Es increíble. Se necesitaron tres personas para escribir la historia. Luego hubo cuatro de ellas para escribir el guion. A más personas, más rala la sopa. Increíble, repito, porque con un interesante superhéroe galáctico, miembro del pabellón justiciero más famoso en el mundo de las historietas, es inusitado que tengamos que soportar por casi dos horas una película tan sosa como incoherente.
El filme se titula como su héroe, a saber: Linterna Verde (2011), dirigido por Martin Campbell, realizador bastante irregular y especialista en el cine de acción. Lo cierto es que esta cinta tiene un buen comienzo, tanto con lo que narra como con su expresión visual (aceptable con su 3D), pero luego se viene a pique y se desliza hacia abajo por una pendiente donde no hay retorno.
La trama se basa en el cómic que nos trajo al segundo Linterna Verde, Hal Jordan. Si embargo, en pantalla grande, esta vez, tenemos una definición del personaje bastante superficial, abúlica y compendiada. Indefinición, más bien. Esa ausencia de complejidad contagia por igual al actor Ryan Reynolds, quien se limita a poner rostro de niño mimado durante todo el metraje.
El problema no es solo con el personaje de Hal Jordan. Es general, con todos los personajes. Da grima, por ejemplo, asistir a un romance de frialdad tal que ni los pingüinos lo querrían para sí. Hablo del amorío entre Linterna Verde y Carol, donde la actriz Blake Lively es incapaz de convencernos de algo que no sea aceptar su belleza. ¡Qué actriz más seca con su personaje! Es evidente que la dirección de actores le resbala a Martin Campbell.
El guión también falla en la definición de su núcleo argumental. Por ello, la película se atasca en su desarrollo, como cuando los bueyes se frenan y se niegan a llevar la carreta por un lodazal. Cierto, el relato del filme se distrae en exceso con subtramas que adquieren importancia inútil. La narración se dispersa, incluso frente a los efectos especiales tan iguales a sí mismos que aburren.
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Por la misma razón es que el planteamiento de situaciones se diluye y el desarrollo de los diálogos se acerca al plano de la estulticia. Linterna Verde es una película sin rostro, entre cierto afán de corrección formal y el intento vano por contar bien una historia. El metraje de esta película me vino a ser algo así como atravesar el desierto con una cantimplora vacía. No dudo en afirmar que Linterna Verde es cine de consumo instantáneo y olvidable mientras se está viendo, con un argumento estirado más allá de lo razonable, donde los incidentes de la trama semejan un conjunto de cosas superfluas y hasta mal ordenadas (esto es: cine farragoso). Puede haber holgura de medios técnicos, pero no de talento cinematográfico. Por último, como fábula, no es creíble su moraleja sobre la bondad de la raza humana y la superación personal: dicha parábola está resuelta de manera tan esquemática y artificial que uno se cansa de tragarse dicha píldora, en medio de una música que atina poco con su correspondencia ante las imágenes. En fin: se trata de una lección de desprecio al buen cine. |
