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No importa la calidad final de sus películas, al director
Steven Spielberg hay que alabarle casi siempre, si no siempre, su
habilidad como narrador y su sentido de oportunidad en el manejo de las
secuencias de sus filmes. Esto de nuevo hay que hacerlo (con creces) en
su más reciente película llegada al país.
Ahora se trata de un drama más cercano a lo que algunos
prefieren llamar docudrama, o sea, el acercamiento a un hecho histórico
mostrado con todas las licencias del caso en beneficio de la película,
así desde el guion escrito por
Liz Hannah y Josh Singer.
El filme se titula “Los oscuros secretos del Pentágono”
y su título original es “The Post”, esto en clara referencia al
periódico The Washington Post y a sus publicaciones, en 1971, de
documentos clasificados del gobierno de Estados Unidos sobre la guerra
de Vietnam. Más que de la guerra en sí misma, la trama acude a otro tema
para conducirse (tanto que se obvia el triunfo vietnamita en 1975 sobre
el ejército estadounidense).
Así, lo que se pone en juego es el asunto de la libertad
de prensa, la ética periodística y el asunto de la relación entre prensa
y poderes políticos que la presionan: ¿deben o no ser publicados los
llamados Pentagon Papers cuando estos muestran tanta mentira de la Casa
Blanca para justificar una guerra que, además, se está perdiendo?
Los nombres de los presidentes salen a relucir:
Dwight D. Eisenhower, John F. Kennedy,
Lyndon B. Johnson y –al final- Richard Nixon, en delirio que ya huele en
cercanía al famoso escándalo de Watergate. Con pleno dominio del cálculo
de los tiempos, Steven Spielberg se luce con lo que se refiere al ritmo
dramático del texto.
Lo que bien logra
Spielberg es potenciar los diálogos como vehículos narrativos sin llegar
al abuso teatral, porque los diálogos no siempre son explicativos y el
filme deja que otras imágenes puedan alcanzar ese rigor. Para ello,
fortalece su propuesta son excepcional dirección de actores.
No es solo que Meryl
Streep y Tom Hanks están de soplar y hacer botellas, magníficos, sino
que todo el elenco brilla con regularidad histriónica. Sumen a eso la
música de John Williams, de nuevo con tino y tono fílmicos para subrayar
emociones e imágenes, bien plasmadas desde la fotografía de
Janusz Kaminski. |
