Skyline: La invasión William
Venegas Crítico
de cine La Nación |
De nuevo los extraterrestres invaden la Tierra. En cine. Otra vez llegan a Estados Unidos, sí, es una fijación de los alienígenas, inmigrantes violentos, y por eso las películas siempre hacen una toma de la estatua de la Libertad. Es obvio. Si dichos forasteros “cayeran” en Costa Rica, la película tendría que hacer tomas de alguna efigie de Juan Santamaría. Pues bien, ahora se trata de Skyline:
La invasión (2010), cinta dirigida por Colin Strause y Greg
Strause. Es la misma pareja que ya nos dio, en el 2007, una mala cinta con
el lucrativo título de Alien vs. Predator 2. La
verdad, no sé cuál de las dos películas es peor, tan malas son las dos.
La que ahora nos toca comentar (Skyline),
parte de una trama realmente antojadiza, cuando un grupo de amigos, después
de una noche fiestera en los altos de un edificio, descubre que unas luces
brillantes son, en realidad, naves espaciales invasoras. Mientras el ejército
ataca a los extraterrestres, los humanos trasnochados pelean entre ellos y
una de las muchachas, ¡por supuesto!, confiesa que está embarazada. Dentro de esa guerra espacial, este filme se agota con diálogos inútiles y escasos de inteligencia: apenas para que la película no sea muda. Las actuaciones son tan malas que se expresan mejor los bichos invasores con sus formas horribles diseñadas a pura computadora. Los personajes nunca “pegan” dentro de los histriones, por lo que estos parecen estar siempre “detrás del palo”, o sea, tienen la pata en el estribo, pero se quedan colgando. La música es bulliciosa, en el sentido de que está más cercana al ruido que al énfasis de las imágenes, al menos como concepto. La fotografía aporta muy poco en este filme, abonado con imágenes por computadora durante la mayor parte del metraje. Es gracias a esas imágenes que el filme –por momentos– se envalentona, como borracho en cantina, pero luego se cae según su propio sopor reiterativo, también como bacante en una taberna. |
El
guión aburre con su falsa tensión, sus delirios destructores y su
tremendismo (nada nuevo). Por momentos, es un libreto risible, por culpa
de sus propias deficiencias dramáticas. El final es un punto de giro
interesante, lo acepto, y no lo veo ridículo como lo ven otras personas.
Sin embargo, ¿ya para qué?: el barco hace rato estaba hundido. El filme
muere hinchado con tanto trucaje, por culpa de sus efectos especiales
repetitivos y cansinos. Está
claro que en Hollywood hay carestía de guiones. Por lo menos de guiones
valiosos y consistentes, que tengan fe en el valor de los diálogos y en
el acercamiento literario para estructurar un relato. La mayor parte de
los guionistas de Hollywood se dedica ahora a zurcir medias rotas. Muchos
de los guiones son metáforas o imágenes cercanas del queso Gruyére: con
muchos huecos. Al ver Skyline: La invasión, tuve una sensación extraña: la de que la película llega a la hora del burro a las situaciones creadas por ella misma. No es una sensación abstracta o genérica. Se trata de que cuando el guión llega a determinado punto del relato, uno sabe que era a donde tenía que llegar, ahí precisamente. Dicen que el tiempo perdido hasta los santos lo lloran, y este filme –ir a verlo– es eso: perder el tiempo. |
SKYLINE: LA
INVASIÓN (Skyline) Estados
Unidos, 2010 Género:
Fantástico Dirección:
Colin Strause, Greg Strause Elenco:
Eric
Balfour, Scottie
Thompson, Brittany
Daniel Duración:
92 minutos Calificación: UNA estrella de cinco posibles |
por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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