Fray Salvador Solá 
Símbolo del convento San Francisco de la Ciudad de Río Cuarto, Un Ciudadano Ilustre

La Hora del Reposo
Eduardo M. Tyrrell

Los restos de Fray Salvador Solá volvieron al templo que él mismo construyó, para el merecido reposo en la que consideró su propia casa, la de Dios, convertido en verdadero custodio de la espiritualidad que le hizo trascender como “ Constructor de Iglesias” en un arduo trajinar que le llevó a recorrer y amar estas tierras en los últimos 62 años.

Luego de un solemne oficio religioso que se cumplirá a las 11 Hs., sus restos serán depositados en el monumento que se ubica a la derecha en el interior del atrio, enfrentando a la portería, su antiguo lugar de trabajo, desde donde fue amigo fiel servidor no sólo de la feligresía de Río Cuarto, sino también de una amplia región especialmente de la zona rural y serrana; el traslado se efectuará desde el panteón de las Hermanas Franciscanas de Nuestra Señora del Carmen de Río Cuarto, procediéndose acto seguido, a la bendición de la tumba de mármol sus restos, concluyendo con el descubrimiento de placas en su homenaje.

Fray Salvador Solá, “ Ciudadano Ilustre” de Río Cuarto, y una de las figuras más preclaras del franciscanismo en el último medio siglo, ingresa de este modo, con la fuerza de sus obras, en el capítulo de la historiar regional que cierra con el propio siglo que le tocó vivir, una de las páginas más edificantes por el propio testimonio de vida que desde la sencillez, la humildad, la alegría en el servicio, la fe que le hizo mover montañas, y hoy se traduce en el magnífico templo donde cada ladrillo tiene la marca de sus manos y de su entrega.

Fray Salvador Sola Símbolo del Convento Franciscano de Río Cuarto.

Fray Salvador Solá su verdadero nombre era el de Pedro Solá Vilalta, había nacido en Ripoll, provincia de Gerona, España, el 4 de enero de 1911, a los 17 años hizo la profesión de votos, y siete años más tarde, hacía la profesión solemne, el 3 de julio de 1932. Cuatro años más su destino son las tierras de América, en esta región de Pampas cubiertas de trigo, adonde llega el 15 de marzo de 1936. Volvió a ver a los suyos muchos años después, cuando terminó de construir la Iglesia , y aquí cerró la etapa de su vida terrena, el 6 de marzo pasado, a los 87 años, luego de sobrellevar con edificante entereza las consecuencias de un accidente sufrido un mes atrás en su querida portería donde por tantos años se le viera uniendo las cuentas de los rosarios que fabricaba con las semillas de “ lágrimas de Job” que cultivaba él mismo, en los canteros que rodean los jardines exteriores del templo. Con llamas del fuego que cerró sus ojos, también se fundieron sus rosarios, como un símbolo de la vida que arde hasta darse por entero.

Regando las plantas lágrimas de Job, con la cual hacia las cuentas de los Rosarios.

Su primer destino fue el convento de Río Cuarto; poco después, fue enviado al de la Localidad de Gral. Levalle en la Provincia de Córdoba, y al de Gral. Luiggi, en la provincia de la Pampa. Regresa por poco tiempo a Río Cuarto” necesitaban un organista”, solía contar, y ya es enviado a El Palomar Provincia de Buenos Aires, donde le espera un nuevo desafío: construir la nueva Iglesia del lugar, porque la antigua se había derrumbado; en eso estaba, cuando en 1951, al derrumbarse el primitivo templo de San Francisco Solano, es llamado para ocuparse de las obras de remoción de escombros, y edificación de una nueva.

Dos Historias 

Esta Iglesia donde reposa ahora su constructor, fue baluarte de fe y esperanza para el vecindario de la Villa de la Concepción , cuando a mediados del siglo pasado, la Línea de la Comandancia de fronteras, marcaba el límite entre las extensas tierras pampeanas del sur, habitada por las tolderías ranquelinas, y el avance de nuevas poblaciones que pujaban por crecer.

Por propio reclamo de los franciscanos llegan a esta Villa el 13 de noviembre 1856. Donde doce misioneros Italianos fundan el Convento y diez años más tarde, el Colegio de propaganda Fide con la llegada de otros diez, venidos para atender una amplia región del Curato del Río Cuarto, y misionar entre los indios, “ tierra adentro”, llevando no sólo el evangelio, sino muchísimas veces, la garantía de paz entre los jefes ranqueles y el Gobierno de Buenos Aires.

En la misma manzana que hoy ocupan el convento y la Iglesia , una pequeña habitación de adobe y paja hizo las veces de capilla: en 1861 comienzan a construir la iglesia que es consagrada quince años más tarde, el 3 de octubre de 1876 por el Obispo de Córdoba, Monseñor Manuel Eduardo Álvarez con el padrinazgo del General Julio Argentino Roca. Recién a fines del siglo pasado el templo quedó terminado.

El templo convertido en una clásica postal de la ciudad hasta la década del 50, en cuya terminación se habían invertido más de 33 años de incontables sacrificios, sufrió el paso del tiempo. Amanecía el 7 de diciembre de 1951 cuando Fray Manuel Nierga, predecesor de Solá en las labores de atención del templo, percibió los primeros indicios: un leve crujido, señales de viejo polvo, y el estruendo: la nave central se partió.

La Iglesia de San Francisco Solano de Río Cuarto se había derrumbado.

Tras la remoción de escombros, se trazaron los planes para levantar, en el mismo sitio, a la nueva iglesia.

La piedra fundamental se colocó el 24 de octubre de 1954 con la bendición del Obispo de la Diócesis de Río Cuarto Monseñor Dr Leopoldo Buteler y el padrinazgo del doctor Carlos J. Rodriguez y su familia. Fray Solá había llegado en los primeros momentos del derrumbe y ya no abandonaría la obra ni ésta su patria chica de adopción, hasta verla otra vez en pie. La construcción se inició según los planos del arquitecto Augusto C. Ferrari y del ingeniero Julio Alonso, la dirección técnica fue confiada a don José Pires, venido desde Caseros, provincia de Buenos Aires, uniéndose a una misma pasión que la de Fray Solá: levantar iglesias con más fe que recursos materiales.

Finalmente la nueva iglesia es consagrada solemnemente el 7 de diciembre de 1969. Y bendecida por el Obispo de la Diócesis de Río Cuarto, Monseñor Moisés Julio Blanchoud.

Fray Salvador Solá contempló con alegría antes de su partida a la casa del Padre, en el embellecimiento y cuidado del templo: con sus ahorros de varios años con cientos y cientos de rosarios hechos con sus manos, había reunido el dinero para comprar y colocar el revestimiento de mármol que rodea las paredes interiores. En el último año desde su pequeño y cálido rincón de la portería, seguía cuidando de “ su” iglesia, regando las plantas de los canteros exteriores, donde cultivaba, además de “ las lágrimas de Job”, para hacer rosarios con sus semillas, hortalizas y flores que alegraban el lugar.

Su Espiritualidad

Si bien Fray Salvador Solá será siempre recordado por esta obra magnífica de su templo que confunde sus torres espigadas con el paisaje de la ciudad, también es cierto que mostró una personalidad que le hizo ganar la admiración de cuantos le trataron y conocieron.

Dotes espirituales que le consagraron como legítimo “ Ciudadano Ilustre”, reconocimiento que le fuera otorgado por el Honorable Concejo Deliberante de la Ciudad de Río Cuarto, el 27 de septiembre de 1995 por ordenanza 816/94.

Junto a estos públicos reconocimientos, está el de la gente. Ante tantos vaivenes en el mundo de los valores, con Fray Solá siempre se podían rescatar algunos; con las palabras sencillas de un verdadero maestro de la vida de fe, las del espíritu simple dispuesto para servir al otro, para reglar sus bromas y buen humor como ejemplo de una actitud de aceptación de los trabajos de la vida, sin vanos reclamos ni quejas inútiles. Llamaba la atención su espíritu de obediencia gozosa: “ Estar al servicio para lo que lo manden”, cumplir alegremente con el trabajo de cada día ya se tratara de resolver las enormes cuentas que sumaban toneladas de hierro y cemento, como regar al otro día las plantas del jardín.

Ciudadano Ilustre

Vivió muchos años teniendo por compañía la tibieza de un viejo calentador que le proveía el agua para el mate, rodeado de algunas otras pequeñas cosas que formaban su mundo cotidiano.

Traslados de los restos a su morada final

Mausoleo ubicado a la entrada de la Iglesia

cartelera ubicada en la Iglesia, recordando y repasando su Biografía

Son largas y conocidas sus historias, anécdotas y opiniones, incorporadas hoy al recuerdo de cada rincón de la iglesia franciscana. En este monumento de fino mármol donde reposarán para siempre sus restos, sin duda que sus incontables amigos y hasta el más desprevenido visitante, no podrá dejar recordarlo o enterarse de la siempre viva imagen de su bondad y de sus ganas de “ edificar las cosas buenas que le hacen falta a este mundo”.

Diario Puntal: Viernes 5 de junio de 1988.

Lic. Inés Farías : Escritora, Historiadora y Periodista.
Directora Archivo Histórico ( Fray José Luis Padrós)
Convento San Francisco Solano Río Cuarto.

Eduardo Tyrrell : Trabajo de Recopilación de Datos y Fotos, Marzo 2008

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