Instrumento
Vilma Vargas Robles

El tiempo
detrás de cada árbol
nos despoja.

Vamos de un sitio a otro
como si nada existiera,
como el viento que huye.

Las campanadas no se detienen:
racimos negros que el oído recibe.

Fui el huésped que en la maleza
grabó el brío como una estrella.
Pero vienen los de mi casa
y me rodean llenos de compasión.

Yo pienso en la tierra y sus terrones violentos.

Se apaga el golpe de los trenes.
Queda sólo la mandolina
que abrió la sangre y aguzó la voz.

Vilma Vargas Robles
El fuego y la siesta

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