Crónica de un día especial
Carmen Amaralis Vega

Desperté a las siete de la mañana, hora de Puerto Rico. Miré para mi lado izquierdo de la cama y me sorprendió ver al duende dormido (siempre despierta antes que yo para mortificarme). Di un salto y fui corriendo a conectarme al computador (sin lavarme los dientes), encontré mensajes de Socorro, Nofret, Luís, Lola y Rosa, de felicitación que me pusieron una sonrisa en los labios, me acordé de que era mi cumpleaños, y llamé a esas horas de la madrugada a una de mis amigas, la invité a desayunar conmigo, me maldijo la madre, pero acepto la invitación.

-en media hora estoy ahí, ¿Qué te llevo?

-Trae jamón

Entró una llamada desde Italia, mi chofer por aquellos lares de Pompeya se acordó de mi cumple.., me volví loca de la alegría y con mis gritos en italiano se despertó el duende. Al duende le pone erotizado escucharme hablar en italiano, es como si le inyectara una viagra de efecto inmediato.

-ahora no, por ahí ya mismo llega Adelina, la invité a desayunar.

La cara del duende se puso triste.

Volví al computador, encontré postales electrónicas de Marial, Rosa, Cati, Issa, Gabi, Mireya Krispín. El corazón se me fue poniendo triste. Cuando todo es alegría siempre me pongo triste. Los necesito a mi lado, las cartas no me gustan, quiero olerlos, mirarlos, sentirlos, lamerlos, y más que nada, ver en sus ojos.

Llegó Ade y ¡a la fiesta se ha dicho!, mientras ella bate los huevos, yo pongo las tostadas, cuelo el café, hiervo leche, saco hielo, pongo frutas, sirvo jugos, todo en triplicado. El duende, aunque es duende, también come.

Entra llamada de mi hermana Alice, dice que se une al mambo del desayuno.

Entra llamada de mi amiga-hermana Neldy, que aún con los tornillos en la columna vertebral y en reposo recuerda mi cumple y me alegra la vida.

Entra llamada de mi tía Estrella. Siempre recuerda mi cumple, pues su único hijo se mató en un accidente de automóvil un día como hoy hace ocho años, lloramos juntas, me canta y me bendice, me pide que me cuide.


-Eres lo único que me queda en la vida, hija, cuídate, y que seas muy feliz en tu día.

Me seco las lágrimas y vuelvo al mambo. Todo esto ocurre en la terraza, donde los pajaritos me cantan las mañanitas, las flores me regalan su aroma, y Chulin, el perro, me lame las manos. Mientras tanto trato de tragarme el jamón de Adelina y saborear mi chorrito de café fuerte como mis noches y aromático como mi jardín. Chulin huele a diablo, saco la manguera para darle un baño y mi hermana protesta.

-vas a regar todo con agua, me vas a mojar, deja eso para otra ocasión.

Continuo mojando al perro con la manguera sin prestarle atención, (debiera prestarle atención, me acaba de regalar una sortija con diamantes, ella es así, espléndida), el perro huele a muerto en descomposición. Se queda quietecito, siempre se queda quietecito, le encanta que lo bañe en mañanas tibias, como las de hoy.

Se van mis amigos y una nube de melancolía me invade. El duende lo nota, siempre lo nota.

-Vístete bonita, que te voy a llevar a dar un paseo.

Visitamos a un escultor, de esos que hacen esculturas con todo lo tirado en los basureros. Me regala un Quijote hecho todo de tornillos y metales.

Llegamos a la finca, recojo flores y frutas silvestres, y ahora me doy gusto contándoles que es maravilloso estar viva y cumplir años si tus amigos lo recuerdan, y sientes su amor en cada frase, y cada pedazo de jamón que te pones en la boca. Mis besitos para todos Ustedes, y gracias por recordarlo.

Un abrazo de Carmen Amaralis, un año más joven

Carmen Amaralis Vega
Gentileza de http://www.carmen-amaralis.com/ 

Autorizado por la escritora el día 20 de junio de 2008

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