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La fantasía de un ave
cuento infantil de Carmen Umaña Quirós
marialibropoesia@gmail.com

 

En el bosque, de esto hace muchos años, vivía un pájaro negro, de un hermoso plumaje y canto desagradable. El mismo era más parecido al llanto, asustando a los animales del bosque.

Estaba triste, en algunas oportunidades de él se alejaban, en otras nadie lo notaba, o, directamente, lo ignoraban. Ante eso se marchó buscando un nuevo hogar. Se alejó en los aires mientras su triste canto se escuchaba. Luego de un rato de vuelo divisó, a lo lejos, un rancho, rústico, donde unos niños jugaban. Se detuvo, dudoso reflexionaba: que animales tan raros son estos. Se posó en la rama de un árbol a contemplarlos. Al cabo de algún tiempo pensó: el plumaje de ellos es feo como el mío, su canto peor. De pronto se sintió aprisionado. Bruscamente lo arrebataron de la rama donde estaba parado. Terriblemente asustado miró extrañado cómo aquel animal de dos patas lo había atrapado. Se lamentó: ¡Qué triste es ser diferente! ... en todos lados lo tratan mal a uno, de todos lados lo echan.  Revoloteaba con las alas

extendidas. Luego pensó: para qué, si de todas formas estoy atrapado. El ave cayó herido, por el miedo se desmayó en aquellas manos pálidas que lo asfixiaban. Cuando volvió en sí, se vio encerrado en cuatro rejas. Agobiado, perplejo, escuchaba aquel singular hablar y pensaba que aquellos seres cantaban más feo que él.

Pasaron los días, soñando con la libertad que él tenía en las montañas, se sentó, llorando, y con voz profunda decía ¿porqué el zumbido y los movimientos bruscos de aquellos seres lo confundían? El ave moría de tristeza en la jaula, subía, bajaba, los extraños gritos penetraban en su alma sintiéndose totalmente incomprendido. Añoraba el bosque donde había nacido. En la mañana le dieron comida, pero no comía, le pusieron agua, pero no bebía, el niño abrió la reja para ver que tenía y el ave salió, abrió las alas, alzando vuelo hacía el bosque, voló y voló, recobrando la libertad. Al posarse en un árbol cantó y cantó hasta que se agotó. Al fin apreció el canto que Dios le dio, el plumaje color negro con que lo vistió, de aquel árbol donde su nido formó. Al fin él comprendió que él era obra de Dios y por primera vez se sintió feliz de cómo el Señor lo formó, de su negro color, de su canto, desagradable para algunos, pero melodioso para él.

cuento infantil de Carmen Umaña Quirós
Del libro "La niña que soñó"
marialibropoesia@gmail.com

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