicotomías cronísticas que casi se hacen insalvables para que el aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser no siga operando sólo como un hermoso texto, utopía o idealidad que nos engolosina y hasta se nos hace rentable pero que no sabemos hacerla tomar cuerpo en un mundo trnasglobalizado. 

Por tanto, lo que proponemos en ese andar caminos mancomunados –no puede ser de otra manera- es un ejercicio analítico donde lo interno y externo sea verídicamente pensado, conscientemente asumido en la reorganización como aproximación cambiante y autocambiante. No es una propuesta macro social general, abstracta y despersonalizada. Es lo que existe, articuladamente con lo que se propone transformar desde la diversidad de sujetos históricos existentes, con lo cual deja margen en su proyección a lo eventual, es decir, no lo obvia, ni lo olvida por una rigidez objetivista fútil. Dado que las mediaciones y en consecuencia las transiciones operan -dentro de los transcursos transicionales que sean necesarios- desde una intervincularidad que permite abrir vías plurales fecundantes. Sin ese norte constatador, la alternativa al progreso real no concurre o se escapa como las palabras desde los altavoces. [23] 

El problema en materia de transición, como transcurso cultural totalizador e imbricador, que penetre y se procese por cada individuo presente en la experiencia desde sus dinámicas propias relacionales, se encuentra referido a que no se ha hecho “el examen y el recuento” intervinculante de su cometido, que no se han abierto caminos a las mediaciones, articulaciones hasta educacionales que pueden potenciarle.

Pues, en este aspecto, no basta con que la instrucción sea un derecho innegable, sino en qué medida el propósito alcanza el ser culturalmente real en la experiencia y disfrute de los saberes como vivos, afectivos, actuantes porque nos son propios, valederos porque se incorporan en una cadena plural en crecimiento en auto progresión. Precisemos -y las precisiones nunca son exactas-, no culminan esos procesos simplemente, en exagerados resultados cuantitativos desde el imaginario, que también transita a su cuenta y riesgo, y por tanto, con un mayor peligro en cuanto a incorporación sin procesamiento de soluciones culturales que nos son ajenas.  Algo así, como lo que nos enseñara Alejo Carpentier cuando meditaba: “No sé hasta qué punto los jóvenes latinoamericanos de hoy se complacen en el estudio sistemático, científico, de su propia historia. Es probable que la estudien muy bien y sepan sacar fecundas enseñanzas de un pasado mucho más presente de lo que suele creerse, en este continente, donde ciertos hechos lamentables suelen repetirse, más al norte, más al sur, con cíclica insistencia. Pero piensen siempre –tengan siempre presente- que, en nuestro mundo, no basta con conocer la historia patria para cobrar una verdadera y auténtica consciencia latinoamericana. Nuestros destinos están ligados ante los mismos enemigos internos y externos, ante iguales contingencias”.[24]

Los semejantes enemigos internos[25] y externos coligados, así como sus contingencias similares en los procesos transtransicionales[26] actuales en sus versatilidades y aproximaciones posibles, son propósitos también del presente estudio. Dado que buscamos los intersticios por donde penetran y se enseñorean del entramado social. Por ello, enhebramos épocas transitadas mediante las claves y los ejes que las componen, observando sus simétricas y asimétricas concentraciones en las conflictuabilidades de los momentos que vivimos, donde se perciben con gran nitidez, las pugnas por las conexiones necesarias para que el árbol tenga las raíces que requiere el fruto en gestación. Sondeamos, así, “en las fugas inútiles”, en los puentes rotos, en los que no se han construido en esos azarosos transcursos donde, “El agua del río va huyendo de sí misma. Tiene miedo de su eternidad”.[27]Pensar es servir”, es actuar en consonancia con la contribución que argumenta, ya que se plantea poner “a la Ciencia en Lengua diaria”, para que la libertad encuentre cauces a su afirmación.

Se inscribe aquí una variante educativa que por muy llevada y traída sigue operando contraproducentemente, se hace alusión a los “viejos” y “nuevos” libros de texto. Las metamorfosis sufridas por los acomodaticios vicios del manualismo –no desparecidos en las esencias estrechas que les pueblan- son de sorprendente textura, incluso llegan al ámbito tecnológico, relegando así las posibilidades de interacción múltiple que en el caso de poseerse pueden utilizarse con más eficacia. La transición del manual al texto, enmascara denominaciones en las que la diferencia a veces radica en que son elaborados por autores cubanos. En su generalidad, son concebidos por el educando -con independencia de su nivel incluso posgraduado- como vía para sacar la correspondiente asignatura.

Aspecto al cual, convendría agregar que los libros de texto básicos pueden demorar en actualizarse hasta cinco años, y entre su conformación y llegada a manos de su depositario hasta transcurren dos o tres años. Con lo cual, la información llega envejecida, en tanto la vida y la propias polémicas en el país marchan en rumbos diferentes. Por otra parte, no se puede obviar que el acuñamiento de “básico” certifica la exclusión “pedagógica” de otros criterios válidos que nunca llegan a ser conocidos. De esta manera, la diversidad se relega u olvida en ese “resolver el problema”, generando otros de mayor magnitud para el pensamiento.[28]  Lo cierto es, que sí bien en algún momento de los transcursos revolucionadores en Cuba se hicieron necesarios los mismos, dadas las condiciones de que se partía en esos movimientos de instrucción masificada, las circunstancias posteriores y actuales demandan de otras acciones e intenciones culturales acordes a las dinámicas y alternativas del mundo de hoy.

Esos problemas se encuentran arraigados, inclusive a nivel de consciencia y praxis social. Tal afirmación no es festinada sino latente, actúa y retroactúa metamorfoseando rumbo e intenciones. En tal sentido, existe un problema en específico que se instituye –y ha instituido - en eje medular de todo su desenvolvimiento a saber: la integración real que persistentemente se declara, en oposición a la segmentación y parcelación en que realmente existimos y por adición, nos apropiamos de la realidad.

El tránsito de la fragmentación en que efectiva e innegablemente interactuamos en el plano social, con todas las complejidades que acarrean los procesos en que nos encontramos inmersos, para una aproximación a la calidad de la integración a que conmina nuestro cometido, ha sido, es y será un reto que trasciende y que se explaya por todo el enclave de las Ciencias Sociales - por acotar el ejemplo -, tanto nacional como internacionalmente,[29] lo cual invariablemente atenta contra la intelección de los procesos a los que se debe dar respuesta, en particular en el ámbito de la formación, aunque obviamente sobrepasa a la misma. Todo esto, impulsa a que se debe volver una y otra vez sobre las circunstancias que originan la permanencia de tal problema, así como de los aspectos para los cuales existen respuestas mancomunadas posibles, para acercarnos a solucionar nacional y contextualmente el mismo.

Estas imprescindibles interrelaciones indican, que se debe fijar la mirada no sólo en el avance especializado[30] -aspecto este loable en una distinción metodológica orgánica como tal- sino conjuntamente, en la contribución que se insinúa como totalidad intercomunicadora en el perfeccionamiento de su proyección lo más integradora, compleja y diversificadamente posible, sin perder de vista la peculiaridad del problema que se presenta. Porque en la medida en que se religan orgánicamente los fenómenos desde el micro nivel de su incidencia y las plurales dimensiones en que concurre, se estará favoreciendo a una interrelación obrada desde un tejido concebido en conjunto como norte no solamente de método, sino en especial, desde las especificidades científicas que les sustentan y que muy comúnmente se pone en entredicho, de lo cual somos responsables obviamente nosotros mismos, aunque innegablemente existen otros gestores invisibilizados desde los compartimientos o parcelas en que actúan.

La propuesta no es sólo pensar y actuar desde y como disciplinas, cátedras, departamentos o grupos de investigación que son las formas en que cronísticamente nos han y hemos estructurado en el ejercicio de la profesión y sobre las que existe una amplia polémica. Por el contrario, es la de proponernos imprimir a los desempeños científicos de una dinámica que retroactúa activísima por excelsitud, que es lo que le tipifica desde sus cambiantes, interconstituyentes e interrelacionados objetos tejidos en su conjunto. Todo lo cual, puede contribuir a una práctica de organización capaz de producirse a sí misma y regenerarse, para dar curso al surgimiento de cualidades nuevas cual emergencias organizacionales que abonan en el mejoramiento del todo, por sobre las disposiciones organizativas que se imponen desde fuera de la ciencia, y contra las que es increíblemente más difícil transgredir, pues son resultado de unos anales de funcionamiento donde no siempre lo científico, lo objetivo es la causa de su preexistencia y permanencia.

II-TIEMPOS DE LO POSIBLE.

No fue con un discurso como la luz se hizo ni como se ordenaron las tinieblas.

Fina García Marruz 

Dos cartas

 

Transdisciplinariedad, es para la autora de estos espacios discursivos una propensión, una proposición insoslayable del presente y porvenir si de rupturas humanas con lo excluyente se trata y se afirma esto porque en nuestros predios –como en otras partes- queda bastante por hacer para labrar sus sentidos, significantes y su vocación a tensar el pensamiento y la existencia. Baste sólo meditar sobre esa célebre frase de Marx que hasta hoy ronda y marca sentidos, “Una base para la vida y otra base para la ciencia es una mentira a priori”.[31]

Por lo que coincidimos con Martín Barbero, cuando esclarece: “Voy a trazar un mapa “a mano alzada” de la transdisplinaridad como cuestión que rebasa no solo los asuntos y las modas académicas sino también el propio mundo de la ciencia, ya que concierne a algunas de las trasformaciones más profundas de nuestras sociedades. (…) Se trata en verdad de la convergencia de tres procesos: un proceso interior a las ciencias, un proceso que conecta a las ciencias con su exterior y finalmente un proceso que interpela al estatuto mismo del saber científico desde la cuestión por la supervivencia de nuestras sociedades, y aun de este planeta”.[32]

Esos tres procesos son pensados por esta autora buscando caminos desde la transrelacionalidad, la transtransicionalidad como hipervínculos gestantes de transdisciplinariedad.  Hoy día se explican muchas cosas interesantes sobre ella como un conocimiento más, como algo pensado a conservar y tal postura es en sí misma contraproducente hasta con sus esencias activas.

La transdisciplinariedad exige varios pasos más allá. (…) no solo quiebra-abre las disciplinas sino que la transdisciplina las desborda por el establecimiento de unas relaciones cada vez más densas no sólo entre ciencias exactas y ciencias humanas o sociales, sino de las ciencias con las artes, con la literatura, con la experiencia común, con la intuición, con la imaginación social. Pues no se trata solo de una interacción de discursos en términos de lógicas científicas sino también de la interacción de discursos en términos de diversidad de lenguajes y escrituras”, [33] de realidades puestas todas en función de potenciar la vida o no habrá vida.

Reside, por tanto, la propensión transdisciplinar como eje motivador a partir del cual se construyen éstas ideas cual aproximaciones inconclusas donde se traspasan nuevas y desconocidas aristas a perpetuidad, como lo es –entre otras- la versátil transicionalidad. No creo tener que demostrar un enfoque transdisciplinar acabadito y limpiecito con el que dormir largamente bajo la almohada una vez concluida la faena diaria, o plasmado para dictar cotidianamente desde libros de textos que se mantienen en los anaqueles docentes amarillando no sólo hojas sino contenidos, por el contrario ella rompe con la costumbre de prácticas obsoletas por su propia connatura actuante y retroactuante, pujante en su condición abierta y dialogante.

La transdisciplinariedad no es atrapable, ni cabe en disposiciones fuera de los sujetos y sus interacciones recursivamente. La indagación de la transicionalidad como caminos a la transdisciplinariedad, busca indicar los fragmentos realmente existentes, y que imanes permitirían romper con sus predestinaciones destructivas y autodestructivas.

Los fragmentos están por doquier, son connatura del sistema cultural mundialmente hegemónico[34], a su vera y asumiendo diversos rostros se esparcen por el mundo, se desintegran y llegan a perecer en una lógica aislacionista profundamente antihumana. Allí, también se encuentran, originales en su originalidad propia, los de Cuba y los de cada cubano en sus heterogéneas y controvertidas transiciones.

“Desatar las voces, desensoñar los sueños: escribo queriendo revelar lo real maravilloso, y descubro lo real maravilloso en el exacto centro de lo real horroroso de América.

Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.  La identidad no es una pieza de museo, quietecita en la vitrina, sino la siempre asombrosa síntesis de las contradicciones nuestras de cada día”.[35]

“Al imán”, es el clamor –consciente o inconsciente- de todos los que experimentan el aislacionismo típico de la civilización contemporánea. De aquellos, que marchan con un poco de luz en la frente ante un porvenir que se cuece fuera y a despecho de nosotros mismos. Que se proponen rescatar, en azarosa marcha resplandeces, desde una identidad que pugna que frunce el ceño a fuerza de quebrarse cada día.  Ya que, “somos lo que hacemos para cambiar lo que somos” en lo personal y en lo social en la reproducción cotidiana de la vida. La cualidad y calidad de eso que se hace, cómo se hace, marca los rumbos. Lo que explicaría, el que “ciertos hechos lamentables suelen repetirse, más al norte, más al sur, con cíclica insistencia”.

¿Qué elementos constitutivos en crecimiento perdurable conforman el imán cubano hoy? ¿Qué conexiones, pueden brindar la textura y consistencia articulativa que tanto impelen las circunstancias de ahora? Sí de porvenir transitable construible hablamos y no solamente de un presente por un presente, de un imaginario por un imaginario, que puede generar vaciamientos, crisis de credibilidad hasta de las potencias vitales que nos pueblan. Estas, son cuestiones que se desplegaran con toda la complejidad que les asiste más allá de estos espacios del taller que compartimos, y desde una identidad que se niega a la vitrina, que se autoniega en las formas en que ha sido asimilada, pues busca asidero, intervincularidad en cada partícula humana presente en la experiencia en sus mixturas hibridas de significantes y significados:  

“De la contradicción de las contradicciones,

la contradicción de la poesía,

obtener con un poco de humo

la respuesta resistente de la piedra

y volver a la transparencia del agua

que busca en el caos sereno del océano

dividido entre una continuidad que interroga

y una interrupción que responde, (…)

la contradicción de las contradicciones.

La contradicción de la poesía,

se borra a sí misma y avanza

Con cómicos ojos de langosta.

Cada palabra destruye su apoyatura

Y traza un puente romano secular.

(…) De la contradicción de las contradicciones,

La contradicción de la poesía,

Borra las letras y después respíralas

al amanecer cuando la luz te borra.”[36]  

 

 

 

 

 

 

Al imán, retorna a la identidad –no puede ser de otra manera- , la rescata en su originalidad y simultaneidad fecundante. Religa los análisis producidos por los anales y la actualidad del pensamiento cubano, incluyendo su producción literaria que generalmente queda fuera del examen científico social. Las sitúa a contraluz aleccionando, indicando, sugiriendo al presente como memoria histórica activa, culta porque actúa en avenencia con las urgencias de la realidad. “Conmover es moralizar”, legaba el apóstol.

Es por ello, que se someten a estudio la naturaleza de las fracturas esenciales que se verifican en el tejido social, para comprender y contribuir a un movimiento cultural propio, capaz de sortear con mejor éxito -porque es pensado por todos sus implicados, situados en capacidad de hacerlo desde sus capacidades propias- aquello a lo que nos encontramos abocados, con los peligros que le han velado y velan, y que en palabras de martianas se relacionaba con que: “La elaboración del nuevo estado social hace insegura la batalla por la existencia personal y más recios de cumplir los deberes diarios que, no hallando vías anchas, cambian a cada instante de forma y vía”.

Encontrar nuestras formas y cauces a partir las dinámicas existentes en conflicto y crecimiento –“continuidad que interroga” e “interrupción que responde”-, capaz de favorecer a su vez una creación propia, vinculante, incluyente; hábil en evadir ya por premura, desconocimiento o por modelos mentales de rechazo o reverencia absoluta a lo foráneo que se nos tamiza por hendeduras impensables, entre otras variantes que retroactúan -lo queramos o no-, he ahí el lance a dirimir en estos espacios.

Porque como dijera José de la Luz y Caballero: “Estamos en un punto a educación como las vírgenes fatuas del Evangelio: con lámparas pero sin aceite.” Las Lámparas hay que reforjarlas en su proyección transdisciplinar resultado de una activa transrelacionalidad humana, de lo contrario no alumbran. La luz está en la frente cada cubana y cubano de hoy, cabe a todos impulsarla, salvarla.

Notas: 

[1]Doctora en Ciencias Filosóficas. Profesora Titular de la Universidad de la Habana. Email: dvb@ffh.uh.cu En CD-ROM Multimedia de la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas ISSN-1028-0847.

[2] José de la Luz y Caballero, Aforismos, Obras, Biblioteca de Clásicos Cubanos, no. 17.

[3] José Martí, Prólogo al Poema del Niágara, Nueva York 1982. La cita ampliada explica: “(…) No hay obra permanente, porque las obras de los tiempos de reenquiciamiento y remolde son por esencia mudables e inquietas; no hay caminos constantes, vislúmbranse apenas los altares nuevos, grandes y abiertos como bosques. (…) La elaboración del nuevo estado social hace insegura la batalla por la existencia personal y más recios de cumplir los deberes diarios que, no hallando vías anchas, cambian a cada instante de forma y vía (…) Y hay ahora como un desmembramiento de la mente humana”.

[4]Véanse: Basarab, Nicolescu, La transdisciplinariedad. Manifiesto, Multiversidad Mundo Real, Edgar Moran, A.C. 1996, en www.multiversidadreal.org

[5] Fernández, Pablo Armando, “Tiempo y escritura”, Escalas de ascenso, Letras Cubanas 2002, pág. 97.

[6]Martí, José. Escenas Mexicanas; Escultura. Obras Completas en 2 Tomos. Lex 1953. Edición del Centenario. Tomo 2. Pág. 654

[7] Loynaz, Dulce, María, Juegos de Agua, Simancas Ediciones 2002, Pág. 105.

[8] Antón Arrufat, El hombre discursivo, Editorial Letras Cubanas 2005, págs. 15-16.

[9] Martí, José, “Escenas Mexicanas: Boletines de Orestes, Obras Completas, Volumen II. Edit., Lex La Habana 1953, Pág. 743.

[10]Conde Rodríguez, Alicia, Selección de Lecturas de Historia del Pensamiento Político Cubano, “Introducción”, editorial Félix Varela 2009, pág. 9

[11]Citado de Conde Rodríguez, Alicia, Selección de Lecturas de Historia del Pensamiento Político Cubano, “Introducción”, editorial Félix Varela 2009, pág. 9

[12] José Lezama Lima, obra citada, pág. 62

[13]Vilá Blanco, Dolores, “La fuga inútil”, Tercer Manuscrito del Libro Manuscritos a contraluz. Cuba entre imaginario y realidad, pág. 43, en: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/vila_blanco_dolores/index.htm

[14] José Lezama Lima, Fragmentos a su Imán, Editorial Letras Cubanas 2002, pág. 66. Véase a su vez esa propensión de las interacciones humanas al segmento, en José Martí cuando afirmaba: “Diríase que al venir a tierra tantas coronas de cabezas de reyes, las cogieron los hombres en sus manos y se han ceñido a las sienes sus fragmentos”. En “Respeto a Nuestra América”,  “La América”, Nueva York, Agosto de 1883.

[15] Medardo Vitier, la Filosofía en Cuba, Editorial Ciencias Sociales, la Habana 2002, Pág. 232

[16] José Martí, “Revista Universal”, México, 7 de Marzo de 1876.

[17] Los intentos de construir una teoría sobre las transiciones, o de explicar procesos de esa índole por científicos de las ciencias sociales en el mundo, posee una historia desconocida aún en su totalidad crítico cosmovisiba en Cuba. En líneas generales apuntan a procesos políticos y económicos fundamentalmente, aunque su espectro dentro de las teorías sociales es mayor. Su activación como ámbito reflexivo acaeció en la década de los 90 del pasado siglo. Los deslindes científico-metodológicos sobre las mismas componen también ejes de la investigación propuesta. 

[18]“Sin embargo, permanece siempre el hecho de que las categorías simples son expresiones de relaciones, en las cuales puede haberse realizado lo concreto menos desarrollado, sin que haya sido producida todavía la relación o conexión multilateral que está expresada espiritualmente en la categoría más concreta; mientras que lo concreto más desarrollado conserva a estas mismas categorías en cuanto relación subordinada

(…) Por lo tanto, esta categoría completamente simple no se presenta históricamente en su intensidad más que en las condiciones más desarrolladas de la sociedad (…) Así, a pesar de que la categoría más simple puede haber existido históricamente antes que la más concreta, en su pleno desarrollo intensivo y extensivo, sin embargo puede pertenecer precisamente a una forma de sociedad compleja, mientras que la categoría más concreta estaba ya plenamente desarrollada en una forma de sociedad menos desarrollada.

(…) La sociedad burguesa es la organización histórica de la producción más desarrollada y compleja. Las categorías que expresan sus relaciones, la comprensión de su organización, permiten comprender al mismo tiempo la organización y las relaciones de producción de todas las formas de sociedad pasadas, con cuyas ruinas y elementos ella ha sido edificada, de los cuales ella continúa arrastrando en parte consigo restos todavía no superados, mientras que meros indicios han desarrollado en ella todo su significado. En la anatomía del hombre está la clave para la anatomía del mono”, Marx Carlos, http://www.ucm.es/info/eurotheo/hismat/materiales/grundrisse.htm (1 of 7) [20/05/2003 06:10:20] Materialismo Histórico | Materiales: Grundrisse.

[19]Roberto Fernández Retamar, “Todo Calibán”, Revista Milenio Número 3 Noviembre de 1995, República Argentina, puede consultarse la edición Fondo Cultural del Alba 2006, donde Caliban aparece ahora sin acento, y con nuevas explicaciones de su autor, que actualizan la problemática en el enclave latinoamericano.

[19]Alejo Carpentier, Razón de Ser, Editorial Letras Cubanas 2007, pág. 10.

[20]Alejo Carpentier, Razón de Ser, Editorial Letras Cubanas 2007, pág. 10.

[21]“Es organización, disciplina del yo interior, apoderamiento de la personalidad propia, conquista de superior consciencia por la cual se llega a comprender el valor histórico que uno tiene, su función en la vida, sus derechos y deberes. Pero eso no puede ocurrir por evolución espontánea, (…) el hombre es sobre todo espíritu, o sea, creación histórica, (…) Conocerse a sí mismos quiere decir ser lo que se es, quiere decir ser dueños de sí mismos, (…) Y eso no puede obtenerse si no se conoce a los demás, su historia, el decurso de los esfuerzos que han hecho los demás para ser lo que son, para crear la civilización que han creado y que queremos sustituir por la nuestra. Y aprenderlo todo sin perder de vista la finalidad última, que es conocerse mejor a sí mismos a través de los demás, y los demás a través de sí mismos”. Antonio Gramsci, “Socialismo y cultura”, en Antología. Editorial Ciencias Sociales. La Habana 1973. Págs. 15-17.

[22]José Martí, Nuestra América, “El Partido Liberal”, 30 de Enero de 1891.

[23] Vilá Blanco, Dolores, “Lo único que sé es que no soy marxista”, Primer Manuscrito del Libro Manuscritos a contraluz. Cuba entre imaginario y realidad, pág. 10, en: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/vila_blanco_dolores/index.htm  

[24] Alejo Carpentier, Razón de ser, Editorial Letras Cubanas 2007, pág. 14.

[25] Cuando nos referimos a enemigos internos, consideramos a su vez, a los que perviven en el interior de nosotros mismos, como efecto y casusa de las interacciones en que existimos. “(…) El espíritu se nutre y enraíza en la libertad de investigación y crítica. La intolerancia - <<esa extensión hacia fuera del dominio exclusivo ejercido dentro de nosotros mismos por la fe dogmática>> - intoxica la inteligencia, deforma la sensibilidad y frustra la actividad científica, que es impulso libérrimo hacia la conquista y posesión de la verdad. El más alto deber de la inteligencia (…) es ser inquebrantablemente fiel a esta misión, que es raíz y ala de todo progreso cultural y humano”. Raúl Roa, Historia de las Doctrinas Sociales, Centro Pablo de la Torriente Brau 2001, Págs. 24-25.

[26] Lo transtransicional se argumentará a lo largo de la investigación, de conformidad con Martí cuando enseñaba “… usará de lo antiguo cuando sea bueno, y creará lo nuevo cuando sea necesario: no hay porqué invalidar vocablos útiles, ni por qué cejar en la faena de dar palabras nuevas a ideas nuevas”, a procesos nuevos. Véanse José Martí, “El carácter de la “Revista Venezolana””, Julio 15 de 1881. Alejo Carpentier, Razón de ser, Editorial Letras Cubanas 2007, págs. 68-96 entre otros.

[27]Dulce María Loynaz, Poema “La fuga inútil”,  Juegos de Agua, El Parnasillo Simanca Ediciones 2002, Pág. 86.

[28]“Los libros de texto, en cambio, hacen precisamente todo lo contrario. Metafóricamente interesados por desenredar el conocimiento de los pensadores (investigadores y/o intelectuales), un autor de libros de texto estructura un discurso esquemático, vacío de complejidad y profundidad, con lo que puede tomar de libros originales o, peor aún, de otros libros de texto o enciclopedias. Así, el libro de texto es un discurso cuyo espíritu está configurado a fuerza de arrancarle un poco de espíritu original a otro tipo de libros.

El libro de texto es un cementerio de contenidos. Las tumbas son los cuerpos de contenidos ya sin espíritu, esto es, sin riqueza ni complejidad. ¿Acaso esto no convierte ese obsoleto recurso de tecnología educativa en un perverso enemigo de los libros que refieren pensamientos originales? (…) Si hemos de traer a colación la queja de los cultos o ilustrados de que en un país no se lee, pues ya sabemos que uno de los enemigos de la lectura es el mismo libro de texto y, naturalmente, sus auspiciadores.

En la posición de escribir libros de texto, hay también una actitud contra-pedagógica que considerar, como otra de las causas de la acriticidad del libro de texto: la actitud de alguien de erigirse como el “explicador” -resumidor, descomplejizador o didactizador- de una serie de contenidos, porque quizás otros, que obviamente son los lectores inexpertos, no serían capaces de comprender lo complejo del conocimiento producido por los pensadores. Esto quiere decir que “todos” llegan únicamente a conocer lo ya comprendido o digerido por el libro de texto. ¿Qué gravedad tiene esto? Quienes leen libros de texto están aprendiendo lo ya comprendido por otro que es un autor enciclopedista. Eso quiere decir que se cancelan las posibilidades de “aprender a comprender”, porque lo mejor es aprender lo ya comprendido. La actitud de estructurar un libro de texto, entonces, está sustituyendo la posibilidad de que las personas lean libros originales, porque hay alguien más que lo hará por ellos y no necesariamente con el criterio de aprender a comprender ni mucho menos, (…) De este modo, la actitud de escribir libros de textos capitaliza la incapacidad de quienes no pueden comprender contenidos originales. Esto ocurre a pesar de la certeza hermenéutica de que las explicaciones no son necesarias para remediar la incapacidad para comprender. Al contrario. La “incapacidad es la ficción que estructura la concepción explicadora del mundo. El explicador es el que necesita del incapaz y no al revés, es él el que constituye al incapaz como tal.” Explicar contenidos a alguien consiste en aclarar antes que él no puede comprender esos contenidos por sí mismo, razón por la cual serían necesarios los “explicadores”. Todo esto significa, en última instancia, que el libro de texto ya no sólo sustituye el “aprender a comprender” por la lógica de “aprender lo ya comprendido”, sino también la trampa pedagógica, peculiarmente moderna, de ser el libro de texto, el que decide qué se debe aprender. De esto emerge el otro argumento de que ese recurso ya no sólo es acrítico, sino también un artefacto orientado a promover su misma acríticidad en quienes se acercan a él, ingenuamente, en busca de “luces” que sólo encontrarán después de haber sido enceguecidos”. Morin, Edgar: Contra la acriticidad del “libro de texto”, www.pensamientocomplejo.com.ar

[29]“¿Qué significa todo esto? Que las figuras más importantes de las ciencias sociales, incluyendo por cierto a aquellos que no adhieren a la perspectiva epistemológica del materialismo histórico, han fundado sus contribuciones en su capacidad para “traspasar fronteras” disciplinarias que imponían absurdas restricciones a sus esfuerzos de análisis e interpretación de la realidad social. (…) Desde la tradición marxista la idea de una pluralidad de “ciencias sociales” siempre fue vista como un tributo a la concepción fragmentadora propia de la visión del mundo de la burguesía y no como el producto de una operación científica.” Boron, Atilio: “Epílogo ¿Una teoría social para el siglo XXI?”, en Tras el Búho de Minerva. Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo, Buenos Aires, Fondo de Cultura económica 2000.

[30]Marx entendía que era imposible comprender las actividades económicas al margen del complejo haz de mediaciones sociales, políticas, simbólicas y culturales que las sustentaban. (…)Como lo recordaba reiteradamente Antonio Gramsci, las separaciones precedentes sólo pueden tener una función “analítica,” ser recortes conceptuales que permitan delimitar campos de reflexión a ser explorados de un modo sistemático y riguroso, pero que de ninguna manera pueden ser pensados –en realidad, reificados- como realidades autónomas e independientes. Se convierte “una distinción metodológica” como la que separa la economía de la política, advierte Gramsci, “en una distinción orgánica y presentada como tal”. (…) Frente a una realidad como esta, la expresión teoría “política” marxista no haría otra cosa que convalidar, desde la tradición del materialismo histórico, el frustrado empeño por construir teorías fragmentadas y saberes disciplinarios que, desde su unilateralismo, deforman la “realidad” que pretenden explicar. No hay ni puede haber una “teoría económica” del mercado o del capitalismo en Marx; tampoco hay ni puede haber una “teoría sociológica” de la sociedad burguesa. Lo que debe haber, y afortunadamente hay, es un corpus teórico totalizante que unifique diversas perspectivas de análisis sobre la sociedad contemporánea, ninguna de las cuales puede, por sí sola, iluminar satisfactoriamente un aspecto aislado de la realidad. Es este, precisamente, al rasgo distintivo del materialismo histórico. (…) Lo que hay en el marxismo, en realidad, es algo epistemológicamente muy diferente: una “teoría marxista” –es decir, totalizante e integradora – de la política, que integra en su seno una diversidad de factores explicativos, que trascienden las fronteras de la política, y que combina una amplia variedad de elementos procedentes de todas las esferas analíticamente distinguibles de la vida social. Así como desde el marxismo no hay, ni puede haber, una teoría “económica” del capitalismo o una teoría “sociológica” de la sociedad burguesa, tampoco hay, ni puede haber, una teoría “política” de la política. Lo que hay es una teoría que plantea una reflexión integral sobre la totalidad de los aspectos que constituyen la vida social, superadora de la fragmentación característica de la cosmovisión burguesa”. Boron, Atilio: “Teoría política marxista o teoría marxista de la política”, en La teoría marxista hoy. Problemas y perspectivas, CLACSO Buenos Aires 2006.

[31] Carlos Marx, Manuscritos Económicos y Filosóficos 1844, Editora Política, La Habana 1965, pág. 116.

[32] Martín-Barbero, Jesús, “Transdisciplinariedad: notas para un mapa de sus encrucijadas cognitivas y sus conflictos culturales”, en Jaramillo, J. E. (compilador.), Culturas, identidades y saberes fronterizos, CES, Bogotá, 2005, véase en  http://www.debatecultural.net/Observatorio/JesusMartinBarbero2.htm

[33]Martín-Barbero, Jesús, “Transdisciplinariedad: notas para un mapa de sus encrucijadas cognitivas y sus conflictos culturales”, en Jaramillo, J. E. (compilador.), Culturas, identidades y saberes fronterizos, CES, Bogotá, 2005, véase en  http://www.debatecultural.net/Observatorio/JesusMartinBarbero2.htm Ténganse en cuenta además otras aproximaciones teóricas como puede ser aquella que suscribe: “A su vez, reconocemos a la transdisciplina como el esfuerzo indagatorio que persigue obtener “cuotas de saber” análogas sobre diferentes objetos de estudio disciplinarios, multidisciplinarios o interdisciplinarios –incluso aparentemente muy alejados y divergentes entre sí– articulándolas de manera que vayan conformando un corpus de conocimientos que trasciende cualquiera de dichas disciplinas, multidisciplinas e interdisciplinas”. Sotolongo Codina, Pedro Luis; Delgado Díaz, Carlos Jesús. Capítulo IV. La complejidad y el diálogo transdisciplinario de saberes, en La revolución contemporánea del saber y la complejidad social. Hacia unas ciencias sociales de nuevo tipo, 2006 ISBN 987-1183-33-X, en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/campus/soto/Capitulo%20IV.pdf

[34] Un sistema de desvínculos: para que los callados no se hagan preguntones, para que los opinados no se vuelvan opinadores. Para que no se junten los solos, ni junte el alma sus pedazos”, Eduardo Galeano, El libro de los abrazos, “Divorcios”, pág. 50.

[35] Eduardo Galeano, El libro de los abrazos, “Celebración de las contradicciones”, 1989, pág. 51

[36] José Lezama Lima, Fragmentos a su Imán, Editorial Letras Cubanas 2002, págs. 44 y 45

por Dolores Vilá Blanco

dvb@ffh.uh.cu
Doctora en Ciencias Filosóficas y Profesora Titular de la Universidad de la Habana

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