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Antes de entrar en razones sobre la buena e importante
película alemana “En la sombra” (2017, “Aus dem Nichts”),
dirigida por el turco-alemán Fatih Akin, quiero contarles que cuando
llegué a la boletería del cine, pedí para ver “En la sombra” y me
dijeron que ese filme no se estaba dando, que no aparecía en el sistema.
Les dije que era una película alemana y les di el título que lleva en
alemán. Un muchacho más listo me dijo, entonces, “ha de ser esta que
está aquí con otro nombre: In the
Fade”; pues sí. Me quedé sin
entender por qué un filme alemán se distribuye y exhibe en el país con
su título en inglés, si hasta lo tiene en español. En fin.
Una vez frente a la trama de la película, o sea, acomodado ante la
pantalla, fue discurriendo ante mí un interesante y, si se quiere,
polémico texto sobre la intolerancia racial (en este caso). “En
la sombra” asume el estilo narrativo más tradicional de introito,
desarrollo y cierre, marcado cada capítulo con distintos subtítulos: “La
familia”, “La justicia” y “el mar”.
Con buen comienzo, sobre todo en el
colorido escénico, vemos a un tipo de origen turco salir de una cárcel
alemana donde ha estado por asunto de drogas. Ahí no más, se casa con
una mujer alemana de buen ver, llamada Katja, y forman una familia
feliz. Tendrán un hijo.
Al tiempo, una bomba casera puesta por un grupo neonazi mata al
esposo y al hijo de Katja. Es parte de la intolerancia y el odio racial
de los nuevos admiradores de Hitler. El filme cambia de tono: su fuerza
dramática se le siente tensa y el color cambia en la sala de justicia,
donde un tribunal declara inocente a los neonazis con criterios
absurdos.
En esta segunda parte, el filme saca lo mejor de sí, pero igual
evidencia que el texto es llevado más allá con sus emociones y, aunque
tenga razón, nos quiere convencer de eso mismo a toda costa: de que
tiene razón, de que los neonazis andan como perros por sus casas y de
que su nefasta ideología se extiende por Europa como la verdolaga. |
