Florindo Di Cola
Pionero de la aviación Civil en la Ciudad de Río Cuarto
Un Siglo de Vida entre Fierros Alas y Ruedas

Eduardo M. Tyrrell

Florindo Di Cola amigo de la mecánica y de la aventura, nació el 3 de diciembre de 1891 en el lejano y bello País de Italia, Hijo de Felipe Di Cola y María Mastrángelo.

Las corrientes migratorias de la época trajeron a su familia a nuestra patria en los albores del siglo XX, Partiendo de Nápoles (Italia), en el vapor Umbría, el día 1 de noviembre de 1903, y llegando a Buenos Aires el 22 de noviembre de 1903 se trasladaron en ese mismo año a la incipiente ciudad de Río Cuarto, donde era su destino, ya establecido junto a sus padres, adquirieron un inmueble en calle Moreno al 300, era apenas un chiquilín de pantalones cortos, allí transcurrió todo ese tiempo viendo crecer a Río Cuarto que hizo suya para siempre.

En esta ciudad formó su familia, y donde también nacieron sus descendientes, casado con Ana Del Fraine, sus hijos José, Felipe, Mario, María, Román, Italo.
Florindo Di Cola en el centro , junto a su hijo Román, evento organizado por el Rotary Club Internacional, donde se le entregó una distinción.
Su actividad empresarial con el pasar de los años, fue que en 1910 su padre Felipe instaló el primer taller de reparaciones de automóviles, y junto a su progenitor comenzó a aprender este oficio, y allí nació su pasión por los motores, cuando tenía 18 años se transformó en uno de los primeros en Río Cuarto en poseer una motocicleta marca “Peugeot”, con lo que escandalizaba a los vecinos de la antigua y tranquila Villa de la Concepción del Río Cuarto. Fue un deportista de los de antes, protagonista de las primeras carreras de motos en nuestra ciudad en la década de 1910- 20, desde el legendario Club “Non Pus Ultra” (no más allá), que con sus integrantes Di Cola compartió tantas jornadas dominicales, formando parte de las caravanas de excursión que se desplazaban por los caminos de tierra de la región, visitando distintas poblaciones. Todo por cierto atendían las indicaciones del jefe de ruta designado quien previamente

verificaba el estado del tiempo, la dirección del viento. Las actividades mecánicas competitivas en tanto, se programaban en la pista de carreras del viejo hipódromo. Don Florindo Di Cola, además de la primera moto “Peugeot” tuvo una moto alemana de la Segunda Guerra Mundial, que conservó y que con su avanzada edad en aquellos años se lo solía ver salir a pasear recorriendo las calles de la ciudad, esta motocicleta, aún la conserva uno de sus nietos.

Este inmigrante italiano, en su taller de reparaciones, con los años fue creando nuevos y originales elementos para complementar el uso de tornos y máquinas que aseguran trabajos de precisión en serie, así Don Florindo Di Cola le dio a esta ciudad sus mejores ideas.

Desde niño ya asomaba su pasión por los aviones y por todo lo que estuviera relacionado con la mecánica.
En 1920 una circunstancia impensada ligada con su especialidad mecánica hizo que debiera solucionar unas fallas en los motores del avión del Mayor de aviación inglés Kingsley, el desperfecto lo había obligado a aterrizar en nuestro medio, específicamente en el hipódromo, su máquina estaba equipada con motor Roll Royce con 12 cilindros en V, de 350 caballos de fuerza, con hélice cuatripala, llamaron a Florido Di Cola para que solucionara los problemas surgidos en los magnetos, (generador de electricidad de alto potencial empleado en los motores de explosión), y los detalles que apreció don Florindo en este aeroplano, le produjo y despertaron un entusiasmo por la aviación, no pudo contener la tentación de realizar, como pasajero, el vuelo de prueba a que le invitara el Mayor Kingsley y fue este el momento señero de su pasión futura nació un sueño, como no podía ser de otra manera poco tiempo después se transformaría en realidad al obtener el carnet de aviador profesional.-

Avión Curtiss, a punto de levantar vuelo, piloteado por su dueño Florindo Di Cola

Así fue que dispuesto a hacer realidad la inquietud de volar, decidió marchar a la gran metrópoli, pleno de juventud y dispuesto a regresar pero únicamente por aire, llevaba en si, no solamente el espíritu de la aventura que acometía, sino el sentir deportivo que se vuelca dentro de ella, sin pensar en especulaciones de otra índole, era un autentico sentimiento deportivo lo que se manifestaba en él.

Inscripto ya como alumno en la Aeroescuela de pilotaje de San Fernando, Buenos Aires, bajo la dirección del instructor Norteamericano – Lawrence León, resultó un aventajado discípulo tanto que poco tiempo después pudo volar solo egresó en la misma camada con otros que fueron aviadores de renombre como Hillcoat, Poblet y Gatti.

Así fue que tres meses después con el carnet Nº 156, otorgado el 29 de diciembre de 1920 para ser más preciso: Florindo Di Cola obtiene su brevet de piloto civil de categoría internacional de la aviación Argentina de nutrida lista de diplomados que en ese tiempo no alcanzaba ni siquiera a doscientos y que tuvo como Nº 1 al francés Auburn: Nº 2 y con el 58 a la primera mujer piloto Amalia Figueredo, quedaba así incorporado el primer aviador de Río Cuarto.

Pero con ello se había cumplido una parte, faltaba la otra y muy importante por cierto: la máquina, a lo que Florido Di cola, lo había previsto; con el ahorro de dos años fruto de su trabajo constante, que fue siempre el anhelo de su vida y cuyo conceptos sus hijos, que siguieron la recta senda de su progenitor, compró un avión Curtiss Meteor, biplaza de 90 caballos de fuerza, en la suma de 16.000 pesos y que se le otorgó la matrícula Nº 263.

Como corolario de todo ello, es que se encontró en viaje y por el aire como lo había proyectado con una meta llegar a Río Cuarto comandando su propio avión y el flamante brevet que le fuera concedido quince días antes.

Eran los principios de año, 6 de enero 1921, sin sospecharlo el destino, le habían de deparar casi simultáneamente, la mayor emoción y además el más grande dolor.

Florindo Di Cola en su juventud

Florindo Di Cola en su taller de calle moreno al 300, posando junto a su moto alemana, que tuvo el orgullo de manejar hasta avanzada edad.

En un reportaje Don Florindo Di Cola, nos relata,” cuando divisé Río Cuarto en la distancia y a medida que me acercaba con mi avión sentía algo adentro imposible de describir, cuando pude verlo desde arriba a lo largo y a lo ancho evolucionando con el Curtiss, fiel a mi manejo me parecía todo un sueño el que estaba viviendo, calculen como sería la emoción que me embargaba. Se había cumplido mi mayor aspiración, pensaba en los míos, en los amigos que abajo estarían esperándome, y dije a mí mismo he cumplido”.

Estaba viviendo esa euforia lógica de quien se siente triunfador por el esfuerzo propio, había instalado su campo de aviación en el lugar denominado quinta Tejerina, cercana donde está actualmente el Aeródromo “Los Ranqueles” construyendo personalmente un galpón para guardar la máquina, al que llamo pomposamente “hangar” hasta allí llegan numerosos riocuartenses atraídos por el Curtiss la máquina propia de Di Cola.

Ese avión que comienza a ser parte ya de Río Cuarto, no era para menos.

Había en todos un motivo de lógico orgullo, Don Florindo Di Cola el primer “imperialista” volador y su Curtiss un aeroplano propio en el medio significaba eso un verdadero acontecimiento lugareño en aquel tiempo.

Algunos se animan y realizar lo que podíamos llamar su vuelo de bautismo, otros se contentan por conocer detalles, pero es evidente la satisfacción es colectiva pues para cuando se escriba la historia de la aviación en Río Cuarto, tendrá que estar en su primer capítulo Florindo Di Cola y su avión Curtiss

Don Florindo participaba por cierto de ese aprecio admirativo y trata de complacer a todos en una sucesión de viajes, cuando en uno de ellos, se produce lo inesperado, un imprevisto de su acompañante hace precipitar a tierra el aparato sin poder impedirlo su piloto y queda destrozado de arriba, a lo largo y a lo ancho ambos ocupantes con heridas de consideración.

Don Florindo no siente por cierto el dolor físico, tanto como en su pesar por las importantes averías de su máquina; “En un momento todas mis esperanzas se habían venido abajo, no podía concebir que ello pudiera haber ocurrido”

La adversidad ponen a prueba en aquella oportunidad su temple de luchador de voluntad férrea y se hace así mismo la promesa de sobrellevar ese infortunio.

Certificado de Matrícula

El General Ignacio Halminton Fotheringham será el presidente honorario de la comisión formada para ayudar a reparar el avión “Curtiss”, tan pronto Florindo Di Cola se restablece de sus heridas, se pone manos a la obra, haciendo valer justamente su capacidad técnica en mecánica, no solamente reconstruye en forma total el Curtiss, trabajo que efectúa personalmente, si no que le agrega algunas innovaciones como el “ radiador” algo revolucionario para aquellos tiempos.

Tanta es su dedicación que en oportunidad del primer festival aéreo local “ Pro campo de aviación” realizado en noviembre de 1921, con la activa participación del Dr. Manuel Noroña, propulsor de esta actividad en nuestro medio; que Florindo Di Cola está de nuevo en el aire y su presencia es recibida con cálida simpatía por ser de conocimiento general de la población las vicisitudes que había tenido que afrontar para dejar nuevamente su avión en condiciones para intervenir en esta fiesta, junto a los “ases” de la acrobacia Renato Balleri, el inglés Syndall y el paracaidista de color Johnson, que despiertan la admiración de la concurrencia.

Después por años mantuvo siempre una actividad creciente, podemos decir que con la misma contagió de emoción a los riocuartenses, que ya lo identificaban cuando su Curtiss sobrevolaba la ciudad, y cuyo progreso ha reflejado en fotografías tomadas desde el aire, como la vista aérea de las primeras instalaciones del Regimiento 4 de caballería emplazadas en el barrio pueblo alberdi, entre las calles Falcón al sur y Laprida al Oeste, fotografía tomada en diciembre de 1921, las que permiten apreciar ciertamente en que grado ha progresado la zona urbana y su alrededores y que don Florindo conservó como recuerdo de su tiempo y ahora para futuras generaciones de riocuartenses.

También fueron muchas las poblaciones de la zona, que recibieron su visita en ocasión de algún acontecimiento, ya que la presencia de Di Cola y su máquina, aparte de lo que significaba la misma, les daba oportunidad de ver y participar con curiosa admiración de esa actividad, que comenzaba a ser realidad en todo el país.

Podríamos afirmar que no hubo lugar o sitio próximo a Río Cuarto que no llegara Don Florindo Di Cola para dar una mano a la fiesta; su intervención resultaba por cierto imprescindible, le llovían las invitaciones y lo hacía como siempre con el sincero deseo de contribuir en cuanto de sí podía ser útil, sin pensar en gastos o especulaciones económicas, nunca entró en ello en sus cálculos.

Era pura vocación deportiva tanto como la sintió cuando hizo motociclismo puesto que no pensó siquiera sacar provecho de la explotación que podría representarle esa posibilidad, y que constituía para entonces toda una novedad.

Volaba porque lo sentía y hacía participar a los demás de esa sana inquietud.

Durante varios años, Di Cola realizó constantes actividades acumulando satisfacciones, contribuía a despertar así el entusiasmo, el ambiente aeronáutico, que resultara campo propicio para la formación del Actual Aéreo Club.

En 1927, la ocasional inauguración de una casa comercial en el campo de Luque, próximo a piedra blanca, dio origen a la celebración de festejos en la colonia, a lo que lógicamente no podía faltar la presencia de Florindo Di Cola con su avión.

Transportó varias personas en otros tantos vuelos de recreo, y mientras conducía al pasajero Pablo Lefevre, una sorpresiva falla del motor, ocasionó su segundo accidente, del que felizmente resultaran ambos ilesos, gracias a la habilidad demostrada por el piloto.

Después guardó en un rincón la máquina en el fondo de su taller, compañera inmóvil y vigilante de las diarias tareas de su dueño. Otros proyectos atesoraba sus ánimos: ya adquiriría más adelante un avión más moderno.

Certificado de Matrícula


Florindo Di Cola, falleció en la ciudad de Río Cuarto el 4 de octubre de 1987.

Si duda quedara en el recuerdo de nuevas generaciones, con el entusiasmo por la mecánica, aviación, automovilismo, y el motociclismo, solamente bastara buscar en los archivos de la historia de Río Cuarto, para que vean la biografía de un hombre con valor, romántico y aventurero como fue Florindo Di Cola, que hoy sus descendientes, hijos, nietos, biznietos y tataranietos miran como ejemplo y orgullo a seguir.

Fuentes

Revista: Febrero de 1946 ( Archivo Familia Di Cola)

Lunes 24 de octubre de 1960.-(Periodista Leopoldo Reyes)

Diario “La Calle” Jueves 9 de Febrero de 1967.- (Pivot)

Diario “Puntal” martes 11 de Noviembre de 1986.-

Diario “La Calle” Resumen de Historia de Río IV. 11-11-1986.

Libro: Hombres y Mujeres de Río Cuarto 1965- 1995.

Historia ilustrada de Río Cuarto. J.A.F – Publicaciones. 06/99.-

Libro : Puro y Fresco de Río Cuarto (Lionel Gioda)

Eduardo Tyrrell: Trabajo de Compilación de Datos y Fotos. (Río Cuarto - Agosto 2009)

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