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Como si fuese una exposición de planos
visuales en exceso realistas, sin ninguna creatividad más allá que la de
filmar algo tan solo porque está en frente, así discurre la nueva
película costarricense titulada “Un regalo esencial”.
Dicho filme nos llega firmado por el joven realizador José Mario Salas
Boza, quien antes nos dio “Toque de lo alto” (2016), película que
mostró entonces la misma textura decaída y sin imaginación que hoy
ofrece “Un regalo esencial”.
Si entonces escribí que “Toque de lo alto” tiene más de
telenovela que de cine porque las imágenes son apenas funcionales y
además son redundantes con respecto a los diálogos, ahora puedo decir lo
mismo de “Un regalo esencial”.
Ambos filmes son rostros semejantes entre sí: la narración se les cae
por su falta de tensión y por la ausencia de pasión en los momentos
claves de la historia (guiones deficitarios).
En “Un regalo esencial”, el argumento parte de una retrospección
o analepsis (“flashback”). Con una historia del pasado, un abuelo le
explica a su nieto adolescente, Josué, cómo los celos son dañinos. En
tanto, el nieto vive su primer amor. Esto sucede de manera poco
convincente (sobre todo, por culpa de las malas actuaciones).
Lo que el abuelo narra, sucedido en su juventud, es su propia historia
de amor con una joven cantante, quien sueña con el triunfo individual
que la catapulte a la fama burguesa. Lo que vemos, parece más una
historia folletinesca de encaprichamiento, dada la poca o ninguna
emotividad con que se narra.
El filme cae en excesos superficiales de amartelamiento o rendimiento
amoroso de la pareja, con cantables ridículos de pésima coreografía y
–otra vez-- con malas actuaciones. La fórmula propia del melodrama,
evocadora de sentimientos, se ve vacía con su aburrida seguidilla de
primeros planos.
El lenguaje erótico se queda en besos y besos, especie más bien de
mojigatería cinematográfica. Con los diálogos se abusa del recurso del
plano y contraplano, lo que va en detrimento de soluciones visuales más
creativas. |
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