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Farsantes y mentirosos
Dr. Eliseo Valverde Monge
eliseovalmon@hotmail.com

 
 
 

A fines de octubre de 1978, mi señora y yo estuvimos en el Vaticano. En la plaza, con mucha gente esperaba que el Papa Juan Pablo I, Albino Luciani, "Papa de la sonrisa", asomara a la ventana. Entre tantas personas, había un grupo grande de niños esperando la entrada de las clases, por lo que el Papa, aprovechó su saludo para recomendarles que tenían que ser no solo buenos estudiantes, sino respetuosos con sus maestros a los que jamás les mintieran, pues a quienes dicen mentiras les crece la nariz, como le sucedió a Pinocho.

Brevemente, hizo referencia al famoso cuento. El papa de la sonrisa bromeaba, pero yo no resistí la tentación de tocarme la nariz para luego hacer el propósito de no volver a mentir. Hasta pensé en ese momento, que si el cuento fuera cierto, ¿de qué tamaño tendrían la nariz los políticos?

El mundo está repleto de mentirosos inteligentes a quienes las personas les creen, como al expresidente Figueres Olsen, quien después de ocho años de "ausencia", regresa con el cuento de que "yo no fui...y llora"; mentirosos y farsantes son también aquellos que se asientan toda clase de títulos profesionales o tienen sueños de riqueza y engañan. Las personas mentirosas y farsantes, tienen más concha que el cambute.

En mi caso, fui mentiroso sin inteligencia; me descubrieron en el trabajo y hasta en el hogar. Es muy claro, quien se hace pasar por lo que no es o no responde por lo que hizo malo, es un farsante, sea, se dedica a representar farsas y las buenas personas caen en la trampa de sus mentiras. Por eso a los políticos, después de haber mentido, les siguen aplaudiendo.

Las invenciones pueden socavar la credibilidad, pueden desintegrar relaciones y corroer la confianza. Además, las mentiras nos humillan, nos deshonran y nos hace preguntarnos si la persona que nos mintió, alguna vez nos ha dicho la verdad. Mentimos porque sinceramente creemos que es lo mejor que se puede hacer para nuestro beneficio en ese momento y en la actualidad cobra aceptación como una filosofía de vida, que además, la están recibiendo nuestros hijos, y como resultado, ellos también mienten.

Llegamos tarde al trabajo y decimos que el bus nos dejó porque no tenemos la valentía de afrontar las consecuencias; pero, la mentira es más seria cuando es otro el que miente. A nadie le gusta admitir que mintió, algo que sucede con frecuencia ante la presencia de un juez de la tierra, a pesar de que estamos seguros de que a Dios, no le podemos engañar, y nuevamente, el ejemplo de los políticos que sin temor Divino, son capaces de mentirle al pueblo que los eligió; "qué farsantes", como a los que se presentan a las Comisiones Investigadoras y sabiendo que mienten, callan, como ha sucedido recientemente en la Asamblea Legislativa.

Quienes mienten lo hacen para preservar el sentido de dignidad, queremos parecer mejores de lo que somos porque queremos agrandar a los demás y el pueblo cree en las mentiras porque nos han enseñado a confiar. Los mentirosos triunfan al seducir nuestra confianza y luego al violar esa confianza, hasta que algunos, quieren imponer la realidad de ellos. Las mentiras nos apartan de nuestra búsqueda de la verdad y desintegran nuestra integridad.

El engaño es una violación física pero invisible. Volver a tener confianza es algo que cuesta, sin embargo, no podemos hacer que otros dejen de mentir pero sí podemos convertirnos en personas que buscan la verdad y tienen discernimiento acerca de en quién confiar y cuándo podemos confiar.

 

Dr. Eliseo Valverde Monge
La Prensa Libre (Costa Rica) - Miércoles 15 de Febrero de 2012

 

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