Con fuerte creatividad latinoamericana, tres historias distintas se intercalan en la película Tercer Mundo (2010), escrita y dirigida por César Caro Cruz, con un concepto muy nuestro-americano de la ciencia-ficción, donde las visitas de los extraterrestres son recibidas con maña indígena (en Bolivia), con picardía de barriada (en Costa Rica) y con sintaxis amorosa (en Chile).
Lo ancestral y lo moderno se entrecruzan en este filme. El guión sabe agrupar tres países en uno, que son donde ocurren “encuentros cercanos del tercer tipo”: el sabor latinoamericano (a lo tico) y la filosofía indígena esperan a los extraterrestres, mientras un enamorado chileno debe salir al espacio a despedazar un meteorito enorme que, nuevo Armagedón, nos amenaza con la destrucción total.
Tercer
Mundo, desde su guion y desde su acogedora puesta visual, muestra
una rica sensibilidad para con sus personajes (bien definidos, bien diseñados,
bien entendidos, bien desarrollados). Ellos son las historias. Y las
historias son la historia (el argumento), porque pronto uno siente,
percibe, entiende y disfruta los ligámenes fantásticos que unen a dichos
relatos imbricados. Sin darme cuenta, pronto estaba con tres rostros de un
mismo relato, pero con una sola tensión anímica.
El guión ejerce un sutil amartelamiento con uno como espectador. Su
galantería lleva al rendimiento amoroso con los personajes y sus
circunstancias. La atmósfera de la película, sus decorados naturales,
sus diferentes ambientaciones en países distintos, su estupenda fotografía
y su admirable música son valiosos aportes –más que glosas– para que
los personajes hagan creíble y seductora la trama total.
