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La fantasía vuela de nuevo en el cine,
otra vez en las orejas de un elefante tierno, de mirada bondadosa,
inteligente y noble. No es novedad, el filme (ya todos lo sabemos) se
titula “Dumbo” (2019) y viene de la mano del conocido
director Tim Burton.
Esta versión no es más que una vuelta de hoja del conocido animado
Disney del año 1941, de igual título. De alguna manera, la historia de
Dumbo, sea en 1941 o ahora en el 2019, no es más que otra vuelta de hoja
de la historia del patito feo: tema reciclado, pues.
Está claro que Tim Burton busca imprimirle su sello o su estilo a la
versión que ahora dirige, la cual es parte de una operación comercial de
los estudios Disney: ofrecer los animados de ayer con actores reales
hoy, eso más los imprescindibles CGI (Computer-generated imagery,
término en inglés para imágenes generadas por computadora).
Tim Burton evade lo sensiblero cada vez que le es posible; así, las
secuencias cargadas de sentimientos tienen el corte justo, no más allá.
Esto le permite al filme un acertado equilibrio emocional. Tampoco busca
el gran espectáculo, sin significado, en las secuencias de fantasía.
Hay más, Tim Burton busca el equilibrio entre lo que es, por tradición,
el estilo de la cofradía Disney (no renuncia a él) y su propio estilo,
el cual no domina en las imágenes, pero tampoco deja de estar presente.
Es de alabar esta actitud del señor Burton.
Eso hace que esta versión del 2019 pueda ser “oscura” en algunos
pasajes, porque hay una presencia siempre sugerida de cierta maldad
humana. Así, hay secuencias en apariencia tiernas que, en realidad, son
situaciones de horror sugerido (por ejemplo, la relación entre Dumbo y
su madre, alterada por la conducta humana). |
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